Capítulo IV: Nieve

Deep Inside Of Me

 

   Nos bajamos del coche y lo dejamos aparcado a unos metros del bloque de pisos donde vivía Jimin, en una zona cerca del centro del pueblo. Seguía lloviendo, pero eso no suponía un impedimento. Corrimos de la mano hasta entrar en el bloque mientras reíamos.

   Ya en el piso, tras quitarme el chaquetón y la bufanda  y dejarlos en el perchero de la entrada, me dediqué a investigar un poco el piso. El suelo era de parqué oscuro; nada más entrar ya estaba el salón, donde destacaba un amplio sofá blanco con dos puertas al fondo y un balcón que daba al exterior. La cocina estaba en el salón separada por una barra americana no demasiado grande. La decoración era moderna y a pesar de ser pequeño tenía su encanto. Ya había estado anteriormente en casa de Jimin, pero había cambiado algunos muebles y pintado las paredes, por lo que era casi como la primera vez.

   Me senté en el amplio sofá que había en el salón y me quedé embobada mirando a través de las grandes puertas de cristal del balcón mientras la lluvia caía. Segundos más tarde apareció Jimin de una de las dos puertas que había en el salón.

   -¿Qué estabas haciendo? -Pregunté curiosa.

   -Sólo ordenaba un poco la habitación y dejaba mi chaquetón en su sitio. -Me dijo mientras sonreía y se sentaba a mi lado.

   -Le sonreí mientras me agarró de la mano- ¿Soy yo o hace un poco de frío? –Dije mientras me arrimaba un poco a él.

   -Pondré la calefacción. –Se levantó y fue hacia la mesita que había al lado de la televisión y encendió la calefacción con el mando.

   -Gracias. –Sonreí y me tumbé en el sofá tras quitarme las botas.

   -¿Qué pretendes tumbándote en el sofá como si nada? –Me dijo riéndose desde la mesita.

   -Cogí un cojín y se lo tiré a la cara- ¿Cómo que qué pretendo? ¿Qué pretendes tú ordenando tu cuarto nada más llegar? –Reí aún estando tumbada.

   -A veces eres odiosa, Lilith. –Dijo mientras sonreía y se acercaba a mí para cogerme en brazos.

   -¿Pero qué haces? –Dije entre risas y gritando cuando me cogió y me cargó en su hombro como si de un saco de patatas se tratase.

   Me llevó hasta su habitación y me tumbó en la cama entre risas.

   -Eres un idiota. –Dije mientras deslizaba mis dedos entre su cabello.

 Estaba encima de mí y yo rodeándole con mis piernas cuando me besó. Le correspondí el beso y todo se volvía cada vez más intenso. No sabía por qué estaba haciendo eso exactamente, pero no era mi mente la que tomaba las decisiones en ese momento. Entonces pasó de ser besos entre risas a casi faltarme la respiración, y fue cuando me di cuenta de que el momento que nunca pensé que pasaría con Jimin, estaba por pasar.

   Besaba mi cuello mientras me estremecía por dentro, entonces me deshice de mi jersey y pantalones a la vez que él, quedando desnuda en cuerpo y alma. Lentamente íbamos recorriendo cada parte de nuestros cuerpos. Era cómo explorar un nuevo mundo nunca antes recorrido, lleno de sentimientos y sensaciones casi nuevas para mí. A pesar de no ser mi primera vez, con Jimin era totalmente distinto. Había despertado algo en mí que llevaba tanto tiempo dormido, que no me había percatado de ello. Mientras besaba cada parte de mí, sentía cómo mi cuerpo me pedía cada vez más y más, sólo quería sentir su piel sobre la mía.

   -Te quiero. –Susurró Jimin con la respiración acelerada mientras me besaba.

   Estaba tan absorta en ese momento que no pude responder. Su esencia invadió todos mis sentidos y nos fundimos en uno sólo. Fue un conjunto de sensaciones y sentimientos que nunca antes habían salido a la luz hasta ese momento, el que me llenó por completo esa tarde. Expresamos todo el anhelo, cariño y pasión que sentíamos y habíamos sentido hasta ese momento. Era como si hubiéramos estado esperando ese día desde hace mucho tiempo, no pude pensar en si estaba bien o mal lo que hice, porque mi corazón me indicaba que era algo que tenía que hacer.

    Me sentía completa en ese instante, realmente feliz y llena de amor. Sabía que más tarde me sentiría culpable, pero la culpabilidad es a veces el precio que hay que pagar por la felicidad, pensé.

   Tras acabar ese momento, quedé medio dormida mientras Jimin me dio un beso y me abrazó hasta que finalmente ambos caímos rendidos del sueño.

