Capítulo IV

Prueba de paternidad by Pete

Ae Intouch

Habían pasado tres semanas desde que el problema de mi hermano Trump explotó. Sí, la policía vino a verme. Les conté la verdad, que la mañana en la que se escapó vino a verme y me pidió dinero, que se lo di, pero que no sabía que lo quería para huir. Ni siquiera sabía que estaba haciendo cosas ilegales. No sé si me creyeron o sólo no tenían pruebas de que no estuviera diciendo la verdad, pero no los volví a ver.

Desde que me había enterado que había huido no paré de llamar a Trump aunque era un acto inútil, pero seguí marcando su número como idiota hasta hoy en la mañana Pond me arrebató el teléfono y casi lo arroja por el inodoro.

—Ya, enfréntalo. Si tuviera su teléfono consigo la policía ya lo hubiera localizado ¿no crees? —le pegué y le arrebaté mi celular—. ¿Por qué fue eso? Acá sólo trato de ayudarte.

—¿Tirando mi celular por el inodoro? ¿En serio?  Gracias.

—De nada.

—Estaba siendo sarcástico. —Recalqué caminando y recogiendo mi mochila del suelo antes de empezar a colocarme las zapatillas.

—Hey, ¿dónde vas?

—A clases.

Su cara cambió a terror. La primera clase la  tomaba conmigo y estaba en apenas bóxer.

—Mierda, será que mejor que me esperes y me lleves contigo en tu bicicleta, Ae.

—Sólo si te apuras. Sólo 5 minutos, Pond.

Y me fui, divertido. Esperé 10 minutos, pero lo esperé. Es un idiota por decir que soy un mal amigo. Fue mi forma también de decirle de verdad gracias.

***

Fue otro día agotador. Mis padres me habían mandado un poco de dinero, y estaba decidido a estirarlo todo lo que podía. Por las tardes había comenzado a repartir para algunas tiendas, pero aún así, en la hora del almuerzo me encontré en el lugar en el que siempre comemos junto a Pond y otros amigos, Can, de cabello claro y el más bajito de todos y compañero del club de fútbol; Ping, el más alto y cabello igual de claro que el de Can; y la única chica del grupo por ahora, Bow, de cabello largo claro. Todos estaban haciendo sus pedidos mientras yo pasaba la lista de los platos y sus precios hasta encontrar el más barato y lo pedí. Pond levantó una ceja, y estuvo a punto de decir algo cuando le dediqué una mirada que conoce muy bien. Y sí, se calló.

Estaba sentado con los chicos, sacando cálculos sobre los gastos que se venían cuando escuché risitas  de chicas a mis espaldas.  

Argh.

No quería mirar porque estaba seguro de quienes eran, pero lo hice de todas formas. Sí, eran ellas. Una me sonrió y saludó con la mano.

—Hola, Ae.

Le sonreí apenas y por educación agité la mano antes de regresar mi vista a la comida.

—¿No le dirás ni hola? ¿Sólo un gesto? Ae, eso es muy desconsiderado. —La persona que me regañó fue Bow, sentado frente de mí. Me acerqué un poco sobre la mesa para hablarle en voz baja.

—Si hago eso, gritará. No entiendo por qué lo hace. Y puede molestar a los demás.

—Por supuesto que gritará.  Le gustas. —Respondió ella.

Sacudí la cabeza. Todos habían dicho eso desde el día que me choqué con ella y evité que se cayera y se hiciera daño. Pero no tenía sentido. Sólo había sido eso. No la conocía de más nada ni ella a mí tampoco ¿Cómo podía gustarle? No tenía sentido.

—Ella es linda ¿no crees, Ae? —Esta vez fue Pond, a mi lado, preguntándome. Lo golpeé—. Pero ¿por qué fue eso? Oye, somos amigos.

—Ella es menor de edad, Pond.

ChamPoo, como se llamaba la chica a mi espalda, de cabello negro y recogido en una coleta simple, era estudiante de secundaria, la que quedaba cerca y por eso creía nos cruzábamos cada tanto.

—Bueno, lo es, por ahora. Está en su último año, no tardara en cumplir 18 —Ese fue Ping, interrumpiendo.

Volví a sacudir la cabeza. No entendía aún cómo podían mirarla y decir que era bonita cuando era menor. Me concentré en comerme mi comida y cerrar mis oídos a sus idioteces. Empezarían como casi siempre, haciendo una lista de las chicas lindas del campus para mí.

