Tú me cambiaste la vida

Coleccionista de canciones
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Fue un día como cualquiera,
nunca olvidaré la fecha.
Coincidimos sin pensar en tiempo y en lugar.

 

Una tarde de verano. Seúl, Corea. 1995.

Una pequeña niña de aproximadamente 6 años jugaba en el gran patio de su residencia. Debajo de la sombra de un frondoso árbol, con un cepillo en manos trataba de peinar a su muñeca de cabellos dorados igual que ella, con dos coletas de cabello castaño claro delicadamente rizadas. Pero lamentablemente la niña no tenía la destreza de su adorada madre. Continuó en su intento por unos minutos más hasta que el enojo la alcanzó. Pensó que jamás sería capaz de hacer peinados como mamá. Dejo caer la muñeca al suelo y se cruzó de brazos. Estaba en medio de un berrinche cuando escuchó la voz de su madre.

-Sooyeon-ah, ven aquí-pidió su mamá.

Y aunque ella no estaba muy feliz, al poder distinguir una persona al lado de su madre se puso de pie y comenzó a andar. Mamá le había enseñado que las princesas como ella eran siempre educadas y encantadoras. Y ella no quería ser una mala princesa.

Cuando llegó frente a las mujeres hizo la debida reverencia, ejecutada con perfección.

-Sooyeon es encantadora-dijo la mujer que estaba al lado de su madre y se agachó un poco para acariciarle el cabello.

-Gracias-respondió la niña con un ligero sonrojo de vergüenza en sus mejillas.

-Sooyeon-ah, te presento a la señora Kim, una de mis mejores amigas-la señora Jung hizo las debidas presentaciones-y esta lindura es su hija Taeyeon-la recién mencionada dio un paso al frente.

Sooyeon y Taeyeon se miraron fijamente. La señora Kim le dio un ligero apretón a su hija en el hombro, recordándole algo que debía hacer.

-Mucho gusto, Sooyeon-la pequeña estiró su mano a la niña que tenía vestido rosa.

-El gusto es mío, Taeyeon-Sooyeon también estiró su manita y tomó la que le ofrecía la niña Kim.

-Ahora dejaremos que Sooyeon-ah y Taeyeon-ah jueguen todo lo que quieran para que sean amigas como nosotras-anunció la anfitriona antes de entrar a la casa con su amiga de toda la vida para degustar de una buena charla y un delicioso café.

La pequeña Taeyeon permaneció en silencio admirando el jardín lleno de juguetes. Un objeto en particular llamó su atención. Sooyeon siguió su mirada y sonrió al descubrir lo que había robado la atención de la niña Kim.

-¿Tú no tienes un castillo en casa?-preguntó al pararse a su lado.

-No-respondió la de cabello lacio y suelto-a mi hermano mayor no le gustan los castillos; tenemos un barco pirata, un auto, un avión y también juegos inflables.

-Oh, yo tengo una hermana menor así que papá y mamá solo compran cosas que me gustan a mí, porque Soojung no las puede usar todavía-explicó la niña Jung-ven, vamos a jugar-y tomando de la mano a Taeyeon, la guió hasta el castillo rosa.

Sooyeon corrió hacia un gran baúl y comenzó a buscar afanosamente. Taeyeon elevó una ceja con curiosidad. Jugar con una niña era muy distinto a jugar con su hermano mayor.

-Taeyeon, ven a ayudarme-pidió Sooyeon, aunque sonó más como una orden que una petición. Taeyeon estiró los brazos para cargar las cosas que Sooyeon le daba. Cargando los utensilios y prendas, caminaron hasta el castillo nuevamente. La de rizos dividió las cosas colocándolas en dos montones.

-Esto es para mí, yo seré la princesa-explicó Sooyeon apuntando al montón de la derecha donde había una corona, un collar, un gran vestido blanco y guantes.-Esto es para ti, tú serás mi príncipe-ahora apuntó al montón de la izquierda donde había una capa roja, un sombrero con pluma, una espada y un escudo.

