GENERALIZACIÓN

La Guerra por el Trono

Este es el relato de algo que sucedió hace mucho tiempo, antes de los primeros automóviles e incluso de las armas de fuego. Por aquella época en la que el estatus social dependía de tu riqueza o sangre. Es una historia que quizás te haga querer leerla hasta el final o lleguen un momento en el que no quieres no seguir leyendo. Yo tampoco sé qué pasará al final. Solo puedo adelantar y asegurarte querido lector, que empezó en un día como otro cualquiera en el reino de Kyogaen.

El sonar de las firmes pisadas de los soldados y monturas ya eran audibles desde las partes exteriores del reino; aquella zona reservada para los campos de agricultura y pastos de ganadería. Pues ya se acercaba la guardia real, encabezada por Jungyeon, tras el largo camino de vuelta del reino vecino acompañada, como  era natural, de la reina Jihyo.

Si nos centramos en la cabecilla de la guardia, podíamos ver aquel porte con el que cabalgaba su corcel por delante del carruaje real, dejando ese aura característica suya de madurez y varonilidad que, para ser sinceros, hacia que todas las chicas cayeran bajo sus pies, aunque no sea de manera romántica. Aunque esta vez había algo que fallaba. No era su rostro, igual de serio que de costumbre. Sino su mirada. Solo alguien que le conociera bien sabía que le pasaba. Y una de las dos personas que más la conocían era la reina.

Jihyo trató de llamarle la atención un par de veces sin siquiera acercarse a conseguirlo hasta el quinto o el to intento. En cuanto la menor se dió cuenta de aquello reaccionó rápidamente y redujo la marcha de su montura para poder acabar al lado de aquella que había pronunciado su nombre tantas veces, formulando una suave pregunta tras disculparse por la tardanza.

—¿Sí, majestad? –ante aquella pregunta la reina habló.

—¿Aún estás preocupada por la negociación del comercio? –cuestionó tratando de saber por qué notaba a su mejor soldado tan dispersa.

—Oh, no es eso. Hace tiempo llegué a la conclusión de que a la larga nosotros tendremos más beneficio para el reino.

—En ese caso, ¿qué es lo que te mantiene lejos de esta realidad?

—Es solo el cansancio. No se preocupe por mí y disfrute del poco viaje que nos queda –formuló sus palabras sonriendo con levedad hacían los campos y los campesinos que allí trabajaban–. ¿Necesita algo más?

Jihyo negó con el rostro lentamente para después indicarle que podía regresar a su puesto.
 

✨⚔✨


Tan pronto como los vigías de las almenas oficializaron la llegada de la reina, todos los que vivían en palacio comenzaron a movilizarse para prepararle la bienvenida a su preciada monarca. Eso incluía a toda su familia, aunque de forma distinta.

Aquellos que pertenecían a la realeza se dedicaban a meter prisa a las doncellas para que les vistiera lo más rápido y perfectamente posible, exceptuando a la hija heredera al trono.

Mina estaba deseando ver de nuevo a su madre, contarle todo aquello que había aprendido en las clases y pasar rato con ella, pero de igual forma trataba a sus súbditos de una forma más dulce que su tía y su prima. Cuando por fin terminó de acicalarse bajó lo más rápido que pudo las escaleras que daban a la planta de la sala del tono, para esperar allí a su madre como siempre hacía y como le enseñaron desde chica.

Así mismo, había un alma en todo el castillo que sustituía aquella ilusión por parte de la hermana menor de la reina y su hija. Se trataba de Dahyun, una pequeña trovadora que iluminaba con risas y sonrisas a aquel pasillo por donde aparecía, saltando, bailando, canturreando o lo que fuera que le apeteciera hacer. Esta chica no solo estaba feliz por el regreso de su majestad, también por la llegada de su amiga de infancia... Jungyeon.

