capitulo 2

Enamorada de mi profesor
Please Subscribe to read the full chapter

 

Se me aceleró el corazón. Pude ver como Taeyeon me hacía gestos desde un todoterreno algo antiguo. Me paré y él bajó la ventanilla.

 

- Sube que te llevo.

- No, gracias. Mi casa está muy lejos –respondí un poco nerviosa.

- Pues con más razón. Vas a pillar la gripe.

- De verdad, muchas gracias, pero ya voy caminando. No quiero molestar.

- No me molesta, si soy yo quien te lo ha ofrecido

–me dijo sonriendo.

 

 Me quedé un momento dudando sin saber qué hacer. Tenía la posibilidad de subirme en el coche del hombre más guapo del mundo y ahí estaba yo, dudando. También tenía que pensar con sangre fría (lo cual no era difícil ya que pronto llegaría a la hipotermia). ¿Y si era un asesino en serie? Era un poco imprudente subirse al coche de un desconocido, aunque desconocido del todo tampoco era.

 

- No te voy a raptar si es eso lo que te preocupa.

Sólo quiero acercarte a donde tengas que ir, está lloviendo mucho.

- Pero estoy chorreando, te voy a mojar todo el coche.

- No me importa. En serio. Ojalá fuese sólo eso todo lo que le hubiese pasado a este coche –contestó amablemente con una gran sonrisa.

 

Y me subí. Si algo me tenía que pasar no podía ser peor que la idea de seguir caminando bajo aquella gélida lluvia. Además era mi profesor.

Al entrar, me invadió un olor delicioso, dulce pero no empalagoso.

 

- Muchas gracias, no tendrías que haberte molestado.

La verdad es que me daba un poco de vergüenza estar en el coche con él. Entre la ceja que estaba un poco hinchada y mi pelo mojado pegado a la cabeza, no tenía mi mejor aspecto. Aunque siempre lo llevaba recogido, el viento se había encargado de soltarme algunos mechones que se me pegaban en la cara. No es que fuese tampoco una ‘top model’ con el pelo seco, pero un poco arreglada podía dar el pego. Del montón para arriba, diría yo.

 

- No te preocupes. Me alegra poder ayudar. ¿No tienes paraguas o un chubasquero?

- No. Es que no pensaba que iba a llover.

- Sí, la verdad es que se ha puesto así en un momento. Bueno, dime, ¿dónde quieres que te lleve?

Al fin del mundo, pensé, contigo donde sea.

Él también tenía el pelo un poco mojado, seguramente de llegar hasta su coche, pero a diferencia de mí, le quedaba increíblemente bien.

- Vivo un poco a las afueras, en el bosque. Más allá de la piscina municipal.

- Pues perfecto porque yo también voy hacia esa dirección –y se puso en marcha. –Te pongo el aire caliente para que entres en calor –dijo amablemente al verme temblar.

Puso el aire y luego le dio a los parabrisas. Tuve que esconder una sonrisa. Hacían un ruido agudo chirriante como lo hacen las puertas poco engrasadas. A cada pasada, parecía que alguien le pisaba la cola a un gato.

- No te rías que te veo –me dijo riendo. –Bien orgulloso que estoy yo de ellos, ahí dándolo todo.

Se me escapó una carcajada y él también rió. De repente empezó a imitar el ruido de los parabrisas, poniendo unas caras muy divertidas.

Volví a reír. El también rió. Cuando acabó de hacer su numerito, me miró sonriendo, y ahí estaba de nuevo, esa mirada entre los dos, ese momento de complicidad, como si lo hubiese conocido de siempre. Me sonrojé, y él se dio cuenta.

 

- Estoy entrenando para el coro. Canto la semana que viene como soprano.

- Ya… – Le dije yo con media sonrisa.

- Te regalaré una entrada para que vengas a verme

–y me miró sonriendo. –En primera fila, para que no te pierdas detalle –y guiñó un ojo. –bueno, ya empiezas a tener mejor color.

- Sí, empiezo a notar los dedos otra vez.

- Pues anda que si vas andando hasta la piscina...

- No me quedaba más remedio. O eso o quedarme en colegio.

 

Me miró como queriendo preguntar algo, pero no lo hizo. Siguió conduciendo un poco. Hubo un instante de silencio, pero no fue incómodo.

Yo me sentía segura y tranquila a su lado. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan tranquila al lado de alguien.

- Bueno, y dime, ¿qué hacen las chicas de tu edad por este pueblo?

- Pues no gran cosa. Ya sabes, lo que hacen todas, supongo.

- ¿Y tú qué haces? –me preguntó relajado.

- ¿Yo? –le pregunté extrañada.

Me sorprendía que me preguntase tan directo.

- Pues a mí me gusta me gusta pasear por el bosque, escribir y dibujar… nada muy exótico, la verdad.

- ¿Ah sí? –me preguntó interesado. -¿Y qué escribes?

- Bueno, no es nada espectacular, es más bien para pasar el tiempo. Escribo algunas historias para niños, y las ilustro.

Me daba un poco de vergüenza contarlo. No lo sabía casi nadie, pero tampoco es que me juntara con mucha gente a quién pudiese contárselo.

- ¿En serio? –se sorprendió. –Algún día me tendrás que dejar leer alguna historia.

