Parte 1

Lilas

Jaejoong entró en el palacio cuando tenía diecisiete años como posible futura pareja del príncipe heredero. Normalmente solo se consideraban mujeres para el puesto, pero debido a las preferencias del príncipe, se había permitido y hasta exigido la presencia de jóvenes muchachos de buena familia que fueran atractivos. Después de todas las pruebas por las que habían tenido que pasar, Jaejoong había sido el único joven muchacho que había quedado entre los tres últimos elegidos con dos jóvenes mujeres de su edad.

El primer día de entrada en el palacio, había estado lleno de sentimientos encontrados para el joven muchacho. Primero se había tenido que despedir para siempre de sus padres, ya que si era elegido para casarse con el príncipe o no, aun así se tendría que quedar como su concubino. Había llorado mientras se despedía de sus queridos padres con dolor, sin embargo no había podido hacer nada más al respecto. Uno simplemente no le decía que no a las órdenes del rey.

Luego estaba el miedo a lo desconocido o a lo que podía suceder si el príncipe no lo escogía. Él no tenía ni idea de si el rey lo escogería para casarse o si prefería a una de las otras candidatas, en cuyo caso, Jaejoong se convertiría en concubino del príncipe. Eso no era bueno, porque era bien sabido que las concubinas (o concubino en el caso de Jaejoong) eran olvidados por su esposo y tampoco tenían la opción de casarse con alguien más, por lo cual terminaban solas, confinadas a un cuarto en el que eran servidas con esmero pero sin nadie con quien compartir sus días. Jaejoong estaba aterrado de esa posibilidad, porque él odiaba estar solo.

Sin embargo, también estaba la posibilidad de que el príncipe lo eligiera a él, pero fuera un hombre horrible de un carácter despreciable al que Jaejoong tendría que darle su cuerpo cada noche sin protestar. Y aun así no podía oponerse a la decisión que había tomado el rey, padre del hombre con el que iba a casarse… o no.

Apenas llegó al palacio junto con las otras dos elegidas, las mucamas los acompañaron a lo que serían sus habitaciones. Al parecer el príncipe no podría verlos hasta el fin de la semana, ya que tenía unos asuntos que atender. Por eso, ellos pasarían unos días en el palacio, tratados con el respeto que se les debía. Jaejoong había estado lleno de nervios la primera noche en el palacio y casi no había podido dormir.

Al día siguiente, después de disfrutar del elaborado y delicioso desayuno que le habían servido, había salido a dar un paseo solo. O tan solo como había podido estar, mientras un sequito de mucamas lo seguí a prudente distancia. El día anterior le habían explicado que había algunos lugares prohibidos de visitar para él y mientras paseaba, había tenido cuidado de no romper las reglas. Y entonces, mientras caminaba por un hermoso jardín con un pequeño lago en el medio, Jaejoong vio al príncipe por primera vez…

El pálido muchacho sabía a la perfección las reglas de etiqueta cuando veías a alguien de la familia real, pero su cerebro se había desconectado y no había podido hacer nada más que quedarse parado allí, mirando al joven que no podía ser mucho más grande que él. Sus ojos con forma de almendra eran perfectos, sus labios eran carnosos; sobre todo el labio inferior y tenía un pequeño lunar muy cerca de la boca. Era alto y tenía hombros amplios. Jaejoong jamás había creído en amor a primera vista… hasta ese momento.

Esos ojos increíbles se habían encontrado con los suyos y todos los colores habían subido tan rápido al rostro del hermoso joven, que se sintió algo mareado. Entonces el príncipe pareció tan sorprendido al mirarlo, como Jaejoong se había sentido. Y luego… pasó lo más maravilloso. El príncipe se ruborizó y le sonrió. Sonrió a Jaejoong como si estuviera sinceramente feliz de verlo. La vista había sido tan hermosa, que todo pensamiento racional abandonó su mente, dejando únicamente una palabra… perfecto. El joven no pude hacer nada más que quedarse allí parado como un tonto, hasta que una de las mucamas se interpuso en su línea de visión.

