Excursión al trozo de hielo

Beso de murciélago (taeny)

Tanto leo como Tiffany habían desaparecido de la comida navideña cuando Taeyeon volvió a sentarse a la mesa. Al parecer, ambos se habían refugiado en sus respectivas habitaciones. Taeyeon soportó durante más de una hora ciertos comentarios verdes que le dedicaba la abuela de Tiffany, como

«Puedes pasarte por mi casa a visitarme cuando quieras» o «taeyeoni, tú sí que eres un mozo como Dios manda y no el carcamal este que tengo por esposo». La inglesa asintió ante todas sus palabras. Ya no tenía fuerzas para hacer bromas. Se había quedado sin inspiración.
 

Ahora no solo le odiaba Tiffany, sino también leo. Miró de lado a la señora Hwang rogando en silencio que ella todavía no le hubiese dado de lado. Afortunadamente, Abigail le sonrió con cariño, y ella se sintió reconfortada bajo el brillo de sus amables ojos.
 

El señor Graham se sirvió un vaso de licor, aprovechando la ocasión navideña y seguramente deseando olvidar su propia vida. Así pues, cuando los familiares de tiffany se marcharon al fin, taeyeon lo agradeció con creces. Se disculpó después ante Abigail, indicándole que necesitaba descansar un rato.
Acababa de entrar en su habitación cuando sonó su teléfono. Lo buscó en el bolsillo de la chaqueta colgada tras la puerta, donde se le había olvidado, y contestó:

 

— ¿Cómo está mi pequeña coliflor?
Era su madre. Se sentó en la cama, mareada, e intentó sonreír, aunque sabía que ella no podía verle.
—Bien. —Suspiró—. Feliz Navidad, mamá.
—Igualmente, cariño. —Se oyeron algunas risitas de fondo—. Lo hemos celebrado en el restaurante italiano que tanto te gusta. Aquí ya es de noche, supongo que tú acabarás de comer.
—Sí, hace un rato.
—Aja —musitó—. Bueno, ricura, se pone tu padre al teléfono, que quiere hablar contigo.
Taeyeon notó que su estómago daba un vuelco súbito y se llevó una mano a la barriga. Qué ganas tenía de hablar con su padre. Casi le temblaron las manos cuando escuchó su voz ronca y segura. El señor Kim siempre hablaba con una firmeza arrolladora y era extremadamente persuasivo.

 

— ¿Cómo te va, hija?
—Digamos que… quizá no sea tan malo como pude pensar al principio. —Taeyeon presionó el teléfono contra su oreja—. ¿Mucho trabajo por ahí?
—Sí, demasiado —contestó—. De todos modos, ya falta poco para que regreses, así que no te preocupes si no lo pasas tan bien como desearías. Tu madre y yo tenemos ganas de verte y de que estés en casa.

 

Taeyeon parloteó algo más con su padre sobre temas de negocios antes de colgar. Tenía la boca seca. Casi no había pensado en ello, pero acababa de darse cuenta de que le quedaba poco tiempo y de que en apenas unos días volvería a Londres. Lo suyo con Tiffany era imposible. De un modo u otro, siempre estarían separadas, ya fuese por sus discusiones, por la diferencia de sus mundos o porque, sencillamente, vivían en dos continentes diferentes.
 

Se levantó de golpe cuando Tiffany abrió la puerta de la habitación y le miró de arriba abajo con desdén.
 

—Prepara una mochila con provisiones para dos días —le ordenó.
— ¿Qué?
—Nos vamos de acampada.

 

Taeyeon la miró como si estuviese loca de remate, pero a Tiffany no le importó. Cerró la puerta de golpe y regresó a su habitación. Tenía la seguridad de que los dos días siguientes serían los peores de su vida.
 

Todos los años, el grupo de amigos al completo organizaba una acampada por navidad. Bordeaban el bosque de la reserva hasta llegar a un lago que se congelaba en aquellas fiestas y por el cual todos solían resbalar y caer; les divertía deslizarse por el hielo.
Le había preguntado a su madre si podía dejar a Taeyeon en casa, pero ella había respondido a su amable cuestión con un rotundo no. Tiffany no quería imaginar cómo sería convivir con Taeyeon… en plena naturaleza. Ya era duro soportarle entre cuatro paredes.

