El cielo se encontraba cubierto por grises nubes y las gotas caían a mares sobre aquella tarde de aquella ciudad.

Si bien le agradaba la lluvia esta no era una de esas ocasiones por desgracia. Ni siquiera había alcanzado a cruzar la salida de esa universidad cuando el agua comenzó a arreciar, provocando un sonido molesto pero relajante en ocasiones, y dejándola debatiéndose entre salir y arriesgarse a mojarse y pescar un resfriado, o esperar a que la lluvia parara o se calmara un poco tan siquiera para poder regresar y refugiarse en la seguridad de su acogedora y calmada casa.

Le gustaba la lluvia eso no tenía que discutirse, pero sólo si se encontraba dentro de su cálido hogar, con una manta cobijándola y un chocolate caliente en sus manos, con lo cual observaba desde la comodidad de su ventana a la gente correr tratando de escapar del aguacero y resbalándose pegando contra el pavimento en ocasiones, era divertido. Pero otra cosa muy diferente era que ella fuera de aquellas personas con mala suerte, y eso la irritaba lo que podría ser llevado a la lista de "Muchas de las cosas que la hacen irritar", ya se desquitaría con algo o alguien después.

— Tsk, menuda tormenta me tocó...

Rodando los ojos y haciendo una mueca de fastidio optó por la primera opción. Era tarde y lo que más quería era sentarse en su sofá a ver algo de televisión, cenar, tomar una cerveza, bañarse e irse a la cama como siempre lo hacía.

No es como si su vida estuviera llena de emociones, es más, si por ella fuera no saldría de su casa pero su hermano la obligó a meterse a estudiar en aquella universidad, así que no tuvo otra alternativa más que obedecerlo y así lo hizo, años atrás había entrado a ingeniería, o en otras palabras algo no muy complicado de estudiar. Tampoco era de las que socializaran mucho, e incluso era una antisocial declarada por ella misma, pero como siempre te encuentras con alguien que aunque le digas mil veces que se aleje te sigue hasta que le hables, terminó entablando una amistad.

Se quitó aquella sudadera de color café dejando al descubierto una blusa color negro y la colocó sobre su cabeza, de manera de que la lluvia no mojara tanto su cabeza como su cuerpo.

Y a paso calmado salió del edificio hacia la ahora mojada calle.

Su cara no era una muy contenta que digamos, su cuerpo ya estaba helado al igual que sus zapatos ya estaban mojados. Por si fuera poco accidentalmente resbaló en un charco de aquel líquido transparente y cayó de espaldas, y tanto su rubio cabello como su ropa terminaron como el agua: Mojadas. Y eso termino por acabar con su paciencia al cabo de ni siquiera importarle volver a cubrirse de la lluvia nuevamente, ya estaba empapada de todas maneras ¿Qué chiste tenía entonces?

Hoy no era su día.

Cuando llegó a la puerta de su casa sacó un manojo de llaves del bolsillo derecho de su pantalón de mezclilla hasta que encontró la que abría la puerta de su hogar.

Lo primero que pasó por su mente en ese instante fue darse un relajante baño, así que lo primero que hizo fue dejar caer su empapada mochila sobre el piso de madera así como sus zapatos y calcetines en la entrada, y su sudadera aventada de una manera desordenada junto con lo ya mencionado. Tras todo eso busco el interruptor que encendía las luces de la sala hasta que cayó en cuenta de algo alarmante para ella.

Las luces de la cocina se encontraban encendidas ya.

Alguien estaba tratando de robar dentro de su casa de eso no cabía duda. Así que dejó el interruptor tranquilo sin encender nada o de lo contrario alertaría a quien quiera que sea aquella persona tan tonta como para entrar en su vivienda.

A pasos silenciosos se adentró más adentro de la casa, y sigilosamente tomó un bate al momento que se colocaba en modo de combate. Caminó hacia la zona ya alumbrada por la lámpara con sumo cuidado de no provocar el más mínimo ruido, fue allí donde encontró todas sus sospechas. Una individuo desconocida, un poco más alta que ella se encontraba en esa habitación, se encontraba dándole la espalda así que aprovecharía sin duda aquella oportunidad para atacarla y llamar a la policía terminando eso.

No se lo pensó dos veces, con impulso corrió hasta la joven con bate ya preparado para dar el golpe, lástima que alcanzara a darse vuelta ya que al sentirse amenazada dio se movió a la izquierda esquivando el objeto el cual apenas paso muy cerca de su rostro, asustándola un poco. La mayor por su parte quedó sorprendida no solo por su pasmante agilidad sino que esta le había dejado ver su rostro sin restricción alguna:

Cabello café,  era joven, rondaba más o menos los veinte o veintiún años por ahí, con unos ojos del mismo color de su cabello, su piel era algo pálida y la ropa que vestía estaba algo desgastada.

Cuando Taeyeon regresó en sí sólo se encontró con la joven pasándole por el lado derecho; dio un salto apoyándose en sus manos con el que bajó de la mesa y salió corriendo de la cocina sin siquiera dejarla parpadear ¡Tremenda agilidad debía tener para poder hacer eso en cuestión de un muy corto lapso de tiempo! Pero no se iba a quedar atrás, recuperada corrió tras ella para poder darle caza y atraparla por fin. Para su suerte la joven en su carrera resbaló en la alfombra de la sala y cayó de cara contra el suelo, Taeyeon aprovechó la oportunidad y se lanzó sobre ella, sentándose sobre sus posaderas para impedir que se levantara y aprisionando ambas manos contra su espalda.

