/Tiffany pdv/

Fue un día muy cansado, como la mayoría de las veces la cafetería se encontraba a reventar de gente. Jessica y yo habíamos tenido que sacar el trabajo adelante, ya que Yuri había decidido que hoy sería su día de descanso.

Casi volvimos a respirar cuando después de una larga jornada, el último cliente se marchó. Cambié el cartel a 'Cerrado' y comenzamos a acomodar las mesas y sillas. Al terminar Jessica me había dicho que ella se encargaría de lo que faltaba y de cerrar, argumentando que me veía más cansada y pálida de lo normal, por lo que accedí agradeciéndole.

A esta hora de la noche había pocos vehículos transitando, por lo que el viaje a casa en taxi fue corto y tranquilo. Estar frente a mi puerta me hizo sentir como en la gloria y casi suelto un grito de alegría si no fuese por la hora y los vecinos. Éste era mi espacio y mi refugio. Podía comer algo rico mientras miraba la televisión en la comodidad de mi cama. Me quité los zapatos, apartándolos de la entrada y coloqué el bolso sobre una de las sillas del comedor, yendo directamente hacia la cocina. A pesar de la hora mi estómago rugía con un hambre atroz.

Gracias a Dios, con lo poco que estaba en el refrigerador había podido preparar una cena más o menos decente. Fui hacía mi habitación, me coloqué entre las sábanas y tomé el control remoto, dándole vida a la pantalla del televisor.

Ahora mismo lo único que me apetecía ver era una película cómica, nada triste ni trágica. Pero luego de unos cuantos canales y un par de mordidas, me di cuenta que la búsqueda no tendría éxito. La música siempre había sido una especie de salida, de escape hacia todo lo que la realidad consistía. Así que después de apagar la televisión, giré sobre la cama y encendí la radio, buscando de estación a estación hasta que "Out Of My Head" de John Newman sonó en la habitación. Antes de volver a mi posición inicial, vi una luz parpadeante por el rabillo del ojo que captó mi atención; eran los mensajes que tenía sin escuchar en la contestadora.

Como supuse, el primero pertenecía a mi madre; llamaba una vez a la semana para preguntar cómo me iba en el trabajo aunque en realidad, intentaba sacar más información de mi vida en general. Nunca le he dicho de Jessica ni tampoco le he dado grandes detalles de mi vida.

Los otros dos mensajes eran de Yuri preguntándome si había llegado a casa bien y recordándome que mañana abriríamos tarde por ser un día festivo, y una hora más para dormir era lo único que recibiríamos.

Salí del cuarto para dejar el plato que había utilizado en el fregadero y apagar las luces, dispuesta a descansar finalmente.

Me acomodé en posición fetal sobre la cama, lista para hacerle una visita a Morfeo, cuando un sonido escandaloso que reconocí como el teléfono irrumpió el silencio de la noche.

Miré el reloj sobre la mesa de noche: 3:00 a.m. Gemí irritada. Más le valía a quien estuviera llamando que los estuvieran matando, porque sino los iba terminar matando yo.

— ¿Hola? —respondí desganada.

— Ho... la, ga... ti... ta. —contestó una voz femenina desconocida en medio de hipos y trabas.

— ¿Quién es? —pregunté frunciendo el ceño.

— ¿No t... e a...cuer... das de m...í? —preguntó en un intento de tono seductor que con los hipos, no tenía nada de seductor.

— Si me dijeras tu nombre, podría responderte —contesté molesta. ¡Por Dios! ¿A quién en su sano juicio se le ocurría llamar a alguien a las 3 de la mañana?

Era obvio que esta tipa lo que estaba no era en su sano juicio, sino pasada de copas.

— S... oy Taeeeelloon—masculló apenas entendible. — S... oy tu ga... ti... ta sal...vaje, ga... ti...ta.

Si hubiera sido más temprano, me hubiera echado a reír con el intento de ronroneo que hizo al terminar la frase.

— Mira, gata salvaje. En primera, no conozco a ningún Taeyeon y en segunda, nunca tendría relaciones con alguien que se llama así misma algo tan ridículo. Así que te aconsejo que te vayas a dormir o molestes a alguien más, que esta gatita está tan cansada como para estar lidiando con una borracha en plena madrugada —y sin decirle adiós o darle tiempo a responder, colgué.

Entre maldiciones y unas pocas risas a la chica del apodo tan creativo, me dejé caer rendida a un sueño profundo.