Capítulo III

Prueba de paternidad by Pete

Pete Pitchaya

Tutor y yo corrimos hacía a la sala con la intención de que cuando Niranam golpeara la puerta ya estuviéramos allí para abrir. Sin embargo, tuvimos que detenernos a mitad de camino porque Niranam entró a la casa como si vinieran todos los fines de semana a visitar a mamá. La familiaridad con la que nos miró y cerró la puerta a su espalda, la forma en la que caminó cerrando la distancia entre nosotros, y la forma en la que nos sonrió me impactó.

—Hermanos —dijo ella—. Tutor, Pete.  ¿Por qué tienen esas caras? ¿No se alegran de verme? —Se rió de su chiste, llevando sus manos a su panza—. Bueno, vernos.

Por un breve segundo, no sé por qué, pero pensé que estaba de regreso porque de alguna forma se había percatado de la mala condición de la salud de mamá, pero esa sonrisa, ese puchero, esas palabras, destrozaron esa posibilidad. Si pensaba en su pregunta, tenía que admitir de que sí, me alegraba de verla, porque independiente de las razones por las que este aquí, su presencia haría feliz a mamá. Además…  Miré su panza. Estaba embarazada. Muy.  

Tutor fue el primero en reaccionar, suspirando y acercándose a ella.

—Me gustaría decirte que no —respondió él. Niranam levantó una ceja—, pero lamentablemente sí.

Niranam se acomodó llevando su peso a una de sus piernas y ladeó la cabeza hacía un costado.

—Oye, cuida tus palabras ¿No ves? Soy una mujer embarazada. Ah, por cierto ¿No me felicitan? Bueno, yo a ustedes sí. Serán tíos —de repente  Niranam me miró a mí—. ¿No dirás nada, dulce Pete? Tendrás un sobrino.

Me moví, inseguro. Primero miré a Tutor y después regresé mi vista a Niranam. Creo que  la idea de ser tío me asaltó por un momento, pero toda mi concentración fue entonces para mamá. Ella sería feliz al saber esto. Entonces la preocupación me asaltó porque esta noticia también podría ponerla triste ¿Y  si no llegara a conocer a su nieto? Estaba por preguntarle cuánto tiempo tenía, queriendo hacer cálculos fríos en mi cabeza, pero Tutor volvió a soltar un suspiro lleno de frustración, cruzando sus brazos frente a su pecho.

—Sólo estoy siendo sincero. Deja a Pete, esta vez ni siquiera él es capaz de defenderte o decirte palabras bonitas. Lamentablemente, como dije, nos alegramos de verte. Aunque no creo que sea por… porque supieras de la condición de mamá. Ni siquiera creo que hayas venido para darnos la noticia de que seremos tíos, porque… ¿Cuánto tienes?

Niranam puso los ojos en blanco. Tutor había acertado.

—Ocho meses.

—Si darnos la noticia te hubiera preocupado, lo habrías hecho antes. Quisiera preguntarte qué haces aquí, pero no importa. Estás aquí, y eso hará feliz a mamá. Punto.

Niranam suspiró, llevó su peso a su otra pierna y masajeó su vientre. Me rendí y le indiqué que se sentara en el sofá. Ella sonrió y Tutor me frunció el ceño. Sólo pude encogerme de hombros antes de que ambos nos sentáramos frente a nuestra hermana.

Ocho meses….

Mamá tal vez alcanzaría a conocerlo. Asentí ante este pensamiento, seguramente lo haría,  pero entonces Niranam abrió la boca.

—¿Qué tiene que ver mamá en todo esto? No me importa.

Apreté mis manos en puños. Insensible. Niranam era insensible.

—Mamá se está muriendo…—dije finalmente, mi voz quebrándose—. El doctor dijo que este será su último cumpleaños. Ella hasta nos pidió su último deseo, vernos a los tres juntos de nuevo.