 

Tiffany respiró hondo antes de abrir su armario y comenzar a llenar la mochila con todo lo que encontraba mínimamente útil. Distinguió el regalo de Taeyeon al fondo, entre montones de ropa, bien escondido. Sintió ganas de quemarlo, pero se contuvo a tiempo. ¿Cómo podía haberse encariñado de una persona tan sumamente egoísta? Era cierto que tenía algunos toques dulces y tiernos, pero no eran suficientes para equilibrar la inmensa balanza, que terminaba hundiéndose a causa de sus incontables defectos.
 

Tapó el regalo de Taeyeon con una sudadera y se olvidó de él. Sacó un enorme anorak y toda la ropa de abrigo que pudo. Tres pares de calcetines de lana, una bufanda, guantes, un gorro blanco de nieve, camisetas interiores…
 

Los tímidos rayos del sol acunaban el despertar del día, semejando oro líquido que se derramaba sobre las agitadas hojas de los árboles. El azul cielo estaba ligeramente adornado con hermosas pinceladas rojizas y anaranjadas que indicaban el final del amanecer. El viento que soplaba era plácido, sutil y delicado



Numerosos jóvenes se encontraban sentados en la cuneta de una carretera comarcal, al lado del inicio del bosque de la reserva. Habían dejado atrás el terreno cerrado de la urbanización donde vivían. Taeyeon agradeció no haber despertado del todo todavía, así la situación se le antojaba menos dolorosa, puesto que aún no era consciente al cien por cien de lo que estaba ocurriendo.
 

Apenas a unos metros de distancia, su Sister, Charles, lanzaba una pequeña navaja y la clavaba en la corteza del tronco de un árbol. La cogía de nuevo y volvía a lanzarla. De buena mañana, a las seis. A taeyeon ya casi nada le parecía alarmante. Por otra parte, Amy (la visión de su pelo fucsia empeoraba de buena mañana), Nixie, Cloe y la Chica Cabeza Rapada permanecían adormiladas sentadas sobre sus propias mochilas. Tiffany se había alejado de él a propósito y charlaba sin demasiadas ganas con Gorth. Leo se encontraba ocupado escribiendo sobre la tierra seca su propio nombre con un palito de madera; parecía triste.
 

—Están tardando demasiado —se quejó hyuna.
Por una vez, taeyeon estaba de acuerdo con ella. No era justo que ya llevasen allí casi veinte minutos esperando al enorme Evan, más conocido como Golpes y Sangre, ni mucho menos ala estúpida de jessica.
Afortunadamente, no tardaron mucho más en aparecer caminando carretera arriba. Todos portaban una mochila colgada a la espalda. Desgraciadamente, a taeyeon no le cabía en una mochila todo lo necesario para subsistir en medio del bosque, así que él llevaba dos, más una bolsa de tela en la mano derecha. Esperaba que el camino no fuese demasiado largo.

 

—Sentimos la tardanza —dijo jessica, respirando con dificultad tras la carrera.
—No pasa nada. —Charles se guardó la navaja en el bolsillo del desgastado pantalón vaquero y taeyeon agradeció el gesto en silencio—. Pero será mejor que nos marchemos ya, así llegaremos al claro a media tarde y podremos montar las tiendas cuando todavía haya luz.

 

—Pues, ¡venga, adelante! —rugió Golpes y Sangre.
Formaron una inestable fila y empezaron a internarse en las profundidades del bosque. Taeyeon se sentía extenuado, pues apenas había dormido la noche anterior. Preparar la mochila no era algo que hiciese así como así. Pasó la tarde meditando qué llevarse. Aparte de la ropa, se había decantado por un botiquín de emergencia, entre otras cosas, como anti mosquitos, cinco paquetes de pañuelos, tres linternas —había que ser precavido—, dos cepillos de dientes nuevos con sus respectivos envases de pasta dentífrica, una almohada plegable de viaje… y numerosos artilugios más que creyó convenientes para la ocasión, incluido un juego de sábanas por estrenar.

