Las ranas no se convierten en princesas

Beso de murciélago (taeny)

Los párpados de Taeyeon se agitaron nerviosos. Abrió los ojos poco después, preguntándose por qué Tiffany estaba durmiendo plácidamente entre sus brazos. Entonces recordó lo ocurrido la noche anterior y no pudo evitar sonreír tímidamente.
 

Contempló los rojizos labios entreabiertos de Tiffany, el cabello desordenado, que se desparramaba por la almohada, las graciosas pecas que recorrían el contorno de su nariz… Era realmente adorable.
Alzó una mano, dispuesta a hundir los dedos entre las ondulaciones de su pelo, pero la dejó suspendida en el aire cuando advirtió que alguien acababa de abrir la puerta. Frunció el entrecejo, molesto por la interrupción.

 

— ¡Buenos días, parejita! —gritó leo.
El Mendigo llevaba una bandeja de plástico, repleta de diferentes alimentos, que dejó sobre la mesita de noche de Tiffany. Ella, aturdida, se giró hacia su hermano.
— ¿Qué haces, leo? —le preguntó.
—Os he traído el desayuno. —Se encogió de hombros—. Para desearos una vida próspera, feliz y… Bueno, todo eso.
Taeyeon se sentó sobre la cama. Solo entonces se dio cuenta de que había dormido con la misma ropa que llevaba la noche anterior y ahogó un gemido.
— ¡Dios mío! —Agitó el cuerpo de Tiffany —. ¡Levanta de una vez, estas sábanas están llenas de gérmenes!

 

Descubrió que ella también llevaba todavía los vaqueros ajustados y la camiseta marrón. Era asqueroso; después de haberse juntado con toda la chusma y haber entrado en una discoteca repleta de humo, sudor y demás porquería. Leo arrugó la nariz.
—Oye, seguís vestidos —farfulló—. Así que anoche ni siquiera hubo marcha.
—leo, ¡por favor!, desaparece.

 

Leo se marchó cabizbajo, quizá algo dolido por el recibimiento de los otros dos. Taeyeon se levantó de la cama y, tras calzarse los zapatos, tiró a Tiffany del brazo con tanta fuerza que ella acabó en el suelo.
 

— ¡Au! —Se quejó ella, frotándose el codo—. Pero ¿qué haces, estúpida?
—Salvarte de una muerte segura —respondió ella y, acto seguido, comenzó a quitar las sábanas de la cama, hizo una bola con ellas y las lanzó a un rincón de la habitación. Una vez el colchón se quedó desnudo, se miró las manos y su rostro se contrajo en una mueca de asco—. Perdona, pero ahora tengo que ir al baño a lavarme —le dijo, al tiempo que salía de la habitación.

 

Tiffany se quedó allí, sentada en el suelo de su cuarto, con la vista clavada en el colchón de la cama. Se preguntó si aquello sería un despertar normal para Taeyeon. Probablemente sí. Respiró hondo, procurando encontrar la calma perdida. A nadie le gusta que rompan sus sueños tirándole de la cama.
Taeyeon regresó cinco minutos más tarde.

 

— ¿Todavía sigues ahí, Tiffany?
Le dirigió una mirada de reproche antes de sacar del armario un juego limpio de sábanas y hacer de nuevo la cama —previa inspección del colchón, por si quedaba algún resto bacteriano—. Cuando terminó, Tiffany había logrado levantarse y situarse a su lado.

 

— ¿No crees que es un poco exagerada? —le preguntó.
— ¿No crees que tú eres un poco… sucia? —contraatacó ella.
Tiffany se quedó con la boca abierta y le dio un manotazo en el hombro.
— ¡Acabas de llamarme guarra!
—No pretendía ofenderte —Le sonrió como si ella tuviese tres años—; pero a veces es bueno que otros nos señalen nuestros defectos para que podamos advertirlos y, seguidamente, solucionarlos.
Tiffany negó con la cabeza, cabreada, y se dirigió a paso rápido hacia la cocina dispuesta a desayunar algo antes de enfrentarse nuevamente a Taeyeon.

 

Pensó que quizá él podría cambiar, creyó que Taeyeon se convertiría mágicamente en un chica normal y corriente después de aquel beso —como las ranas que terminan siendo príncipes—, pero, obviamente, se había equivocado. Taeyeon no dijo nada mientras untaba dos tostadas con mantequilla y ella removía su café con parsimonia.
 

— ¿Y bien…? —comentó ella, cuando ambos terminaron de desayunar.
—Y bien, ¿qué?
— ¿Ni siquiera piensas hablar sobre lo que pasó ayer? —le preguntó—. Por si no lo recuerdas, me pediste que durmiese contigo.
Tiffany rio, nerviosa.

