Señorita enfermera

Beso de murciélago (taeny)

— ¡tiffany, no te vas a creer lo que pasó anoche! Estuve con tu amiga, la inglésa que... lee dejó de hablar en seco cuando descubrió dos bultos que se incorporaban en la cama. Abrió los ojos, sorprendido. Una risita tonta escapó de

Sus labios.

 

 

— ¡Oh, vaya! Veo que taeyeon se lo siguió pasando en grande después...

—Sonrió pícaro, ladeando la cabeza—. ¡Qué marcha lleva la chavala! Es todo un semental.

Taeyeon parpadeó confundida, mirando como loco a su alrededor. Le escocían mucho los ojos. Se topó con la encorvada silueta del Mendigo.

— ¡leo ha resucitado! —explotó la rubia, admirada.

— ¿Eh? —lee enarcó las cejas.

—Por cierto... —taeyeon parecía confundida—. ¿Qué narices hacéis en MI cuarto?

 

 

Tiffany se sentó en la cama y se apoyó en la cabecera. Bostezó. Después observó a taeyeon de reojo, sin demasiado interés.

—Perdona, idiota, pero este es mi cuarto —aclaró. Ella se destapó rápidamente, mirándose a sí misma de arriba abajo. Leo reía en el otro extremo de la habitación.

— ¡Y llevo el pijama puesto del revés! ¿Qué me has hecho, tiffany?, ¿qué me has hecho?

 

 

La joven resopló, molesta, mientras se ponía unos coloridos calcetines.

—Pero ¿qué dices, atontada? Fuiste tú quien se abalanzó anoche sobre mí, y me miraste con esa cara de china feliz; dijiste que te daba miedo dormir sola.

La habitación quedó sumida en un incómodo silencio que lee rompió sin miramientos.

 

 

—Bueno, vamos al grano... ¿te la tiraste o no?

— ¿Tirar?

— ¿No recuerdas si mojaste? —Se tocó una rasta distraído, y taeyeon torció el gesto.

— ¿Mojar?

 

 

Tiffany se levantó de la cama, se anudó el batín alrededor de la cintura y quitó algunos trastos que reposaban sobre la silla del escritorio.

—leo, no pasó nada. —Se frotó la frente—. ¿Se puede saber que hiciste ayer? Eres un irresponsable.

Su hermano se encogió de hombros.

 

 

—Pues que montamos una buena bacanal entre el señor Porro, taeyeon, don Alcohol, mister ginger y yo —Sonrió orgulloso—; el perro se lo pasó en grande.

— ¿Qué? —tiffany alzó los brazos alarmada.

— ¡Pero no te preocupes! Mister ginger está ahí, tirao en el pasillo. Le he tomao el pulso y sigue vivo. O eso parece.

— ¡Uuuh, mi cabeza...!

 

 

Tiffany se giró y reparó por primera vez en taeyeon, que se tambaleaba intentando levantarse de la cama como si fuese una niña de un año aprendiendo a caminar. Taeyeon estaba más pálida de lo habitual, tenía el cabello revuelto y Despuntado y sus ojos grises ya no se mostraban malévolos, sino más bien tristones.

 

 

—Veo la luz... la luz... —gimoteó—. Es el fin. Me muero —añadió, a punto de sollozar.

—Solo he apartado la cortina y están entrando los rayos del sol, imbécil; no tienes más que resaca.

 

 

— ¿Qué? ¡Estoy enferma!

—No es una enfermedad, es un efecto secundario.

— ¡Tengo un efecto secundario! —exclamó, preocupada—. ¿Dónde están mis analgésicos? ¡tiffany, muévete!, ¡haz algo!

Leo rio nuevamente. Cogió la ropa sucia que su hermana le tendía para bajarla al cuarto de la lavadora y le guiñó un ojo a la inglesa.

— ¡No pasa nada, tronco! —le animó—. Yo he pasado muchas de esas, al final te acostumbras. Eso no es na.

