Capítulo III: Errores

Deep Inside Of Me

   Me fui andando deprisa mientras intentaba que mis lágrimas no cayesen, pero no funcionó. Estaba demasiado alterada y confundida a la vez. Jimin parecía otra persona, siempre era dulce y simpático, nunca me refería temas de los que no quería hablar o algo por el estilo; pero desde que llegamos al mirador, había empezado a estar raro. No lo entendía. Creo que no hacía falta prometer eso, pensé que estaba muy claro que no quería dejar de estar a su lado nunca, le necesitaba. Lo peor de todo es que no sabía por qué había pasado eso, casi me besa y encima pareció que me gustó ese momento.

   La mezcla de duda por mis sentimientos en ese instante y dolor por haber acabado así con él hacían que no pudiera parar de llorar de camino a casa y me sentí fatal. Sólo me apetecía meterme en mi cama y desahogarme llorando.

   Al llegar a casa, ya era un poco tarde y era entre semana, así que me quité la ropa y me di una ducha de agua muy caliente mientras reflexionaba. Primero, Zico estaba muy raro en los mensajes y ni si quiera sabía exactamente por qué se tuvo que ir a Corea; y ahora, Jimin, casi mi mejor amigo desde hace años, se comportaba de esa forma tan extraña que hacía que sintiera cosas raras en la barriga. También estaba el chico terriblemente guapo del coche que casi me atropellaba ese mismo día, que sentí como que nos conocíamos de antes.

   No tenía ni idea de qué hacer con todo eso, pero decidí que hablar con Jimin sobre lo ocurrido esa tarde, sería la mejor opción. Respecto a lo demás, ya iría viendo conforme la marcha, en ese momento me preocupaba más mi relación con Jimin que otra cosa.

  Al salir de la ducha me metí directamente en la cama, mi madre aún no había llegado y tenía un poco la moral por los suelos y el estómago raro, así que eso fue lo mejor que pude hacer.

   Me desperté pegada a las sábanas mientras la alarma no paraba de sonar. Cuando por fin encontré el móvil revuelto por el edredón, apagué la alarma y me quedé sentada en la cama buscando las fuerzas para vestirme e ir al instituto. Dos minutos más tarde, me levanté y subí las persianas. Aún era de noche. Suspiré y empecé a vestirme. Cogí lo primero que vi en el armario, un jersey de lana rosa claro, unos vaqueros y unas botas. Más tarde bajé a la cocina y como siempre, mi madre me había dejado el desayuno preparado; hoy eran tortitas, que estaban demasiado buenas.

   Mientras subía al cuarto de baño para asearme un poco y peinarme, miré el móvil para ver si tenía algún mensaje de mis amigos o de Zico, pero nada de nada. Era normal en nosotros no hablar mucho por aplicaciones tipo "Whatsapp" y esas cosas, pero de verdad tenía la esperanza de ver un mensaje de Zico o Jimin, pero al segundo me dije a mi misma que no iba a pasar. Zico sólo me escribe al mediodía y Jimin, bueno, simplemente sabía que no me iba a enviar un mensaje. Presentimiento, tal vez.

   Después de lavarme los dientes y cepillarme un poco el pelo, cogí la mochila, un abrigo, mi bufanda favorita, que me la regaló Zico por mi cumpleaños, y fui hacia el instituto. Ya empezaba a hacerse de día y el cielo era precioso. Aunque estaba gris y parecía que en cualquier momento empezaría a llover, me gustaba mucho; también ayudaba el intenso olor a tierra mojada en el ambiente, que hacía que me gustasen más aún los días así.

   Mientras caminaba, admiraba el paisaje que me rodeaba, calles bastante animadas para la temprana hora que era, personas con prisa por hacer sus tareas, y otras, que simplemente caminaban o se sentaban en bancos a admirar el precioso día que hacía o a ver su vida pasar.

   A unos cinco minutos de llegar al instituto, tres calles antes, vi a un chico apoyado en la pared de un edificio, con una mochila en el hombro y un cigarro en su mano. Por un momento pensé en lo atractivo que me parecía. Estaba de perfil y aún así sabía que era bello. Llevaba un chaquetón por la rodilla marrón, unas botas beige y una bufanda oscura a juego con el gorro. Era Jimin. Sacudí mi cabeza mentalmente y me miró mientras apagó su cigarrillo al acercarme a él.

