Todo ha vuelto a la normalidad, acabo de abrir una pequeña boutique con mi propio diseño de ropa. Al principio Kay se opuso, pero al final accedió, cosa que agradecí, así mantendría mi mente ocupada y podría olvidarme un poco de aquellos… sueños.

Pronto Kay y yo nos mudaremos a París por cuestiones de negocios, es una propuesta atractiva para mí ya que podré hacer que mi boutique crezca en esa ciudad.

En los días que no tenemos gente, me dedico a escribir mis sueños y tratar de descubrir algo, pero me es imposible y cada vez que intento con todas mis fuerzas mi cabeza comienza a doler demasiado.

Suspiro después de leer todo de nuevo.

¿Qué es él para mí?

¿Por qué cuando lo veo en mis sueños siento una gran opresión en mi pecho y una serie de emociones tan profundas y confusas?

Quiero obtener respuestas pero estoy perdida, no tengo con quien hablar de esto y que me ayude a averiguarlo.

“¿Gaya…?”

Alzo mi mirada para encontrarme con una hermosa mujer asiática mirándome con ojos grandes y dilatados, llenos de sorpresa.

“Oh Díos mío...Eres tú Gaya…”

“Lo siento, señorita, mi nombre es Katherine Allen”

La mujer niega con la cabeza y  corre hasta a mí tomando mis manos. “No, puedo reconocer esos ojos y esa sonrisa. Aunque tienes nuevo look, puedo reconocer a mi amiga Gaya”, dijo comenzando a llorar.

Es cierto que me pinte mi cabello a un tono más claro y aunque mi cabello mantiene el largo le di forma en capas, todo por sugerencia de Kay. Pero sigo sin compreder porqué me llama con ese nombre y me sigue mirando de esa manera.

“¿Dónde has estado? ¿Por qué no nos has llamado? ¿Sabes lo preocupados que hemos estado? ¿Qué fue lo que te hizo él?”

Me limito a mirarla, estaba perdida y no entendía absolutamente nada. “Lo siento, creo que me ha confundido con alguien más”, ella me mira confundida y niega con la cabeza. Veo en su mirada que está segura de quien soy yo.

“¿Confundirte? No, no puedo equivocarme…”, sus ojos miran los míos buscando algo, “Acaso… ¿no me recuerdas? soy yo, Hana, Nakajima Hana, somos amigas, nos conocimos en mi café en Tokyo”, no digo nada, sus ojos comienzan a mirarme con pánico al ver que no obtenía respuesta de mi parte, yo seguía perdida.

“Oh Gaya, ¿qué te ha hecho Kay?”

El nombre de Kay llama mi atención de inmediato.

“¿Cómo conoces a mi esposo?”

Hana comienza a llorar de nuevo. Ella sabe algo que Kay no me ha dicho.

“Por favor, no llores, ven siéntate”, la ayudo a sentar en una silla cerca de mi escritorio y ella me agradece, mirándome de nuevo con ojos tristes. Siento de nuevo esa opresión ya familiar en mi pecho.

“¿Cómo has estado?”, pregunta ella con voz apagada.

“He estado bien”, sus ojos se suavizan y veo que su cuerpo se relaja. “¿Vives con Kay?”

Parpadeo por la repentina pregunta. “Claro, ¿por qué no lo haría?”

Sus ojos se cierran y respira varias veces. Podía ver el dolor en su rostro, después de varios minutos, busca algo en su bolso y saca su celular, busca algo en él y me lo muestra. Es una foto de ella y yo, ambas sonriendo.

“¿Me crees ahora cuando te digo que te conozco?”, asiento con la cabeza observando detenidamente la foto, varias emociones comienza a surgir, en la foto nos vemos muy cercanas...

Pero...

“¿Por qué… sigues llamándome Gaya?”

“Porque ese es tu nombre, no Katherine o lo que sea que Kay te haya dicho. Tu nombre es Gaya”

Vuelvo mi vista de nuevo a la foto.

¿Por qué Kay me ha ocultado todo esto?

¿Por qué me dijo que mi nombre es Katherine?

“Gaya…”

Miro de nuevo a Hana, quien toma suavemente de vuelta su celular y veo que cambia a la siguiente foto, dudando.