  • Joven… creo que es momento de irnos…
  • Pero él… ¿Quién es él? – preguntó Jaejoong en un susurro, tratando de volver a mirar al joven.
  • Es el príncipe Jung Yunho… hermano menor del príncipe heredero, Jung Sihan. Será su cuñado…

Entonces Jaejoong supo cómo se sentía que te rompieran el corazón…

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Los días siguientes, Jaejoong no dejó de ver al príncipe Yunho. Parecía que estaba presente en cada lugar al que iba. Cuando Jaejoong comía con las otras dos muchachas, había visto al príncipe mirándolo por la rendija de una de las puertas, y en cuanto había notado la mirada de Jaejoong, le había sonreído como aquel primer día.

Cuando Jaejoong estaba en el patio, jugando con las mucamas y las chicas, el príncipe había elegido un lugar debajo de un árbol a unos metros de allí para leer. Aunque Jae lo había encontrado más veces mirándolo que realmente leyendo su libro. Lo mismo había sucedido cuando paseaba por los hermosos jardines.

Y cuando cayó la noche, el príncipe golpeó en su puerta y le preguntó si no quería pasear con él. Técnicamente no estaba permitido, especialmente si estaban solos, caminar juntos. Sin embargo, la mirada tan llena de esperanza y timidez en los hermosos ojos avellana, habían hecho que Jaejoong rompiera las reglas por primera vez en su vida.

Caminaron juntos por horas que se sintieron como apenas unos minutos. Hablaron de sus familias y sus gustos. De sus sueños y esperanzas. De todo y de nada. Y Jaejoong confirmó el hecho de que estaba profundamente enamorado del príncipe y su perfecta y dulce sonrisa.

Cuando volvieron a la habitación de Jaejoong, el príncipe tomó su mano y la acarició durante unos momentos antes de darle un suave beso en el dorso de esta. Jaejoong le sonrió con toda la felicidad que sentía y el príncipe le devolvió la sonrisa. Sin embargo, hora más tarde, cuando Jaejoong se dio cuenta de que al otro día estaría atado al hermano del príncipe de una forma o de otra, el corazón del joven se volvió a romper…

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La mañana en que Jaejoong conoció al príncipe heredero, Jung Sihan, amaneció soleada como un sueño… que era todo lo contrario de como el joven se sentía. No tenía nada en contra del príncipe heredero, pero Jaejoong estaba enamorado y no era exactamente de él.

La presentación de los tres candidatos a esposa del príncipe, se hacía en presencia del príncipe heredero, su padre el rey y su hermano… el príncipe Yunho. Jaejoong hizo todo lo que debía hacer sin realmente pensar en nada de ello. No quería estar allí y sus ojos no podían dejar de desviarse hacia donde estaba el príncipe Yunho, quien por su parte también parecía no poder dejar de mirarlo. Estaban tan cerca y tan lejos el uno del otro…

Sin embargo, mientras el príncipe Sihan hablaba con los tres candidatos, no pudo evitar notar el juego de miradas entre Jaejoong y su hermano. Si bien Yunho trató de disimular cuando se dio cuenta que su hermano mayor se había dado cuenta de su interés, pero ya era demasiado tarde. Jaejoong tuvo miedo por el príncipe Yunho y como se tomaría su hermano la situación, pero antes de que pudiera hacer algo para distraerlo, el príncipe heredero se giró para hablar con el rey.

  • Padre… Yunho también está en edad de casarse ya… ¿No crees?
  • Si, tienes razón… mandaré a buscar esposa para él también.

El pecho de Jaejoong se apretó y sintió ganas de llorar, hasta que el príncipe Sihan se giró a mirarlo fijamente.