Luego nos encontrábamos a dos nobles que tenían el privilegio de vivir en palacio. Ambas muy buenas amigas desde que los recuerdos eran conscientes en sus memorias. Tanto Sana como Momo habían compartido grandes penas y alegrías. Y quizás alguna que otra llamada de atención por la torpeza siempre presente la primera mencionada. Y aquel momento, aquella no sería la excepción.

La gran emoción de la fiesta de bienvenida no hizo más que aquella hiperactiva muchacha solo estuviera revoloteando de arriba a abajo por el palacio sin fijarse muy bien por dónde iba, sólo para ver cómo iban quedando los adornos. Claro estaba que aquello hizo que los sirvientes tropezaran y se les cayeran cosas de las manos. Dentro de aquellas cosas, como espero bien te lo estés imaginando habían guirnaldas. No sería ni la primera ni la última vez que Sana se cayera por culpa de aquel elemento decorativo tan natural y principal pero lo que no se esperaba iba a ser lo que paséis a continuación, pues ella justo se tropezó en un cruce de pasillos que iban a dar a la sala del trono real. ¿Y quiénes pasaban por ahí? Chaeyoung y Mina. La primera por detrás de la princesa, algo bastante común.

Sí querido o querida, sí. Pasaría lo que tú estás pensando. La noble se caería justo delante de aquel miembro vital de la nobleza y todo se quedaría en un susto… ¡Error! ¡No se trataba de eso! La de cabellos grisáceos perdió el equilibrio y tratando de recuperarlo dió un par de pasos dirigiéndose hacia donde estaban aquellas otras. La princesa no se esperaba nada de eso y el efecto sorpresa hizo que ella también se desequilibrarse. Las manos ajenas se posaron sobre sus hombros tratando de buscar un punto de apoyo y no caerse. Pero lo único que consiguieron fue amortiguar el golpe de la caída contra el suelo, llevándose a la menor por delante y siendo observadas con un rostro completamente perplejo por parte de la consejera real.

El tiempo, literalmente, se había parado para Mina. Si bien era reconocida por cualquier pretendiente era por su extrema timidez totalmente incontrolada y ahora allí se encontraba: tendida en el frío suelo de blanco mármol con la noble mayor encima suya. Todas las miradas ahora estaban reunidas en ellas dos. Para bien, o para mal. Sentía su cuerpo sin movilidad y parecía que ordenara lo que ordenase su mente los músculos no le harían caso alguno. Sana, por otro lado, al menos podía parpadear y reaccionó encanto su mentón halló consciencia de lo que acababa de pasar, tras quizás los tres o cuatro segundos más largos de ambas vidas. Ahora sí se cumplieron tus sospechas. La noble y la heredera al trono acababan de besarse. En el caso de la menor, su primer beso.

Rápidamente los colores de esta comenzaron a hacerse notables sobre sus mejillas pese a la cantidad de maquillaje que llevaba en el rostro, y solamente quitó su mano diestra del mismo cuando la culpable de aquel repentino beso se dispuso a ayudarla a levantarse repitiendo una y otra vez las mismas palabras de disculpa, a lo que ella finalmente respondió en un hilo de voz que no pasaba nada.

Quizás volvieron a pasar otros pares de segundos hasta que la muchacha reaccionó y se alisó el vestido con las manos al igual que el cabello y girarse con tal de dirigirle una tímida e incómoda sonrisa a aquella que había permanecido en silencio y la mayor parte del tiempo sería durante aquel accidente. Esa sonrisa desapareció nada más ver con qué frialdad le miraba. Por lo que tragó saliva y agachó el rostro.