—Bueno, sí, todos sabemos que hay muchas chicas lindas en el campus, Bow es una —interrumpió Can con la boca llena y el ceño fruncido. No estaba seguro de si estaba apoyándome o no. De todos mis amigos, él es el más impredecible, casi temí cuando me miró todo serio—. Pero, ¿son las chicas quienes te gustan, Ae?

—¿Qué tipo de pregunta estás haciendo, Can? —Reprochó Ping. Can en respuesta suspiró y tragó antes de mirarme otra vez y encogerse de hombros.

—Ya saben, no tiene que ser una chica. Puede ser un chico ¿o ustedes tendrían algún problema con eso? —su mirada me dejó para mirar al resto—. Yo por ejemplo, estoy interesado en un chico —se sonrojó entero pero siguió—. Bueno, eso creo. Lo encuentro lindo. —Sonrió.

Pensé que iba a convertirse en el centro de atención, pero los chicos y Bow no duraron nada en dictaminar que no, ninguno de ellos tenía un problema con eso, entonces volvieron a mirarme a mí.

—¿Son los chicos lo que te atraen, Ae? —Fue Bow quién me preguntó directamente.

Me lamí los labios, pensando seriamente. La verdad es que no tenía idea. Hasta ahora, según recuerdo, jamás me he sentido enamorado. Nunca he mirado a nadie más de lo necesario, no existía esa atracción, ni siquiera el deseo desesperado del que tanto Pond me recuerda todos los días.

—La verdad no lo sé —respondí al fin—. Pero ¿es muy importante eso? Supongo que cuando alguien me guste, lo notaré ¿no?

Y el debate empezó de nuevo. Nadie me escuchó realmente y sólo empezaron a proponer nombres de chicas y chicos. Suspiré y seguí comiendo hasta que miré las noticias en el pequeño televisor en una esquina.

La policía ha revelado no ha revelado el nombre del delincuente que han buscado arduamente durante tres semanas. Pero se ha infiltrado su posible retrato.  También han dado información sobre un cómplice del que sólo se rumorea  es una mujer la cual se presume era su pareja.

Escupí mi comida. Era el vivo retrato de mi hermano el que  ocupaba la pantalla y a un lado una foto como la de las piezas “adivina quién es el malhechor”.

—Ae, ¿ese no es tu hermano? —Preguntó Can, prestando atención a las noticias.

Dejé mi comida, de repente sin apetito alguno y asentí. El hombre del noticiero siguió hablando de Trump.

Acusado de estafar a más de 20 personas…. Diez personas han perdido todo debido a esta estafa….

—Sí, es mi hermano —admití—. El maldito se fue. Ni siquiera sabía que tenía una novia. Rayos.

Y cómplice, agregué en silencio.

—Ae, termina la comida —Pond me acercó el plato y en cuanto empecé a negar me cortó—. No, sin escusas. Tienes práctica de futbol ¿O no? Necesitas las energías. No tienes que nada que ver con tu hermano, no dejes que te haga daño, no otra vez.

Pond era mi compañero de cuarto, pero no solo eso, él era mi mejor amigo. Y aunque la mayoría de las veces también era un maldito grano en el culo, también era lo opuesto. Y cuando se comportaba así, sólo me daban ganas de golpearlo más.

—Auch, demonios, Ae ¿Por qué fue eso?

No respondí, pero tomé mi comida y seguí comiendo.  

***

Aquella no fue la única vez que mi hermano y su cómplice salieron en las noticias. La siguiente semana hubo mucha información, su nombre fue revelado pero no el apellido. Respecto a su cómplice, los rumores explotaron. Que la chica era policía, que era una delincuente acusada anteriormente de robo, que estaba secuestrada por Trump, y lo último, que esperaba un hijo de Trump. Mis padres se preocuparon por esta última en realidad, pero terminamos serenándonos cuando nos dimos cuenta que todo eran rumores, uno más descabellado que otro.

Qué bueno —había dicho mi madre—, porque no hemos podido averiguar el nombre de la joven, y si fuera cierto no sabríamos donde buscar a nuestro nieto o nieta.

Yo le había sonreído, abrazándola.

Qué la pequeña Lin siga siendo la luz de tus ojos, mamá.

Lin era mi sobrina, la única hija de mi otro hermano.

Por supuesto, en ese momento, yo sabía lo equivocado que estaba.

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