¡Simón quería leer mis historias! ¡El hombre más guapo e interesante del planeta quería leer MIS historias!

- No sé… nadie más aparte de yo misma las ha leído nunca. Lo hago porque me gusta, pero no creo que sean muy buenas -le dije un poco nerviosa.

- Seguro que están geniales. Prométeme que algún día me dejaras leer alguna.

 

Me miró y volví a notar ese calambre.

 

- Por favor -me suplicó sonriendo. -Sino volveré  entrenar para el coro –dijo con cara de pillo haciendo un gesto hacia los retrovisores.

Se me escapó la risa. Me miró haciendo un gesto con la boca como si fuese a cantar otra vez.

- Vale, vale. Te lo prometo – Y reí. –¡Lo que sea menos el cante!

 

Él me miró con una de sus mejores sonrisas, complacido.

 

- Bueno, dime, por dónde tengo que ir ahora –me dijo al llegar a la piscina municipal.

Me invadió una sensación de pena al darme cuenta de que ya estábamos a punto de llegar.

- A la izquierda. Ya casi estamos, es pasando l masía de allí –le contesté intentando camuflar mi desilusión.

 

Siguió un poco más.

 

- Aquí es. Me puedes dejar aquí si quieres, es al final de esta carretera.

- No, tranquila, ya te acerco.

Subió por la carretera rodeada de árboles, y se paró delante de mi casa. La fachada gris y de aspecto abandonada reflejaba el ánimo que sentía yo en aquél momento.

- Bueno, pues ya está –dijo amablemente.

Probablemente sería mi imaginación, pero me pareció ver un punto de tristeza en su mirada.

- ¡Muchas gracias! –le dije preparándome para salir.

- Si quieres mañana te puedo pasar a buscar para ahorrarte el camino –dijo cuando ya estaba fuera.

- No te preocupes. Ya estoy acostumbrada a andar. No quiero  molestarte.

- Como tú quieras, pero no es ninguna molestia – volvió a intentar.

- No, de verdad, no te preocupes. Gracias.

- Bueno, yo lo he intentado –dijo sonriendo. -

Hasta mañana entonces –se despidió.

- ¡Hasta mañana!.

Empecé a caminar hacia la puerta. Oí como el coche se volvía a poner en marcha. Me giré y nuestras miradas se volvieron a cruzar. Y de nuevo ese calambre, esa conexión que me tenía los nervios descompuestos. Antes de volverme a girar y seguir hacia mi casa me despedí con un gesto con la mano. Cuando entré, ni siquiera la soledad ni la sensación lúgubre de aquella casa pudo con mi ánimo.

Fui corriendo hacia mi habitación. Sentía una energía rara, como si tuviese ganas de gritar. Estaba feliz como hacía mucho tiempo que no lo estaba. Empecé a dar saltos de alegría cogida a la almohada que me ayudaba a camuflar los gritos de emoción. Cuando descargué parte de aquella energía me tumbé en la cama de un salto. Sentía como si estuviese flotando sobre una gran bola de algodón.

Pero pronto el algodón empezó a convertirse en una gran bola de zarzas cuyos pinchos apuntaban todos hacia mí. La realidad me cayó como un cubo de agua helada, y sin poderlo evitar, empecé a llorar. Había roto mi primera regla de mantener la cabeza fría y me había dejado llevar por las emociones, y por esa misma razón, en ese momento, estaba sufriendo.

Taeyeon jamás se interesaría por mí. Seguramente estaba siendo amable, como seguro lo era con los demás. Y las miradas seguro que eran invenciones mías. Era difícil no sentir algo cuando se miraban esos ojos tan bonitos. Seguro que le pasaba a más gente. ¿Cómo iba a interesarle alguien como yo? Si además le llevaba por lo menos quince años de diferencia, sino más. Y no podía olvidar que era mi profesor. ¿Podría ser que me hubiese enamorado de mi profesor? No podía ser, ¡eso no me podía estar pasando!.

Lloré durante un buen rato, impotente ante aquella sensación de soledad que se apoderaba de mí. Siempre me quedaría sola, sin amigos, sin familia, sin nadie, tal y como estaba en aquél momento. Y así pasé la tarde, llorando sin consuelo, porque sentía que por primera vez estaba enamorada de alguien y que esa persona jamás se enamoraría de mí.

 

 

Cinco años atrás, ese mismo día, el primer día de prime

Please Subscribe to read the full chapter
Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
silvanaph #1
por favor no abandones este fic siguela por favor.... vuelve por favor :(
Valeri-blue #2
Chapter 8: No nos abandones o si no pensare que ese es el final.. Un final triste
dafnytae
#3
nos abandonaste :,(
isisaks #4
Chapter 8: Vuelveeeeeeee
LlamaAmerica #5
Heey seguirás esta historia? :(
silvanaph #6
Actualiza!!!!!!!!!!!!!!!!!!! por favor gracias
mafita13
#7
Actualizaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!! pooooorfaaaaaaaaaaa
shizuma123 #8
Chapter 8: Actualizaaaaaaaaaa
silvanaph #9
POR FAVOR Actualiza
silvanaph #10
Actualiza por favor el fic... sigue con el fic por favor