    - Hola. No hacía falta que hicieras eso por estar yo aquí.- Mi voz sonó seca.

    Aunque intenté estar de buenas me fue imposible. No podía fingir que no me pasaba nada, que no había pasado nada.

    - Yo creo que sí, y ayer me porté como un imbécil, lo admito.- Dijo mientras se giró hacia mí.

   - Pues la verdad es que sí. No entendí nada de lo que pasó, y me gustaría que me lo explicases.- Dije mientras le miraba a los ojos intentando buscar a mi amigo en ellos.

   - Lo siento Lilith, siento todo lo de ayer. Últimamente no sé qué me pasa, pero quiero que hablemos sobre esto. ¿Podemos hablar en algún sitio después de clase o algo?- Me miró con ojos suplicantes a los que no podría negarse nadie.

   - Suspiré- Está bien, podemos ir al Peasholm Park cuando salgamos del instituto si quieres.- Mi voz sonó más agradable.

   - Gracias.- Su voz era dulce mientras me miraba profundamente a los ojos.

   - No me las des aún, todavía tenemos que hablar... Y además, seguimos siendo amigos ¿no?- Aparté la mirada al suelo un poco molesta.

   De repente me abrazó contra su pecho. Quedé embriagada por ese aroma de nuevo, obligándome a cerrar los ojos y a corresponderle el abrazo. Sentía cosas raras en la barriga, no quería que me soltase, pero me obligué a mi misma a volver en mí y a terminar ese momento. No debía de confundirme con ese tipo de gestos. Jimin era mi mejor amigo prácticamente, no había un trasfondo sentimental en nuestra relación, nunca lo había habido. Además que en mi corazón sólo estaba Zico, aunque que, estuviese lejos en ese momento, mis sentimientos por él eran firmes.

   - Pero por favor, para con esto...- Dije casi susurrando al separarme mirando al suelo.

   Jimin no dijo nada, simplemente se quedó mirándome por un segundo, cuando empezamos a caminar hacia el instituto. En todo el camino no hablamos de nada, sólo de qué asignatura nos tocaba a primera. Me resultó incómodo y muy raro, sólo quería que llegase ya la hora de quedar con él para hablar y solucionar las cosas. Por el camino, miré el móvil y tenía un mensaje de Lynette. Me lo había mandado aproximadamente a la misma hora que salí de casa.

   - Tía, hoy tenemos que hablar. Tengo que contarte algo muy interesante. No llegues tarde al insti!

   - Ok, estoy ya aquí. Te veo en la fuente del pasillo.- Respondí.

   Al llegar al instituto, le dije a Jimin que iba a ver a Lynette y él se marchó no sé a dónde. Ya en la fuente, estaba jugando a un juego para el móvil cuando por fin llegó mi amiga. Llevaba ropa oscura; una trenca negra, una bufanda gris clara, una falda del mismo color, medias negras y unas botas marrones. Le quedaba genial.

   - Hola Lynette, hoy vas muy y. ¿Será por algo en especial?- Le dije en tono burlón.

   - Hola Lilith, y sí, es por algo en especial. Lo que te voy a contar no te lo vas a creer.- Me dijo emocionada ignorando un poco mi comentario con segundas.

   - Venga, sórprendeme. Necesito algo fuerte para seguir en pie esta mañana.- Dije en tono aburrido.

   - ¿Sabes quién es Suga, de la clase 2C?- Dijo mirándome muy de cerca y hablando alto.

   - ¿Quién? ¿El que va siempre con aires de chulo prepotente forrado de pasta y que aún así es muy callado cuando está a solas?- Dije separándola de mí.

   - Sí. Justo ese.- Asintió con la cabeza.

   - ¿Y qué pasa con él? No te habrá pedido de salir y habrás aceptado, ¿no?- Dije en tono preocupante.

   - ¡No!- Dijo con cara de asco- Pero da una gran fiesta el sábado en su chalet y adivina quién está invitado.- Otra vez volvió a acercarse a mí hablando alto.

   - Pues tú y yo seguro que no. ¿Me equivoco?- Dije en tono burlón.- Y por dios, Lynette, relájate. No te aguanto cuando te pones así de alterada.

