Capítulo 10

Cada vez que suena una campana

Baro había buscado por todas partes. Volvió a la panadería y se quedó junto a la ventana, observando y esperando, hasta que sintió que la esperanza no era más que una fantasía. Se sentó en el mismo banco en el parque durante horas, esperando ver a Sandeul corriendo en la nieve, su sombrero volando detrás de él, el aire llenándose con el sonido de su risa alegre. Pero todo lo que encontraba Baro era al mundo sin él.

 

Recorrer el mercado de Namdaemun no había hecho nada bueno. El sonó campanas y les preguntó a los niños si habían visto al chico angelical. Pero Sandeul parecía ser tan elusivo como San Nicolás. Entro en las iglesias, a todas las iglesias que veía, y él oró, oraciones que parecían no tener respuestas.

 

Para la medianoche del segundo día después de Navidad, Baro había caminado todo el camino hasta la ópera, no preocupándose por el frío o la nieve. Había una presentación especial del Mesías de Handel programada. Él vagó atreves de la mayoría de la multitud hasta que había entrado. Luego metió la mano en sus bolsillos y dejó caer monedas y billetes en cada lata abollada y oxidada a lo largo del camino.

 

La nieve comenzó a caer más y más rápido. Arrojó un billete de W1000 en un tazón viejo de esmalte de un ciego vestido con ropas harapientas, luego hizo una pausa y dijo -La tormenta está acelerando. ¿Tiene un lugar para ir?

 

-Yo vivo cerca de Bong-Eun-Sa. Va a ser una larga caminata -El mayor trató de levantarse pero sus manos eran viejas y retorcidas y no tenía guantes para protegerse de los elementos.

 

Baro le ayudó, entonces se agachó y recogió el tazón, suavemente colocándolo en las manos nudosas del hombre. Luego dio media vuelta y paró un taxi con un silbido agudo.

 

Él abrió la puerta. -Le he pagado al chofer para que lo lleve a casa -le dijo al viejo, ayudándolo a entrar. Hizo una pausa y miró a los ojos del mayor arrugado, los ojos que mostraban todos los años difíciles que había vivido. Sin un pensamiento, Baro se quitó los guantes y los puso en las manos del hombre, cerrando sus retorcidos y viejos dedos alrededor de ellos. -Feliz Navidad -dijo y cerró la puerta.

 

Durante un largo tiempo Baro se quedó allí, mirando al taxi desaparecer. A pesar de que todavía era temporada navideña, y aunque ya era pasada la medianoche, aún había un gran número de coches en la calle. Baro se encontró balanceándose sobre la punta de sus talones, mirando a los coches a exceso de velocidad por delante de él.

 

Sandeul está en el cielo, el empresario pensó cuando uno de los coches lo rozaba tan rápido que hizo una ola alrededor de su chamarra, tal vez si él no puede venir a mí, yo puedo ir con él.

 

Baro vio a los coches delante de él con cautela. Sería tan fácil dar un paso hacia la calle ahora mismo, que una de las máquinas de velocidad chocara con su cuerpo, sacando su vida y su alma de él. Entonces habría una posibilidad de que él llegara a ver a su ángel de nuevo...

 

-¿Qué estoy pensando? -Baro susurró las palabras a sí mismo con una risa áspera y amarga de una sacudida de la cabeza. -No entraría en el cielo de todos modos. Ese lugar está reservado para la gente hermosa y amable como Sandeul.

 

Dio media vuelta y se alejó de la calle, pegando sus manos heladas en el bolsillo de su abrigo, decidiendo que era hora de regresar a casa. Él caminaba por la acera, con la mente en un lugar de pérdida y vacío.

 

Pasó junto a un campanero que estaba pidiendo donaciones para un hospital infantil y metió la mano en sus bolsillos. Había utilizado lo último de su dinero para el taxi.

 

Baro empezó a caminar, pero se detuvo y sacó un reloj de oro de bolsillo. Había sido la primera cosa que se había comprado con su propio dinero. Se acordaba de lo orgulloso y realizado que se había sentido cuando estaba caminado a casa con él ese día. Baro lo miró por un momento.

 

Pero nada de eso importaba más ahora. El orgullo no le importaba. El dinero no le importaba. El tiempo no tenía importancia. Sin Sandeul, nada importaba.

 

Caminó hacia atrás y lanzó el reloj en el cubo recolector, después dio media vuelta y se alejó.