Taeyeon agradeció que el Mendigo desapareciese escaleras abajo. Volvió a tumbarse en la cama. Veía borroso, como si se le hubiese metido una pestaña en los ojos. Y su cabeza retumbaba simulando una melodía de música tecno.

Notaba el cuerpo dolorido; cada uno de sus músculos y células se resentían. Se llevó las manos al estómago, que estaba revuelto, mientras tiffany reía al tiempo que ordenaba su habitación.

 

 

— ¿A qué esperas para ir a por ese analgésico? —Insistió ella—. Mira, los medicamentos están en la maleta roja, al fondo del armario, en el extremo derecho.

Tiffany la miró desde arriba, de brazos cruzados.

—Tendrás que pagar las consecuencias. No haberte emborrachado.

Ahora levanta el culo de la cama y cuídate tú solita.

 

 

— ¿Yo solita...? ¿Te has vuelto loca o qué? —La miró apenada, como un perro abandonado en una carretera desierta—. Voy a necesitar tus servicios a lo largo de todo el día. Si no lo haces, me chivaré a tus padres.

 

 

Tiffany arrugó la nariz. Odiaba que la chantajeasen. Pero, ciertamente, si sus padres llegaban a estar al tanto de la situación... la castigarían de por vida; jamás volvería a ver la luz del sol. Cabreada, se dirigió a la habitación de la inglesa arrastrando los pies, en busca de los analgésicos.

La puerta estaba entreabierta, tal como ella la había dejado el día anterior. Suspiró, ojeando la estancia. Había cambiado mucho desde que la nueva inquilina la ocupaba. No había ni una mota de polvo, ni un ápice de suciedad... era la habitación más pulcra que tiffany había visto en toda su vida.

 

 

Y eso que su madre era una gran amante de la limpieza. En la cama de taeyeon correctamente hecha, no se dibujaba ninguna arruga; la colcha casi parecía de un material sólido. Comprobó que no hubiese nadie tras ella cerró la puerta

Del cuarto, deseosa de cotillear un poco. Solo un poco...

 

 

Abrió el primer cajón de la mesita de noche, donde los objetos, como era de esperar, estaban rigurosamente ordenados; clasificados por color, como una escala artística. En el lado derecho reposaba un móvil negro, y junto a él, un bote gris de gotas para los ojos; después le seguían una pequeña libreta azul oscuro, un monedero de un azul más claro... y así hasta llegar a los colores más cálidos; a la izquierda había colocado unos bastoncillos para los oídos dentro de una caja granate.

 

 

Rio sola, dada la ridiculez de taeyeon. Ella jamás hubiese tenido la suficiente paciencia como para organizar de aquel modo un simple cajón. Es más, en el suyo solía terminar metiendo las cosas a presión. Ojeó el segundo cajón, donde solo había una fotografía. La imagen lo mostraba sonriente rodeado por lo que parecía un sequito de guardaespaldas (gafas de sol incluidas), criadas que le pellizcaban los mofletes cariñosamente, lo que indicaba que era la niña mimada

De la casa, y un hombre alto y estirado, de temple serio y bigote rizado, que tenía pinta de mayordomo. Tiffany dejó la foto en su lugar, confundida, preguntándose si no hubiese sido más normal que taeyeon guardase una instantánea de él con sus padres y no con el servicio de la casa.

Como era de esperar, la ropa de la joven inglesa se encontraba impecablemente doblada y colgada en las perchas del armario. Tiffany supuso que ella se asustaría si llegase a abrir el suyo. Suspiró, sintiéndose un tanto culpable Por entrometerse en asuntos ajenos. Sacó de allí el maletín rojo, lo abrió encima de la cama y buscó los analgésicos. Aquello no era un simple maletín. Era, más bien, el equipo que un neurocirujano reconocido utilizaría para una complicadísima operación. No encontró los malditos analgésicos, así que terminó llevándose el maletín a su habitación. Cuando entró, taeyeon gimoteó afectada, para llamar su atención.