   - Joder, Lilith, para una vez que estoy de buen humor.- Dijo apartándose.- Nosotras no estamos invitadas oficialmente, pero...- Alargó esta última palabra- Jhope y Taehyung, sí que lo están.- Dijo sin parar de sonreír.

   - Genial.- Le sonreí.- No voy a ir.- Me puse seria de nuevo.

   - Venga ya, tía. Aunque no estemos invitadas, si ellos dos hablan con él nos dejará ir.Y tampoco es que yo me muera de ganas, ¿sabes? Bueno, en realidad tengo ganas de fiesta, pero quiero ir contigo. Últimamente estás muy apagada y los chicos y yo estamos empezando a preocuparnos.- Dijo seria y mirándome a los ojos.

   - He tenido algunos problemas últimamente de los cuales os iba a hablar el sábado viendo una película, pero bueno, viendo este plan ya habrá momento para contároslo. -Dije seria y apartándome de su lado.- Pero está bien, iré. Aunque no aseguro que vaya a pasármelo en grande, no estoy de humor estos días.

   - Eso ya lo sabemos, créeme.- Me dijo mientras me agarró del brazo.- Pero escucha, si lo que necesitas es hablar, podemos quedar mañana y pasar la tarde juntas.- Me sonrió.

   -Le devolví la sonrisa como respuesta afirmativa- ¿Y qué tiene que ver todo eso con tu ropa?

   - En realidad, nada.- Las dos reímos y nos fuimos a nuestras respectivas clases.

   Las primeras horas pasaron voladas y, en cuanto me di cuenta ya estaba yendo hacia el comedor acompañada por Lynette. Las dos íbamos hablando de nuestras cosas cuando nos encontramos con Jimin; siempre solía salir de clase con él y encontrarnos más tarde a Lynette para irnos los tres al comedor, donde nos esperaban Jhope y Taehyung, pero hoy no había sido así. Como el ambiente estaba raro entre nosotros, preferí no forzar más la situación hasta esa tarde, esperando a que mi amiga no se diera cuenta, claro. Pero por desgracia, fue imposible. Justo al verle ya preguntó, sin si quiera saludar.

   -Hola, chicas.- Sonrió Jimin dulcemente.

   -Qué te pasa. ¿Por qué no habéis venido juntos?- Preguntó ella molesta.

   -Al salir de clase había mucho barullo y no le vi. Así que directamente salí y un poco más adelante ya me encontré contigo, Lynette.- Traté de sonreír.

   - ¿En serio? ¿Y por qué no le has esperado, tía? Cada día más simpática.- Dijo cómo si le hubiera sentado mal.

   -Bueno, no pasa nada, Lynette. Ya estamos todos juntos ¿no? Pues vamos al comedor que los chicos estarán esperándonos.- Sonrió nuevamente y se adelantó un poco.

   -Como queráis. Yo sólo digo que os veo raros a los dos.- Dijo encogiéndose de hombros.- Y mañana hablamos tú y yo.- Me señaló.

   Le sonreí y seguimos hasta el comedor hablando de todo un poco, dejando el tema atrás. Lynette era mi mejor amiga, pero pensé que no era el momento indicado para contarle nada, ya lo haría al día siguiente.

   Ya en el comedor, al divisar la mesa en la que se encontraban Jhope y Taehyung, me di cuenta de que había alguien más. Era un chico asiático, delgado y de pelo negro alborotado. La verdad es que la mayoría de personas con las que me junto son asiáticas, hay muchas por la zona. No veía bien de lejos, se me habían olvidado las lentillas por lo que en ese momento no pude distinguir quién era exactamente. Conforme me fui acercando me iba dando cuenta de quién era. No le conocía, y a pesar de la impresión que me daba cada vez que le veía por algún pasillo, decidí darle una oportunidad para caerme bien dentro de lo que cabía. Al fin y al cabo, si estaba sentado con mis amigos, no podía ser tan malo.

   -Hola chicos.- Saludé lo más simpática que las circunstancias me lo permitieron.-

   -¡Hola!- Dijeron enérgicos Jhope y Taehyung.

   -Hola a todos.- Saludó casi igual de enérgica Lynette.