 

Se dio cuenta con una repentina sensación de pánico que la persona colectando había dejado de sonar la campana. Baro se congeló, con los hombros encorvados para protegerse del frío en su corazón más que del frío de afuera. -No deje de sonar la campana. Por favor. Sígala sonando, porque... -su voz se convirtió en un susurro firme y se quedó mirando sin ver en el camino cubierto de nieve. -Cada vez que suena una campana...

-Un ángel recibe sus alas -la persona que recolectaba terminó por él con una voz muy familiar.

-¿Sandeul? -la cabeza de Baro se disparó. Dio la vuelta, entonces se acerco y empujó hacia atrás a la persona con lana gruesa que tenia la campana. Un montón de pelo sedoso, castaño caía suelto. -¡Deul!

-Woonie...

 

Y entonces él estaba en los brazos de Baro.

 

-Dios, Sandeul. ¡Realmente eres tú! -Abrazo al más pequeño fuertemente. Con miedo de soltarlo y que él desapareciera de nuevo.

-Estoy aquí ahora. Estoy aquí. -Sandeul leyó la expresión del rostro de Baro, porque dijo, -Y yo no te voy a dejar otra vez. Es para toda la vida.

-Dios mío, pensé que te había perdido. -Baro sujeto el bello rostro y lo besó una y otra vez. -He buscado en todos lados fui a todas partes donde estuvimos, buscando y esperando. -Tenía la cara de Sandeul en sus manos y sólo se tomó un momento para mirar al hombre más joven, para memorizar su cara, esa sonrisa maravillosa. -Yo he dado más dinero de lo que podía comprender. Todo. Todo. Nada importa más que tú.

 

Las lágrimas corrían por las mejillas de Sandeul.

 

Baro lo sostuvo tan condenadamente apretado y le susurró, -mi ángel

 

Sandeul dejó escapar una risita y tocó los labios del hombre más alto con sus delicados dedos. -¿Woonie? ¿Tu ángel?

-Mi ángel caído. Has vuelto a casa por mí.

 

Sandeul le sonrió, luego fijo una mirada extraña en el cielo. Le guiñó un ojo a algo brillante por encima de él, entonces regreso su mirada a Baro, sonriendo alegremente. Inclinó su cuerpo pequeño en los brazos del hombre más alto. -Tal vez, sólo tal vez, Woonie... todo lo que tenías que hacer era silbar.