-Pero los príncipes son niños y yo soy una niña-dijo Taeyeon con una mirada de extrañeza-No puedo ser tu príncipe-pronunció con seguridad.

-Pues no tengo más ropa de princesa y yo soy una princesa, papi lo dijo-alegó la pequeña Sooyeon con una fría mirada.

-Tu mamá dijo que yo soy mayor que tú, por lo tanto debes hacer lo que yo digo-Taeyeon no quería darse por vencida tan fácilmente.

-¡Ves, tú debes ser mi príncipe!-Sooyeon sonrió contenta y tomando la capa roja entre sus manos, caminó hacia Taeyeon y se la colocó sobre los hombros, atándola con delicadeza.

-No te entiendo, Jung Sooyeon-Taeyeon no pudo impedir que la caracterizaran como príncipe. Sabía que la pequeña Jung no sería tan fuerte como su hermano mayor, así que seguramente no soportaría una “luchita”, de esas que solía jugar con su oppa.

-Los príncipes siempre son mayores que las princesas, Kim Taeyeon-dijo con su suave voz la niña-así son más fuertes que ellas y las pueden proteger-ahora era Sooyeon quien se ponía su atuendo de alteza real.

-¿Me entendiste?-preguntó la de menor edad situándose frente al “príncipe”.

-Sí. Pero no quiero jugar-respondió la niña tirando la espada y el escudo al suelo.

-Voy a llorar-amenazó la pequeña Jung.

-Pues llora-Taeyeon se cruzó de brazos y se sentó en el césped. Casi enseguida escuchó unos sollozos, girando el rostro se percató que la “princesa” en verdad estaba llorando.

Sooyeon estaba sentada en el suelo, con los brazos alrededor de sus piernas y la cabeza agachada, sus hombros temblaban demostrando su estado de ánimo. Taeyeon pensó en como la regañaría su mamá por hacer sentir mal a la hija mayor de su gran amiga. Seguramente le iría demasiado horrible: una semana sin comer helado de cookies & cream, y sin ver Dragon Ball Z. Sería un castigo terrible. Suspirando se puso de pie y caminó hacia la niña que lloraba.

La pequeña Taeyeon aclaró su garganta antes de hablar-Escucha, Sooyeon…Umm...Si es tan importante para ti...Yo-yo puedo ser tu…príncipe-le costó demasiado pronunciar esas palabras. Solía ser terca y jamás cedía, pero de alguna manera Jung Sooyeon logró que se diera por vencida.

-Pero debes usar la espada para protegerme del dragón-sugirió la niña en vestido blanco al ponerse de pie con una gran sonrisa-Vamos, mi príncipe-Tomó la mano de la sorprendida Taeyeon y entraron al castillo.

-Tú me engañaste. No estabas llorando-la pequeña con capa y sombrero se sentía traicionada.

-Quizá no lloré, pero estaba muy triste-Sooyeon sabía cómo conseguir lo que quería. Siempre lo lograba con papá. Al parecer la técnica también funcionaba con Taeyeon-Ahora Taeyeon debe proteger a Sooyeon.

En ese momento Kim Taeyeon no era consciente de que había caído bajo el hechizo de una princesa de vestido blanco y delicados rizos…Pensó que no le haría ningún daño tan solo seguir jugando.

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Algo mágico pasó, tu sonrisa me atrapó.
Sin permiso me robaste el corazón.

 

Después de esa tarde en que Taeyeon y Sooyeon se conocieron e inventaron su propio cuento de hadas, siguieron muchas tardes más de juego para gusto de sus madres. Los meses se convirtieron en años, y aunque ahora practicaban juegos más maduros e incluso cuidaban a la pequeña Soojung, Taeyeon continuaba siendo el príncipe de Sooyeon y por su parte Sooyeon seguía siendo la princesa de Taeyeon. En la mente de las niñas existía la convicción de que eso jamás habría de cambiar.

-Sooyeon-ah…-llamó la niña ligeramente más alta a la otra, quien buscaba las piezas correctas para armar un rompecabezas.

