Capitulo 3

Enamorada de mi profesor
Please Subscribe to read the full chapter

Capitulo 3

Estaba en un lugar precioso, un prado lleno de flores amarillas, con una luz dorada de atardecer. Estaba tumbada mirando algunas nubes esponjosas que pasaban lentamente. Cuando me giré a un costado, Taeyeon estaba allí, tumbado conmigo. Me sorprendí un poco, pero él me sonrió y poco a poco se acercó más a mí. Primero me tocó el pelo, acariciándolo hacia atrás dulcemente. Movió su dedo pulgar y lo pasó por mis cejas lentamente, acercando su cuerpo al mío cada vez más. Bajó por la nariz sin dejar de mirarme con aquella mirada intensa y penetrante. Siguió por la mejilla hasta deslizarse lentamente en mis labios. Los rozó lentamente, varias veces, con aquél tacto eléctrico que me estaba volviendo loca.

Finalmente deslizó su mano detrás de mi cabeza, suavemente, entrelazando sus dedos con mi pelo. Me apretó suave pero apasionadamente hacia él, y cuando estaba a punto de juntar sus labios con los míos… desperté.

 

Aquél fue el único sueño bonito que había podido tener en las apenas dos horas que había conseguido dormir. No me sentía bien del todo. Aquél sueño, a la vez de haber sido el más bonito que había tenido desde hacía mucho tiempo, me dejó una sensación extraña en el cuerpo. Las nubes que volvían a cubrir el cielo, no hacían más que acompañar mi estado de ánimo. Me sentía agotada y con los ojos hinchados. Ya hacía dos noches que no dormía bien. Me había pasado horas dibujando y escribiendo intentando conciliar el sueño, en vano. Las palabras de Taeyeon, pidiéndome que le dejara leer una de mis historias, me habían dado una gran motivación para seguir y aplicarme más que nunca. Por lo menos, la ceja iba curándose bien, y con un poco de suerte no dejaría apenas cicatriz.

Las primeras horas de clase pasaron muy lentamente y me alegró escuchar la sirena que anunciaba el comienzo del recreo. Por lo menos estaba más cerca de la última clase, en la que estaría Taeyeon, y el simple hecho de pensar que lo volvería a ver, me ponía nerviosa.

Cuando salí al patio, me senté como siempre en unos de los bancos más alejados del colegio, donde normalmente solían dejarme en paz, y esos escasos treinta minutos, los pasaba leyendo, escribiendo o dibujando, pero no sería el caso de ese día.

 

- ¿Qué haces aquí solita? –me saludo Nana en un tono forzado como si le hiciese ilusión verme, acompañada de sus perritos falderos.

Me pillaron completamente desprevenida. Estaba sumergida con uno de los dibujos que estaba acabando para una de mis historias, la que había empezado para Taeyeon, y ni siquiera vi que se acercaban. Intenté esconderlo disimuladamente antes de que Nana pudiese verlo, pero ya era tarde, y sin que pudiese darme cuenta, lo cogió.

 

- ¿Qué es esto? –dijo maléficamente mientras lo ojeaba. –¡Oh!, así que también dibujas, ¿eh?

La miré desafiante mientras me levantaba para intentar recuperar mi cuaderno. Intenté cogerlo, pero lo apartó, riéndose.

- Oh, ya veo. Quieres que te lo devuelva, ¿no? –y se rió mirando a las demás, que también rieron. –No sé, chicas, ¿qué os parece?

Se volvieron a reír. Intenté cogerlo de nuevo y nuevamente lo apartó.

La rabia me estaba empezando a hervir la sangre, y tenía ganas de pegarle un puñetazo en toda la cara de sapo que tenía, pero sabía que no debía rebajarme a su nivel. Tenía que mantener la calma, sin mostrarles ni un signo de debilidad. Nana volvió a mirar los dibujos, pasando las páginas con cara de desprecio.

- A mí me parece que son una basura. ¿Por qué querrías tener esta mierda? –dijo arrancando una de las páginas y rompiéndola por la mitad mientras soltaba su irritante risa.