 

 

— ¡Cuánto has tardado! ¿Tan pocas neuronas tienes como para no poder encontrar un maletín que, por si fuera poco, es de color rojo intenso? —espetó hostilmente, para no perder la costumbre.

 

 

—No te pases, inválida borracha —Le señaló con aire amenazador—, podría abandonarte a tu suerte. Y, créeme, siendo como eres, no sobrevivirías tú sola ante una resaca.

 

 

En eso tenía razón, de modo que taeyeon procuró mantener la boca cerrada. Le ordenó algunas cosas más. Se tomó tres pastillas para el dolor de cabeza y vitaminas extras. Después, tambaleándose, bajó las escaleras hasta el salón con la ayuda de tiffany.

—Pondré alguna película —dijo tiffany, tras acomodarlo en el sofá y ponerle sobre la frente un paño mojado—. El rey león, por ejemplo, hace tiempo que no la veo.

— ¿Es de dibujos animados? —preguntó taeyeon, al tiempo que miraba la carátula.

—Sí. —Le observó con curiosidad—. ¿Es que no la has visto?

—Yo no veo memeces.

—Ya, claro, perdone, Majestad, lo había olvidado.

 

 

Tiffany se dejó caer sobre el sofá, a su lado, y apretó el botón de «Play» mientras refunfuñaba. ¡Era tan sumamente raro! No conocía a nadie que no hubiese visto El rey león. Poco a poco comenzaron a aparecer las primeras imágenes de la película.

 

 

—Presiento que va a ser un tostón —dijo taeyeon. ¡Como si a alguien le importase su opinión! Tiffany puso los ojos en blanco.

Justo durante el nacimiento de Simba, taeyeon comentó que, si tuviese que elegir a un personaje de la película, ella sería, obviamente, Mufasa, la líder del clan. Tiffany rio por lo bajo, a sabiendas de lo que venía a continuación.

Para no gustarle la película, taeyeon lo disimulaba realmente bien. Sus ojillos grises estaban fijos en la pantalla del televisor como si lo hubiera abducido. Tenía los mofletes colorados a causa de la emoción contenida. Mufasa, el personaje que le representaba, acababa de morir por culpa de Scar.

 

 

—Pero ¿por qué? —Miró a tiffany apenada, casi sin pestañear. Y ella temió que llorase—. ¡Pobre Simba! Ahora está tan solo...

Después llegaron las secuencias donde aparecían Timón y Pumba. A taeyeon no le hizo ni pizca de gracia que estos se alimentaran de bichos. Su expresión se tornó agria y sus labios se fruncieron esbozando una mueca de profundo asco. Sin embargo, cuando Simba encontró a Nala y se hizo mayor, taeyeon se giró hacia tiffany sonriente.

— ¡Ahora yo soy Simba, que seguro que acaba siendo el líder del clan!

—Alzó una mano—: Y ni sueñes con la idea de ser Nala, porque ni de coña. Esa leona, aun siendo de dibujos, es más mona que tú.

—No estás bien de la cabeza. Es una película, no hace falta que te identifiques con ningún personaje en concreto. Simplemente, mírala y cierra la boca —le reprochó jessica.

Ginger apareció en el salón meneando la colita. Tiffany lo cogió entre los brazos para subirlo al sofá.

—Quita a ese chucho de mi vista —exigió taeyeon.

—Tiene los mismos derechos que tú.

Tiffany lo posó sobre el sofá, y la inglesa clavó sus ojos amenazadores en el animal.

—... Además, me han contado que anoche estuviste de fiesta con él —añadió tiffany.

—Anoche pasaron muchas cosas que no recuerdo —aclaró taeyeon, contrariada.

