Segunda parte

Almas gemelas

Habían pasado dos semanas desde que xiumin murió. Luhan no levantaba cabeza. No tenía hambre, así  que no comía, no quería tener pesadilla sobre el accidente, así que dormía lo menos posible, tampoco se relacionaba con sus amigos. Todos habían hecho lo que estaba a su alcance para intentar animarlo. Ellos también estaban muy afectados, Luhan lo sabía, en el fondo les agradecía todo su apoyo, pero Xiumin era su vida.

 Era un muerto viviente. Solamente se sentaba en el sofá y miraba hacia la nada. Así hasta que se dormía. Despertaba bañado en sudor y volvía a sentarse y mirar hacia la nada.

Esa mañana al despertarse en el sofá, decidió que no podía seguir así. Se ducho y guardo todas las fotos de Xiumin en una caja. Se puso el anillo que le había regalado y se guardó una foto de los dos en el bolsillo del pantalón. 

Después de dos semanas en oscuridad, abrió las cortinas y la luz del sol le dio de lleno en la cara, causando que las volviera a cerrar. Salió por la puerta, pero no iba precisamente a la universidad.

Hoy era el primer día de clase de Xiumin, bueno de Sehun. Estaba nervioso,  volvería a ver a Luhan, después de dos semanas insufribles, en las que no paró de fastidiar a Suho.

El profesor le pidió que se presentara. No entendía por qué tenía que hablar sobre su vida delante de toda la clase. Bastante difícil era mirar a sus antiguos compañeros y que no pudiera tratarlos como siempre. –Hola mi nombre es Xiu… Oh sehun. Antes vivía en Busan, pero mi hermano y yo nos mudamos a Seúl hace unas semanas. Por favor cuiden de mí. –Bien Sehun, siéntese en ese sitio. Señalo el asiento de la última fila. Perfecto se sentaría solo. Acababa de empezar el día y ya quería que terminara. Solo tenía que idear algo para poder hablar con Luhan.

El timbre sonó y la hora de la comida había llegado. Xiumin pudo hablar con Jongin en la clase anterior, este le había invitado a su mesa con sus amigos. Perfecto para él. Se haría amigo de Luhan y ya vería que pasaba.  Pero cuando llego a la mesa estaban todos, menos Luhan. A Xumin le causaba demasiada impresión  verlos a todos de nuevo, pero le destrozaba no poder contarles que era él.  Decidió salir a dar un paseo y despejarse.

 Luhan había salido a que le diera el aire y aclarar sus ideas. Sin darse cuenta, había llegado al Puente donde Xiumin le pidió salir. Miles de recuerdos inundaron su mente. En este puente se cogieron por primera vez las manos, se besaron y se dijeron te quiero. Este puente era testigo de todas las palabras que se habían prometido. – ME LO PROMETISTE, PROMETISTE HACERME  FELIZ. Luhan gritaba con toda su alma las palabras que quería haber dicho mucho tiempo antes, se estaba desahogando.  – NO PUEDES DEJARME TODAVIA ¿POR QUÉ  TE  HAS IDO? NO TENÍAS DERECHO A DEJARME. TE QUIERO, SI PUEDES OIRME, ESCUCHAME. SIEMPRE  SERÁS TÚ. NADIE TE IGUALARÁ. XIUMIN  NO ME DEJES ¿AHORA QUÉ? ESPERAME, NOS VEREMOS PRONTO. Luhan estaba convencido. Ya no quería vivir en un mundo sin Xiumin. Paso los pies por la barandilla del río y se quedo sentado en ella, observando cómo corría el agua.

Recordó todos los momentos que había vivido con Xiumin. Cada lágrima que caía por su mejilla era un doloroso recuerdo. Se preparó para saltar. –Si yo fuera tú no me tiraría, el agua debe estar muy fría. Luhan de la impresión se resbalo, pero el chico que le había hablado antes le sujetó a tiempo. – Que más da que este fría, un par de minutos y ya no sientes nada. ¿Quieres algo? – La verdad, no. – Entonces déjame en paz. Luhan se sentía un cobarde, cuando casi se resbalo, por un segundo pensó que iba a morir, y eso le asusto. –Soy un cobarde, no puedo hacerlo ni por Xiumin. Susurro. –No creo que ese Xiumin quisiera verte muerto. A no ser que le debas dinero, esos siempre te quieren muerto. Le dijo el chico. Que pesadito, pensó Luhan. Intentaba suicidarse, pero estaba claro que tendría que volver otro día, si se atrevía. –Qué más da, el ya no puede verme. No sabía por qué seguía allí todavía, contándole cosas a ese extraño. Dio la vuelta a la barandilla y caminó hasta la parada de autobús.