   Jimin se limitó a sonreír como de costumbre y se sentó como si nada. No pude evitar quedarme mirando su sonrisa en ese momento, ese día estaba realmente guapo. Desde que pasó lo del mirador sentía cosas extrañas cuando sonreía y si encima iba por ahí abrazándome o sonriéndole a todo el mundo, pues no me ayudaba a dejar de pensar ese tipo de cosas. Me limitaba a decirme a mí misma en esas situaciones que eso me pasaba por echar de menos a Zico, y así al menos mi mente descansaba tranquila.

    -Hola, soy Suga.- Dijo serio y no demasiado alto.

   -Yo soy Lilith, encantada.- Le dediqué una de mis mejores sonrisas.

   -Yo Lynette.- Le sonrió y segundos después, siendo bastante descarada me miró y su expresión fue como: "Joder, tía qué guapo es". Ya me la conocía.

   -Bueno tú y yo ya nos habíamos conocido antes, pero me presento de nuevo, soy Jimin.- Dijo con su típica voz dulce y simpática.

   -¿Ya os conocíais?- Pregunté curiosa. Si Suga era reconocido por algo a parte de por la esencia que desprendía al andar y su dinero, es por sus fiestas a las que iban medio instituto. Y nada bueno salían de ellas.

   - Sí, bueno. Una vez me encontré con Taehyung e iban juntos.- La voz de Suga era ronca.

   -Entiendo.- Intenté no sonar demasiado borde.- Bueno, Suga, ¿y cómo es que te has sentado hoy aquí?- Lynette me echó otras de sus miradas, pero esta era más bien fulminándome.

   -La verdad es que había venido a invitaros a ti y a Lynette a mi fiesta del sábado. Ya invité a Jhope, Taehyung y Jimin pero no pensé en vosotras. Ellos me dijeron que eráis muy amigos todos, así que prefiero asegurarme de que todo el mundo al que invite se lo pase bien.- Dijo con voz clara.

   -Genial. Pues allí nos verás entonces.- Dijo Lynette sonriéndole.

   -Estupendo. Nos vemos el sábado, chicos.- Se despidió y se perdió entre la multitud.

   -¿Desde cuándo sois todos tan amigos de él?- Pregunté sorprendida.

   -Está en nuestra clase, se le ve majo.- Dijo Taehyung serio.

   -Sí, me cae bien.- Aportó Jhope.- Por ir una vez a una de sus fiestas no puede pasar nada.

   -Llevas razón. Últimamente estoy demasiado estresada.- Dije seria.- Pero Jimin, ¿tú también estabas invitado? Lynette no te mencionó cuando me lo contó.- Pregunté.

   -Sí. Cuando nos invitó a nosotros nos dijo que se lo dijéramos a Jimin, y eso hicimos.- Aportaron Jhope y Taehyung.

   -No te lo dije porque ni me había enterado, Lilith.- Se rió.

   -Últimamente no me entero de nada.- Reí- Entonces, ¿nos vemos todos el sábado sobre las ocho? Vais a tener que pasar a recogerme, no sé cómo llegar a casa de Suga.

   -Puedo pasar a recogerte en mi coche sobre las siete y media. ¿Te parece bien?- Dijo Jimin con una de sus sonrisas mientras se dirigía a mí.

   -Le miré mientras mi corazón latía fuerte sólo de pensar en el día de la fiesta, o lo que era peor, esa tarde. Tampoco tenía mucha opción delante de todos.- ¿Pero tú sabes llegar?-Dije bastante borde. Pude notar cómo se dieron cuenta de que algo me pasaba. Jimin sólo se quedó mirando la mesa serio también. Nadie dijo nada.- Vale, te espero a esa hora. No llegues tarde.- Dije algo más apaciguada mientras cogía mis cosas para irme a clase.

   Dije adiós a todos y subí para mi siguiente clase sin esperar a Jimin. Me daba igual si nuestros amigos se daban cuenta, no podía estar ocultando que no me pasaba nada cuando sí que me pasaba. Aunque sabía que después de ese día en el comedor no iba a salir absuelta de eso, porque sabía que no tardarían demasiado en preguntarme que qué es lo que me pasa de una vez.

   Mientras esperaba a que el profesor entrase miré mi móvil y tenía un mensaje de Zico.