 

Verdaderamente, no sabía muy bien qué hacía allí en aquel instante: apretujado entre numerosas personas —odiaba las multitudes a muerte—, con Tiffany a su lado —también creía odiarla— y jessica a un metro de distancia —sobre el odio hacia esta no abrigaba duda alguna—, caminando por el bosque —como si de un indígena se tratase—, con ganas de traspasarlo para llegar a un lago congelado — ¿qué tenía de interesante ese enorme trozo de hielo?
 

Durante la primera media hora de caminata se dedicó a observar y analizar a los presentes. Charles, su Sister, parecía haberse proclamado el líder del grupo, seguramente porque al no tener ningún tipo de escrúpulos lograba intimidar al resto; se movía con soltura entre los árboles y partía las ramas cuando alguna se enganchaba en su chaqueta de cuero. Amy le miraba con admiración y sacudía de vez en cuando sus coloridos cabellos, que resaltaban frente a los demás. Cloe y Nixie avanzaban cogidas del brazo, como las mujeres mayores, posición bastante incómoda a la hora de sortear las piedras o gruesas raíces que aparecían en medio del sendero. Leo parecía evitar la presencia de taeyeon y tenía la vista fija en el suelo, probablemente incluso estuviese pensando, aunque muy en el fondo a taeyeon le costó creérselo. Se giró hacia Tiffany, que estaba tras él y había pasado todo el trayecto hablando con jessica.
 

Trascurridos unos veinte minutos más, descubrió que las conversaciones de jessica eran más aburridas que pasar una semana en un desierto. Solo. Sin agua. Hubiese aguantado más tiempo vivo en ese estado que haciendo el esfuerzo de escucharle. En su mente comenzó una ardua investigación científica: « ¿Cómo lograba Tiffany no dormirse de pie mientras esa voz parloteaba estupideces de fondo?». Incógnita de complicada resolución.
 

—Así que esos son mis planes para el futuro —proseguía jessica—, en cuanto termine mi segunda novela…
taeyeon le miró de reojo, molesta.
— ¿No puedes caminar en silencio? Me estás mareando —se quejó.
—Qué delicada nos ha salido el inglésa —respondió jessica con cierto retintín.
—No es necesario ser delicada para odiar tus monótonas conversaciones.

 

Tiffany suspiró, y justo en ese momento jessica preguntó sobre la hora del almuerzo. Quienes iban a la cabeza de la fila comentaron que también ellos tenían hambre y finalmente lograron ponerse de acuerdo para hacer una corta parada. Se situaron en una explanada, sentados en círculo sobre el suelo, mojándose levemente por la humedad de la hierba. Taeyeon fue la única que sacó de su mochila una pequeña toalla de baño y se sentó sobre ella, ante lo que jessica rio por lo bajo.
— ¿Es gracioso el hecho de que no tenga ganas de mojarme el culo? —preguntó, clavándole sus gélidos ojos grises.
—No. Lo gracioso es que estemos en el campo, de excursión, pero no seas capaz de mantener un mínimo contacto físico con la naturaleza; algo verdaderamente hermoso, por cierto —dijo el escritor con media sonrisa en los labios.
— ¿A qué te refieres con la expresión «contacto físico»? ¿Tengo que tragarme una mosca para estar en contacto físico con la naturaleza o acaso debo sentarme sobre un montón de mierda para aprender a disfrutarla mejor? —atacó. Su limitada paciencia se agotaba por momentos. Total, ¿qué más podía perder? Tiffany le odiaba, leo al parecer también… y apenas faltaban unos días para que se marchase de nuevo a Londres.

 

jessica iba a contestar sus palabras, pero Amy se le adelantó e interrumpió la conversación. Seguramente todos estaban al tanto de la tensión entre los otros dos, dado que taeyeon había besado a Tiffany delante del grupo al completo a sabiendas de lo que jessica sentía por ella.
—Basta, chicos. Que no se siente en el suelo no significa que no ame la naturaleza. A todos aquí nos encanta, por eso hacemos esta excusión cada año —aclaró, mostrando sus blanquísimos dientes.
—Sí. Yo la amo mucho —siseó taeyeon. Probablemente solo Tiffany y jessica encontraron la ironía que escondían sus palabras.