-¿Qué pasa, Taeyeon-ah?-preguntó la niña Jung despegando la mirada del juguete.

-Yo soy tu príncipe y siempre te he protegido ¿cierto?-la mayor había tomado enserio su papel asignado y en efecto había protegido a Sooyeon en varias ocasiones. También cuidaba a Soojung, quien era la hija del príncipe y la princesa a petición de Sooyeon.

-Sí, Taeyeon ha hecho bien su trabajo de príncipe-aceptó la menor con una brillante sonrisa, de esas que solo mostraba a sus padres, su hermana y a Taeyeon.

-Pero… ¿Cuál es el trabajo de la princesa?-ésta era una inquietud que Taeyeon tenía desde hace un par de semanas pero no se había atrevido a preguntarle a su princesa temiendo que pudiese molestarse.

-Umm…-por primera vez en años la pequeña Sooyeon se había quedado sin palabras. Ninguna de las historias que había leído o le habían contado explicaba claramente cuál era el trabajo de la princesa. Suspiró y llevó su mano al mentón. Taeyeon la observaba en su estado de concentración. Después de unos minutos a la princesa se le iluminó el rostro.-El trabajo de una princesa, Taeyeon, es amar siempre a su príncipe-respondió al fin a la cuestión de la niña Kim.

Sooyeon río(rio) al ver que Taeyeon seguía con la confusión en el rostro, así que caminó hasta su lado y se sentó frente a ella. Taeyeon no imaginó lo que pasaría. La princesa se inclinó lo suficiente y depositó un beso en su mejilla. El príncipe enseguida llevó una mano a la mejilla besada y su rostro se coloreó de rojo.

-Con ese beso, mi príncipe, tu princesa te dio su corazón-explicó Sooyeon sonriendo nuevamente. La palabra alegría estaba escrita en todo su rostro. Recargó su cabeza en el hombro de Taeyeon y observó el atardecer.

Taeyeon, aún con las mejillas rojas, abrazó a Sooyeon y también miró al cielo. Ahora Príncipe tenía una nueva pregunta… ¿Por qué su corazón no dejaba de latir tan rápido cuando estaba con su princesa?

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El príncipe y la princesa se conocieron a la edad de 6 años, ese era el principio del cuento de hadas. Habían pasado años de felicidad en que su amistad se fortaleció. Ahora a la edad de 10 años les tocaba soportar el primer desafío.

-¿Qué era lo que querías decirme, Taeyeon-ah?-preguntó la hermosa castaña con cabello hasta los hombros. Había cambiado los vestidos rosas por delicadas faldas y blusas a juego.

Sooyeon y Taeyeon estaban sentadas en la banca que se mecía al compás de sus movimientos. Taeyeon a diferencia de Sooyeon, dejó crecer su cabello y lo ataba en una coleta alta. La capa y la espada habían sido reemplazadas por shorts y camisetas con dibujos animados.

Taeyeon suspiró. Una, dos y tres veces. No sabía cómo decirle la noticia a su princesa.

-Sooyeon-ah. Sé que prometí estar siempre a tu lado…-comenzó la chica mirándola a los ojos. Había aprendido que este tipo de temas se trataban de frente.

-¿Pero?-la menor la interrumpió. Había escuchado esas líneas alguna vez, en una de las películas que su madre veía y sabía muy bien que no llevarían a nada bueno.

-No podré continuar haciéndolo-respondió tras un silencio la más alta. Al mirar el dolor en la cara de la princesa se arrepintió de haberlo dicho, pero ahora no podía echarse para atrás-Papá dijo que debemos irnos a vivir a Europa por su trabajo. Y yo debo ir con mi familia. Nos iremos en una semana-Tres sencillas oraciones que para ella significaban tanto dolor y futuro sufrimiento.

-¿Por qué?-murmuró la de cabello corto antes de llorar y taparse el rostro con las manos-¿Ya no quieres a tu princesa? ¿Quieres ser el príncipe de alguien más?-cuestionó dolida y con sus puños golpeó los hombros de la mayor.

