IV - Salvador de Bahía: La estrella in fame

Postales futboleras (con algo de Kpop)

IV  - Salvador de Bahía: La estrella in fame

(Miroslav Klose x BoA)

 

Sin ellos, no hay grupo. Lo saben, claro que lo saben, y por eso pueden ir por ahí, dándose aires de grandeza, dejando que los demás caigan asfixiados por el polvo de diamante que desprende su extremadamente perfecta presencia.

Por eso pueden fumar, embriagarse, irse de parranda; por eso pueden ser tan libres como una persona no pública. Por eso, Klose le cede a Boa un Montecristo y ella lo acepta como si le regalaran un dulce a un niño.

Un Montecristo no es bueno para un futbolista, le cagará los pulmones y no podrá respirar al correr; un Montecristo no es bueno para una cantante, le cagará los pulmones y no podrá cantar sus agudos.

¡Aunque eso no importa, porque son la estrella! A la estrella le sirven todo en bandeja de plata, los demás trabajan para embellecerla. A Klose le hacen los pases, él remata y ya; a Boa le abren el escenario cualquiera de esos pobres diablos que, como piensa ella siempre y dice sólo cuando está borracha, no son mejores que ella, y luego sale y sólo con estar parada ahí haciendo que canta (porque hace años que no canta en vivo debido a tanto tabaco), el show está más que salvado.

 

Cuando encienden un segundo Montecristo y llega una botella de vodka para compartir, hablan acerca de que la estrella debe ser hipócrita, para que su infamia (que es algo que a veces pasa a sotto voce y, cuando se nota, los reporteros saben muy bien gracias a American Express que no deben demostrar gráficamente) no opaque su vida pública, y, tal vez, la estrella caiga a la tierra y se haga pedazos contra el piso dejando nada más que un poco de polvo (y con eso no me refiero solamente a rastros de antiguos polvos o del polvo que se metieron en la nariz). Él puede fingir que siente algo de pena por los niños a los que “ayuda”; ella puede tomarse una foto con el Papa y quedar como la cristiana más humilde de todas.

 

Porque viven in fame, es que pueden acceder a todos los placeres que quieran, porque existe Mastercard (o Drogacard o Fornicard, según la ocasión). Y esas tres tarjetas, créanme, las utilizarán esta noche; no saben si la que viene o la otra, o si se volverán a encontrar en este bar de Río de Janeiro alguna vez más, pero deben aprovechar porque, si bien la vida es corta, la fama y todo lo que conlleva duran mucho menos.

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