 

La odiaba. Taeyeon odiaba a muerte la naturaleza. ¡La de cantidad de gérmenes que se encontraban viviendo en ella! Aquello era como un hotel para las enfermedades. Bacterias, virus, resfriados, picaduras, infecciones… ¡Pensarlo se le antojaba doloroso! Odiaba los bichos, desde los gusanos hasta las tarántulas, detestaba aquella forma tan enclenque que tenían de caminar, de desplazarse. Las avispas le sacaban de quicio, y eso por no hablar de que además era terriblemente alérgico a sus picaduras. Pero lo que más odiaba de todo lo que habitaba en el campo eran los piojos. Pensar que unos diminutos seres podrían vivir en su cabeza, en su pelo, alimentándose de su valiosa sangre… le removía el intestino. Tener piojos era para él casi peor que un cáncer. Era la más temida de las maldiciones. ¡Por todo ello odiaba la naturaleza! Sin contar, por supuesto, con la presencia del resto de los animales que podían llegar a rondar por el bosque… prefirió no ahondar en aquel último aspecto



Sacó de la mochila el bocadillo vegetal que le había preparado la señora Hwang e intentó disfrutar de la comida. Tiffany le observaba con atención. Y ella, por más que lo desease, no era capaz de probar bocado. Lo había sacado al aire libre, allí donde múltiples gérmenes ya se habrían instalado agradablemente sobre el pan, sobre sus deliciosas olivas… invadiéndolo todo. Por ello, cuando todos habían terminado de almorzar, él solo había dado tres pequeños mordiscos al bocadillo.
 

— ¡Vamos, come de una vez! —le ordenó Golpes y Sangre, y la dura mirada de este pareció surtir efecto, pues taeyeon comenzó a devorar su almuerzo con más ganas.
La excursión prosiguió sin pausa. Taeyeon estaba agotadA. Y para colmo la única que hablaba era la pesada de jessica, el resto del grupo caminaba en silencio. Las horas se tornaron eternas, y los minutos, infinitos. La tensión acumulada en el ambiente provocaba que se sintiera vulnerable e intimidado. Leo no le había dirigido la palabra ni una sola vez durante todo el trayecto, aspecto que comenzaba a preocuparle de veras. Por otra parte, Tiffany le dejaba de lado y centraba toda su atención en jessica.

Taeyeon intentó hacerse un hueco entre los dos.
 

—Tiffany, ¿dónde dormiremos nosotros? —le preguntó—. No he traído tienda de campaña.
—La lleva leo —respondió ella secamente.
—Entonces… ¿eso significa… que dormimos con leo?
—Felicidades, has acertado.
____ le sonrió falsamente. Taeyeon tembló. Dormir con ambos hermanos sería francamente… peligroso.

 

—Y, Tiffany, si estáis muy apretados, en mi tienda cabes —añadió jessica.
Taeyeon sintió unas ganas tremendas de matarle. Entornó los ojos e intentó no desesperarse.
—Sí, puede que sea una buena opción —le respondió ella, palmeándole la espalda.
Taeyeon cerró los puños con fuerza e intentó seguir los pasos de la fila. Algo extraño comenzaba a bullir en su interior. Estaba cansado de tanta tontería. El enfado de Tiffany había ido demasiado lejos. Se inclinó hasta rozar la oreja de la chica con sus labios.

 

—¿Podemos hablar un momentito? —le susurró.
—No, ahora no —le espetó _____, y se sacudió la melena hacia atrás—. Quizá luego, cuando acampemos.
—Me estás sacando de quicio —le avisó taeyeon.
—Paciencia…
La voz de ____ denotaba cierta diversión ante la situación, cosa que a taeyeon no le hacía ninguna gracia.

