Con tiempo, llegué a casa para preparar la lasagna que mi abuela me había enseñado y que a todo aquel que la probaba, le gustaba. La preparé paso a paso y terminé pasadas las siete de la noche. Mi teléfono sonó, recibiendo un mensaje.

De: Nichkun

No voy a poder salirme de la junta de abogados de mi padre hasta después de las 12, sé que es muy tarde para una cena pero hace mucho que no quedamos para una cita y aparte de extrañar tu lasagna, te extraño. ¿Me esperarías?

Quedé mirando la pantalla del móvil por un rato más, como esperando que otro mensaje entrara con un "estoy bromeando" o algo similar. Pero nunca llegó. Suspiré acostumbrada y le respondí aceptando.

Preparé la mesa y fui a mi habitación a buscar qué ponerme. Aunque fuera tarde, decidí que aprovecharía esta noche al máximo. Saqué un lindo vestido rojo pegado con un escote un poco pronunciado en la parte de atrás, dudé por un momento mi elección. No estaba segura de lo que estaba considerando, pero me gustaría lucir atractiva.

Cuando Nichkun llegó, era la una de la mañana. Lo pasé al comedor y tranquilos conversamos de cosas triviales mientras comíamos. Poco a poco y con el apoyo del vino, decidí que tal vez nos faltaba eso para avivar nuestra relación deteriorada, a pesar del tiempo que llevábamos. Al terminar de comer, invité a Nichkun a la sala y fui a dejar los trastes a la cocina.

— Tranquila, Tiffany. Puedes hacer esto. Él te quiere —me dije a mí misma. Tomé una bocana de aire y me arreglé el vestido antes de salir e ir hacía la sala.

Nichkun estaba sentado con las piernas cruzadas y su copa de vino en la mano. Le sonreí cuando me miró. Me senté a su lado y para no parecer apresurado, le pregunté sobre su junta. Me platicó de los nuevos proyectos que tenía en mente, de las nuevas inversiones que habían realizado recientemente y que ayudaron a dejar el nombre de su familia en alto.

Me fui acercando despacio, con unas copas no era perfectamente capaz de analizar mis acciones y eso era lo que necesitaba en este momento. Tomé su cuello y acerqué su rostro al mío hasta tener su boca en un campo de visión más cerca. Nuestros labios se conectaron en un beso lento pero apasionado, las cosas fluyendo de manera natural.

Levantó un poco mi vestido mientras me recostaba sobre el sofá, sin dejar de besar mis labios. Su mano empezó a acariciar mi pierna algo descubierta y sus besos descendieron por mi cuello.

— Espera... —susurré, pero Nichkun siguió su recorrido por mi cuello. — ¡ aquí no!

Paró dejando que me levantara, lo tomé de la mano y por mí mente pasó el decirle que era tarde y que estaba cansada, pero al cruzar la puerta de mi habitación, me armé de la última pizca de valor que me faltaba y lo llevé hasta la cama. Quedamos frente a frente, tomó mi rostro y volvió a besarme lentamente, me acomodó entre las sábanas mientras una de sus manos acariciaba mi cadera y la otra bajaba despacio por mí cuello, mi clavícula, con intención de ir más lejos.

Brinqué al escuchar el teléfono sonar, causando que soltara la respiración que estaba conteniendo sin darme cuenta. Nichkun maldijo por lo bajo, mientras se salía de encima mío. Giré y tomé el aparato que nos había interrumpido, llevándomelo al oído.

— ¿Bueno? —respondí desorientada por el alcohol y lo que estaba pasando hace un momento.

— ¿Ga... ti... ta? —preguntó la misma voz que reconocí como la de la chica borracha desde hace dos días. ¿Qué no había entendido el mensaje?

— ¿Taeyeon?

— Sí, ga... ti... ta. ¿Có... mo es... tás? —era ella. Aún borracha y con hipos.

Revisé el reloj, eran igual las 3 de la mañana. ¿Tenía horario para molestar a la gente, o qué?

— Taeyeon, escucha con atención. Busca una aspirina si es que tienes, sírvete un vaso de agua, déjalos cerca de tu cama, y vete a dormir, ¿sí? —le indiqué tranquila.

— ¡Pe... ro yo quie... ro ha... blar con.. ti... go! —gritó un poco fuerte por el teléfono.

Nichkun me arrebató el teléfono con el rostro enojado. — ¿Pero quién diablos es Taeyeon y por qué a esta hora?

— Es una chica que tiene por error mi número y me ha estado llamado, es inofensiva —comenté al recordar su apodo. — Lo siento, ahorita lo arreglo.

Lo mejor era seguirle la corriente para que dejara de molestar.

— ¿Por... qué es... cu... ssshé la vo...z de un hom...bré? —demandó saber.

— No es nadie.

— ¿Me es... tás en... ga... ñan... do? —dejó escapar una risita.

— No, Taeyeon—dije rodando los ojos por su actitud despreocupada y traviesa.

— ¿Es... cu... shas es...o? —preguntó para luego quedarse callada por un segundo. — Es m...i co... ra... zzzzón rom... pién... dose.

Oh, genial. Aparte de borracha molestosa, me salió la jodida reina del drama.

— Taeyeon... cariño —utilicé el apodo que mi abuela utilizaba conmigo para disipar las cosas. — Vete a dormir, por favor.

— ¿So...y tu ca... ri... ño? —cuestionó mientras soltaba una risita burlona.

— Vete a dormir.

— Dor...miría me...jor contigo —anunció juguetona, completamente ajena a la situación en la que me estaba poniendo.

— ¡Sólo vete a dormir, Taeyeon!

Luego de eso, oí como se quejaba por haberle gritado, de estarlo engañando y de saber qué tantas cosas más. Colgué cansada y al fin noté la ausencia de Nichkun. Salí del cuarto a buscarlo, pero nada. Apagué las luces y suspirando volví a la habitación