Pero, ¿qué sentía la consejera? Bueno, pues sintió una oleada de todos y muchos sentimientos. Para empezar preocupación por si la contraria se había hecho daño en la caída, pues pese a que fuera algo lenta, un golpe era un golpe y dolía igual. Mas esa preocupación fue pasando poco a poco a otro sentimiento, más profundo y peligroso. Chaeyoung y Mina habían sido amigas desde que tenían uso de razón pero al parecer, si ocurrían cosas como esa seguiría reaccionando igual. Aunque… ¿Envidia por qué? ¿Porque no había sido ella quién la ayudara? ¿Porque… acababan de  robarle el primer beso de la princesa? En cuanto ese pensamiento se le pasó a por la cabeza negó con la misma para quitárselo de encima. Dejarse llevar por sus sentimientos sería lo peor que pudiera hacer en ese palacio por lo que antes de que la muchacha se fuera se apresuró a estar a su lado y hablarle con normalidad.

—¿Os encontráis bien? –cuestionó finalmente la consejera. Mina asintió aún algo en shock con lo que acababa de pasar–. Oh, en tal caso solo se quedó en un susto…

Chaeng volvió a pensar en una pregunta. “¿Disfrutó…?” y nuevamente miró al suelo mientras llevaba su diestra al rostro y se frotaba este tratando de aclarar sus ideas.

—Vayamos cuanto antes a la sala del trono… madre estará a punto de llegar.

Esas fueron las únicas palabras a las que contestó la futura coronada como reina mientras que iba siendo acompañada de un confuso “sí”.

A partir de ahí la tensión en el castillo de podía palpar y rumores como ese, entre los pasillos de palacio corrían como la pólvora y pronto llegaron a los oídos de Nayeon por boca de su hija.

Una apresurada Tzuyu se dirigía a rápidos pasos hacia los aposentos de su madre, apartando sin cuidado a cualquiera que pasara por su lado si no lo hacían ellos. Una vez llegó allí tocó a la puerta y esperó digna a que le abrieran.

—¿Quién quieres, hija? –cuestionó la hermana de la reina mientras se miraba al espejo comprobando si estaba lo suficientemente hermosa para salir por fin de aquellas cuatro paredes.

—¿Te has enterado de lo de Mina y Sana? –La mayor asintió–. ¿Cómo crees que reaccionará Jihyo cuando se entere?

—Mi hermana… Es predecible. Seguramente se altere un poco al principio pero se calme cuando sepa que fue un accidente y le pregunte a las dos si están bien… Qué lástima, que sean sus últimas preocupaciones.

Nayeon miró a la menor con una de sus maliciosas sonrisas mientras que se dirigía hacia el tocador y se quitaba un colgante que siempre llevaba puesto con una llave. Al acercarse a este abrió el pestillo de la cerradura de un cajón y sacó un pequeño frasco de cristal opaco con un líquido transparente en él. Con serenidad se giró hacia Tzuyu y de lo entregó.

—Ya sabes que hacer con esto. Un par de gotas en el vino de Jihyo. Y luego, una por cada toma de su “medicina” –La menor asintió tomando entre sus  manos aquella peligrosa arma–. Queremos que parezca natural para que no sospechen y si lo hacen, ya sabes a quién culpar. ¿De acuerdo?

—Sí, mamá.

—Así, garantizaré mi… nuestra subida al trono y al poder.

 

✨⚔✨

 

Finalmente el carruaje real llegó a palacio y se hizo la bienvenida formal. Las dos recién llegadas se dieron cuenta de la extraña atmósfera que se había creado en el castillo durante su ausencia. Ignoraban por completo cuando había sido pero eso no quita a la importancia que tenía. La reina fue a ver a su hija y Jeong con su amiga de infancia.

Jungyeon fue la primera en encontrar la persona que buscaba y en cuanto lo hizo posó una mano sobre ella. Aún seguía con la armadura puesta por lo que Dahyun no se sorprendió al sentir aquel frío contacto sobre su hombro. Simplemente se giró con su típica sonrisa y gritó.

—¡JUNGLA! –Obvio le hizo el amago de ir a darle un beso en el rostro solo para chinchar a la más alta mientras le abrazaba para al menos tener cercanía en su broma.