 

—«Paciencia» es una palabra que en mi vocabulario se encuentra en peligro de extinción.
—Como sigas así el que va a estar en peligro de extinción eres tú —concluyó ella.
Montar las tiendas de campaña no fue tarea fácil. Era la primera vez que taeyeon hacía una excursión de aquel tipo y le sorprendió la soltura del grupo a la hora de organizarse. Charles llevaba la voz cantante y daba algunas órdenes de vez en cuando, mientras que Golpes y Sangre podía hundir las piquetas en la dura tierra sin la necesidad de tener un martillo, aspecto bastante útil. El único que le sonreía de vez en cuando era Gorth. A taeyeon le tranquilizaba su presencia.

 

Una vez su tienda estuvo bien montada, taeyeon entró en ella. Lo primero que pensó fue que sería complicado que consiguiese dormir bajo la dudosa seguridad de tres capas de tela fina. La segunda idea que acudió a su mente fue que definitivamente no deseaba que Tiffany terminase compartiendo la tienda con jessica, pues el aspecto de su interior se le antojaba extrañamente… íntimo.
Se puso nervioso cuando leo entró. En aquel reducido espacio no podía evitar su mirada sin que se notase en exceso, así que pensó que había llegado la hora de enfrentarse a él y pagar por sus actos.

 

—Leo… —comenzó a decir, nervioso—. Lo que dijo tu hermana era verdad.
—Eso ya lo sé —contestó el otro, mientras guardaba su paquete de tabaco de liar en un bolsillo del extremo de la tienda.
—Lo que quiero decir es que… lo siento —admitió—. Puede que seamos muy diferentes, pero nos compenetramos bien. El problema es que no pensaba lo mismo al principio, no te conocía lo suficiente.
Un silencio tenso se adueñó de la tienda. Justin tosió, incómodo. Leo sonrió lentamente y poco después lo asfixió entre sus brazos. Las rastas de leo le arañaban la piel de las mejillas, pero permaneció muy quieto aceptando el abrazo del Mendigo.

 

— ¡Te perdono, tía! —exclamó leo, la mar de feliz. La soltó poco después, dejándole exhausto—. ¡Y ahora celebremos nuestra amistad con un porrete!
Taeyeon rio, cosa que le extrañó hasta a sí misma y esperó mientras leo liaba con maestría aquel cigarro de hierbas medicinales. Ambos permanecieron en el interior de la tienda mientras escuchaban el ajetreo que el resto armaba fuera. Taeyeon no fumó, pero la humareda que le envolvía comenzó a marearle. Suspiró, colocando su almohada plegable sobre el suelo y extendiendo las sábanas nuevas.

 

— ¿Sabes? Tu hermana pretende dormir con jessica —le informó a leo.
Leo abrió mucho los ojos, sorprendido, al parecer.

 

— ¡Ni de broma! Yo no quiero cambiar de cuñada —se quejó, como un niño pequeño—. Le pediré a jessica que me deje dormir en su tienda y así Tiffany tendrá que dormir aquí, ¿no crees, chavala?
Taeyeon sonrió travieso. Por supuesto que lo creía. Probablemente aquella era una de las mejores ideas que leo había tenido en toda su vida

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Comments

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LlamaAmerica #1
Chapter 31: Que como que así termina? Awwww quiero más!
De todos modos fue una hermosa historia *-* <3
LlamaAmerica #2
Chapter 29: Ayyy :(
LlamaAmerica #3
Chapter 28: No quiero que se vaya :(
LlamaAmerica #4
Chapter 27: Que bien Tae por fin! Jajaja
LlamaAmerica #5
Chapter 26: Jajajajaja esto están matado xD
LlamaAmerica #6
Chapter 25: Jajajaja que buen hermano el leo xD
LlamaAmerica #7
Chapter 24: Que desastre este!!! /:
LlamaAmerica #8
Chapter 23: Jajajajaja el papa? Wtf!! xD
LlamaAmerica #9
Chapter 22: Pero Tiff porque te pones así :(
LlamaAmerica #10
Chapter 21: Jajajajaja
Es que son una pareja tan dispareja xD