Vi, con dolor, cómo arrancaba varias páginas, y poco a poco las iba rompiendo. Mis dibujos iban cayendo al suelo hecho añicos. Cuando terminó, se fue, no sin antes pisar mis dibujos rotos y soltar algún que otro insulto. Esperé a que se fuera para recoger los trocitos y guardarlos en mi mochila. Tendría que haberlo impedido, le tendría que haber pegado, o por lo menos intimidado, pero no pude.

Cuando lo recogí todo, me dirigí hacia el lavabo. Tenía ganas de llorar, así que si tenía que hacerlo por lo menos sería en privado. No les daría el gusto de que me viesen. Me sentía sola y débil, y sólo podía pensar en lo bien que me iría un abrazo de Taeyeon en aquel momento, un abrazo fuerte, que me hiciese sentir protegida, y entonces, cuando me tuviese sujeta, me diría con aquella preciosa voz que todo iría bien. Pero tenía que hacerme a la idea de que Taeyeon jamás me abrazaría, y jamás me besaría como estuvo a punto de hacerlo en ese bonito sueño.

Cuando estaba a punto de llegar al lavabo con el nudo de la garganta causándome mucho dolor, la voz de Taeyeon me sorprendió.

 

- ¡Tiffany! –me llamó desde mis espaldas al final de pasillo.

Lo ignoré, como si no lo hubiese oído, e intenté acelerar el paso. Si había alguien que no quería que me viese llorar ese era Taeyeon. Oí como él aceleraba el paso también y corrió hacia mí.

 

- ¡Tiffany, espera, por favor! –me suplicó ya casi a mi lado.

 

Me paré frustrada por el hecho de que me era imposible ignorarlo.

Estaba demasiado cerca. Me sequé las lágrimas rápidamente deseando que no se diese cuenta.

 

- Tiffany, ¿estás bien? –me preguntó ya a mi lado.

- Sí –dije un poco seca sin girarme.

- ¿Qué ha pasado allí a fuera? He salido justo cuando ya se iban, y te he visto recoger unos papeles del suelo –dijo preocupado.

- No ha pasado nada –contesté intentando camuflar mi tono cada vez más enfadado.

 

El nudo en la garganta se hacía cada vez más grande y me costaba incluso respirar con normalidad. Taeyeon se quedó allí parado, sin saber qué decir. Hice un movimiento como para seguir hacia el lavabo. Él se adelantó y me cogió por el brazo con suavidad y me giró hacia él.

 

- ¡Escúchame Tiffany, no tienes por qué dejar que te humillen!. Si tú quieres, nosotros podemos hacer que les abran un expediente y que te dejen en paz –dijo con una voz suave pero a la vez con desesperación y preocupación.

 

Lo miré, y no pude contener las lágrimas.

 

- Siempre ha sido así y ahora no va a cambiar. Sabes tan bien como yo que un expediente no les hará parar. Sólo quiero pasar el año y que me dejen tranquila en mi rincón.

Si consigo que piensen que no existo, será un buen año para mí –y de un gesto seco me solté de su brazo y seguí caminando.

 

Oí como volvía a pedirme que esperase, pero no me detuve. Me encerré en el lavabo y lloré en silencio hasta que toda la rabia se me había agotado, y entonces me sentí mal por haberle hablado mal a Taeyeon.

Las siguientes clases las pasé como siempre, intentando que nadie se fijase en mí, hasta que llegó la clase de historia del arte, con Taeyeon. Las ganas que tenía por la mañana ya no las tenía entonces. Me había visto llorar, y si había algo que de verdad me daba vergüenza era que me viesen llorar. Mi madre siempre me había dicho que llorar no era malo, pero a mí siempre me había parecido un signo de debilidad.

La clase de historia del arte con Taeyeon fue muy interesante, pero me sentía mal al recordar el tono que había empleado con él. Intenté no cruzarme con su mirada y me concentré en su voz que me calmaba.

Nana y las otras seguían intentando todo tipo de trucos para seducirle, o por lo menos para llamar la atención, pero a Taeyeon no parecía interesarle. Los demás chicos de la clase, nerviosos, las miraban deseando ser ellos los que recibieran tanta atención.

De vez en cuando miraba a Taeyeon cuando estaba segura que él no me veía, y recordaba aquel sueño, y cada vez me volvía a entrar aquel calor repentino y desconocido. No paraba de repetirme que tenía que dejar de pensar en él. Hacía veinticuatro horas que lo único que había en mi cabeza era él. ¿Cómo iba él a quererme a mí? Simplemente había sido amable, preocupándose como cualquier otro profesor lo haría por su alumna.

