El día esperado llegó, salimos los cuatros hacía Gyeongpo. Mi padre conducía, mi madre estaba en el asiento del copiloto y Nayeon atrás conmigo. La veía pensativa, me gustaría saber qué piensa, no quiero verla sufrir de nuevo, no mi niña.

Coloqué mi mano sobre la de ella y me miró, me miró con esos hermosos ojos que amaba, podía notar algo de miedo en ellos y tristeza pero aún así me dedicó una sonrisa que sólo era para mí. Tomé su mano y besé sus nudillos, ella se sonrojó.

—Todo estará bien, ¿si? —Asintió y recargó su cabeza en mi hombro, siempre hacía eso para que yo no viera su sonrojo. Era una mujer tan linda. 

Sí, la amaba tanto. 

Besé su cabeza y también recargué la mía sobre la de ella.
Pasó el rato, nos quedamos dormidas y cuando llegamos a nuestra casa de playa, mis padres nos despertaron, bajamos el equipaje y nos instalamos en nuestras habitaciones y como esa casa sólo tenía dos habitaciones, me tocaba compartir con Nayeon.

La ayudé con sus maletas y cuando llegamos a la habitación, nos tiramos a la cama, estábamos cansadas. Giré mi cabeza para verla y ella hizo lo mismo. Me gustaba mirarla, me gustaba que me mirara. Me gustaba todo de ella. Tomó mi mano y la colocó por su abdomen mientras jugaba con esta.

—Eres hermosa, Nayeon —Dije de repente, ella sonrió y claro, el sonrojo se hizo presente.

Mis amigas siempre me preguntaban porque no me le declaraba a Nayeon pero yo no quería forzarla a nada, ella había pasado por tanto. Me contó tantas cosas de su pasado que simplemente me daba una cólera enorme. Por todo eso, preferí que el tiempo pasara, curar sus heridas, repararla y ahora, estando aquí de nuevo, ella podría cerrar aquel ciclo de su vida. Sé que le dolía estar en el lugar donde su madre la rechazó, la golpeó y la ofendió hasta no más poder pero era hora de terminar con todo esto.

La noche llegó y mis padres se arreglaban pa