Se sentó en el primer asiento que vio. Esto era el colmo. El chico le había seguido y se había sentado a su lado. - ¿Me estas siguiendo? Le preguntó. –No. –Mira, si te quieres asegurar que no lo voy a volver a hacer, tranquilo, vale. No pienso volver. Hoy por lo menos no, pensó Luhan. – No sé qué te ha llevado a tomar esta decisión, pero piensa en la gente a la que le importas, ¿De verdad piensas que tu perdida no le dolerá a las personas que te quieren? ¡COMO PUEDES SER TAN EGOISTA! Xiumin no puedo evitar gritarle. ¿Cómo podía tan solo pensar en una cosa así? Cuando se dio cuenta de que todo el autobús les miraba, le pidió perdón. Ya no hablaron más. Luhan se había quedado pensando lo que aquel chico le había dicho. Era irónico que un extraño le hubiera salvado. Más bien parado los pies.

Luhan se bajó del autobús y el extraño también. – Me estas siguiendo. Lo dijo como una afirmación. Xiumin no dijo nada. Y siguió caminando. Ver así a Luhan, le estaba destrozando. Ya no era el Luhan que conocía. No era simpático, ni hablador. Tenía las ojeras muy pronunciadas y estaba demasiado delgado. Llegaron al edificio donde vivían. Antes de meterse  dentro de su casa Xiumin se quedo mirando a Luhan. Este vio un brillo en sus ojos. Sabía muy bien a que le recordaba. – Adios. Se despidió Xiumin. –Espera, No me has dicho tú nombre. Xiumin sonrió. – Tú tampoco. Cerró la puerta. Luhan no entendía por qué tenía curiosidad por saber su nombre. Pero ese brillo en los ojos. Decidió no pensar más en eso y se fue a dormir.

 

Xiumin no cenó.  Se acostó, pero no podía dormir. En el río, había recordado todos los momentos con Luhan. Encima este, se quería suicidar. Tenía tantas ganas de besarlo y decirle cuanto le quería. Sin darse cuenta sollozaba. Suho le podía oír desde el salón, pero pensó que estaría bien que se desahogara. Sin ninguna duda hoy había sido un día duro.

 

Una luz le hizo abrir los ojos. –Venga levántate ya. Espera un momento. ¿Qué hacia Jongin en su casa? Luhan no le hizo caso, de todas formas no pensaba ir a la universidad. Jonging le tiró del sofá, cayó al suelo y este, empezó a saltar encima de él. – Levántate, vamos Luhan. - ¡Quítate de encima imbécil!- pues levántate  idiota, que vamos a llegar tarde.

Se vistió lo más rápido que pudo y desayunó por el camino.

Mientras esperaban el autobús Luhan tenía los ojos cerrados y pensaba en Xiumin. Visualizaba su cara, redonda como un Baozi. Tenía tanto miedo de que algún día pudiera olvidarla. Con el paso de los años Luhan había olvidado la cara de sus padres, si no fuera por las fotos que le dio su abuela, no sabría que era idéntico a su madre  y tenía los ojos de su padre. Oía a Jongin a su lado, saludar a alguien, pero no le interesaba. –Sehun, ¿También vives por aquí? – Sí, Vivo en el mismo edificio que Lu… que tu amigo. Mierda Xiumin casi la cagas, tienes que ser más cuidadoso. Pensó. Esa voz. Luhan abrió los ojos y miró directamente a Xiumin.- ¡Tú! Dijo Luhan. Xiumin le sonrió. Luhan tenía miedo. No sabía que conociera a Jongin. ¿Y si le decía lo que había intentado hacer? Tendría que ser precavido. – No sabía que os conocieseis, Luhan. – Sí, somos vecinos. –  Ayer nos encontramos por casualidad en el río Han. Él se pensaba que le seguía. Sehun sonreía con maldad. Le haría pasar un mal rato, como castigo por haber intentado aquello. JonGin que no se había dado cuenta de la sonrisa de Sehun y la mirada de odio de Luhan, sonreía de oreja a oreja. –Luhan ¡has salido por fin! Jongin le abrazo. Por  fin estaba progresando. Luhan se sintió realmente mal. Su amigo estaba tan preocupado por su recuperación, si supiera para que había salido… Sabía que Sehun jugaría un poquito con él. Estaba empezando a odiar a ese chico, no le conocía de nada y ya se creía que podía hacer lo que quisiera. 

 

Xiumin no es que estuviera feliz, pero se sentía mejor al saber que Luhan iría a clase. No sabía cómo acercarse a él. Tenía miedo. Ya no era Xiumin, ahora era Oh Sehun. Por mucho que se comportara como antes Luhan no podría verlo. Él estaba muerto. Su cuerpo estaba muerto. Pero su alma seguiría viva junto a Luhan hasta el final de sus días, como le prometió. Pensó en todo lo que había dicho Luhan en aquel puente. Le había prometido hacerle feliz. No lo estaba cumpliendo. Todo era su culpa. Luhan estaba demasiado cansado. Tenía ojeras, estaba delgadísimo.  No dejaría que se deteriorase más, ni física ni mentalmente. Le haría feliz, como Oh Sehun.
Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
No comments yet