Minerva podía creer lo que quisiese, pero yo sabía que él no sentía nada por mí.

 

- Para la próxima clase quiero que hagáis una redacción de una página sobre vuestra pintura preferida y que expliquéis el porqué. También quiero que contestéis qué os parece que el autor quería transmitir con esa obra.

Puntuará para la nota final, así que aplicaros.

Anoté rápidamente en la agenda lo que había dicho y salí la primera de la clase justo cuando sonó la sirena. Vi de reojo que Taeyeon me hacía un gesto, pero no me paré. No quería volver a hablar con él del tema porqué seguro que me habría puesto a llorar otra vez.

Caminé rápido y con rabia. Me hubiera gustado que lloviese, porque así podría haberme concentrado en el frío, o en las macetas asesinas, o en cualquier otra cosa mientras no fuese en Taeyeon. Pero no, las nubes se habían disipado y, muy a mi pesar, el son brillaba con fuerza. Quería llegar a casa y olvidarme de todo. Estaba empezando a notar el cansancio acumulado de las dos noches anteriores en las que apenas pude dormir y quería intentar descansar aunque fuese una hora, pero no fue posible.

Cuando llegué a casa y me acosté, no pude parar de dar vueltas, y los recuerdos y pesadillas se mezclaban en una agobiante agonía, y lo que se suponía que tendría que haber sido una siesta reparadora acabó siendo todo lo contrario. Cuando me levanté estaba todavía más agotada que cuando me acosté, y con los ojos aún más hinchados. Decidí ir a dar una vuelta por el bosque y escribir un rato. Así me despejaría y pensaría en otras cosas.

Un poco de aire fresco no le hacía daño a nadie.

Me encantaba estar en el bosque rodeada de naturaleza. Me gustaba prestar atención a los diferentes sonidos y olores que encontraba por mi camino, y ver todo tipos de animales y plantas. Siempre que podía me escapaba a dar una gran vuelta de unas dos horas, y así encontraba serenidad. A veces encontraba un lugar bonito y me sentaba a escribir, dibujar o leer. Estar en el bosque me inspiraba.

Me pasé un buen rato caminando hasta que llegué a un bonito claro en el bosque que me recordó al que había visitado en mi sueño con Taeyeon, y la corriente eléctrica me volvió a sacudir, justo cuando me imaginaba a qué habría sabido ese beso, aunque hubiese sido en el sueño. Aquella sensación me cortaba la respiración.

La luz era preciosa y los pájaros cantaban animados. Me tumbé en el suelo, mirando los árboles dejando que el sol calentase mi piel. Era una sensación maravillosa. Intenté no pensar en nada, concentrándome en lo que me rodeaba y nada más. Y allí llevaba ya como unos diez minutos, bien tranquila y relajada, cuando de repente apareció una cara sonriente justo encima de mí que casi me provoca un paro cardíaco.

 

- ¡Aaaah! –chillé dándome el susto de mi vida.

Cuando pude concentrarme un poco en lo que estaba pasando, el corazón me dio un vuelco. Era Taeyeon.

- Perdona, no quería asustarte. Llevo un rato llamándote pero no me escuchabas –se disculpó sin poder reprimir una sonrisa.

- ¿Pero a ti qué te pasa? –le dije un poco enfadada mientras me levantaba aún alterada. – ¿Me quieres matar del susto o qué?

- Lo siento de verdad –dijo mientras no podía evitar sonreír.

- Y encima te hace gracia.

- No, no es eso, es que tienes la cabeza llena de hierbas –y siguió intentando evitar sonreír, en vano.

 

Me sacudí un poco para quitármelas, pero estaban por todas partes.

 

- Espera que te ayudo –me dijo amablemente.

 

Se acercó a mí y fue quitando las hierbas de mi pelo, y a mí se me aceleró el corazón al tenerlo tan cerca. Lo miré sonrojada intentando no parecer muy nerviosa.

 

- No te preocupes, da igual. Ya se caerán.

- Ya están casi todas –y sonrió mirándome a los ojos mientras quitaba las últimas hierbas.

