Querido diario:

Hoy es mi primer día de clase y no conozco a nadie, era la primera vez que pisaba los suelos de este instituto. Caminaba por los pasillos con la cabeza agachada, con miedo de cruzar mi mirada con alguno de los alumnos de ese centro... no era capaz de mirar a nadie a los ojos, también me daba miedo hablar y de que se rieran de mi acento, ya que no soy coreana. Llegué a la puerta de una clase, miré el papel donde llevaba escrito la clase y lo comprobé y efectivamente, era esa. Así que finalmente llegué a la que sería mi clase durante el resto del curso. Puse uno de mis pies en esa clase y vi una bola de papel pasar justo por delante de mi cara, agaché la cabeza de nuevo y busqué un asiento vacío, en algún sitio apartado. Vi un asiento libre justo en la esquina del aula, junto a la ventana, un sitio perfecto. Puse mis libros en la mesa y dejé caer mi mochila al suelo. Me senté en la silla y miré a mi alrededor para ver con que clase de gente pasaría el resto del año, a primera vista parecían chicos y chicas normales, no parecía que fuera a tener problemas con ninguno de ellos. Giré mi cabeza y vi el patio a través de la ventana, mi mente se centró en el paisaje y dejé de prestar atención a mi alrededor, pero en ese momento noté como algo golpeaba mi cabeza y me sacó de mis pensamientos. Giré la cabeza y vi a un grupos de chicos riéndose y una bola de papel sobre mi mesa, pero como no quería tener problemas empujé suavemente la bola de papel hasta que esta cayera al suelo, entonces volví mi cabeza a la ventana, pero entonces oí una voz:

 - ¡Hey, tú! - ¿Era a mi? Giré la cabeza y vi a los chicos mirándome – No pareces coreana, ¿De donde eres?
 - … - En ese momento me puse bastante nerviosa, debía hablar, pero no sabía hablarlo del todo bien – Eh.. yo soy... eh... de España.
 - ¿Que has dicho? - Comenzaron a reírse – No se te ha entendido nada.
 
La gente comenzaba a reír, mi corazón se agitaba y los nervios y las ganas de llorar se apoderaban de mi, ¿que podía hacer yo? Así que salí corriendo fuera de clase, no soy una persona capaz de soportar esas situaciones. Mientras corría por el pasillo tropecé con algo o mas bien alguien, caí al suelo y sentí un fuerte dolor en mi trasero, pue mi mano sobre el y me quejé:

 - Aish...
 - ¿Estás bien? - Dijo una suave y dulce voz -.
 - ¿Eh? - Levanté la mirada y vi el hermoso rostro de un chico -.
 - ¿Estás llorando? ¿Te ocurre algo? - Se le notaba algo preocupado -.
 - Eh... yo...
 - Pareces bastante nerviosa, ven conmigo.

El chico me ayudó a levantarme y fuimos hasta la parte de atrás del instituto, nos sentamos en un banco y me dijo:

 - Aquí podemos hablar mejor... Me llamo Jimin, ¿cual es tu nombre?
 - ________.... - Dije mientras miraba el suelo -.
 - No eres de aquí, ¿verdad?
 - … 
 - Si quieres te puedo ayudar.
 - ¿De verdad? - Dije sorprendida -.
 - Por supuesto, pareces buena chica.
 - Me parece genial... gracias...
 - Tienes un acento muy mono. - Sonrió -.
 
En ese momento mi corazón comenzó a latir como nunca antes lo había hecho, ¿que me estaba pasando?:

 - Bueno... ¿que es lo que te pasa? ¿por que estabas llorando?
 - Es que...
 - ¿Alguien te ha hecho algo?
 - … - Asentí con la cabeza -.
 - ¿Quien?
 - Unos chicos de mi clase...
 - ¿Cual es tu clase?
 - Está... - Cogí el papel que llevaba en el bolsillo y se lo enseñé -.
 - Wow.
 - ¿Que pasa?
 - Somos compañeros, vamos a la misma clase.
 - ¿Ah si?
 - Si, puedo ponerme a tu lado, si quieres.
 - Si, por favor...
 - Vamos a clase, se hace tarde,
 - Vale...
 