   - Te echo muchísimo de menos, Lilith. Necesito un poco de tu amor para que me de calor en estos días de nieve. ¿Cómo estás por ahí hoy?

   Me mandó una foto junto con el mensaje donde salía él con los dedos en v en una cafetería o algo así. Pero qué guapo estaba. Al leer el mensaje y ver la foto no pude evitar entristecerme y echarle mucho de menos. Mi relación con Zico era de algún modo, especial. En ese entonces, era cuando yo fumaba, hace más de dos años. Cuando nos conocimos él estaba paseando por mi calle mientras yo llegaba del instituto, aún no lo conocía, ya que a pesar de los rumores no conseguí verle hasta ese entonces. Pasé por su lado cuando nuestras miradas se cruzaron y ahí fue cuando pude darme cuenta de su belleza. Parecía perfecto, más alto que yo, terriblemente guapo e iba tan bien con esa ropa que no pude evitar girarme y hablarle.

   -Perdona, ¿eres tú el nuevo de la calle de enfrente?- Dije totalmente segura de mí misma. Aunque no sabía a ciencia cierta si era él, no creía que hubiese muchos más chicos asiáticos tremendamente atractivos y de unos veinte años por la zona.

   -Se giró hacía mí con una sonrisa- Sí, el mismo. Soy Zico. Tu debes de vivir por aquí, supongo.

   -Yo Lilith, vivo en esta calle y las chicas de por aquí no paran de hablar de un supuesto chico asiático joven muy guapo que se ha mudado al barrio. Ahora ya puedo ir por ahí diciendo que he hablado contigo.- Dije en tono irónico mientras sonreía.

   -Ahora ya puedo ir por ahí diciendo que una chica que no conozco de nada ha tenido el valor de hablarme tranquilamente sin haberme acosado días antes con sus amigas.- Rió también.

   - ¿En serio hay chicas que han hecho eso? Tampoco creo que seas para tanto.- Dije arqueando una ceja.

   -Vaya, pero de todas esas chicas por supuesto tu has sido la mejor. No me acosas pero me insultas en mi propia cara...-Dijo siguiéndome el rollo.

   -Reí- Me tengo que ir a casa, ya nos veremos por ahí. Un placer.- Le hice un gesto con la mano mientras sonreía y me fui.

   La verdad es que no pensé en si era él el chico del que todas hablaban o no, simplemente sabía que debía de hablarle fuese el o no. Al llegar a casa ese día, no pude parar de pensar en él. Hizo que algo a parte de fumar le diera sentido a mis tardes aburridas. Por ese tiempo ya me juntaba con Lynette, pero lo único que hacíamos cuando salíamos era fumar porros y colarnos en algunas discotecas por la noche a escondidas de nuestras madres junto con nuestros "amigos" de ese momento. Lynette y yo lo estábamos pasando mal, mis padres se estaban separando y en su casa, su hermano le pegaba a su madre, empezamos fumando tabaco por diversión pero una cosa llevó a otra. Todo en nuestras vidas era horrible, y nos acabamos metiendo en ese mundo del que dicen que es casi imposible salir. Nos lo pasábamos bien, hacíamos lo que queríamos donde queríamos y cuando queríamos, pero eso nos pasó factura cuando al terminar ese curso repetimos.

   Unos días más tarde de conocer a Zico, Lynette y yo nos habíamos metido en un lío tremendo, ella le debía mucho dinero al que le pasaba la droga, ya que se la había pedido fiándole y la gastó toda sin vender nada. Intenté ayudarla pero tenía que darle el dinero esa noche como última opción y no teníamos nada. Entonces, el hombre nos encontró e iba con tres hombres más, y nosotras ya sabíamos lo que iba a pasar. Echamos a correr por las calles de los suburbios de Scarborough cuando no podíamos correr más y tuvimos que buscar un sitio para escondernos, entré en pánico. Sudor frío me corría por la frente mientras llovía. Estábamos empapadas, sin saber qué hacer ni a dónde ir ya que no sabíamos ni dónde estábamos. Entonces alguien se acercó corriendo entre la lluvia, cogí a Lynette del brazo y empecé a correr con las últimas fuerzas que me quedaban, hasta que no pude más y sentía como me fallaban las piernas y me faltaba la respiración. Ya conocía ese sentimiento, me pasaba cada vez que me ponía muy nerviosa por algo, sobre todo me pasaba cuando no fumaba lo suficiente para mí. Lo último que pensé antes de desmayarme en el suelo fue que por favor no nos pasara nada, de verdad pensé en que ese era nuestro fin. Lynette se agachó para socorrerme mientras gritaba ayuda y fue cuando nos alcanzó la persona que vi segundos antes. Era Zico.

