Capítulo 4

Me siento acorralada, no puedo creer que Ryosuke sólo me dejará ahí en cuanto aquellos desconocidos entraron, no sin antes volver a mencionar nuestro “acuerdo”, haciéndome avergonzarme y sonrojarme como nunca antes.

El único y pequeño sentimiento de alivio que tengo es saber que sólo son dos personas y que no lucen ‘peligrosos’ como yo creí, todo lo contrario, parecen dos chicos ‘normales’.

El más alto de ellos me observa y me dedica una sonrisa amistosa, mientras que el otro tiene la mirada perdida llena de aburrimiento.

“Takaki Yuya. Él es Chinen Yuri pero es mejor ignorarlo, está de mal humor porque Yamada lo levantó temprano”, rompe el silencio presentándose el más alto y tendiéndome su mano, miro su mano y después a él, insegura.

“Fuwa Aiko”, me presento pero en lugar de estrechar su mano, le brindo una reverencia.

“Woaa, no hacía falta tanta cordialidad, para mí está bien con sólo estrechar tu mano”.

“Así fui educada, Takaki-kun”.

Takaki-kun truena la boca con desaprobación, mete sus manos a los bolsillos de sus jeans y camina hacia a mí hasta deteniéndose a pocos centímetros de distancia, baja su cabeza hasta quedar a mi altura.

“Interesante…”, dice observándome curioso a los ojos, “en estos tiempos ya no hay damas tan propias como tú”, me sonrojo, “me gusta…”, parpadeo varias veces.

¿Le gusta?

“Pero, quiero presentarme a mi manera, así que…”, saca una mano de su bolsillo y toma la mía llevándosela cerca de él y planta un suave beso en mis nudillos, me sorprende que las manos de este hombre sean suaves, cálidas y gentiles, todo lo contrario a Ryosuke, “es un placer Aiko, y prefiero que tú también me llames por nombre”.

Abro mis ojos en shock cuando dice mi nombre sin ningún honorifico. A excepción de mis padres, nadie me había llamado sólo por mi nombre.

“¿Qué sucede?”, no digo nada y sigo mirándolo, “¿dije algo que no debía?”.

Niego con la cabeza de vuelta a la realidad.

No puedo negarme ¿cierto? Si alguien es bueno contigo lo menos que puedes hacer es responder de la misma manera… además no estoy en posición de protestar.

“¿Por qué… eres tan bueno conmigo?”, por alguna razón esperaba que estuvieran gritándome o torturándome, como personas malas que creí que eran, ahora… no sé qué está pasando.

Él ríe.

“Siempre soy así”, noto el tono de broma, y río suavemente, “No me estereotipes, puede que sea el amigo y socio de Yamada pero no soy como él”.

Él tiene razón, su aura es más amistosa.

Él no se parece nada en Ryosuke.

Ryosuke es misterioso, mandón y difícil. Sus seductores ojos que parecen capturar mi alma y que a la vez me irritan, un momento es gentil y de pronto está enojado. Su melodiosa risa es contagiosa y me hace sentir mariposas en el estómago por lo infantil e inocente que se ve.

Ryosuke me confunde, me molesta, pero aun así me hace sentir algo…

Siempre.

“Hey, ¿estás ahí?”, apenas soy consciente de que Yuya está agitando su mano en frente de mí.

“Oh, lo siento”.

Él parpadea y después se ríe.

“Repito, jamás había visto a una chica tan… recata”.

Hago puchero, parece que les gusta reírse de mí.

“Un verdadero caballero jamás se burla de los defectos de una dama”, me defiendo.

“Y aquí vas de nuevo…”

Lo ignoro.

“¿Puedo preguntarte algo?”, Chinen bosteza groseramente y va directamente hacia la cama dejándose caer, ignorándonos por completo.

“Me da curiosidad saber ¿cómo y desde cuán has conocido a Ryosu- Yamada-kun?”, corrijo al darme cuenta que estoy por decir sólo su nombre.

Extrañamente con él no siento la necesidad de ponerle un honorifico.

Además no se lo merece.

“Nos hemos conocido desde que éramos niños, vivíamos en el mismo barrio, fuimos a la misma escuela, e incluso en las mismas clases, se podría decir que somos como hermanos”, la verdad no esperaba que me respondiera, pero ya que lo hizo estoy atenta.