-Taeyeon siempre será el príncipe de Sooyeon. Taeyeon siempre querrá a Sooyeon-dijo Taeyeon deteniendo los golpes de su amiga y la abrazó. Aunque hacía años había abandonado la costumbre de hablar en tercera persona, solo reservaba ese modo de expresarse para su princesa, porque le recordaba aquel tiempo en que se conocieron.

-Y Sooyeon siempre será la princesa de Taeyeon-susurró la niña cuando dejó de llorar.

-Escúchame, Sooyeon. Cuando sea más grande voy a regresar por ti-la de coleta puso sus manos en sus hombros con delicadeza-Tú solamente tienes que esperar a tu príncipe. Yo recordaré el camino hacia tu castillo.

-¿Es una promesa?-Sooyeon se secaba las lágrimas. Aquellas palabras de su príncipe sonaban esperanzadoras. Como la luz al final del túnel. Levantó su dedo meñique y lo puso frente a Taeyeon.

-Es una promesa-sonriendo, Taeyeon unió su meñique al de Sooyeon. Y en un impulso besó la frente de su princesa.

En esta ocasión fue el turno de Jung Sooyeon de sonrojarse. Se asombró al sentir el calor en su rostro, una sensación que no le había ocurrido en su corta vida.

Esa tarde jugaron y hablaron de todo. Era de cierto modo el día de la despedida. Pero Sooyeon sabía que no sería por mucho tiempo, porque lo habían prometido, porque ella esperaría a que su príncipe volviera por ella… Ella tan solo tenía que esperar en su castillo…

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Y así sin decirnos nada
con una simple mirada comenzaba nuestro amor.

 

High School. Seúl, Corea. 2007.

Una joven de cabello castaño oscuro, largo y ondulado observaba con detenimiento a la chica que se sentaba algunos bancos delante de ella. La miraba dibujar afanosamente en su cuaderno, obviamente sin prestar atención a la clase de historia. Pero no podía culparla, porque mientras Kim Taeyeon invertía el tiempo dibujando, ella lo usaba observándola, mirándola, admirándola.

Se mordió el labio inferior para suprimir un suspiro. Kim Taeyeon tenía todas las cualidades que la hacían su perfecta “otra mitad”…Bueno, le faltaba la más importante: corresponder a sus sentimientos. Según la perspectiva de Taeyeon, ellas eran tan solo dos buenas amigas, muy cercanas sí, pero amigas.

Y nuevamente no podía culparla, porque ella no había tenido el valor de confesar sus sentimientos. Este es el último año, pensó. Este día debes confesarle lo que sientes.

Cuando el aburrimiento vencía a la mayoría de los estudiantes llegó alguien al rescate: una hermosa rubia con piel de perfecta porcelana. Ella la observó y así lo hicieron todos a excepción de Taeyeon, quien continuaba con su dibujo. El profesor y la alumna nueva intercambiaron algunas palabras y después ella procedió a presentarse.

-Soy Jessica Jung. Será un placer trabajar con ustedes-podría decirse que la chica era de pocas palabras porque su presentación fue muy corta. Pero tenía una voz encantadora que ocasionó que la única persona que no había prestado atención alguna la mirase.

Taeyeon estaba concentrada en su dibujo y de pronto el timbre en esa voz le recordó tanto a su princesa que no pudo evitar mirarla. Jessica sostuvo su mirada. Y sin saber por qué ambas sonrieron con una mezcla de seducción e inocencia. La castaña volvió a su dibujo y la rubia se dirigió al asiento asignado.

 Y la joven que se debatía internamente estuvo consciente de ese juego de miradas y sonrisas. No debía, no podía esperar más tiempo. Necesitaba asegurar  que su amada solo sería de ella. Ahora contaba los segundos impacientemente para correr al lado de Taeyeon. Cuando ya no soportaba la espera, la campana sonó indicando el final de la clase. Sus

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#1
Chapter 6: Esta es una buena miedo.