No pusimos en pie y comencemos a caminar, pero entonces Jimin se puso justo delante de mi y comenzó a limpiar mis lagrimas con sus dedos:

 - Así estás mejor. - Sonrió -.
 - Gracias...  - Dije sin mirarle a la cara -.
 - Hay que hacer algo con esa timidez.
 - ¿Eh?
 - ¡Vamos!
 
Paso una de sus manos en mi espalda y me empujó mientras empezó a correr. Rápidamente lleguemos a nuestra clase, Jimin entró la gente comenzó a saludarle, parecía muy popular, pero cuando entré yo los chicos comenzaron a reírse y a hacer bromas, pero entonces Jimin, cabreado, dijo:

 - ¿Tenéis algún problema con _________?
 - ¿Que? ¿Estás de broma? - Dijo uno de los chicos -.
 - Si tenéis algún problema con ella, también lo tenéis conmigo. - Dijo Jimin totalmente serio -
 - Jimin, ¿lo  estas diciendo en serio? - El chico se acercó a Jimin -.
 - ¿Me ves que esté de broma?
 - No...
 - Pues ya está.... __________, ¿donde está tu sitio?
 - Ahí...  - Dije señalando al asiento de la esquina junto a la ventana -.
 - Buen sitio, vamos.
 
Me senté en mi sitio, pero al lado estaba una chica, así que Jimin le dijo a la chica:

 - Hola, si no te importa, ¿me podrías dar este sitio? - Sonrió -.
 - Eh... yo... si, por supuesto, aquí lo tienes.
 
La chica cogió sus cosas y se cambió de sitio sin rechistar, en ese momento miré al resto de las chicas y todas lo miraban con... ¿deseo? ¿Él era el “guaperas” del instituto? La verdad es que era bastante guapo, ¿para que negarlo? Las clases empezaron y Jimin de vez en cuando me ayudaba cuando no entendía algo o no sabia decir algo, era un chico muy simpático.

La mañana terminó y por fin era hora de volver a casa. Metí todas mis cosas en la mochila y la puse a mi espalda, entonces justo cuando iba a salir de clase Jimin me dijo:

 - ¿Quieres que te acompañe a casa?
 - ¿Eh? - Pregunté algo confusa -.
 - Que... - Agachó la cabeza, se acarició la parte de atrás del cuello y sonrió  - Te voy a acompañar hasta tu casa.
 - ¿Que? No hace falta... yo...
 - Vamos. - Me cogió del brazo y me salimos de clase -.
 
El camino del instituto a mi casa fue bastante divertido, no me sentía tan bien desde hace años. Jimin no parecía el típico chico idiota que se cree guapo y que por eso es el mejor de todos, por suerte... parecía diferente.
Finalmente llegamos hasta mi casa:

 - Es aquí, gracias por acompañarme, pero no era necesa... - Jimin me interrumpió con un abrazo -.
 - A sido un placer, no tienes porque agradecerlo.
 - Pero...
 - Nos vemos mañana en el instituto – Me sonrió – Hasta mañana.
 - Hasta mañana...
 
Pude ver como Jimin poco a poco se iba alejando hasta que su figura iba poco a poco desapareciendo en la lejanía. Entré en casa, no había nadie, así que decidí darme una ducha. Después de ducharme entré en mi habitación y decidí sentarme en la cama y hacer deberes, pero se me hacía imposible concentrarme... solo podía pensar en cada rasgo de su cara... en cada una de sus perfecciones... en sus ojos capaces de enamorar a la persona a la persona mas fría del mundo... y esa sonrisa que es capaz de derretir al polo norte... ¿es posible que me guste Jimin? Nunca antes me había pasado... no se lo que siento.... Pero no puedo quitarme de la cabeza la primera sonrisa que me hizo...