  • No creo que eso sea necesario, padre. Creo que el joven Kim Jaejoong, sería perfecto para Yunho. Tienen la misma edad y el joven es de muy buena familia. Será un buen esposo para mi hermano…

Jaejoong trató de ocultar la esperanza en su rostro, no quería ser mal educado y terminar haciendo enojar al príncipe heredero, sin embargo le resultaba muy difícil. Todo lo que quería en el mundo, estaba siendo planteado justo frente a sus ojos. Bajó la mirada, para que no se notara que estaba rezando con todas sus fuerzas para que el milagro ocurriera.

  • Pero el joven fue dispuesto para ti, Sihan.
  • Padre, con dos esposas tengo más que suficiente. No quisiera ser un mal esposo que no presta suficiente atención a su pareja. Así que… ¿Qué dices?
  • Bien. Yunho, Kim Jaejoong será ahora tu esposo. Agradece a tu hermano su generosidad.

La sonrisa en el rostro de Jaejoong era algo que no podía controlar. Sus mejillas dolían y casi quería saltar como un niño chiquito… pero tan feliz y en su mundo de ensueños estaba, que no se había dado cuenta de la expresión maliciosa en el rostro del príncipe Sihan, ni la expresión sombría en el rostro de Yunho…

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Pasaron semanas en las que Jaejoong caminaba sobre nubes de algodón. Las flores se veían más hermosas, la comida olía más deliciosa y las ropas se sentían más suaves. Todo se sentía tan hermoso y perfecto desde que sabía que sería el esposo del príncipe Yunho. No podía esperar…

Hace unos pocos días el príncipe Sihan se había casado con la que sería la reina de la nación y ahora solo quedaban unos escasos dos días para la boda de Jae con Yunho. La ropa que vestiría ya había sido traída y los arreglos no eran necesarios, porque usarían básicamente todo lo que el príncipe Sihan había usado. No había necesidad de hacer todo de nuevo desde cero.

Lo único que tenía a Jaejoong algo triste, es que no había podido ver a Yunho desde el día en que le habían dicho que serían esposos. El pálido muchacho asumía que el príncipe tenía muchas cosas que hacer, pero de verdad que lo extrañaba. Pero lo consolaba pensar que una vez que estuvieran casados, siempre lo tendría a su lado.

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El día de su boda llegó y pasó y Jaejoong fue llevado a su habitación para esperar al príncipe. La ceremonia había sido hermosa y Yunho se había visto terriblemente guapo en su ropa ceremonial. Le había resultado difícil al pálido joven, sacarle los ojos de encima a su ahora esposo. No podía creer que había tenido la suerte de obtener todo lo que quería. A él jamás le había interesado ser reina ni nada de eso… solo quería enamorarse y ser feliz. Y eso era justamente lo que había conseguido.

Pero mientras más tarde se hacía y más luces se apagan y Yunho no aparecía, una pesada nube negra comenzó a abrirse paso en su mundo de ensueño.

Esperó y espero… pero cuando el sol salió y aún no había ni rastro del príncipe, no pudo más que asimilar el hecho de que Yunho no vendría a verlo.

Todas las noches del resto de la semana, Jaejoong esperó por la llegada de su esposo, pero eso nunca ocurrió. Yunho nunca pasó a verlo. Ni en la noche para estar con él, ni en el día para si quiera verlo por un rato.

Finalmente, cuando su cabeza ya había comenzado a tejer conjeturas cada vez más descabelladas, Jaejoong se armó de valor y fue en busca de su esposo. Algo debía estar pasando para que el joven y dulce príncipe no pudiera ir a verlo.

Buscó por todos lados, pero no lo encontró. Un horrible sentimiento de miedo se asentó en su pecho y el pobre joven no supo que hacer. Con pasos lentos y llenos de pesar, se dirigía a su habitación, cuando unas voces masculinas llamaron su atención desde una de las salas de reuniones.

