Se hizo de día y Gahyeon fue recibiendo a las demás así como iban regresando a la casa. Ninguna dejó pasar el aspecto pálido de la más pequeña, sobre todo las más mayores que insistieron en que fuera a su habitación y descansara. Pensó que la mejor forma de disimular sería fingiendo estar enferma pero esa excusa solo le valdría por unos días. Debía aprovechar ese tiempo para aprender a controlar esos cambios en ella que la delataban.

La última en aparecer fue Handong, cuando llegó ya era de noche. No había podido volver antes porque ese había sido el único vuelo proveniente de China de ese día. Al entrar todas la recibieron con abrazos y besos. Todas llevaban el mismo tiempo sin verse pero por alguna razón, saber que la chica había estado tan lejos de ellas hacía el reencuentro más emotivo. Handong entró en la habitación que compartía con Gahyeon y la vio tumbada en la cama. Las demás le habían comentado que no se encontraba bien y lo primero que hizo fue sentarse junto a ella y ver cómo estaba.

-Hola -la mayor sonrió al ver que la chica estaba despierta y le apartó el pelo de la frente con cariño. -¿Sigues sintiéndote mal?

Gahyeon se limitó a asentir.

-Entonces te dejo tranquila. Trata de descansar y si necesitas algo avísame.

Handong se inclinó y le dejó un beso en la frente. Acto seguido la joven sintió mariposas en el estómago. Todas se tomaban confianzas entre ellas. Siempre estaban bromeando y solían tener gestos cariñosos sin parar. Cuando Handong y Gahyeon llegaron al grupo se sintieron un poco abrumadas por esto. Las demás llevaban años juntas conviviendo prácticamente como si fueran una familia y la confianza que se tenían era evidente. Gahyeon siempre había sido una persona cariñosa así que no le costó mucho esfuerzo amoldarse a esa costumbre. Sin embargo, para Handong había sido más difícil. Ella era mucho más reservada y necesitaba espacio, eso no quería decir que no sintiera cariño por sus compañeras pero le costaba mucho mas mostrarlo y estás lo sabían. Poco a poco había ido tomando la confianza para regalarles esos gestos de vez en cuando, sabiendo que era importante que sus amigas supieran el aprecio que les tenía. Las demás atesoraban cada pequeño gesto de su amiga sabiendo el esfuerzo que le costaba y sintiendo que de alguna forma tenía más valor que las muestras de afecto que podían intercambiar entre ellas constantemente. No obstante, eso no fue lo único que sintió. Cuando Handong se acercó a ella sintió que su esencia la envolvía. Esto hizo que algo dentro de ella se disparase. Sin darse cuenta, su respiración se volvió más rápida al instante. Su cuerpo trataba de tener más de aquella chica en su interior a toda costa. Al vivir todas juntas conocía bien el aroma de cada una de sus amigas. En el fondo todos se parecían pero cada una era especial a su manera. Ahora podía percibir todos los matices que tenía aquel. Menta y por raro que parezca, hielo, esa era la esencia de Handong. Era refrescante pero con el paso de los segundos el ardor en su garganta volvió. Recordó haberse sentido así en casa al oler la sangre de su padre. Su cuerpo sabía lo que quería y se estaba retorciendo con anticipación. Por suerte la otra chica se levantó y se alejó, dándole la oportunidad de controlarse en silencio.

Sin embargo, la calma no le duró mucho. Handong había ido a darse una ducha y al volver la habitación se llenó del aroma a jabón y piel mojada. Incluso podía oír las pequeñas gotas de agua que corrían por su espalda desde su pelo. Desde luego sus nuevos sentidos desarrollados no la iban a ayudar a ignorar a la chica. No pudo evitar mirarla. Estaba desnuda secándose con una toalla. Estaban acostumbradas a verse sin ropa. Era lo que tenía convivir juntas, además de que por su trabajo muchas veces no les quedaba más remedio. Había veces que tenían que cambiarse de ropa en la misma habitación en mitad de un set de rodaje o preparándose para alguna sesión de fotos. Se tenían muy vistas las unas a las otras así que aquello no e