   Horas más tarde, me desperté desnuda, revuelta entre las sábanas de aquella amplia cama. Por un momento no me acordé de dónde ni de por qué estaba allí, pero en cuanto me giré, me volví a acordar. Un gran sentimiento de felicidad recorrió mi cuerpo cuando vi que ahí estaba Jimin, durmiendo plácidamente. Era tan tierno verle dormir así, que no me pude resistir a acercarme a él y abrazarle mientras me recostaba sobre su pecho descubierto y cerraba los ojos deseando que aquello no se acabara.

   Minutos después, sentí cómo Jimin me besaba en la frente, así que abrí los ojos y pude ver la felicidad y calidez que desprendía en su mirada. Me abrazó fuerte mientras sonreía.

   -¿Qué tal estás? –Me dijo con su sonrisa.

   -No lo sé. Sólo sé que ojalá pudiéramos quedarnos así y que el tiempo no pase. –Respondí mientras me acurrucaba en él.

   -Podemos quedarnos así como estamos ahora todo el tiempo que queramos. –Me susurró.

   -Sabes que no es así. No sé ni qué pasará cuando llegue a mi casa. –Respondí seria sin mirarle mientras seguíamos abrazados.

   -Pues no te vayas. –Dijo mientras me buscaba la mirada.

   -No es tan fácil, Jimin… Tengo que hablar con Zico en esta semana antes de que pase más tiempo. –Dije mirándole a los ojos.

   -¿Y qué vas a decirle? –Preguntó mientras acercaba su rostro al mío.

   -Aún no lo tengo claro, voy a pedirle explicaciones de por qué se ha ido así porque sí y después le diré que no puedo seguir así. –Hice una pausa- Sigo queriéndole pero no podemos seguir así, y más después de esto…

   -Entiendo… ¿Vas a contarle esto? –Me preguntó un poco curioso.

   -Posiblemente, sí. –Respondí seca.

   -Bueno, haz lo que creas que es mejor. Voy a intentar apoyarte en todo, pero espero que esta no sea la última vez que estemos así como estamos ahora… -Dijo a punto de besarme.

   -Ahora mismo no estoy muy segura sobre lo que debería de hacer, no puedo garantizar nada, Jimin… Quiero que eso se quede claro a pesar de los sentimientos que tengamos. No sé cuánto va a durar esto así, pero mientras dure, querámonos lo máximo posible –Respondí desviando la mirada otra vez.

   -Yo ya lo hago, Lilith. –Dijo Jimin mientras acercaba mi rostro al suyo cerrando los ojos para finalmente besarme.

   Fue otro dulce beso de aquella tarde, pero en este pensaba sobre lo que estaba bien y estaba mal. Estaba claro que aquello, si pensábamos en que aún “salía” con Zico, estaba mal; pero él me abandonó sin darme explicaciones y pretendía seguir como siempre con simples conversaciones a través de mensajes de texto, y eso no funcionaba así. De verdad que le quería y le tenía muchísimo cariño, pero todo el cariño se convertía en dolor al marcharse.

   Por otro lado, me había quedado claro que mis sentimientos por Jimin eran fuertes, más de lo que pensaba, al igual que los suyos por mí. No sabía cuánto tiempo iba a durar eso así, pero pensé que merecía la pena arriesgarse.

   Tras pasar aquella apasionada tarde, y ya siendo de noche, decidí que era la hora de regresar a casa, mi madre estaría preocupada y no tardaría demasiado en llamarme para preguntar dónde estaba. Cuando llegaba del trabajo y yo no estaba en casa, si me demoraba mucho, acababa llamándome. Así que, aunque me costó mucho salir de la cama y los brazos de Jimin, me vestí y recogí mis cosas mientras él fumaba en el balcón. Observaba las vistas del pueblo desde ahí. Era un quinto piso, pero se veía más de lo que me pensaba.   Fui hacia él y le agarré del brazo mientras observé por un momento junto a él las preciosas vistas. El paisaje era muy bonito después de un día entero de lluvia, todo el pueblo brillaba bajo la luz de la luna y farolas, mientras el mar

   No me molestaba que fumase, pero se me hacía incómodo porque sabía que a ese paso, en cualquier momento podría recaer; y no quería verme así de nuevo. Acto seguido, le di un beso en la mejilla y le dije que tenía que irme ya a casa.

   -Jimin –Dije con voz dulce mientras me aferraba a su brazo y me subía la bufanda hasta la nariz -Tengo que irme ya a casa, no quiero que mi madre se preocupe demasiado por mí, ya es muy tarde.

   -Vale, te llevo en coche. –Me respondió tras exhalar los últimos restos de humo del cigarrillo. -Abrígate bien, hace bastante frío ahora. –Me abrazó fuerte.

  Aunque mi casa no estaba demasiado lejos de la suya, no iba a rechistar por eso ya que hacía mucho frío y no tenía ganas de andar. Unos 5 minutos más tarde, ya habíamos llegado. Me despedí de Jimin dándonos un beso y me bajé del coche mientras le decía adiós. Sentí cómo el mundo se desmoronaba a mis pies tras despedirme de él. No quería pensar en nada de qué pasaría después de ese día o en si estaba bien o mal, pero simplemente, no podía evitarlo.