El rostro de la soldado rápidamente cambió deshaciendo la sonrisa y curvando la comisura de sus labios hacia abajo mientras ponía una mano entre la barbilla ajena y su rostro.

—Dahyun… –murmuró a regañadientes consiguiendo que le dejara tranquila mientras la bufón reía con tranquilidad. Una vez se tranquilizó suspiró y pasándose una mano por el pelo para apartarse el flequillo del rostro volviendo a hablar–. Tanto la reina como yo hemos notado que el ambiente del castillo está más tenso de lo normal. ¿Ha pasado algo?

—Oh, ¿eso? La noble Sana y la princesa Mina se besaron accidentalmente –respondió como si nada encogiéndose de hombros.

Por el contrario, la de cortos cabellos abrió los ojos de par en par, algo sorprendida. No extrañada porque la torpeza de aquella muchacha era reconocida por todo el lugar, pero igualmente había algo que no le daban buenas sensaciones.

—¿Y la consejera estaba con ella? –preguntó entrecerrando los ojos.

—¿La consejera real te refieres? Creo que sí. Según tengo entendido estaba acompañando a la princesa Minari a la sala del trono para esperar allí a su majestad.

—Ya veo…

—¿Por qué preguntaste? –dijo la menor mientras daba un pequeño salto y manteniéndose sobre un pie buscar contacto visual con su amiga, haciendo sonar los cascabeles de su gorro– Uuuuuh~ ¡Tú sabes algo!~

—No, no sé nada. Pero Chaeyoung y Mina son grandes amigas desde siempre. Y si mal no recuerdo casi inseparables hasta que comenzaron las clases de la princesa.

—¿Qué insinuas? –volvió a cuestionar cada vez más cerca de la más alta.

—Por ahora nada… pero tengo unas ligeras sospechas que no pienso decirte –sonrió tras decir aquello mientras le guiñaba un ojo y se daba la vuelta–. Luego seguimos hablando, Dahyun.

Y con las mismas se fue a sus aposentos.

Jihyo, por otro lado, fue a la sala del trono, donde más tensión había. Mina estaba seria y algo decaída y Chaeng en su puesto aguardando como siempre. Solo la última mencionada saludó como siempre a su majestad mientras esta se acercaba a su asiento y se sentaba posando su diestra sobre la zurda de su hija antes de decirle a la consejera que las dejaran a solas con un gesto e inlcinarse hacia su pequeña.

—Te noto ausente, ¿qué es lo que te preocupa? –Cuestionó suavemente.

—No me preocupa nada… pero tengo un mal presentimiento y creo que de una forma u otra molesté a Chaeyoung… –murmuró la princesa llevándose la mano libre hacia los párpados inferiores de los ojos.

—Tranquila cielo, todo saldrá bien –como madre protectora que era, depositó un beso sobre la frente adversa–. Ve, te dejo saltarte las próximas formalidades hasta que llegue la hora de la cena. Mandaré a alguien para que te vaya a buscar.

La joven princesa asintió y después de ello se levantó, dio tres pasos, giró e hizo una pequeña reverencia.

—Gracias por entenderlo, madre.

Así pasaron las horas hasta que el banquete de bienvenida se hizo presente. Cómo la reina dijo, una doncella fue a buscar a su pequeña hija y otras a sus demás familiares. Jungyeon llevaba la armadura más resplandeciente de todas, situada siempre tras el sitio de su Majestad sin mover un ápice, casi pareciendo una estatua y estando pendiente a todos los nobles invitados y sirvientes. Chaeyoung por otra parte no estaba ni presente en la cena. Tzuyu compartía asiento a la derecha con Momo y a su izquierda estaba Mina. Entre ninguna de las tres hubo palabras mencionadas hacia alguna de ellas por interés propio y la mediana de las tres apenas levantaba la cabeza del plato que solo estaba de decoración y como entretenimiento. A la izquierda de la princesa se encontraba la reina y al mismo lado de esta, su hermana. Jihyo, inocentemente charlaba como si nada con Nayeon, informándole de todo lo relacionado con el viaje que hicieron mientras tomaba sin ningún apuro el vino y la comida que le servían. Sana estaba sentada al lado de Nayeon y compartiendo asiento con más nobles que vivían en viviendas alejadas de palacio. Y Dahyun… Dahyun estaba ejerciendo su trabajo como bufón real haciendo reír a los invitados con sus historias, chistes, bailes…