 

 

Volvió a fijar su mirada en el televisor. Se estaba desatando la guerra final entre ambos clanes de leones, cuando una imagen pasó velozmente por la mente de taeyeon, dejándola anonadada. Sentada sobre el sofá, rígido, con los

Hombros tensos, giró su rostro hacia tiffany a cámara lenta y la señaló con el dedo. Su dedo temblaba mientras ella lo sostenía en alto.

— ¡Tú! —Se le quebró la voz y tuvo que tragar saliva—. ¡Tú... me besaste anoche! —gritó, fuera de sí.

Tiffany sintió que se ruborizaba lentamente, al tiempo que comenzaban a sudarle las palmas de las manos. Taeyeon lo vio todo claro. Jamás se había sentido tan furiosa.

— ¡Te aprovechaste de mí porque estaba borracha! ¿Cómo pudiste, tiffany...? ¡Qué bajo has caído! —la acusó.

Ella se volvió furiosa hacia ella, dispuesta a afrontar la situación.

— ¡Cierra la boca, idiota! Fuiste tú quien me besó. Y no sabes lo horrible que fue. Besas mal, muy mal —mintió descaradamente—. Y por si eso fuese poco, después te empeñaste en dormir conmigo.

 

 

— ¿Te has vuelto completamente loca? Veo que has tocado fondo. Eso es imposible. Yo nunca haría algo así.

—Ya, claro, también decías que eras la persona más sana del mundo y mira cómo acabaste anoche.

—Fue culpa de tu hermano.

—lee no te metió ningún embudo en la boca para obligarte a beber.

Empinaste el codo tú solito.

 

 

Taeyeon se removió incómoda en el sofá, alternando su mirada entre el perro y tiffany, que estaba cruzada de brazos. Realmente no estaba muy seguro de qué era cierto y qué era mentira. No recordaba bien lo sucedido la noche anterior. Pero, si era cierto que había besado a tiffany, debería odiarse por toda la eternidad. Era, con diferencia, lo peor que había hecho en toda su vida. Sería la mancha negra sobre su pulcro expediente.

 

 

—Te odio —dijo, como conclusión—. Y encima, por tu culpa, no he podido terminar de ver cómo me coronaban.

—Tú no eres Simba, métetelo en la cabeza, imbécil.

—Estás celosa porque te gustaría ser Nala y sabes que no llegas a ese nivel. No la pagues conmigo. Y ahora, si no te importa, tráeme un vaso de agua, tengo la garganta seca.

— ¿Por qué no pruebas a levantarte tú del sofá y así haces un poco de ejercicio? Engordarás como sigas sin moverte.

Taeyeon bufó, hastiada.

—Mi anatomía es perfecta por pura naturaleza; no tengo nada que corregir. Tú, en cambio, sí deberías comenzar a replantearte algunos retoques, ¡que buena falta te hacen!

Tiffany se estaba poniendo furiosa. Detestaba aquel tono de superioridad con el que hablaba el inglés. Era repugnantemente aristocrático.

—Ayer, cuando me besaste, no parecías pensar lo mismo.

 

 

Taeyeon cerró los ojos con fuerza. No le gustaba que le atacase de aquel modo tan... sucio. Ella estaba en desventaja, porque seguía sin recordar qué había ocurrido exactamente en aquel maldito cuarto de baño. Suspiró, abatida.

Era duro soportar aquella tortura.

Entonces, por increíble que pudiese parecer, despegó sus posaderas del sofá y se levantó. Lo hizo despacio, pero lo hizo. Les dirigió a ambos, tanto a

Tiffany como a ginger, una mirada de profundo odio contenido, antes de dirigirse con largos traspiés hacia la cocina. Una vez allí, se sentó a la mesa y se llevó las manos a la cabeza. Pero ¿qué había hecho? ¿Por qué narices no se había quedado en la cama, calentito, sin meterse en problemas? Ahora tiffany podría burlarse de ella eternamente, utilizando lo ocurrido la noche anterior. Era horrible.