   Ya en casa, mi madre estaba viendo algún programa de la televisión tumbada en el sofá. La saludé y me dio un beso en la mejilla.

   -¿Qué tal hoy, mamá? –Le pregunté simpática mientras iba camino de subir las escaleras hasta mi habitación.

   -Bueno, más de lo mismo, ya me entiendes. El trabajo siempre es igual… –Rió. –¿Y tú? Hoy has llegado más tarde de lo normal, estaba a punto de llamarte.

   -Bien, acabo de venir de estar con Jimin. –Respondí apoyada en la barandilla de la escalera.

   -¿Hasta tan tarde y un jueves? –Preguntó extrañada.

   -Sí, bueno hemos estado en su casa y se nos ha echado la hora un poco encima. Pero no pasa nada, ya me iba a duchar y acostarme. –Dije intentando evitar más preguntas.

   -Se le ve un buen muchacho, siempre está ahí para cuando lo necesitas, ¿eh? Ojalá pudiera decir lo mismo de mis amigas.

   -Sí, bueno, es mi mejor amigo… Pero quien debería de estar principalmente se ha ido sin dar ninguna explicación. –Dije un poco triste. –Pero el caso es que Jimin no es mi novio, y no sé ni si Zico me felicitará por mi cumpleaños… -Me senté a su lado en el sofá.

   -Deberías de hablar con él, Lilith. No puede dejarte así porque sí e irse a la otra punta del mundo sin explicarte nada. –Me dijo sentándose. –Prométeme que vas a hablar con él pronto y a dejar de estar así de triste.

   -Sí, mamá. Ya lo tenía pensado, pero no sé qué va a pasar,  creo que vamos a cortar… No puedo seguir así. –Dije triste mirando al suelo.

   -Haz lo que te diga el corazón, cariño. –Me abrazó. –Tienes que hacer lo que en un futuro te haga más feliz.

   -Sí… Gracias, mamá. –Le respondí al abrazo y me levanté el sofá. –Voy a ducharme y a acostarme ya. –Le dije simpática.

   -¿No vas a cenar? –Preguntó.

   -No tengo hambre, ya he cenado antes –Mentí.

   Tenía el estómago cerrado esa noche. No tenía ganas de comer nada, sentía algo raro en la barriga, y sabía perfectamente por qué era. Me duchaba mientras pensaba sobre esa tarde y aún no me creía lo que había pasado. ¿De verdad le quería de esa forma? Era la pregunta que no paraba de hacerme sin obtener una respuesta clara. De una cosa estaba segura, había despertado interés en mí que no sabía que podía llegar a estar; y con él me sentía bien.

   Decidí definitivamente hablar con Zico al día siguiente, quisiera o no. Le llamaría al teléfono aunque la llamada me costara carísima si hacía falta.

   A la mañana siguiente, me desperté con un nuevo mensaje en Whatsapp, era de Zico.

   -Yo también creo que deberíamos de hablar, pero no puedo hablar en condiciones hasta la semana que viene. Lo siento, Lilith.

   No podía creerlo. Un día me dice que me echa de menos, le digo que tenemos que hablar, y al día siguiente me dice que no puede hasta la semana siguiente. No entendía qué era lo que se le pasaba por la mente a Zico. Ya no es sólo que no me diese explicaciones y estuviera un mes sin saber a penas nada de él, sino que encima de que fui comprensiva y dejé que no pasara nada esperando a que volviese o algo por el estilo, cuando le digo que hay problemas, los evade. En ese momento no me sentía triste, estaba muy enfadada con él y no pude evitar responderle mal.

   -¿Qué no puedes hablar en condiciones? ¿En serio? Después de un mes sin saber nada de ti y cuando quiero saber algo, me dices que no puedes hasta dentro de una semana. ¿Qué coño es lo que te pasa?

   Por un momento quise darle una guantada. Todo se estaba yendo a la mierda entre nosotros, tanto por su parte como por la mía. Pasé de estar enfada con él a sentirme impotente. No sabía qué hacer, sólo quería saber qué era lo que estaba pasando, así que, como última opción, decidí llamarle aunque cuando le llegara la factura del móvil a mi madre me matase.

   Me vestí, desayuné y cogí la mochila para ir al colegio. Me había abrigado bastante, ya que el día parecía ser más frío aún que ayer. Había salido unos minutos antes de casa, para poder llamar a Zico tranquilamente. Sentada en un banco, cogí el móvil y marqué su número.

   -¿Diga? –Sonó una voz más ronca de lo normal al otro lado del teléfono.

   -Soy Lilith. –Dije cortante.

   -De eso ya me había dado cuenta al mirar mi teléfono. –Vaciló.