Todo iba aparentemente bien, pero había algo extraño. Poco a poco las fuerzas de la monarca iban desapareciendo llegando a tal punto de tener que apoyarse en su propio asiento. Rápidamente Jungyeon, al percatarse de ello, inclinó su cuerpo hacia el oído de la mayor para cuestionar en un susurro:

—¿Os encontráis bien, majestad?

Ella asintió e hizo un gesto para indicarle que no pasaba nada. Pero no era así. Repentinamente un fuerte dolor apareció en la sien de aquella, casi peor que las migrañas. Nayeon puso una mano sobre el brazo de la condolida y con voz preocupante le dijo al ver su mueca:

—Hermana, deberías ir a descansar si no te encuentras bien. Lo primero debe ser tu salud.

Nuevamente volvió a negar, afirmando que se le pasaría en pocos momentos.

Tzuyu a penas podía mirar a su tía ni a su prima.

La heredera al trono miraba con preocupación a su madre, echando en falta a la consejera a sus espaldas o en un rincón como siempre estaba en aquellos banquetes.

Sana y Momo se miraban continuamente preguntandose que pasaba y acabando haciendo muecas al no saber nada.

Finalmente, la reina comenzó a hablar llamando la atención de los invitados con ayuda de un cubierto y la copa de vino.

—Queridos familiares, amigos e invitados. Siento decir que no me encuentro demasiado bien y que me retiraré a mis aposentos antes de lo previsto, pero propongo un último brindis –dijo levantando la copa y levantándose ayudándose de la guardiana real. En ese momento, toda la sala quedó en un silencio sepulcral–. Por mi hija Mina, mi hermana Nayeon y su hija Tzuyu; que Dios os cuide y traiga felicidad en el futuro. Por todos vosotros, nobles; que disfrutéis vuestra estancia en este reino. Y por nuestro pueblo, que siga trabajando como tan bien lo hace.

Una vez dichas estas palabras, todos se levantaron sonrientes como la que acababa de hablar, alzando sus copas y aceptando el brindis con gran entusiasmo. Tomando de nuevo el mismo tono de risas y alegrías que antes, excepto Mina, Dahyun y Jungyeon, que siguieron mirando a la reina con el rostro medio desencajado. Un pequeño hilo de sangre espesa había comenzado a descender desde el orificio derecho de su nariz. Después de eso, cuando Jihyo dio el primer paso dispuesta marcharse a sus aposentos, se desplomó perdiendo el conocimiento. Su caída fue enviada por la soldado. La bufón se quedó totalmente paralizada, con los ojos como platos y las manos tapando su boca.

—¡Mamá! –gritó la princesa levantándose nuevamente de su asiento y corriendo a su lado.

Nuevamente reinó el silencio, exceptuando algunos murmullos por parte de los nobles.

Jeong le tomó el pulso y tranquilizó a todos diciendo que solo se había desmayado.

Bien, si los siguientes días podrían pasar cosas, estaba claro que no serían para el agrado general.

 

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Thank you!
StudientNightmare
Lo siento por tardar, pero por problemas del WiFi no pude subir los capítulos antes. Preparaos para el to porque algo totalmente importante relacionado con los acontecimientos de la historia aparecerá <3

Comments

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AniDarckSugaR
#1
Chapter 1: Ay dios mi jihyooo ;-; Aquí hay un liiiio que no veas omg.Me encanta cómo está escrito y cómo se está desarrollando n.n