—Y aquí estás —agregó Tutor. Niranam parecía con ganas de decir algo más, pero Tutor la cortó—. No, Niranam. No digas nada. Hagamos un trato. No te preguntaremos qué haces acá o qué planes tienes, haremos de cuenta que no nos importa. Actuaremos como hermanos felices de nuevo. No lo sé, festejemos que un miembro se unirá a la familia. Harás y dirás todo lo que  pueda hacer feliz a mamá.

—¿Y a cambio? —Preguntó ella.

—Te daré lo que mamá me deje. Todo.

Abrí mis ojos. Sería el colmo que Niranam…

—Trato hecho.

Abrí la boca, pero no dije nada. En ese instante, Tutor me miró, y fui capaz de ver la enorme tristeza que sentía por todo esto, pero también algo más. No importaba nada, ni siquiera lo terrible que podría llegar a ser Niranam. Sólo importaba una cosa: el bienestar de mamá.

***

Niranam cumplió con su parte. Aún recuerdo cuando el mismo día que llegó entró a ver a mamá, llena de lágrimas, pidiendo perdón, y dándole la noticia de su bebé. Se había sentado horas, dejando que mamá acariciara su vientre, intercambiando nombres y ecografías que Niranam tenía consigo. Respecto al padre del bebé, Niranam  no quiso agregar nada y nadie la obligó. Ella sólo lloró un poco más. Hubiera creído en sus lágrimas. No, por un breve instante lo hice, pero en cuanto salió del cuarto, me di cuenta que sólo era muy buena actuando. Le conté sobre esto a Tutor, pero él era mejor que yo en esto, y sólo me dijo que lo sabía, y que no le creyó ni una sola lágrima, y que sólo abrazó a Niranam por mamá.

—Lo único sincero fue sentir los movimientos del bebé —dijo antes de mirar el reloj y apurarse—. Escucha, Pete. Tengo que…

—Lo sé, lo sé. Ir a trabajar. ¿De verdad no necesitas ayuda? Puedes enseñarme, puedo…

Tutor sonrió y me dio un golpe suave en la frente con su mano.

—Puedo manejar el hotel solo. Tú dedícale tiempo a tu tesis. No hace falta que tú también la aplaces. Con uno de nosotros allí es suficiente, Pete.

Hice un puchero y miré el suelo. Al enfermar mamá esto es lo que había pasado. Tutor empezó a hacerse cargo del hotel familiar dejando atrás su tesis. Muchas veces me sentía avergonzado porque yo no había tenido el coraje de tomar esa decisión, y cuando me decidí, él no me dejó.

—¿Es eso o no quieres que interrumpa? —pregunté, cambiando el tema, relajando el ambiente y molestándolo un poco. Tutor puso cara de no entender lo que estaba diciendo. A veces pienso que de verdad cree que soy tonto—. Ya sabes, tienes a Fighter trabajando contigo.

Me guardé la sonrisa cuando el rojo subió por el cuello de Tutor hasta abarcar sus mejillas y el resto de su rostro. Fighter era el novio de mi hermano, recibido en administración, y ahora su mano derecha también.

—No digas tonterías, Pete. Allí sólo trabajamos.

—Sí, lo que digas.

—¡Pete! Mira, si quieres ayudarme, sólo vigila que Niranam cumpla con su palabra ¿Sí?

Asentí, teniendo pensamientos tristes otra vez.

To, tú amas el hotel de mamá, y ella, estoy seguro de que va a dejártelo ¿De verdad se lo darás a Niranam?

Mi hermano pestañó múltiples veces.

—No pienso dárselo si ese es el caso.

—Pero tú dijiste que le darías todo lo que…

—Oh, eso. Bueno, me refería a todo en efectivo —Tutor se encogió de brazos—. Si ella entendió otra cosa, es su problema. El hotel de mamá será resguardado, aunque no tengo el efectivo, buscaré la manera. —Y entonces, al ver mi cara, sonrió—. No soy tonto, Pete. Ella sólo es muy avariciosa y jugué con eso. Ahora debo irme, Fighter ya debe estar esperándome afuera. —Tutor me abrazó antes de irse.

