Tiffany y taeyeon continuaban en alta mar. Los dos estaban fuera. Tiffany navegaba mientras que taeyeon estaba tumbada cerca de ella, con unas gafas de sol que le tapaban los ojos. Eso le gustó porque podía observar a tiffany  sin que ella lo supiera.

-Sigo sin saber dónde me llevas, tiff –murmuró la chica con lentes, sonriente.
-¿Tanto te importa saberlo?
-Como imaginé, me estás secuestrando.

Tiffany esbozó una sonrisa.

-¿Y no sería fantástico que fuera así? –Suspiró-. Te podría llevar a dónde quisieras. Podría cuidar de ti.
-Ya cuidas de mí –se incorporó y caminó hasta ella, colocándose detrás de tiffany. Paseó sus manos por la espalda de su amiga y continuó sonriente-. No dejas de cuidar de mí. Me has llevado aquí para que deje de pensar en mi pasado, y no lo he hecho en ningún momento.
-Te he llevado hasta aquí porque quería estar contigo –se giró hacia ella y sonrió-. Me gusta estar contigo. Tú me entiendes, y yo te entiendo. Y me encanta que sea así. Eres mi mejor amiga, taeyeon.

El corazón de taeyeon dio un vuelco al escucharle decir eso y sonrió tiernamente, inclinándose ligeramente hacia ella.

-Y tú la mío, ear... -murmuró, lamiéndose los labios suavemente y observándola con detenimiento-. Nunca podré estar lo suficientemente agradecida por hacer lo que haces cuando estás conmigo.
-¿El qué?
-Sencillamente... estar a mi lado –suspiró. Acarició sus costados con sus dedos y besó su hombro tiernamente-. Es más de lo que yo puedo pedir.

Taeyeon supo en ese momento que ser amiga de tiffany era lo más difícil que iba a hacer en su vida, teniendo en cuenta sus sentimientos por ella. No dejaba de estar pegado a ella, ni de querer abrazarla, pero, sobre todo, se moría por besarla.

Tiffany no lo dijo, pero su corazón latía con la fuerza de un ciclón cada vez que ella hacía esas cosas. Cuando le hablaba con ese tono de voz tan suave, cuando mencionaba su nombre, cuando la abrazaba y sencillamente le mostraba su cariño mediante gestos, le hacía pensar cómo sería una situación igual en un contexto diferente.

Tiffany echó el ancla. Estaba a punto de atardecer y quería que ambas lo viesen. El cielo iba a teñirse de tonos magentas y anaranjados, y las dos se sentaron para observar el espectáculo de la naturaleza.

Taeyeon se paseó los dedos por su pelo y se quitó las gafas justo después.

-Vamos a ver el atardecer –dijo tiffany-. Me encanta verlo en alta mar.
-Es la primera vez en mi vida que veo el atardecer así.
-¿De verdad?
-Sí... -asintió con las mejillas coloreadas del mismo color que el cielo en ese instante. Escuchó como tiffany reía y pasaba un brazo alrededor de sus hombros-. Seguro que a Leeteuk le gusta venir aquí contigo.

La cara de tiffany palideció. Se giró a ella y tragó saliva, dándose cuenta de algo que iba a delatarle de algo que ella aún estaba intentando averiguar.

-Leeteuk nunca ha estado aquí.

Las dos se miraron durante un instante que a ambos se les antojó eterno. La mano de tiffany estaba en el hombro de taeyeon, y lo apretaba tiernamente mientras continuaban mirándose.

El sol comenzaba a caer y se iba a esconder por la línea que separaba el cielo del mar, una línea que, a ratos, parecía desaparecer y tanto el cielo como el océano se confundían durante unos instantes, especialmente por la noche.

Taeyeon se inclinó como lo había hecho antes, y se sorprendió de que tiffany continuaba mirándole a los ojos y a todas sus facciones, sin mover ni un solo músculo. Se fijó en los labios de tiffany, en la comisura de éstos, y en la primera y última vez que los sintió sobre los suyos.

Tiffany sabía lo que estaba haciendo, pero tal vez tenía que pasar. Confusa, como la mayoría de veces, no dejaba de mirarle. Necesitaba saber si existían las mariposas sin alcohol de por medio.

Estaba convencida de que estaba consciente, pero la atmósfera le embriagaba de todos modos. Taeyeon estaba muy cerca de ella, y a ratos le sonreía. Se había perdido en sus ojos color chocolate, y la brisa marina les envolvía.

Quién no arriesga, no gana.

Taeyeon se inclinó aún más y ladeó la cabeza, besándole tiernamente los labios. Cerró los ojos al sentir su cálida piel, y temió por un momento que ella no quisiera corresponderle. No tenía plan B, no había pensado en la posibilidad de un rechazo. Quiso ser intrépida, quiso dejar de tener miedo respecto a sus sentimientos, y le estaba besando en medio de un precioso atardecer que ponía la guinda al pastel.

Tiffany se sorprendió al sentir sus labios presionando los suyos con suavidad, pero su primera reacción fue continuar ese beso. Estiró ligeramente el cuello y deslizó sus labios sobre los suyos, posando las palmas de sus manos sobre las mejillas de taeyeon y cerrando sus ojos.

Escuchaba las olas romper cerca de alguna roca. Algunas gaviotas sobrevolaban el lugar. El sol continuaba escondiéndose, pero ellas ya no lo hacían.

El corazón de tiffany parecía querer salir de su camiseta. Rugía otra vez como si fuera un león, y sus pulsaciones estaban inusualmente acompasadas a las de taeyeon.

Las manos de taeyeon vagaban por el pecho de tiffany, sin rumbo, a la deriva, como ellas dos en ese barco cuando navegaban.

Taeyeon volvió a ser intrépida y mordió ligeramente el labio inferior de tiffany, forzándole a entreabrir sus labios para poder profundizar ese beso. Tiffany aceptó, sin ninguna duda, un huésped dentro de su boca. Y a partir de ahí, todo dio vueltas. Era una lucha constante por el dominio, y todo iba demasiado rápido y demasiado lento a la vez. Tiffany creyó enloquecer al darse cuenta de que perdía la noción del tiempo con un simple roce y taeyeon, sencillamente, no podía creerse que ella aún no se hubiera separado.

A tiffany nunca nadie le había besado de ese modo. Ni tan siquiera Leeteuk. Sintió que ese había sido el beso con más sentimiento que jamás había experimentado. Y eso, por supuesto, le planteó una enorme duda en su cabeza cuya respuesta, a pesar de todo, se mostraba confusa.

Taeyeon se separó lentamente. Sus labios estaban rojos, y los de tiffany estaban ligeramente hinchados. Se miraron intensamente cuando se separaron y se limitaron a sonreírse la una a la otra.

Sobraban las palabras.