  • ¿Y el príncipe Yunho donde esta? – preguntaba una voz
  • Ahhh… ¿mi hermanito? Se fue de urgencia a ayudar en una de las batallas del borde… - contestaba la voz del príncipe Sihan.
  • ¿Mandaron al príncipe allí? – preguntó otro hombre.
  • No, nadie lo mandó. Él le dijo a padre que quería ir…
  • ¿Pero no se acaba de casar? – Cuestionó la segunda voz.
  • Sip… justamente por eso se quiso ir… - respondió el príncipe Sihan con un tono lleno de diversión.

El alma de Jaejoong se le fue a los pies con solo oír ese tono de voz y lo que decía.

  • ¿A qué se refiere majestad? – preguntó la primera voz.
  • Pues, tú sabes cómo me gusta poner a Yunho en su lugar. Hacerle saber quién es el príncipe importante en este palacio… pues lo hice de nuevo.
  • ¿Qué hizo, majestad? – preguntó la segunda voz con un tono de diversión también, mientras la primera voz reía.
  • Me di cuenta que Yunho no dejaba de mirar a uno de mis pretendientes. El único joven muchacho entre mis tres opciones. No que lo culpe, el niño es hermoso. Entonces le dije a padre que le cedía mi derecho sobre el joven a Yunho…

Hubo un silencio en la habitación en el cual Jaejoong aguantó la respiración.

  • No veo como eso es hacerle una jugarreta al príncipe, majestad…
  • Simple, mi querido amigo. Yunho sabe que todo en este palacio me pertenece. La comida, la ropa, la gente, el trono, la corona y hasta la nación. Todo. Y toda mi vida me encargué de hacerle ver que él solo obtendría lo que yo quisiera dejar para él. Ya sean juguetes, sirvientes o comida. Ahora… su esposo también es una sobra que yo dejé para él… y no deja de quemarle…

Las risas que siguieron a las horribles palabras, cubrieron el sonido que hizo el muchacho al caer al suelo cuando sus piernas no pudieron retenerlo en pie.

  • Y eso no es la mejor parte… - comentó el príncipe entre risas que no parecía poder contener – lo hice casar con un hombre. Jamás tendrá los hijos que dice que quiere tener. No podrá si quiera pensar en competir conmigo por el trono. Como siempre, tendrá que verme desde las sombras…

Mientras las risas volvían a aparecer, las lágrimas comenzaron a brotar incontrolablemente de los ojos del hermoso joven. Su Yunho… su Yunho ya no lo querría porque él ahora era la representación viviente de toda humillación de la que el príncipe Sihan lo había hecho presa toda su vida. Jaejoong se había convertido en la pesadilla del joven príncipe…

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Los días pasaban sin nada de mención. Uno tras otro en soledad y sin noticias de su esposo. Jaejoong comía solo porque su sirvienta personal, Suhi, lo miraba con tal expresión de tristeza, que le recordaba a su madre. Pero la verdad era que el joven ahora príncipe, no tenía ganas de hacer más nada que dormir. Dormir por horas en las que podía soñar con Yunho y su hermosa sonrisa de dientes perfectos.

Meses pasaron, antes de que Yunho volviera al palacio, cuando la batalla en la que estaba terminó. Para entonces muchas cosas habían sucedido. La concubina de Sihan había quedado embaraza y él príncipe heredero había contraído una enfermedad que apenas lo dejaba abandonar su cama.

Jaejoong sabía que no debía alegrarse de esas cosas, pero no podía evitar pensar que el horrible hombre se lo merecía. Le estremecía pensar en la clase de rey en el que se convertiría.

Por su parte, el rey parecía verse cada vez más anciano y más débil.