— ¡No te muevas! — Le gritó amenazante enseñando los dientes. La menor giró la cara hacia un lateral dejando ver por completo el rostro — ¿Quién demonios eres tú y qué haces en mi casa? — Exigió con soberbia frunciendo el ceño.

Sentada sobre sus posaderas, la pequeña no dejó de examinarla con curiosidad. Algo comenzó a golpearle suavemente por la espalda en leves toquecitos, pero no le prestó atención, se había quedado boquiabierta tras descubrir lo que sobresalía de la cabellera de esta extraña. Unas orejas peludas, bien parecidas a las de un canino.

— ¿Pero qué demonios…?—… Eres tú, quiso completar en la frase sin lograrlo. Giró el rostro para ver lo que le continuaba golpeando suave por detrás. Y allí alzada y zarandeándose de un lado hacia otro, se encontraba una cola de animal.

—Mi nombre es Tiffany Hwang— Dijo al fin la chica sin dejar de mover su cola de un lado hacia otro de una manera tierna — ¿Tú eres Taeyeon?

La mencionada solamente dio una respuesta afirmativa asintiendo con la cabeza, estaba como ida ya que no siempre te encuentras a una chica que tiene orejas y cola como las de un canino en tu vivienda y para colmo parece conocerte.

Fue ahí cuando tres simples preguntas comenzaban a molestarla con el simple hecho de que no tenía una respuesta más o menos realistas para eso; ¿Por qué la conocía?, ¿Cómo rayos entro? y la más importante de todas ¿Qué diablos era? La respuesta de que es un ser humano quedaba totalmente descartada de su lista, simplemente ¿Qué persona en toda la faz de la tierra parecía un canino? A como ella recuerda eso sólo se puede en series de televisión y películas ¿Verdad?

Pasó un rato, pero por fin había logrado volver en sí recuperando nuevamente su postura amenazante e intimidante.

— ¿Cómo demonios entraste a mi casa y cómo me conoces? — Exigió apretando la mandíbula mientras entrecerraba los ojos, dándole un aspecto intimidador y que al parecer si funcionaba.

Tiffany sólo suspiró  y sus orejas bajaron un poco, su aspecto era tierno, como una cachorrita regañada.

—No hay duda que eres tal y como ella me dijo... — Y no mencionar de la detallada descripción física. A diferencia de aquella muchacha Taeyeon parecía tener un aire más misterioso y... interesante. Tiffany entrecerró sus ojos de igual manera que la pequeña, pero en modo de defensa —Ahora si me dejaras levantarme podría explicarte con detalle lo que sucede y...

— ¡Cállate! — Le silenció y con mucha más fuerza aprieta más el agarre que tenía en las manos de la chica, lastimándola con el acto —No te di permiso para hablar

— ¡Auch, espera si me dejaras explicarte yo...! — Nuevamente algo volvió a interrumpirla por segunda vez en tan sólo minutos de haber hablado siquiera. Era el celular de la mayor, Tiffany sonrió por su parte ya que era obvio que como el celular estaba en su bolsillo trasero tendría que levantarse y dejarla en paz por fin —Y bien ¿No piensas contestar?

Taeyeon sólo hizo una mueca de fastidio, no solía fiarse de los desconocidos y menos si una entro a su casa de improvisto, sin mucho esfuerzo levantó su peso lo suficiente como para tomar el aparato y se dejó caer nuevamente sobre la espalda de esta lastimándola otra vez. No le prestó atención a los insultos que la eyesmile le lanzo en su contra después de aquello, con intriga abrió el celular de color azul y observó la zona donde mostraba quien llamaba.

— ¿Hola?

— ¡Estúpida Taeyeon! ¿Cómo va todo, enana? —Conocía muy bien esa molesta voz que se escuchaba del otro lado de la línea, suave y melodiosa pero irritante para sus oídos al igual que todo de ella — ¿Ya te llegó el regalo que te envié?

— ¿De qué regalo me estás hablando, Yuri?

Y esa era nada más ni nada menos que Yuri Kwon, una de las pocas personas con las que se llevaba bien dentro de su universidad. La verdad es que Taeyeon nunca había tenido la intención de entablar ninguna amistad con nadie, pero Yuri siempre se le estaba acercando y esas cosas que hasta incluso al final terminaron por forjar un tipo de lazo... especial. La quería pero la irritaba a maneras inimaginables y esa era la razón por la que apenas si la soportaba. Aquella morena últimamente estaba saliendo mucho de viaje, ya que había inventado un champo muy bueno que fortalecía el cabello, y lo estaba vendiendo en varias partes del mundo.

Yuri chasqueó la lengua extrañada.

— ¿No te ha llegado? —Se aventuró a preguntar.

—No lo creo, desde que llegué no he visto ningún paquete o algo parecido en mi ranura de correos, y con la lluvia no creo que sepa nada de eso hasta mañana— La morena soltó una sonora carcajada que desconcertó a su