De tras de la sombra le miraba como cada noche, admiraba a la belleza de cabello azabache que dormía tranquilamente sobre su cama. Trataba con todas sus fuerzas no abalanzarse hacia a ella y clavar sus colmillos en ese delicado cuello, a pesar de la distancia podía oler aquella esencia a vainilla que la chica poseía.

Aun se preguntaba cómo es que desea tanto probarla, saborearla pero a la vez protegerla de todo, estaba fuera de sus reglas, cada vez que tenían a su presa cerca simplemente atacaban hasta dejarlas seca, pero este no era el caso, suena irracional pero amaba ver sus mejillas rosadas y notar como su pecho subía y bajaba cada vez que el oxígeno viajaba por sus pulmones. Se acercó hasta estar a la orilla de la cama, sus ojos gatunos cambiaron a un color rojo claro y sus colmillos se asomaban más por sus labios, sabía que todo lo que hacía estaba mal si los de su clan se dieran cuenta la asesinarían pero también sabía que morir de esa forma valdría la pena. Quito los cabellos rebeldes que caían con gracia sobre el rostro de la joven, ni en sus siglos de vida sus ojos habían visto una belleza como esa, estaba idiotizada pasaría el resto entero de sus años admirándole, su rozada piel, sus labios entreabiertos, la rara forma en la que movía la nariz y sus cortos suspiros.

Pego un pequeño brinco al ver aquellos ojos ónice mirándole, se quedó estática, nerviosa por haber sido descubierta, nerviosa ella ¡por favor eso jamás! Pero esa era su realidad inten