   -¿De qué coño vas? –Dije en el mismo tono de voz ignorando su comentario. –¿Primero te marchas sin darme una explicación clara y cuando después de un mes haciendo como que no pasaba nada, sabes que te voy a pedir explicaciones y me evades hasta dentro de una semana?

   -Lilith, te he dicho que no puedo hablar aún. –Se escuchaba mucho ruido. –La semana que viene hablamos todo lo que quieras, de verdad.

   -Esto es increíble. Al menos dime por qué no puedes, ¿o eso tampoco? Supongo que estarás muy ocupado, sí. –Dije de mala gana.

   -Lilith, ¿puedes creer en mí por un segundo al menos? –Me respondió.

   -El problema es que llevo haciéndolo todo un mes y no veo los resultados, Zico. –Dije mientras me levanté y andaba en dirección al instituto -No te haces una idea de cuánto te he echado de menos todo este tiempo, y ya no puedo más, sé que tengo que ser fuerte, pero no puedo seguir más tiempo de esta forma con nuestra relación... ¿Entiendes por qué necesito hablar ya? De aquí a una semana puede que hayan pasado mil cosas mientras tú te limitas sólo a mandarme mensajes diciéndome que me echas de menos. No necesito que me eches de menos, necesito tenerte aquí... –Una lágrima cayó por mi mejilla y me paré en mitad de la vacía calle.

   -Lo siento... Pero ahora no puedo estar ahí, tengo que estar aquí, en Corea. Y no puedo hacer nada más, tienes que creerme o...

   -¡¿O qué?!  -Le interrumpí gritándole mientras lloraba. -¿Si no te creo tendremos que cortar? –Me limpié las lágrimas como pude. -Porque yo pienso que es la mejor opción si vamos a seguir así, ¿no crees?

   -Como quieras. No puedo hablar más, Lilith, tengo que colgar. -Respondió como si ni le importara.

   -¿En serio eres Zico? Cortamos por teléfono nuestra relación de dos años ¿y respondes como si estuvieras hablándole a una desconocida? Me has dejado sin palabras. Eres un puto cerdo gilipollas. Por mí como si no vuelves y te pudres allí haciendo la mierda que estés haciendo. –Dije gritándole desesperadamente cuando escuché que la llamada había acabado.

   Guardé el teléfono en el bolsillo de mi chaquetón sin parar de llorar hasta que llegué a un banco y me senté con las rodillas en alto rodeándolas con mis brazos. No podía asimilar lo que estaba pasando. Ese mensaje y luego la llamada, respondiéndome como si no le importara nada de lo que estaba pasando. No entendía cómo podía haber actuado así, el Zico del que me enamoré no era de esa forma; todo era ilógico. ¿Significaba eso que estos dos años no habían significado nada para él? ¿Ya no me quería? ¿O es que nunca lo había hecho realmente? De ser así, ¿por qué aguantar durante tanto tiempo fingiendo ser alguien que no era? ¿O era ahora cuando estaba fingiendo ser alguien más? Preguntas como esas eran lo único que se me pasaba por la mente en ese momento.

   Era muy surrealista todo lo que había pasado en esos días, pero aquello fue la gota que colmó el vaso. Fue como hablar con un desconocido o con alguien que ha perdido su memoria, no había sentido alguno en  todo eso. Parecía no haberle importado lo más mínimo nada de lo que dije. La persona que lo había significado absolutamente todo para mí, que me había salvado, era como si no supiese quién soy. Me recorría un sentimiento realmente horrible.

   No sabía qué hacer. Pensaba que hablando con Zico podría solucionar algo, aclararme y contarle lo que había pasado con Jimin explicándole cómo me sentía, pero pareció que si se lo hubiera contado tampoco le habría importado. Sólo me apetecía llorar hasta que no quedasen más lágrimas en mis ojos, pero decidí creer que yo era más fuerte que eso.

   Guardé el móvil en el bolsillo de mi chaquetón, me limpié las lágrimas y después de quedarme un rato sentada reflexionando sobre qué había pasado, partí de nuevo hacia el instituto. No quería pensar más sobre ello, pero no podía quitármelo de la cabeza y estaba muy triste aunque intentaba no aparentarlo demasiado.

   Era aún temprano y nada más llegar al instituto ahí estaba Jimin, como siempre, esperándome en la misma puerta a pesar de que hacía muchísimo frío y parecía que iba a caer una tormenta en cualquier momento.

   Al llegar dónde estaba esperando, le saludé con una sonrisa un poco forzada y seguimos camino a clase mientras él me hablaba sobre cualquier cosa y yo asentía con la cabeza sin decir nada. No quería contarle a primera hora de la mañana lo que me había pasado, porque sabía perfectamente que se iba a sentir triste y eso era lo último que necesitaba en esos momentos. Pero mi esfuerzo no sirvió de mucho.

   -Lilith, ¿te pasa algo? –Preguntó parándome en seco mientras me sostenía de la mano.