   El siguiente recuerdo que tengo a eso fue despertarme en una cama que no era mía, en un cuarto que no era mío y en una casa que tampoco era mía. Tenía a Lynette sentada en una silla al lado de la cama durmiendo mientras me sostenía la mano. El cuarto era de estilo moderno y tenía un gran ventanal. Me dolía muchísimo la cabeza y sentía el cuerpo dolorido, pero si esa era la casa de alguno de esos tipos que nos perseguían, significaba que nos tenían secuestradas, por lo que a pesar de como me encontrase tenía que despertar a mi amiga y escapar de allí, pensaba. La desperté y me explicó que el chico que nos persiguió al vernos me socorrió y nos llevó a su casa, enfrente de nuestra calle y que no era malo. También me contó que era muy guapo y asiático, por lo que ya supuse quien era. Minutos después, entró a la habitación con una sopa caliente en una bandeja, me preguntó que como estaba y me explicó que no había sido uno de esos ataques lo que me pasó, sino que simplemente me desmayé por cansancio. No era médico pero sí que entendía de esas cosas. También me contó que había hablado por teléfono con el hombre al que le debíamos el dinero y arregló el asunto con él. Nunca me contó cuánto tuvo que pagar o qué hizo para que no pasara nada, pero eso aún se lo debía.

   Desde ese día, Zico me enviaba mensajes cada dos o tres días preguntándome cómo estaba y de vez en cuando salíamos por ahí juntos. Y al mes y medio o así empezamos a salir, el día 15 de noviembre de 2013. Cuando digo que él cambió mi mundo y mi vida, es porque lo hizo de verdad, fue el primer amigo de verdad que tuve y gracias a él conseguí dejar a un lado la vida que llevaba en ese entonces. Me centré más en mis estudios (aunque acabé repitiendo igualmente), apoyaba a mi madre en la separación, dejé de juntarme con esa gente que realmente no eran mis amigos, ayudamos a Lynette a salir de eso también y él me enseñó a amar de verdad a alguien y el valor de la amistad. Se había convertido en todo mi mundo, y ahora ese mundo desvanecía a la misma velocidad a la que la oscuridad lo hacía en el día. No sabía que se podía estar tan enganchada a alguien de esa forma, cuando estábamos juntos, sentía cómo los sentimientos fluían en mi interior, sentía esa sensación en el estómago, y sabía que él también. Me contó todo sobre su pasado y su vida aquí, por eso había algo que no entendía en cómo se fue así de repente. Desde que se fue no tenía ganas de nada y lo de Jimin me tenía ciertamente desconcertada.

   Le respondí al mensaje diciéndole que quería que estuviese aquí y que necesitaba hablar con él por teléfono o por lo que fuese, quería hablarle de nuestra situación en esos momentos. Ya hacía prácticamente un mes desde que se marchó y no habíamos hablado de cuando volvería o de por qué se había ido.

   Al acabar las clases, Jimin me estaba esperando en la puerta del instituto. El cielo seguía gris pero no había caído la lluvia aún. El parque al que íbamos estaba lejos, por lo que tendríamos que ir en autobús o en su coche. Prefería la idea del autobús, porque así evitaba el estar los dos solos en un coche dónde podrían pasar muchas cosas del estilo a las del día anterior, pero al verle con las llaves en la mano, supe que iríamos en su coche. La verdad es que odiaba estar así con él, el tener que pensar cosas como "no me quiero montar en su coche" o "por favor no me hables demasiado" me estaba consumiendo.

   -Hola, tengo el coche aparcado donde nos encontramos esta mañana.- Me dijo serio pero sin ser borde.

   -Vale.- Respondí seria.