 

—Por si a ti también te falla la memoria, antes de que eso ocurriera, tú me besaste.
Taeyeon la acuchilló con la mirada. Iba a decirle cualquier barbaridad que se le pasara por la cabeza cuando leo apareció en la cocina, cargado de nuevo con la bandeja del desayuno intacta que había dejado sobre la mesita de Tiffany.

 

— ¡Ni siquiera os habéis dignado probarlo! —se quejó—. Y me ha costado mucho averiguar cómo funcionaba el exprimidor de naranjas.
 

—Lo siento, leo —contestó su hermana—. Pero ahora estamos ocupados, ¿hablamos luego?
Leo frunció los labios.
—Así que, como sois parejita, me margináis.
—Oh, no, no es eso…
—Ya, claro. —Les miró dolido—. Esperaré en el salón, con Whisky, mientras encuentras una buena excusa.

 

Y acto seguido volvió a desaparecer. Taeyeon intentó contener la risa, y Tiffany le dirigió una mirada punzante y amenazadora. Ella tosió y consiguió mantenerse seria.
—Entonces… —balbució—, tú y yo ahora… ¿qué somos?
—Personas —contestó Tiffany. No se atrevía a dar una respuesta sobre lo que realmente Taeyeon pretendía averiguar.
—Idiota, me refería a nuestra situación tras los acontecimientos de la pasada noche.
—Deja de llamarme idiota —se quejó Tiffany.
—Deja de parecerlo, entonces.

 

Tiffany suspiró, dejó el vaso sobre la pila de la cocina y se apoyó en ella. Taeyeon también se levantó para llevar su plato, y permaneció cerca de Tiffany, estudiando sus movimientos. Respiraba agitada, así que supuso que estaba nerviosa. Eso le gustó.
— ¿Te gusto? —le preguntó ella.
Y Taeyeon tembló ante aquella complicada cuestión.
— ¿Te gusto yo a ti?
— ¿Quieres dejar de contestarme con otra pregunta? ¡Taeyeon, esto no es una competición!
Taeyeon iba a responder que sí, que sí le gustaba, pero justo en ese instante sonó el teléfono y Tiffany le apartó a un lado para poder descolgarlo.



— ¿Diga?
— ¡Cariño, soy mamá! —exclamó la señora Hwang al otro lado de la línea. Tiffany suspiró—. ¡Ya me he enterado de la noticia! ¡Y no sabes cuánto me
alegro!

 

Tiffany frunció el entrecejo, y Taeyeon la observó contrariada, intentando adivinar con quién hablaba.
— ¿De qué noticia estás hablando?
— ¡Taeyeon es fantástico, un buen partido! —Prosiguió su madre, omitiendo su pregunta pero dándole a entender la respuesta—. Hacéis una pareja perfecta. Tú padre y yo llegaremos a casa esta tarde.
— ¡Por favor, mamá! —Tiffany sintió ganas de llorar, pero logró contenerse—. ¿Se puede saber quién te ha dicho eso?
—Bueno, cielo, papá me está esperando fuera del hotel, vamos a visitar el museo de la ciudad —dijo, hablando atropelladamente—. Nos vemos en apenas unas horas. Cuídate, Tiffany, ¡y usa protección, cariño, úsala!

 

Acto seguido la señora Hwang abandonó la línea, y Tiffany se quedó atontada con el teléfono pegado a la oreja. Taeyeon la sacudió por los hombros.
— ¿Qué te pasa?
—Nada —le dedicó una sonrisa forzada y después cogió mucho aire antes de gritar con todas sus fuerzas—. ¡Leo, VEN AQUÍ AHORA MISMO!
Como era de esperar, leo no apareció.

 

Tiffany cerró con fuerza los ojos y volvió a abrirlos de golpe; después le explicó a Taeyeon, sin entrar en detalles, la conversación que acababa de mantener con su madre. Ella sonrió con fanfarronería cuando ella repitió la frase «Es un chica fantástica, un buen partido».
—Qué lista es tu madre —musitó.
La joven negó con la cabeza, incrédula.
—Pero ¿es que ni siquiera te preocupa lo que mis padres puedan pensar? ¡Por Dios, mi madre me ha pedido que use protección! ¡Somos mujeres!—Tiffany agitó los brazos. Cuando sus padres llegaran no se atrevería a mirarles a la cara.