   -Suspiré. –No me pasa nada, Jimin, es que hoy me encuentro un poco desganada, sólo eso. –Respondí mientras le soltaba la mano para seguir mi camino.

   -¿Sólo eso o algo más? No soy tonto, sé cuando te pasa algo. –Dijo poniéndose delante de mí para que no pudiera pasar.

   -Pues si lo sabes, ¿para qué preguntas? Ya sabes cómo soy. –Dije mirándole a los ojos triste.

   -Lo sé, por eso te he insistido. Sabes que puedes confiar en mí. –Me agarró otra vez de la mano.

   -No quería preocuparte tan temprano ¿vale? –Miré hacia otro lado. –He hablado con Zico y hemos terminado. Se ha portado como un completo imbécil, no le he reconocido. Sonaba como si nada le importase, como si estos dos años no hubieran existido... –Le dije mientras me abrazaba y le conté todo lo ocurrido entre lágrimas.

   -Siento que hayáis tenido que acabar así... Yo tampoco entiendo su forma de actuar. –Me abrazó más fuerte. –Lo siento mucho por como lo tendrás que estar pasando... No sé que le pasará a Zico, no tiene sentido. Siempre se ha mostrado como un buen tío.

   -Sí... Lo que más me duele es que aún después de todo no sé por qué está actuando de esa forma, es todo muy raro. No sé si estar triste, enfadada o intrigada... Es que pensándolo bien no tiene sentido alguno. Pero no puedo evitar sentirme cómo si me hubieran partido en dos. –Me separé de él.

   -Lo único que puedes hacer ahora es seguir adelante, esperar a que te vuelva a hablar es ya opción tuya. –Me quitó las lágrimas con delicadeza.

   -¿Deprimirme es otra opción? –Dije con voz llorosa.

   -Me temo que no. Siempre puedes desahogarte pero no puedes entrar en depresión, ese tío no lo merece después de cómo se ha comportado, en serio. –Dijo con voz dulce. –También entiendo que no te apetezca estar conmigo en un tiempo.

   -Lo único que me apetece ahora es tener cerca a mis amigos, y tú estás dentro de ellos. –Le abracé y me correspondió el abrazo.

   Zico y Jimin siempre se habían llevado bien, no es que fuesen mejores amigos o algo así, pero Zico no tenía a nadie más a parte de mí y mis amigos. Vino aquí a buscar una vida nueva, distinta. En Corea vivía solo y trabajaba de comercial en una famosa empresa de refrescos. No se hablaba con nadie de su familia y se acabó encontrando muy solo, por lo que aceptó que le destinaran a otro país y así fue como acabó viviendo aquí.  Al llegar, tenía dinero de sobra para comprar y reformar una de las casas de Scarborough, ya que tenía dinero ahorrado y su familia era adinerada, que a pesar de que no se hablase con ella, seguía disponiendo de parte de la fortuna. Por lo que nada tenía sentido, parecía que si no le hubiera llamado, me seguiría mandando fotos de vez en cuando o haciendo una vídeo-llamada por semana sin que pasara nada, siempre que no le preguntara el por qué de haberse ido, todo estaría bien. Qué ilógico.

   Pasé la mañana esquivando preguntas de Lynette y fingiendo estar dentro de lo que cabe normal delante de todos mis amigos, no quería preocuparles hasta que no pudiera hablar con ellos en condiciones. Para mi desgracia, esa tarde ya había quedado con Lynette para contarle todo lo que me había pasado, así que no tenía más escapatoria. A la salida, me despedí de Jimin con una sonrisa y un hasta mañana, tampoco me apetecía nada más.  

   Esperé a Lynette y nos fuimos juntas a mi casa. No tenía muchas ganas de hablar del tema, pero era mi amiga y tenía que contárselo, no podría callarme sin decirle todo lo que me acababa de pasar con Jimin y Zico. Era necesario.

   Al llegar a casa, soltamos la mochila y los chaquetones en mi habitación y nos sentamos en el sofá del salón. Encendí la calefacción y cogí dos mantas gordas.

   -¿Vemos una peli? –Le pregunté a Lynette.

   -Cuando me expliques qué es lo que te pasa. Aunque creo que me hago una idea... –Respondió mientras se tapaba con una de las mantas.

   -Respiré. –Vale, iba a hacerlo de todas formas. –Le dije acomodándome.

   Pasadas unas dos horas, le expliqué exactamente todo lo que me había pasado y cómo me sentía, incluido lo de esa mañana. No pude evitar acabar llorando mientras ella me abrazaba entre las mantas.

   -Ya suponía que estarías mal por Zico, pero no imaginaba que te hubiera hecho eso... Era buena persona. –Dijo cuando le corté a mitad.

   -Sí, es tan buena persona que mira lo que ha pasado... Quiero creer que pasa algo más, pero no sé ya qué pensar. –Dije cogiendo un paquete de pañuelos de la mesa y volviéndome a acomodar a su lado.