—Salúdalo de mi parte.  

***

Una semana pasó y estaba todo listo para el cumpleaños de mamá. En un principio habíamos querido hacerlo en su habitación, pero se negó rotundamente diciendo que quería pasarla en su jardín, como en los viejos tiempos.

—Es una lástima que no pueda tenerlos a ustedes corriendo a mi alrededor, pero el sentimiento será el mismo. —Sonrió ilusionada.

Y así fue como junto a Tutor y su novio armamos una mesa, colocamos dos sillas, una para ella y otra para Niranam, y nos sentamos afuera. Yo me senté sobre el pasto, a los pies de mamá que empezó a acariciarme el cabello mientras Tutor y Fighter iban y venía por bocados de la mesa.  Sólo había un problema, uno que ponía la mirada de mamá triste. La otra silla estaba vacía.

Vi a Fighter acariciar varias veces la espalda de Tutor quien en cualquier momento estaba seguro perdería los estribos mientras yo sólo buscaba distraer a mamá con viejos recuerdos y cosas divertidas.

—¿Mamá, recuerdas la primera vez que Fighter vino a casa? —reí, mirando al novio de mi hermano. Mamá rió conmigo.

—¡Cómo olvidarlo! —miramos a Fighter que empezaba a ponerse tímido y a Tutor poniendo los ojos en blanco.

—No van a dejar que el pobre lo olvide nunca ¿Verdad? —preguntó él.

—No. —Respondimos al unísono.  

Había sido gracioso, casi catastrófico también. Ese día Tutor estaba nervioso y estaba tardando más de lo normal en alistarse, por lo que para cuando Fighter llegó sólo mamá, que le abrió la puerta, y yo estábamos abajo. Él también había estado nervioso, porque después de presentarse luchando por dar una buena impresión me vio a mí y me confundió con Tutor, acercándose y plantándome un beso. Tutor lo había visto todo porque fue en ese instante que bajaba. No volvió a confundirse jamás. Todos entendimos que fue producto de sus nervios, y bueno, era la primera vez que me veía también. Era algo bueno que supiera diferenciarnos después de eso.

La distracción no duró mucho. Mamá siguió mirando de vez en cuando a la casa.  

—Oh, ahí viene —Dijo de repente, sonriendo.

Miré. Niranam venía a paso lento. En cuanto llegó, supe que su tardanza no había sido apropósito. Estaba algo pálida y sudorosa.

—Lo siento, hubiera bajado antes pero…

—Hija ¿Estás bien? —Mamá buscó ponerse de pie pero Tutor la detuvo de inmediato y yo hice lo mismo.

Niranam hizo señas con su mano de que estaba bien.

—Sí, mamá. Es sólo que Pee no deja de moverse —una tarde, mamá le sugirió a Niranam el nombre de Pee para su bebé, e increíblemente ella lo tomó—. Casi no pude dormir. Yo… —calló, agachándose y sujetándose el vientre. Me puse de pie de inmediato y la ayudé a sentarse con ayuda de Tutor que también estuvo a su lado—.  Pete —dijo más tranquila y respirando profundo—, ¿puedes acariciarlo? Usualmente, cuando tú lo haces, deja de moverse, ¿puedes?

Miré a todos. Tutor asintió, Fighter y mamá sonrieron. Niranam tenía razón. No sé por qué era, pero a Pee le tranquilizaba cuando era yo quien acariciaba al panza de su mamá.

—De acuerdo —así que terminé sentándome a los pies de Niranam bajo la tierna e iluminada mirada de mamá. Al menos ella estaba feliz, eso era todo lo que importaba—. Oye… —saqué mi mano del vientre de inmediato  al mismo tiempo que  Niranam se quejaba de dolor.

No sólo Pee había hecho un movimiento brusco, el vientre entero de Niranam se había contraído y una sustancia recorrió sus piernas y corrió por el suelo.

—Oh —dijimos todos.

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