Como lo cuenta él no parece que haya pasado por algo malo, ¿cómo terminó siendo criminal entonces?

Me debato si preguntar directamente eso…

“¿Podrías decirme qué es ese acuerdo entre tú y Yamada?”, ahora él pregunta curioso interrumpiendo mis pensamientos.

Me sonrojo.

“N-no es nada”, murmuro.

“Oh vamos, él jamás hace ‘acuerdos’ con sus prisioneros… bueno aunque difícilmente puedo decir que eres uno, incluso te compro ropa”, dice mirando las bolsas de ropa que él había comprado para mí.

Muerdo mi labio.

“Él es el único que dice que es un acuerdo pero jamás acepté”.

Él alza una ceja esperando a que diga más acerca de ese acuerdo, no me atrevo a decirlo en voz alta.

Yuya tiene su mano rozando suavemente su mentón pensando profundamente.

“Ya lo descubriré…”, dice decidido.

Espero que no.

…

Aunque Ryosuke dijo que sólo se iría por un par de días se ha vuelto casi una semana.

En el día Yuya y Chinen-kun estarán conmigo ‘vigilándome’, pero más que eso siento que me hacen compañía y lo disfruto.

Me es difícil el poder socializar, ya que en casa difícilmente me dejaban interactuar con las personas externas a nuestra familia desde que mi madre murió.

Yuya es muy divertido, gentil y caballeroso, muy atento y poco a poco me he llevado mejor con Chinen-kun, me he dado cuenta que es muy gracioso cuando se lo propone y muy random también.

He podido explorar un poco más el departamento de Ryosuke, es minimalista pero sofisticado, de buen gusto debo admitir, a excepción de aquellas armas, papeles y montones dinero que creí solamente vería en su habitación.

Con Yuya y Chinen-kun estando conmigo casi todo el tiempo no he podido investigar acerca del porqué estoy aquí o para qué me necesita Ryosuke y aunque he tenido el valor de preguntarle directamente a Yuya su respuesta siempre es la misma.

“Eso solo lo sabrás de labios de Yamada”.

Cuando llega la noche soy encerrada nuevamente en la habitación, quedándome sola de nuevo, no es algo que me importe, siempre he estado sola, pero… no puedo evitar pensar en él.

Ryosuke.

¿Qué te está tomando tanto tiempo?

¿Tiene que ver algo conmigo el que hayas salido?

¿Es otro de tus sucios trabajos?

¿Estarás bien?

No soy ciega, las veces que Ryosuke se ha mostrado sin camisa he podido ver cicatrices en su espalda y torso.

Un escalofrío recorre mi cuerpo, así como lo han lastimado, él también ha lastimado a más personas ¿cierto? Incluso… ha matado.

¿Mis días están contados ahora?

Soy una mujer… sus instintos deben de decirle que está mal… no, a él no le importa si soy mujer u hombre, él simplemente hará lo que tenga que hacer.

“Parece que está por llover y está anocheciendo, será mejor irnos”, anuncia Yuya levantándose del sillón.

Asiento.

Todo el día estuvieron jugando videojuegos, yo jugué un par de veces pero no fui buena y terminaba derrotada a los pocos minutos, así que los deje ser.

Me levanto de la silla sabiendo que tengo que regresar a la habitación para que me encierren, siento caminar detrás de mí a Yuya.

“Hoy has estado muy callada”, dice en voz baja para que sólo yo pueda escucharlo, antes de cruzar la puerta, me giro para mirarlo.

“¡Yuya! ¡Me voy primero! ¡Adiós Aiko-san!”, grita Chinen-kun en la puerta.

“¡Adiós Chinen-kun!”, grito y segundos después escucho cerrarse la puerta, siempre tan impaciente.

“¿Y bien?”, Yuya quien me ha estado mirando y esperando todo este tiempo vuelve a insistir.

Suspiro sabiendo que no se dará por vencido hasta que le responda.

“No es nada, sólo… pensaba”.

Es parte verdad.

Él me mira no muy convencido.

“Hasta mañana”, me despido y me doy la vuelta pero antes de dar un paso más la mano de Yuya me detiene.

“Aiko…”

Mis ojos se abren sorprendidos por su repentina acción, lo miro confundida.

¿Por qué se preocupa?

“Yuya, porfav-“

“¿Qué demonios está pasando aquí?”.

Esa voz tan familiar…