 

 

En su perfecta vida en Londres no ocurrían esas cosas. Allí lo tenía todo bajo control. Jamás le sorprendía ningún acontecimiento, nunca nada se salía de los límites establecidos. Ahora su día a día era como una rueda que no dejaba de girar, y ella no podía seguir aquel ritmo desenfrenado. Le superaba. Se sentía perdida y hundida. Cerró los ojos y respiró hondo, procurando mantener el control. El rostro sonriente de tiffany acudió a su mente como un huracán.

 

 

En realidad no era tan fea; no, más bien pasaba por ser una chica normalita tirando a guapa. Bastante guapa. Tenía una nariz graciosa y los ojos grandes, alargados y expresivos. Su piel era cuidada (de forma natural, al

Parecer) y tenía todo el aspecto de ser suave. Eso a ella le gustaba. Las pieles suaves eran su debilidad. De su anatomía no podía decir mucho. Solo sabía una cosa: que era delgada. Pero, como vestía con anchas sudaderas que le tapaban el culo e incluso la parte alta de los muslos, no había llegado a advertir si tenía un cuerpo bien formado o no. De todos modos, ¿por qué estaba pensando en eso? ¡Ah, sí! Porque quería sentirse menos culpable por haberse besado con ella. Tampoco daba tanto asco (solo un poco, quizá). La verdadera razón por la que la detestaba era por su despreocupación a la hora de vivir

 

 

—Como si los relojes no existiesen— y aquel modo desvergonzado e imperturbable que tenía de hablar.

Se levantó, se dirigió a la pila y escurrió el paño con el que tiffany le había cubierto la frente. Mientras cerraba el grifo del agua fría, oyó un ladrido detrás de ella y se giró bruscamente. El perro y taeyeon se miraron fijamente durante unos segundos.

—Vete —le ordenó, sin un atisbo de duda en el tono de su voz.

— ¡Guau, guau!

 

 

Ginger meneó la colita despreocupado y pareció sonreírle. Se acercó a ella a paso lento, alzó la pata y un líquido amarillento comenzó a empapar el pijama de raso de taeyeon.

—Pero ¿qué...? ¡Ah, quita, chucho, quita! ¡Hijo de putifer!

Taeyeon dio un paso a atrás. Sollozó. Aquello era demasiado. El perro acabó de hacer sus necesidades y se fue corriendo escaleras arriba.

 

 

— ¡TIFFANY, TIFFANY!

Tiffany entró asustada en la cocina. Se esperaba lo peor.

— ¿Qué te pasa ahora, borracho?

— ¡ME HA MEADO! Tu asqueroso perro se ha meado en mi pierna.

 

Tiffany no pudo evitar reír por lo bajo. Alzó una mano, despreocupada. —Tranquila, solo está marcando territorio. —Soltó una brusca carcajada y pestañeó en exceso—, ahora eres suya, taeyeon, eres suya.

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Comments

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LlamaAmerica #1
Chapter 31: Que como que así termina? Awwww quiero más!
De todos modos fue una hermosa historia *-* <3
LlamaAmerica #2
Chapter 29: Ayyy :(
LlamaAmerica #3
Chapter 28: No quiero que se vaya :(
LlamaAmerica #4
Chapter 27: Que bien Tae por fin! Jajaja
LlamaAmerica #5
Chapter 26: Jajajajaja esto están matado xD
LlamaAmerica #6
Chapter 25: Jajajaja que buen hermano el leo xD
LlamaAmerica #7
Chapter 24: Que desastre este!!! /:
LlamaAmerica #8
Chapter 23: Jajajajaja el papa? Wtf!! xD
LlamaAmerica #9
Chapter 22: Pero Tiff porque te pones así :(
LlamaAmerica #10
Chapter 21: Jajajajaja
Es que son una pareja tan dispareja xD