   -Quizá deberías de volver a intentar llamarle. Pero, ¿y Jimin? Eso sí que no me lo esperaba. Tú y Jimin, mientras estabas aún con Zico... Qué zorra. –Dijo con retintín cuando le di con un cojín en la cara. –Pero qué fuerte. Jimin y tú, los mejores amigos desde yo que sé de tiempo. Dios mío. –Dijo con cara de sorprendida.

   -Tía, esto es muy serio. Cuando estoy con Jimin, es como si el mundo se detuviera, parece que sólo existimos él y yo. Todo lo que siento cuando me toca, cuando yo le toco, es tan real... –Dije un poco triste.

   -Y con Zico ni te ves ahora mismo. –Dijo seria.

   -Sí... Me entiendes ¿verdad? Jimin llena mi vacío completamente. Pero Zico sigue estando en mi corazón, aunque no esté físicamente y ahora mismo piense que es el mayor hijo de puta que existe. –Hice una pausa. -Estoy triste por todo lo que me está pasando con Zico, pero cuando estoy con Jimin no puedo evitar seguir sintiendo esos sentimientos por él. Intento sentirme más triste aún por lo de Zico, pero me pongo más triste por saber que lo que hice con Jimin está mal que por lo otro. Pero aún sabiendo que está mal, volvería a hacerlo mil veces más. –Dije a punto de llorar.

   -Lilith, te voy a hacer una pregunta. Si tuvieras que acostarte ahora mismo con Jimin o con Zico, ¿a quién elegirías? –Preguntó firme.

   -Me tomé un tiempo para responder entre lágrimas. -¿Por qué me haces esto? –Dije en pleno llanto. –Si ahora mismo tuviese que elegir, lo haría con Jimin, porque pienso que Zico es un gilipollas en este momento, pero si Zico estuviera aquí y me pidiera perdón, me diera explicaciones... No lo sé... –Respondí triste.

   -Ahora ya tienes claro que no podrías elegir a uno de los dos. Quieres a ambos, solo que te sientes herida por todo lo que está pasándote ahora. ¿Me equivoco? –Dijo mientras me abrazaba a ella llorando otra vez. –No te tortures tanto Lilith, lo hecho no puedes cambiarlo, y respecto a Zico, lo único que puedo decirte es que le vuelvas a llamar o pases definitivamente de él. Entiendo que lo estés pasando fatal, y aún te queda, pero no hay más opciones.

   -Supongo que llevas razón... Pero me siento aún peor porque sé que estos días no voy a poder evitar estar con Jimin y eso hace que me sienta muy culpable... –Dije sonándome la nariz.

   -¿Quieres a Jimin? –Preguntó seria.

   -Creo que más de la cuenta. –Me acomodé.

   -Pues no te sientas tan culpable y disfruta todo lo que puedas con él. Opino que no es muy correcto lo que habéis hecho Jimin y tú, pero los sentimientos son así. Está bien que te sientas mal por todo lo que te ha pasado, obviamente te tendrías que sentir fatal durante un tiempo, pero si sientes eso por Jimin aprovéchalo. Sabes que eres fuerte, Lilith. Puedes llamar a Zico otra vez la semana que viene o cuando te apetezca. La verdad es que no entiendo nada de lo que te ha dicho y hecho, pero bueno, también estás en tu derecho de pasar de él. –Dijo seria.

   -Llevas razón, Lynette. Supongo que voy a seguir adelante con todo, torturándome de vez en cuando, pero eso es inevitable... Muchísimas gracias, de verdad. Eres una gran amiga. –La abracé. -Supongo que no hace falta que te diga que no se lo cuentes a Taehyung y Jhope. –Le sonreí.

   -¿Tú qué crees? Tonta. –Dijo mientras me estrujaba la cara como si fuera un peluche.

   -¿Vemos ya una peli y me despejo un poco? –Le pregunté.

   -Me parece bien. –Sonrió. -¿Te puedo preguntar quién es mejor en la cama?

   -Te odio. –Le di con el cojín.

   -¿Eso significa que Jimin es mejor verdad? Lo sabía. –Dijo riéndose.

   -¿Quieres que te vuelva a dar con el cojín? –Dije entre risas.

   Pasamos la tarde viendo todo tipo de películas que echaban en la televisión y de vez en cuando hacíamos una pausa en la que lloraba porque estaba sensible. Lynette llevaba razón, quería a los dos, o lo que es peor, los amaba, y no podía reprimir ese sentimiento.

   Al marcharse, Lynette me recordó la fiesta del día siguiente en casa de Suga, no tenía muchas ganas pero estaría bien para despejarse. Odiaba sentirme así de mal por todo, nunca antes había tenido esos sentimientos y eran horribles.

