Día 5.999
CADA DIAMi mente está completamente hecha polvo, pero es evidente que Kim Jun Myeon ha dormido bien.
Suho es un buen chico. Su habitación está totalmente ordenada. Aunque es sábado por la mañana, ya ha hecho los deberes del fin de semana. Ha puesto el despertador a las ocho en punto porque no quiere desperdiciar el día. Es posible que se fuera a la cama a las diez.
Me pongo con su ordenador y consulto mi correo electrónico. Escribo unas cuantas notas acerca de los últimos días para que no se me olviden. Después, entro en el correo electrónico de Nichkhun y me entero de que esta noche hay una fiesta en casa de Ok Taecyeon. Consigo la dirección en Google. Consulto a cuánto está de casa de Suho y veo que puedo estar allí en hora y media de coche. Me parece que Suho va a asistir a una fiesta esta noche...
Lo primero es convencer a sus padres. Su madre me interrumpe cuando estoy de nuevo en mi correo electrónico, releyendo lo que escribí el otro día acerca de Tiffany . Cierro la ventana rápidamente y le doy la razón cuando me recuerda que hoy no es día de ordenador y que he de bajar a desayunar. Descubro rápidamente que los padres de Suho son una pareja muy agradable que deja muy claro que no les gusta que abusen de esa buena disposición.
—¿Me dejáis el coche? Esta noche es el musical del colegio y no me gustaría perdérmelo.
—¿Ya has hecho los deberes? Asiento. —¿Y las tareas?
—Las haré antes de irme.
—¿Y volverás antes de medianoche? Asiento. Decido no decirles que, en caso contrario, algo me arrancará de este cuerpo. Yo diría que, si lo hago, no se van a quedar tranquilos. Me queda claro que esta noche no van a usar el coche. Son ese tipo de padres a los que no les gusta la vida social. Ya tienen la televisión. Paso casi todo el día haciendo tareas. Cuando acabo y ceno con mis padres, estoy lista para irme.
Se supone que la fiesta empieza a las siete, así que sé que he de esperar hasta las nueve o así para llegar; de esa manera, habrá suficiente gente como para que mi presencia pase desapercibida. Aunque si, cuando llego, resulta que es una fiesta para poco más de una decena de personas, me iré. Pero no me da la impresión de que Nichkhun asista a fiestas así. Por el contrario, me da la impresión de que las fiestas a las que asiste Suho son de esas en las que hay juegos de mesa y refrescos. Mientras conduzco hacia Tiffany, accedo a algunos de sus recuerdos. Estoy convencida de que todas las personas, ya sean jóvenes o mayores, tienen, al menos, una buena historia que contar. Ahora bien, me cuesta encontrar la de Suho. La única sensación de emoción que encuentro en él es de cuando tenía nueve años y su perrito April murió. Desde entonces, no parece que haya nada que le ha afectado tanto. La mayoría de sus recuerdos tienen que ver con los deberes. Tiene amigos, pero no hacen muchas cosas juntos después del instituto. En cuanto dejó de tener edad para jugar en la Liga Infantil, dejó de hacer deporte. Por lo que veo, nunca ha tomado nada más fuerte que una cerveza; cosa que hizo durante una barbacoa en el Día del Padre y por insistencia de su tío. Normalmente, todo esto serían parámetros para mí. Normalmente, me quedaría en la zona segura de Suho. Pero hoy no. Porque hoy tengo la oportunidad de ver a Tiffany. Me acuerdo del día de ayer y de cómo el sendero que me ayudó a salir de la oscuridad iba, de alguna manera, hacia ella. Es como si, cuando quieres a alguien, ese alguien se convirtiese en tu razón para vivir. Aunque quizá yo esté haciendo el camino inverso: me enamoro de ella porque necesito una razón para vivir. No, no creo que sea eso. Imagino que, de no haberla conocido a ella, habría seguido hacia adelante, sin más. Y, ahora, estoy permitiendo que mi vida secuestre a estas otras vidas durante un día. No pienso quedarme dentro de los parámetros. Aunque sea peligroso. Llego a casa de Ok TaecYeon a las ocho. No veo el coche de Nichkhun. De hecho, no hay muchos coches fuera. Espero y observo. Al cabo de un rato, empieza a llegar la gente. Aunque he pasado día y medio en su colegio, no reconozco a nadie. Deben de ser todos de secundaria. Finalmente, justo después de las nueve y media, aparece el coche de Nichkhun. Tiffany va con él, como imaginaba. Salen del coche y él camina unos metros por delante. Salgo del coche y me encamino a la casa.
Me preocupa que haya alguien en la puerta, pero la fiesta ya ha sucumbido a la espiral del caos. Los invitados que han llegado primero están borrachísimos y los demás están haciendo lo posible por ponerse a la altura. Sé que parece que esté fuera de lugar —el vestuario de Suho es más adecuado para un concurso de debates que para una fiesta de sábado por la noche—; pero, en realidad, a nadie le importa; están todos demasiado imbuidos en sus conversaciones o en sí mismos como para darse cuenta de que hay un «rarito» caminando entre ellos. Hay poca luz y la música está muy alta. Me cuesta dar con Tiffany... aunque el mero hecho de estar en la misma casa que ella me pone muy nerviosa. Nichkhun está en la cocina, hablando con otros chicos. Se le ve a gusto, en su elemento. Apura una cerveza y va a por otra. Dejo atrás la cocina, dejo atrás la sala de estar y llego al estudio. En cuanto entro en la habitación, percibo que ella está aquí. La música sale estridentemente de un portátil conectado a unos altavoces y ella está junto a la colección de CD, mirando algunos de ellos. Hay dos chicas hablando a su lado y me da la sensación de que, hasta hace un rato, ha estado hablando con ellas. Pero, luego, ha decidido pasar. Me acerco a ella y veo que el CD que está mirando ahora contiene una de las canciones que escuchamos durante nuestro paseo en coche.
—Me encantan —y señalo el CD—. ¿Y a ti? Se sobresalta, como si la habitación estuviese en el más completo silencio y mi voz lo hubiera perturbado. «Estoy pendiente de ti», me gustaría decirle; «Aunque nadie más lo esté, yo sí. Y lo estaría siempre».
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