“Yo…”, se detiene y apaga de inmediato su celular. “No es nada, olvídalo. Por favor no le digas a Kay de nuestro encuentro ni tampoco de lo que sabes…”, me dice con una sonrisa triste, “No puedo creer que te haya encontrado…”, una lágrima se le escapa de nuevo.

Me siento aturdida y perdida.

“¿Me darías tu número telefónico? Quiero mantenerme en contacto contigo, esta noche partiré de regreso a Tokyo”

Asiento, aún estoy en shock por todo lo que acaba de pasar en tan solo pocos minutos.

Intercambiamos números y nos despedimos.

“Se fuerte, Gaya”

...

Más tarde ya en casa, estaba perdida en mis pensamientos.

Gaya…

Ese es mi nombre… y viví en Japón. Kay me había mentido completamente, diciéndome que nostros siempre hemos pertenecido aquí, en Los Angeles.

¿Esa es la razón por la que he tenido esos sueños?

Esos sueños entonces… son recuerdos.

“Katherine”, los brazos de Kay rodean mi cintura por detrás tomándome por sorpresa, planta un beso en mi hombro.

“Tu nombre es Gaya”

“Bienvenido”, digo tratando de sonar normal, sus manos recorren la línea de mi cintura, mis caderas hasta mi pierna.

Desde que desperté no he dejado que Kay me toque… sé que es ridículo, él es mi esposo y tiene ese derecho sobre mí… pero mi corazón y mi cuerpo me dicen lo contrario. Kay se ha enojado mucho cuando le digo que no, y mi excusa es que aún no estoy lista. Desde entonces Kay ha intentado seducirme...

Las manos que anhelo que me toquen, los labios que quiero que me besen… pertenecen a alguien más que solo mi corazón conoce y recuerda. 

“No le digas a Kay…”

Cuando está a punto de llegar más lejos y yo de protestar suena su teléfono. Kay responde irritado y me suelta, suspiro aliviada. Termina su llamada y vuelve conmigo.

“Lo siento nena, no podré cenar contigo, tengo que volver a la oficina”, planta un beso en mi frente y sale de la habitación.

Miro a mi alrededor, y observo las fotos de Kay y yo que alguna vez me hicieron feliz al verlas, pero hoy… hoy no.

Tomo mi celular y observo el número de Hana. Tengo mucho que preguntarle y ella parece ser la única que podrá darme las respuestas que busco.

La llamaré mañana.

Hana

No puedo creer lo que hoy me paso. El destino… fue el destino. Vine aquí por cuestiones de trabajo y al ver esa boutique, algo capto mi atención, pidiéndome a gritos que debía entrar ahí. Cuando entre y vi a Gaya… sabía que era ella, estaba cambiada... pero era ella y la reconocería en cualquier lado.

Ahora tengo que llamar a Yuto…

Estoy en la sala de espera en el aeropuerto, esperando a que nos autoricen abordar. Tomo mi celular y marco el número de mi hermano, mis manos tiemblan, nerviosa.

“Hana...  ¿qué pasa?”, su voz es un susurro, estaba durmiendo, había olvidado que allá en Tokyo apenas son las 3am, pero no me importa.

"¡Yuto! La he encontrado, ¡he encontrado a Gaya!”

Estaba esperando a que me hiciera mil preguntas en dónde y cómo la había encontrado, pero en su lugar lo escuche sollozar. Mi hermano menor estaba llorando por primera vez en 25 años.

Gaya

Miro la pantalla de mi celular, a punto de llamar a Hana.

La noche pasada… soñé de nuevo con ese hombre, pero ahora fue más vivido y más nítido, cabello ondulado de color negro intenso, hermosos ojos, labios delgados y dulcemente esculpidos, piel blanca y una seductora voz. Pero esta vez en mi sueño, nos besábamos, era un beso intenso, como si el mundo dependiera de ello, un beso lleno de sentimiento, un beso especial.

Desperté sin aliento, por suerte Kay no estaba en la cama.

Ahora estoy aquí, a punto de llamarla… ni siquiera sé qué hora es en Japón.

Tomo todo mi coraje y marco el número.

“Hola”

“Uhm… Hola soy… Kat -”, tomo una bocanada de aire.

“Soy Gaya”