 

Intenté acicalarme lo mejor que pude y respiré para tranquilizarme.

Me fijé en él, que también tenía la respiración acelerada, y me di cuenta de que había estado corriendo. Llevaba un conjunto de deporte que le quedaba increíble. Estaba un poco sudado y con las mejillas coloradas. Estaba muy y y a mí me estaba entrando muchísimo calor. Ahora el infarto me iba a dar por otras razones.

 

- ¿Cómo me has encontrado? –le pregunté extrañada dándome cuenta de la rareza del evento, aún un poco alterada - ¿O es que te dedicas a dar sustos así como así?

- Bueno, al principio no sabía que eras tú. Estaba corriendo por el camino y vi a alguien en el suelo. Me he acercado para asegurarme que estuviera bien, y luego he visto que eras tú –explico.

- ¿Y cómo es que vienes a correr por aquí? –le pregunté recogiendo mi mochila del suelo.

- Es un circuito que hago que da una vuelta entera y me lleva de vuelta a mi casa –me dijo mientras sacaba un teléfono móvil de los táctiles y toqueteaba la pantalla. –Perdona, voy a parar esto un segundo que sino sigue contando.

- Bueno, por mi no lo hagas, sigue si quieres. Estoy bien –le dije.

- No, tranquila, si ya estoy cansado de correr por hoy.

Hace unos días que no he salido y estoy un poco oxidado – me dijo mientras guardaba el teléfono y se ponía a estirar los cuádriceps. –Y tu por aquí sola… ¿ya crees que es seguro? –Preguntó un poco preocupado.

- Y tanto –Le contesté. –Te aseguro que cuando pongo mi cara de mala leche no hay quien se acerque.

Además sé defenderme sola –le dije sintiéndome orgullosa de mi seguridad.

- Pues tal vez tendrías que empezar a defenderte de según qué personas, ¿no? Porque a mí me parece que lo de la ceja no fue un tropiezo –soltó como si hubiese sido un impulso, aunque sin perder su tono amable.

Me cambió la expresión de golpe y él se dio cuenta.

- Lo siento pero no voy a hablar de eso. Es mi vida y sé cómo manejarla. No necesito que nadie me ayude. Sé apañarme sola –y me giré enfadada para irme.

Rápidamente se acercó a mí con su mejor expresión de disculpa.

- Perdona, Tiffany. Lo he dicho casi sin pensar. No sacaré más el tema –se disculpó.

Su voz era tan sincera que no pude renunciar a perdonarle. Miré al suelo unos segundos pensando e intentando calmarme.

- No te preocupes. No pasa nada –le dije suavizando mi expresión de enfado.

- Pero bueno, tengo que decirte que tu técnica de esquivo es buena, como la de esta mañana. Estoy sorprendido, la verdad –dijo un poco pícaro tentando el terreno.

Me miró sonriendo. Yo le sonreí.

- Si quieres podemos dar una vuelta –me propuso.

- Vale –le contesté después de pensarlo unos segundos.

- ¿Quieres que te lleve la mochila? –se ofreció caballeroso.

- No, tranquilo, ya puedo –le contesté sonriéndole, y nos pusimos a andar por el camino.

- Si llego a saber que te encuentro aquí no hubiese ido a correr, así ahora no estaría sudado –dijo un poco apurado.

- No te preocupes, de momento no hueles mucho –le dije bromeando, y él me miró divertido.

Si él supiese lo bien que

Please Subscribe to read the full chapter
Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
silvanaph #1
por favor no abandones este fic siguela por favor.... vuelve por favor :(
Valeri-blue #2
Chapter 8: No nos abandones o si no pensare que ese es el final.. Un final triste
dafnytae
#3
nos abandonaste :,(
isisaks #4
Chapter 8: Vuelveeeeeeee
LlamaAmerica #5
Heey seguirás esta historia? :(
silvanaph #6
Actualiza!!!!!!!!!!!!!!!!!!! por favor gracias
mafita13
#7
Actualizaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!! pooooorfaaaaaaaaaaa
shizuma123 #8
Chapter 8: Actualizaaaaaaaaaa
silvanaph #9
POR FAVOR Actualiza
silvanaph #10
Actualiza por favor el fic... sigue con el fic por favor