   Finalmente, acordé quedar en casa de Suga con Lynette y los demás sobre las ocho, y con Jimin a las siete y media como acordamos anteriormente. De todas formas, para asegurarme, preferí llamarle al teléfono para evitar alguna confusión. Al marcar su número, sentía como el corazón me latía un poco más rápido que de costumbre. No sabía si odiar eso o no.

   -¿Hola? –Sonó la dulce voz de Jimin al otro lado del teléfono.

   -Hola, soy Lilith. –Dije intentando sonar calmada mientras sonreía inconscientemente. -¿Mañana vendrás a recogerme para ir a la fiesta?

   -Claro, ¿me paso a por ti a las siete? –Su voz era simpática.

   -Vale, genial. Sólo llamaba por eso... –Dije no muy alto.

   -¿Qué tal? ¿Estás mejor? –Dijo un poco preocupado.

   -Sí, bueno, he estado viendo películas con Lynette y despejándome un poco, ya sabes... Y le he contado todo, incluido lo nuestro. –Mi sonrisa pasó a ser una expresión de tristeza.

   -Vaya, supongo que no se lo habrá tomado a mal. Al fin y al cabo es Lynette. No se tomaría a mal esto viniendo de nosotros. –Dijo serio.

   -Ya... Oye, voy a colgar ya, ¿vale? –Dije evitando hablar más sobre el tema.

   -Vale. Si quieres puedo pasarme por tu casa o lo que sea, si necesitas animarte un poco más. –Dijo con su tierna voz.

   -Mmm... No hace falta, en serio, pero muchas gracias. Creo que necesito estar sola, al menos en lo que queda de día. –Mi voz era clara.

   -Como quieras. Mañana nos vemos entonces. Estate preparada para esa hora. Te quiero. –Su voz sonó cálida y llena de cariño.

   -Hasta mañana, Jimin. –Dije un poco apagada y colgué.

   Realmente quería haberle dicho lo mucho que le quería y que le necesitaba a mi lado en ese momento, pero en ese momento pensé que no era lo adecuado. Aunque mis sentimientos por él existían y ya habíamos dormido juntos, el remordimiento hacía acto de presencia continuamente y me impedía decirle lo que sentía por él.

   Decidí cenar algo rápido y ducharme antes de que llegara mi madre del trabajo, ya había hablado lo suficiente por ese día respecto al tema y estaba saturada. Sólo me apetecía despejarme dándome una ducha caliente y viendo alguna serie en la cama con el portátil.

   Tras la ducha y pasar varias horas con el portátil, el sueño se apoderó de mí y me quedé frita. Me desperté a la mañana siguiente y al abrir las cortinas de mi habitación, me llevé una sorpresa al ver que estaba todo nevado. Era precioso, parecía una estampa sacada de alguna de esas postales bonitas de navidad. Me encantaba que nevase, era genial poder ir a las pistas de patinaje sobre hielo al aire libre, el paisaje blanco, etc. Cuando nevaba por primera vez, solía ir con Zico a dar un paseo por cualquier lugar y nos divertíamos mucho juntos, cosa que no iba a poder ser en ese día ya que tenía que estudiar y Zico no estaba.

   Cogí una manta y me tapé con ella para bajar a la cocina a desayunar algo. Mi madre estaba fuera, había dejado una nota diciendo que tenía que ir a comprar, por lo que estaría fuera prácticamente toda la mañana. Cogí un zumo de naranja de la nevera y un bollo de leche que encontré en la despensa, tampoco tenía demasiada hambre, últimamente no tenía muchas ganas de comer.

   Me pasé toda la mañana y parte del medio día haciendo deberes y estudiando, hice una pausa para comer y seguí estudiando más tarde. Llevaba un poco de retraso y quise ponerme al día, cosa que conseguí además de dolor de cabeza. Me prometí a mí misma seguir centrada en los estudios a pesar de todo lo que estaba pasando, no iba a permitir que todo eso se interpusiera ante mi futuro.

   Cuando por fin terminé, pensé sobre qué estaría bien ponerse para la fiesta, que finalmente acabé preguntándole a Lynette qué ropa iba a ponerse ella; unos leggins de cuero negros con la chaqueta a conjunto, un corsé negro y decoraciones plateadas y unas plataformas todo conjuntado. Iría guapísima, como siempre. Me decidí por una falda a cuadros roja de talle alto, medias de red negras, camiseta negra ceñida, botas de plataforma a conjunto y una chaqueta de cuero negra. Sabía que iba a morirme de frío, por lo que acabé poniéndome un abrigo largo de plumas encima de la chaqueta, que dejaría en algún sitio seguro de la casa dónde se hacía la fiesta, si es que había.