   Caminamos unos cinco minutos hasta llegar al coche, los cuales se me habían hecho eternos ya que no cruzamos una palabra. Dejé la mochila en el asiento de atrás, me quité la bufanda y me senté en el asiento del copiloto y cerré la puerta. El coche olía a nuevo, se sacó el carnet de conducir hacía dos años, pero este coche se lo compró unos meses atrás. Segundos más tarde, estando ya el coche en marcha y de camino al parque, Jimin me dijo que podía poner la radio. La encendí y empezó a sonar "The hills" de Weeknd. Esa canción me gustaba, así que subí el volumen mientras la tarareaba. Al poco tiempo empezó vi que caía una gota de agua en el cristal cuando empezó a llover. Dejé de escuchar la música para centrarme en el paisaje mientras caía la lluvia. Entonces empecé a tener frío, así que miré a Jimin para decirle que pusiera la calefacción. Al girarme, no pude evitar fijarme en lo atractivo que estaba conduciendo. Llevaba las gafas de vista puestas y apretaba la mandíbula perfectamente marcada. Jimin era un chico atractivo, no cabía duda de eso.

   -¿Qué pasa? -Me dijo sin quitar la vista de la carretera.

   -Nada. Sólo iba a pedirte que pusieras la calefacción.- Respondí un poco sorprendida por haberme pillado mirándole de esa forma.

   -Vale. Si necesitas algo más, dímelo. Ya estamos a punto de llegar, lo malo es que está diluviando.-Su voz era dulce.

   -Bueno, la lluvia es bonita. Además allí hay merenderos y sitios techados.- Repliqué.

   -Como quieras.- Respondió sonriendo.

   El resto del camino me limité a escuchar la música de la radio y a mirar a través de la ventanilla.

   Cuando por fin llegamos, una vez habíamos aparcado el coche, bajé del coche y me puse el gorro del chaquetón impermeable. Empezamos a caminar casi corriendo hasta que llegamos a uno de los merenderos techados y nos sentamos uno al frente del otro. Era la hora de hablar en serio de lo ocurrido.

   -Ya estamos aquí.- Dije con voz clara.- Empiezo yo. Ayer, yo sólo quería pasar el resto de la tarde contigo, con mi amigo Jimin, no con mi amigo Jimin "el fumador seductor". Me molestó mucho que hicieras lo del humo, sobretodo sabiendo por lo que ya había pasado. ¿A caso pretendes que vuelva a fumar o algo así? Porque estando tan deprimida como lo estoy, vas a conseguirlo.-Dije furiosa esperando una buena respuesta.

   -Mira Lilith, no sé qué fue lo que me pasó ayer, ¿vale? Es que te vi tan...- Se tomó unos segundos- Tan preciosa que no pude evitarlo. Sé que nosotros mantenemos una relación de amistad sin nada más, nada de sentimientos a parte de eso, pero realmente creo que me gustas.- Lo dijo como si le costase admitirlo.

   -No dije nada, sólo me quedé en silencio por unos minutos hasta que reaccioné- ¿De verdad crees que sientes... algo por mí?- Dije un poco nerviosa.

   -¿Por qué si no iba a estar así?- Me replicó- Sé que lo del humo no estuvo del todo bien, y lo siento, pero más lo siento por tener estos sentimientos. Es muy desconsiderado, ya que ahora lo estás pasando fatal con lo de Zico, pero es que de verdad que cuando te vi sentada en el mirador con la mirada perdida en el océano sentí algo muy fuerte. Necesitaba hacerlo, sólo para ver si podrías sentir algo parecido por mí; lo cual fue una estupidez ya que me has dejado claro que quieres a Zico. Yo lo respeto y lo entiendo, y debí de entenderlo antes de estropearlo todo. Pero es que eres tan necesaria en mi vida, no quiero que por nada del mundo dejemos de ser amigos. Te necesito, Lilith.- Me dijo con esa voz tan dulce mientras me miraba de esa forma que me hacía sentir cosas extrañas.

   - Jimin, yo... no sabía que te sentías así.- Me levanté- Tendrías que habérmelo explicado antes de que pasara nada... -Dije con voz triste- Pero tú también eres necesario en mi vida. Eres mi amigo y ahora te necesito más que nunca como tal. Sé que esto suena un poco egoísta, pero es así como me siento... Zico no está, pero sigo sintiendo exactamente lo mismo por él. Ayer, cuando casi me besas, de verdad sentí que no eras tú, no me lo esperaba...-Tragué saliva- Entre nosotros no puede haber algo más, al menos por ahora... Lo siento, en serio. No sé qué más decirte.- Le dije con las lágrimas saltadas mientras se levantaba.

