Dami estaba bailando en la sala de práctica. Esta era amplia, el suelo era de madera y las paredes estaban pintadas de blanco y amarillo a excepción de una de ellas que estaba recubierta con espejos en su totalidad. Estaba sola pero aun así intentaba poner todo el empeño posible. La canción que bailaba no era nueva pero precisamente trataba de clavar la coreografía ya que no quería olvidarla con el paso del tiempo.

Había quedado allí con Handong y Gahyeon pero llegaban tarde. Últimamente habían adoptado la costumbre de practicar por las noches de esa forma. Salir de día era un incordio. No se convertían en cenizas con la luz del sol, afortunadamente, pero era cierto que esta no les hacía bien. Apenas podían abrir los ojos sin gafas de sol y con el paso de los minutos su piel comenzaba a irritarse y a doler, por no hablar del dolor de cabeza. Así era imposible continuar con su antigua rutina y pensaron en esa alternativa porque las demás comenzaban a molestarse por su poco interés en sus prácticas. Era cierto que por culpa del parón en las actividades del grupo ya no tenían un horario estricto que seguir pero JiU insistía en que no debían descuidar sus ensayos.

A Gahyeon se le ocurrió la excusa de practicar por la noche apelando a la nostalgia. En un principio ella tuvo que compaginar su trabajo de idol con sus estudios. Sus clases le ocupaban gran parte del día, las mismas horas durante las que entrenaban sus compañeras de grupo y muchas veces no le quedaba más remedio que practicar sola por las noches ya que era el único momento del día que tenía disponible. Consiguió convencer a JiU de que le apetecía volver a esos horarios porque sentía que aprovechaba mejor su tiempo y que además se sentía más inspirada que por las mañanas. A esta no le importó el momento mientras siguiera trabajando. Al fin y al cabo todas eran adultas y su líder confiaba en que cada una supiera administrarse con responsabilidad.

Handong y Dami se habían unido a ella con la excusa de no dejarla sola y parecía que de momento habían logrado despistar a sus compañeras sin que sospecharan nada. Evitar estar fuera durante las horas del día era una buena razón pero la más importante era alejarse de sus amigas. Les era imposible aguantar un ensayo junto a ellas. Ya era difícil controlarse en un ambiente calmado pero mientras practicaban todas con el pulso acelerado, la respiración agitada, la piel expuesta, su esencia llenando la estancia... todo ello despertaba sus instintos más peligrosos. Solo lo habían intentado una vez y la cosa fue tan mal que Handong tuvo que fingir que se desmayaba para que las tres pudieran salir de allí sin que hubiera una desgracia.

Dami miró el reloj preguntándose donde estaban sus compañeras. No era propio de ellas retrasarse así. Decidió hacer una pausa y se sentó a esperar. Fue consciente del vacío en su pecho, si siguiera siendo humana ahora mismo el corazón estaría latiéndole con fuerza a causa del esfuerzo que llevaba haciendo durante tanto tiempo. Sin embargo, no sentía nada. Ni siquiera estaba cansada. Por una parte era conveniente pero todo aquello seguía causándole rechazo. Odiaba ser así pero lo que peor llevaba era sentir que perdía el control de sí misma.

Oyó que la puerta se abría y levantó la mirada dispuesta a reprender a sus amigas por llegar tarde, sin embargo se encontró con alguien a quien no esperaba. Yoohyeon la saludaba con una sonrisa mientras entraba aunque el desconcierto que apareció en la cara de Dami hizo dudar a la recién llegada y dicha sonrisa flaqueó rápidamente. Se dio cuenta al instante de que no era bien recibida.

-¿…Molesto? –Yoohyeon no imaginaba un escenario en el que eso fuera posible pero ante la duda no quería importunar a nadie.

Dami se dio cuenta tarde de lo poco que había disimulado su disgusto y se sintió mal por ello.

-No… en absoluto –forzó una sonrisa tratando de tranquilizar a su amiga.

En realidad la había echado de menos, al igual que al resto de sus compañeras. Apenas se veían últimamente ya que hacía todo lo posible por distanciarse de ellas pero eso no quitaba el hecho de que las extrañara. En el caso de Yoohyeon echaba en falta sus ratos haciendo el tonto y sus charlas sinceras. La amistad entre ambas había sido fuerte desde el primer día, las dos tenían la misma edad y eso hizo que siempre se trataran con más confianza entre ellas. Le apenaba darle la espalda a alguien que le importaba tanto pero sabía que era lo mejor. Contra menos tiempo compartiesen menor era el riesgo que correría. Por eso no le gustó encontrarla allí.

-¿Qué haces aquí tan tarde?

-Hoy he tenido que faltar al ensayo de esta mañana y he pensado unirme a vosotras para compensar… -Yoohyeon hizo una pequeña pausa mientras retorcía el borde de su camiseta sin darse cuenta. -Si no os importa, claro.

Dami notó el gesto nervioso de la chica, la conocía lo suficientemente bien como para saber que se sentía incomoda. Sabía que lo más inteligente sería hacer que se marchara pero no tuvo el valor.

-Em… No, claro que puedes. Aunque puede que hoy solo seamos tú y yo. Dong y Gahyeon parece que me han dado plantón, llevo una hora esperándolas y ni siquiera se han dignado a avisarme de que no iban a venir. Cuando has entrado pensaba que eran ellas y ya me estaba preparando para gritarles –dejó clara la molestia en su tono de voz esperando que su amiga achacase su frialdad al enfado.

Yoohyeon se rio por lo bajo y pareció quedarse más tranquila. Las dos comenzaron a practicar al unísono y para sorpresa de Dami la cosa fue bien durante un tiempo. La respiración de la chica y sus latidos eran una molestia, golpeándola con suavidad pero insistencia. Sin embargo podía soportarlo. Al parecer la coreografía le robaba casi toda su atención. Practicar junto a una de sus amigas era mucho más llevadero que junto a todas a la vez. En parte se alegró por el descubrimiento, le dio algo de esperanza.

Hicieron un descanso, una lo necesitaba más que la otra evidentemente. Comenzaron a hablar y Dami se dio cuenta de todas las cosas que se había perdido desde que adquirió su nueva naturaleza. Yoohyeon parecía contenta de poder volver a charlar con su amiga y su entusiasmo la llevo a estrechar cada vez más la distancia que Dami intentaba mantener por seguridad. Sin embargo no pudo evitar que esta acabara abrazándola como de costumbre. Yoohyeon siempre tenía la manía de abrazarse a cualquiera de los miembros. Para ella fue como cualquier otra vez pero para Dami fue el comienzo del desastre.

La piel de Yoohyeon ardía contra la suya, sentía su aliento cálido en su oreja y su aroma era delicioso. Dami no entendía como alguien podía oler a rayos de sol pero así era. Cerró los ojos y por un instante creyó que estaba bajo un cielo azul despejado y que la luz inundaba su piel. Echaba tanto de menos ver la luz del día que sus ojos se humedecieron de la emoción. Su cuerpo frio quería más de esa luz cálida y amable y poco a poco fue perdiéndose en la esencia de la joven. Yoohyeon se dio cuenta del comportamiento extraño de su a