   Me duché, me pinté las uñas, me arreglé el pelo y tras una larga hora maquillándome, miré el y ya eran las siete. Miré el móvil y vi un mensaje de Jimin unos diez minutos antes diciéndome que ya iba a venir, por lo que supuse que estaría al llegar. Bajé las escaleras, le di un beso a mi madre y le dije que iba a volver muy tarde y que no me esperara despierta. Como era habitual, me dijo que tuviera cuidado y demás; siempre se acababa preocupando en exceso con todo.

   Sonó el timbre y al abrir la puerta me encontré con un Jimin realmente atractivo, más que de costumbre. La chaqueta de cuero le quedaba demasiado bien con esa camisa de cuadros roja y su perfume invadía toda la habitación. Parecía que nos habíamos puesto de acuerdo con la ropa, lo que me hacía pensar si era tan sólo mera coincidencia.

   -Hola. –Le saludé con una sonrisa.

   -Hola, Lilith. Hoy vas guapísima, más que de costumbre. –Dijo sonriendo.

   -Iba a decir lo mismo de ti. –Seguí sonriendo mientras me dio un beso inesperadamente.

   -¡Jimin! –Grité en voz baja. –Aquí no, que mi madre está ahí en el salón. –Fruncí el ceño.

   -¿Sí? ¡Hola, señora Stone!  -Dijo alzando la voz para que mi madre le oyese a modo de saludo.

   -¡¿Pero tú eres tonto o qué?!  -Le grité en voz baja mientras le tapaba la boca rápidamente.

   -¡Hola, Jimin! ¡Espero que cuides esta noche de mi hija! –Se escuchó a mi madre desde la lejanía.

   -¡Eso está hecho, señora! –Dijo volviendo a alzar la voz. -Pero si tu madre me adora, Lilith. –Dijo mientras reía y abría la puerta.

   -Lo sé, pero eso no tiene nada que ver, ¿vale? –Le dije malhumorada mientras le seguía hasta el coche.

   -Ponte el cinturón, anda. –Dijo entre risas. -No se te olvida nada, ¿no?

   -No. Lo llevo todo. Y no sé qué es lo que te hace tanta gracia, hoy vienes muy gracioso por lo que veo. –Mi voz era firme.

  -Eso es porque hoy vienes guapísima y me encanta cuando te pones de malhumor. –Me besó.

   -Debes de tener un problema entonces. –Reí mientras le daba otro beso.

   Hacía bastante frío, pero no era un impedimento para mí en ese día. Mientras estábamos en el coche, Jimin me preguntó qué tal estaba, a lo que le respondí que más o menos igual que el día anterior pero un poco más animada gracias a Lynette. Me hizo prometerle que esa noche me intentaría olvidar un poco de todo y que me lo pasara lo mejor posible, ya que merecía despejarme; lo que me hizo pensar si estar con él en la fiesta era lo más adecuado para despejarme, como él decía.

   Una vez aparcado, bajamos del coche y llegamos a la gran casa. Todo el jardín y el porche estaba adornado con luces y farolillos, invadido de personas ebrias o incluso drogadas. La música se escuchaba desde el principio de la calle, menos mal que no había a penas casas alrededor. Estaba a las afueras del pueblo, en una zona residencial bastante lujosa. Las fuentes de la entrada junto al patio estaban casi congeladas y la gente estaba aglomerada en la entrada.

   Mientras esperábamos en la cola para entrar, vimos un poco más adelante a Lynette con Jhope y Taehyung y nos acercamos entre la multitud. Les saludamos y nos quedamos esperando para entrar todos juntos cuando de repente noté la mirada de alguien observándome. Miré hacia un lado en el porche de la entrada y vi a un chico muy atractivo mirándome fijamente mientras sonreía, entonces nuestras miradas se cruzaron y sentí que no era la primera vez que ocurría. Me quedé embobada por un segundo casi eterno cuando Jimin me cogió de la mano y entramos a la casa.

   Estaba segura de que ese chico me sonaba de algo, pero no me acordaba de qué exactamente. A penas me dio tiempo de pensar en algo más y ya estaba soltando mi chaquetón en los percheros de la entrada y con un vaso de vodka bailando con Lynette cuando volví a sentir lo mismo de antes, alguien me observaba y era el mismo chico. Estaba en un lado del gran salón, entre la multitud, el humo y la luz morada que iluminaba la habitación.

   De repente, perdí de vista a Lynette y a los chicos y me encontraba totalmente desorientada; entonces, al girarme, me topé de bruces con el chico misterioso. Era bastante alto y llevaba el pelo caído de color entre blanco y morado, obviamente lo llevaba pintado, pero le quedaba muy bien. Me quedé mirándole sin saber qué decir cuando decidió tomar él la palabra.

   -¿Sueles estar así de despistada muy a menudo? –Su voz era grave y con un tono burlón. -El otro día casi te atropello y ahora pierdes de vista a tus amigos en una gran fiesta. Deberías de tener más cuidado. –Dijo alzando la voz y empleando el mismo tono.

   Después de eso, recordé que ya le conocía de antes.

  

  

  

  

 

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