 

~~~

 

Y seis años después de aquel día de Navidad, Baro aún escuchaba campanas cada vez que besaba a su marido. Y cada vez podía jurar que era el sonido más mágico que había oído nunca.

 

-Vi a JinYoung en el estudio el otro día -Baro de forma conspiradora le susurró en el oído a Sandeul. El más pequeño arqueó las cejas.

-¿Cuántas veces tengo que decirte que dejes de espiar a tus empleados? -el hombre angelical, dijo con una sonrisa, -¡y es a JinYoung! ¡Pensé que era tu amigo!

-¡Él lo es! Es sólo que... estaba actuando raro otra vez.

-¿Raro?

-Sabes cómo se pone a veces -Baro respondió con una pequeña sonrisa.

-Ahh... ¿quieres decir que estaba hablando consigo mismo otra vez? -Sandeul preguntó, tomando la copa de sidra que estaba en la mesa cercana. Su esposo asintió con la cabeza rápidamente.

-Sí, escuché parte de lo que estaba diciendo... algo sobre tortugas…

 

Sandeul casi se atragantó con la sidra en la boca.

 

-¿T...Tortugas?

-Sí -Baro apretó los labios con nostalgia -y yo habría jurado que el aire por encima de él era brillante. Tal vez la luz del sol era demasiado brillante en la habitación... podría haber estado afectando a su cabeza.

-Sí, tal vez. -Sandeul respondió, sonriendo ampliamente para sí mismo. Parecía que tal vez otro ángel tendría que ser enviado a la Tierra en un futuro próximo...

-Sabes que nuestro aniversario se acerca, ¿verdad, Deul? -Baro preguntó, olvidando el tema de JinYoung. Abrazó a su marido y acarició su nariz en el cuello pálido. Sandeul todavía tenía el mismo olor -ligero y crujiente y limonada.

-Y la Navidad también -agregó el hombre más pequeño con un puchero. Baro se echó a reír y se inclinó hacia abajo, colocando un rápido casto beso en los labios tentadores.

-¿Qué pasa con ese puchero, Sandeul?

-Me preguntaba qué hacer en esta Navidad -dijo el hombre angelical con un suspiro -fue más rápido de lo que yo esperaba. ¡Todavía tenemos que conseguir el árbol! ¡Y algunas decoraciones! ¡Y los regalos para los niños! ¿Le diste a Hyukjae su semana de descanso, como te lo pedí? Ah, y tal vez podamos conseguir algunos nuevos temas de cestas de Navidad para los perros, ellos han crecido. Y qué pasa con...

 

Baro cortó el discurso de su marido con un beso. -No te preocupes por todo esto, Deullie. Navidad va a ser perfecta

-Pero...

-Pero nada -Baro interrumpió una vez más. -Me has dado seis de las navidades más perfectas, seis de los años más perfectos de mi vida. Y pase lo que pase este año, nada de eso va a cambiar.

-Aish, Woonie -Sandeul dijo entre dientes, las mejillas poniéndose en un tono feroz de rosa. Pero no podía dejar de estar de acuerdo con las palabras de su marido.

 

Su vida era absolutamente perfecta.

 

Todavía vivían en la gran mansión en el centro de Seúl, pero el interior de la casa había cambiado.

Se fue el arte invaluable y las porcelanas. Se fueron las colecciones. En su lugar, las paredes de la casa Cha tenían dibujos sencillos hechos por las manos inexpertas de los niños y los retratos de Sandeul y Baro con sus dos hijos hermosos.

 

Baro había tratado de explicarle a Sandeul que las parejas gay en Corea no podían adoptar, pero una expresión en la cara con lágrimas de su marido, y Baro decidió que no le haría caso a lo que las leyes decían. Después de todo, él era el empresario más influyente de toda Corea, si no es que de toda Asia. Había utilizado sus conexiones (y pagado una pequeña fortuna en sobornos), pero meses más tarde, él le había presentado a Sandeul los documentos de adopción. Y una semana después de eso, fueron y recogieron a sus hijos gemelos.

 

Sandeul los había nombrado ChanShik y DongWoo, diciendo que eran los nombres de viejos amigos - amigos muy, muy viejos - a quienes les debía una deuda. Ellos eran los dos seres más preciosos y ahora, tres años más tarde, incluso cuando rutinariamente ponían pegamento en los zapatos de Baro o perseguían a los perros y conejos por todo alrededor, el empresario se preguntó cómo podría haber existido sin esos pequeños bribones.

 

Una vez que los chicos habían llegado a la casa, todas las antigüedades francesas y las sillas de respaldo rígido se habían ido. Fueron reemplazados por muebles cómodos y coloridos que llenaron todas las habitaciones, algunos de ellos mordidos y destrozados por las mascotas y los niños. Pero era cálido y confortable y real, e hizo la casa de Baro un hogar.

 

Pero, Baro comprendió que, no fue realmente el mobiliario lo que había convertido a la mansión una vez fría en un hogar. Fueron los perros y gatos y conejos que constantemente corrían alrededor, persiguiendo algo que se movía constantemente y saltando en los regazos y sillas. Fueron sus dos hijos maravillosos, que podían ahuyentar a sus preocupaciones con sólo una risita o que podían hacer esculturas de macarrones que eran más preciosas que cualquier estatua de millones de wons o baratijas.

 