 

Taeyeon se encogió de hombros.
— ¿Y…? Está claro que tienes que usar protección —dijo—. No tienes idea de la cantidad de enfermedades venéreas que hay hoy en día. Te sorprenderías, en serio.
Ella abrió mucho la boca y se quedó así un buen rato, medio atontada, hasta que terminó propinándole a Taeyeon el segundo manotazo del día. Se lo merecía de veras. Ella rio como una chiquilla y salió corriendo de la cocina, pero Tiffany logró alcanzarla y, cogiéndole por el cuello de la camisa —cosa que molestó mucho a Taeyeon —, le pidió que la acompañase para hablar seriamente con leo.
Su hermano se encontraba tumbado en la cama de su habitación, y una pequeña sonrisita curvaba sus labios, por lo cual Tiffany supuso que estaba al tanto de la llamada y que, cuando ella había gritado su nombre, había permanecido callado a propósito. Taeyeon se quedó rezagada en la entrada de la habitación, mirando con aire desdeñoso a su alrededor, como si aquello fuese un criadero de cerdos, mientras que Tiffany se adentró hasta situarse al lado de su hermano.

 

— ¿Algún problema, hermanita? —preguntó leo, haciéndose el gracioso.
— ¿Por qué has tenido que decirle algo así a mamá?
—Si no hubieseis ignorado mi desayuno quizá habría sido más solidario.
—No te lo perdono, leo—contestó Tiffany y le apuntó con un dedo acusador. Taeyeon rio a sus espaldas—. ¿Y a ti qué te hace tanta gracia, tonta?
—Sigo disfrutando cada vez que te cabreas.

 

Tiffany salió de la habitación a paso rápido y entró en la suya. Taeyeon la siguió sin pensárselo demasiado. Ella se sentó en la cama y se llevó las manos a la cabeza; ella permaneció muy quieta, a su lado, convirtiéndose en una estatua.
—Tampoco es para tanto —comentó Taeyeon, al cabo de un buen rato—. Además, tu madre me ama. Me ama casi más de lo que te ama a ti.
Tiffany suspiró hondo y le dirigió una punzante mirada.
—Vale, retiro lo último —rectificó él, alzando las manos en son de paz.
—Taeyeon, es que… no te lo tomes a mal, pero… —Se esforzó por no apartar la mirada de sus ojos miel mientras procuraba dar con las palabras correctas—, pero… tú eres rara. Esto es raro. La situación es rara.
—Tú también eres rara para mí.
—El problema es que yo… no sé cómo podría terminar todo esto —explicó, gesticulando en exceso con las manos; cuando se dio cuenta de ello, las dejó caer sobre su regazo—. Es probable que dentro de unas horas intentemos matarnos la una a la otra.
Ella sonrió y se encogió de hombros.
—Bueno, tampoco sería una novedad.
—Ya, pero no es lo normal.
— ¿Tú quieres algo normal?, ¿es eso? —Encontró atisbos de valor escondidos en algún lugar remoto y logró mirarle a la cara.

 

Tiffany pareció dudar; entreabrió los labios, pero no logró contestar a las preguntas de Taeyeon. Ella se perdió en el mar de sus ojos y se preguntó si realmente sería posible que estuviesen juntas. Juntas, como esas parejas que paseaban por
el parque mientras degustaban un helado. Negó con la cabeza, absorto en sus pensamientos. Lo cierto era que a ella no le agradaba la idea de compartir su comida con nadie…
Volvió a mirarla. Se olvidó del helado, del parque y del resto de las parejas felices. Tiffany alzó despacio una mano, trémula, y terminó posándola sobre la mejilla de Taeyeon; ella, sorprendentemente, agradeció el calor de su piel y se le antojó reconfortante. Sonrió y se acercó hacia su rostro regalándole un tímido beso en la comisura de los labios.

 

—Hagamos algo juntas —le dijo.
Tiffany correspondió su sonrisa, y Taeyeon se relajó un poco. Advirtió que llevaba media hora sentado en la cama con todos los músculos del cuerpo en tensión y la mandíbula ligeramente apretada.
— ¿Te apetece ir a la feria? —preguntó Tiffany, alegre.

 

Ella tragó saliva despacio antes de asentir, temiéndose lo peor.

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Comments

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LlamaAmerica #1
Chapter 31: Que como que así termina? Awwww quiero más!
De todos modos fue una hermosa historia *-* <3
LlamaAmerica #2
Chapter 29: Ayyy :(
LlamaAmerica #3
Chapter 28: No quiero que se vaya :(
LlamaAmerica #4
Chapter 27: Que bien Tae por fin! Jajaja
LlamaAmerica #5
Chapter 26: Jajajajaja esto están matado xD
LlamaAmerica #6
Chapter 25: Jajajaja que buen hermano el leo xD
LlamaAmerica #7
Chapter 24: Que desastre este!!! /:
LlamaAmerica #8
Chapter 23: Jajajajaja el papa? Wtf!! xD
LlamaAmerica #9
Chapter 22: Pero Tiff porque te pones así :(
LlamaAmerica #10
Chapter 21: Jajajajaja
Es que son una pareja tan dispareja xD