   -Jimin se levantó para ponerse enfrente mía- No me tienes que decir nada más, Lilith. Pero no sé si podré estar igual que antes. Cuando te veo cada mañana entrar al instituto con la mirada perdida y apagada, como si te faltase algo, sólo quiero abrazarte y decirte que todo va a estar bien. Me encantaría poder hacerte feliz, aunque sólo sea siendo amigos, pero desde que despertaste mi corazón, no puedo evitar quererte como algo más; y si ese sentimiento se va a interponer entre nosotros...-Dijo mientras me miraba con ojos llorosos.

   -Saber que estás ahí, saber que puedo verte todos los días y vas a recibirme con una de tus sonrisas, eso ya me hace feliz. Aunque ahora esté pasándolo mal, el saber que te tengo me hace tener más ánimos para afrontar el día a día.-Le agarré las manos fuerte- Así que... por favor no me dejes.-Las lágrimas empezaron a caer sobre mis mejillas- Te necesito, ¿no es eso suficiente? -Dije alto- Ayer, cuando casi nos besamos, por un momento de verdad quise que pasara y desde entonces mis sentimientos están confundidos. No sé qué me pasa, pero no quiero por un error estropear mi relación con Zico o la nuestra. ¿Es eso lo que querías saber? Estoy muy confundida, joder. -Dije soltándole las manos mientras me intentaba secar las lágrimas.

   -No pretendía confundirte, sólo quise saber si sentías lo mismo que yo. Porque es un sentimiento verdaderamente fuerte y pensé que si nos besábamos lo descubriría, pero déjalo, ya te he dicho que fue una estupidez y que lo siento.-Me dijo aún con la voz apenada- No quiero que cometamos un error, quiero hacernos felices a los dos.-Me miró profundamente a los ojos.

   -Entonces, si te beso ¿podré aclarar mis sentimientos? Porque si con eso podemos arreglar esta situación y llegar a ser felices ambos, estoy dispuesta a correr el riesgo.-Le dije mientras mis lágrimas seguían cayendo y le abracé fuerte.

   -Sólo si de verdad quieres, Lilith.-Me dijo dulce mientras me correspondía el abrazo.

   Acto seguido, me separé un poco de él mientras rodeaba mi cintura con sus brazos y sostuve su rostro con mis frías manos mirándole profundamente a los ojos. En ellos pude verme reflejada, pude ver que estaban llenos de amor y cariño hacia mí y me di cuenta de que si aquello iba a ser un error, no importaba, porque mis ojos proyectaban exactamente los mismos sentimientos que los suyos. Justo entonces, cerré mis ojos y nuestros labios se fundieron en un apasionado y emotivo beso que deseé con todas mis fuerzas que no terminara, aclarando mis sentimientos por él. Sólo podía pensar en cuánto había necesitado ese beso y en cómo mi cuerpo me pedía más.

   Justo entonces, Jimin me aferró más fuerte a él cuando me cogió en brazos y me llevó hasta la mesa. Sin parar de besarnos me tumbó en ella y le rodeé con mis piernas mientras él se puso encima de mí. No podíamos dejar de besarnos, nuestros sentimientos eran realmente fuertes. Podía sentir su olor que embriagaba todos mis sentidos y me hacía querer más. Iba a desabrochar mi chaquetón cuando se paró en seco.

   -Lilith, ¿estás segura de todo esto? -Me preguntó Jimin con la respiración un poco acelerada- Podemos ir a mi casa mejor que en este lugar.

   -Sí, estoy segura. Y vale, podemos ir mejor a tu casa, aquí es todo un poco incómodo. -Dije con la respiración un poco acelerada también mientras le seguía teniendo atrapado entre mis piernas.

   Me sonrió y me besó mientras me cogió una vez más en brazos y nos besábamos mientras sonreíamos. No pensaba en nada, ni en si aún seguía diluviando, ni en qué pasará después de ese día, sólo sabía que quería hacerlo y no había nadie para impedírmelo.

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
No comments yet