Fue Sandeul... el hombre angelical a quien le entrego su corazón incondicionalmente cada segundo del día. Quién consoló a su familia con risas sin fin, abrazos, y comidas caseras. Quien paseaba con los perros, y anudaba lazos a todos los gatos y conejos. Quién ayudaba a sus hijos hacer galletas de jengibre... y luego decorarlas como monstruos diferentes. Quien siempre guardo la más cálida sonrisa, sus grandes abrazos, y sus más profundos besos para Baro.

 

Baro pensó que no era posible para él estar más enamorado de su marido de lo que estaba, pero se encontró enamorándose aún más todos los días. Sandeul acaba de agregar una cualidad mágica a su vida, y era evidente al mirar en su hogar.

 

No había ni un silbato en todo el lugar. Pero había campanas en todas partes, en las mesas, en las puertas cercanas. Había campanas y cascabeles a la hora de la cena, campanas y timbres a la hora del desayunado, tintineo y reloj de campanas, campanas a la hora del té y gongs chinos. Sonaban campanas desde los zapatos y collares de los cachorros. Una campana de vaca llamaba a la familia para reunirse.

 

En un lugar de honor en la mesa en la sala estaba la hermosa campana de cristal que le había comprado Baro a Sandeul tantos años atrás. Cada vez que alguien se deslizaba por el pasamanos, la sonaban.

 

Como puedes ver, Sandeul y Baro le habían dado a sus hijos un regalo maravilloso: la capacidad de creer en las cosas mágicas e inusuales y celestiales; creer en el amor, la felicidad, la gente, y sobre todo, creer en las cosas que no pueden ser demostradas - saber en sus corazones que cada vez que suena una campana...

 

Un ángel recibe sus alas.

 

 

- FIN -

 

Recuerdo la primera vez que leí el libro en el que esta basada la historia, juro que lloré pero no se me quitaba la sonrisa de estupida de la cara.

Otra historia que llega a su fin, en verdad amo los finales felices, ahora la moda son los finales tristes o tragicos pero siempre digo ¿que para que quiero una historia triste? ¿no es bonito soñar con algo hermoso y simple? 

Muchas gracias por dejarme su comentario o simplemente por leer, tomarse el tiempo de dejar que estas historias formen parte de ustedes.

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Comments

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sb__ds
#1
Chapter 10: Otra gran historia!
Me encantan los finales felices y sin duda este no me decepcionó, ese detallazo de llamar a sus hijos como sus viejos amigos fue genial!!
Muchas gracias por continuar escribiendo!!
SheeranIrazu #2
Chapter 10: Yo eh querido leer el libro pero no lo encuentro:c.
Me gustan tus historias, ¿tienes más historias pensadas?
El Badeul se está extingiendo;n;.
Yo encantada sigo lo que sigas(?), sólo no dejes de escribir.
Y sobre la historia, amo los finales felices... Pero soy masoquista y me encantan la trama trágica.
En fin, gracias por tus historias<3.
sb__ds
#3
Chapter 10: Donde esta el capítulo 10? No leeré el final necesito saber que pasa despues de que Deul desaparece! TT
sb__ds
#4
Chapter 9: Porque? Porque ahora que ya se convirtieron en uno, que se aman? No!!!! Por favor que alguien detenga esto!!!!
Gongchan, ShinWoo par favor!!!!!
*se limpia las lagrimas con las mangas del sueter*
sb__ds
#5
*snif, snif*
La historia de Baro es tan triste, ahora se porque le da demasiada importancia al dinero. Y Sandeul es un ángel en la extensión de toda la palabra.
Y ahora que de verdad se necesitan el uno al otro se tendrán que separar, nooooo!!!
Por favor que Jinyoung encuentre la manera de ayudarlos!!!
sb__ds
#6
Chapter 7: Esa coraza de acero ya se fracturo gracias al pequeño Sandeul!!
Ahora va por su corazón de pollo o ardilla en este caso!! XD
¿Cual es el plan de Deul?
Y esta pregunta es por mis Jinchan feelings ¿Habrá más interacción entre ellos?
sb__ds
#7
Chapter 5: Ok ahora si ya entendí el capítulo 6!!!
sb__ds
#8
Chapter 6: ¿Donde esta el capítulo 5?
Creo que en ese capítulo Gongchan hace su primera aparición o ¿no?
Y bueno, me encanta, Baro esta total y locamente enamorado ♡♥♡♥
Y al parecer Deul aun no siente lo mismo. :'(
¿Como mostrará que es un ángel caído?
SheeranIrazu #9
Chapter 6: ¿Capitulo 6? ¿Qué hay del 5?
Me encanta la historia y Sandeul, Ihh, lo amo.
El capitulo estuvo corto, es triste. Que bueno que hayas vuelto a escribir.
Saludos.
sb__ds
#10
Chapter 4: Si!!!! Su primer beso!!!
Es una lástima que su amor sea imposible, pues necesita su corazón para regresar al cielo pero si lo obtiene lo abandonaría y le rompería el corazón. Fuff!!! Que trágico!!!
Y el buen Gonchan quiere ayudar? Creo que ya es demasiado tarde! Aunque gracias a esto conocerá a Jinyoung y bueno creo que se verá en la misma situación.
X3