Caminamos tomadas de la mano, podía sentir como su mano temblaba y se tensaba de vez en cuando. No sé por lo que haya pasado pero debió ser algo duro para ella. No tardamos mucho en llegar a mi casa, abrí la puerta y dejé que entrara. Se sentía cohibida, era obvio, era un lugar desconocido para ella.

—Siéntate —La guié hasta la sala y se sentó mientras miraba alrededor. Hubo un momento en el que cruzamos miradas y ella se sonrojo. Se veía preciosa sonrojada— ¿Quieres algo de tomar? Tengo café y té.

—Un café estará bien —Asentí y fui a la cocina a prepararle su bebida. Una vez listo, caminé hasta ella nuevamente y le entregué la taza.

—No quiero sonar inoportuna ni nada de eso pero, ¿qué te sucedió? —Me senté a su lado y ella me miró con los ojos cristalizados. Oh, muy bien Mina, la hiciste llorar de nuevo— Yo...lo siento, no quise... —Ella negó y soltó un pequeño suspiro.

—Le dije a mi madre que era lesbiana, me golpeó y... me corrió de la casa... —Las lágrimas volvieron a salir y ella las limpió rápido— Me dijo... que jamás volviera.

Me sentí mal por ella, realmente no imagino esa situación. Cuando yo le dije a mi madre, ella lo tomó tan bien pero no todas las madres eran como la mía. Sin poder evitarlo, la abracé, no pensaba en lo que hacía, simplemente desde ese momento me nació proteger a esa chica. Ella recargó su cabeza en mi pecho y lloró, lloró hasta sacar todo lo que sentía.

Se quedó dormida en el sofá y decidí llevarla a mi habitación. La cargué y caminé con ella, cuando llegué a la habitación, la recosté en la cama; se veía tan preciosa con sus ojos cerrados y sus labios entre abiertos, era una imagen de admirar siempre. La cubrí con las sábanas y salí a la sala a esperar a mis padres, les contaría todo.

Eran las doce de la noche, mis padres aún no llegaban y yo moría de sueño. Estaba sentada en el sofá jugando videojuegos, escuché unos pasos cerca y supuse que era Nayeon. Se sentó a mi lado y me miró, dejé el mando y me giré para verla.

—¿Sucede algo? —Ella me miró y sentí como me abrazó de repente por el cuello. Me sorprendió un poco pero pasé mis brazos por su cintura y la abracé. Nuevamente mi corazón latía con fuerza, realmente espero que no lo escuche.

—Gracias, Mina —Susurró cerca de mi oído hac