Sin embargo, nada de eso le importaba a Jaejoong. Él estaba interesado únicamente en la llegada de su esposo y en que podía hacer para lograr que su esposo se diera cuenta que él lo quería de verdad y que no era ninguna sobra de Sihan, porque su corazón… su corazón siempre había sido de Yunho. Desde el primer día…

Pero Yunho lo evitaba a todas horas. Siempre estaba muy ocupado para verlo o muy cansado para visitarlo en la noche. No había espacio en su vida para él. Y el joven príncipe no sabía qué hacer para hacerle ver a su esposo que solo necesitaba estar con él lo suficiente para poder decirle dos palabras. Solo dos, pero las más importantes del mundo para él… te quiero…

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Cuando Suhi lo despertó en el medio de la noche, Jaejoong pensó que era porque finalmente su esposo había decido ir a verlo. Se equivocaba…

El príncipe Sihan había muerto hace unos minutos, sucumbiendo ante la enfermedad que lo había tenido a mal traer por semanas. No había habido nada que los médicos pudieran hacer y ahora el hombre había dejado atrás a dos mujeres y un niño no nato.

  • ¿Sabe lo que eso significa, majestad? – había susurrado Suhi – El príncipe Yunho será rey y usted será reina…

Pero eso no podía ser de menor importancia para el joven de cabellos negros. No le interesaba nada de eso. Lo que si le interesaba, era que tal vez ahora, tendría oportunidad de acercarse a su esposo como tanto lo había anhelado. Tal vez por fin podría deshacerse de la sombra de Sihan entre ellos. Ahora que todo le pertenecía a su esposo.

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Cuando el rey murió, habían pasado apenas dos semanas desde la muerte del príncipe Sihan. Al parecer, el dolor de perder a su hijo mayor, había terminado de deteriorar la frágil salud del rey.

Y así como así, en cuestión de semanas, Yunho se convirtió en rey y Jaejoong en su reina. La coronación había sido planeada a unos pocos días del entierro de los dos miembros de la familia real que habían sucumbido.

Jaejoong estaba vestido con las mejores galas, creadas para él por un sastre que habían asignado para él exclusivamente… su nombre era Yoochun. Un joven talentoso que veía las cosas muy diferentes al resto de los otros sastres.

Yunho también vestía como el regio gobernante que ahora era. Toda la ceremonia, a Jaejoong le había costado quitarle la mirada de encima a su esposo. Sentía como si hubieran pasado años desde la última vez que lo había visto… sin embargo él estaba el igual de atractivo y perfecto. Pero también igual de distante y frio…

Jaejoong trató de hablar con él una vez más, cuando la ceremonia había acabado, pero antes de que pudiera decir algo, el joven rey había llamado a las mucamas para ordenarles que escoltaran a Jaejoong a su nueva habitación.

  • Estaré muy ocupado ahora, trata de no molestarme por tonterías. Tú también tendrás muchas cosas que hacer a partir de ahora… demos lo mejor de nosotros.

Y sin más se había ido, dándole la espalda a Jaejoong y sin llegar a oír las palabras que el joven aún se moría por decir…

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Su vida si cambió, pero no para mejor. Si bien tenía responsabilidades, no eran tantas, ni tan importantes. La verdad era que tal vez si él fuera una mujer, las cosas habrían sido diferentes. O tal vez si no fuera tan evidente que el rey no sentía ningún afecto hacia él…

El hecho de que Jaejoong no pudiera darle hijos a Yunho, lo hacía completamente inútil en los ojos de los hombres de política que rodeaban a su esposo gran parte del día.

Yunho, por su parte, estaba tapado de trabajo todo el día. Él no había recibido la misma educación que su hermano, por lo cual le costaba un poco más manejar la nación. Jaejoong se encargaba de mandar a las mucamas a su sala de reuniones con diferentes clases de comidas y medicinas, pero les pedía que no lo mencionaran. Tenía miedo que Yunho rechazara los alimentos si se enteraba que era él quien los mandaba a pedir.

Las semanas se convirtieron en meses y Jaejoong se había dado por vencido en tratar de hablar con el rey… ni hablar de en decirle esas palabras que guardaba en su corazón. Vivía su vida un día a la vez y trataba de estar en el jardín a la hora en que su esposo cruzaba para retirarse a su habitación. Pero jamás lo detenía ni llamaba su atención en ninguna forma… solo quería verlo. Al menos… verlo.

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El día de su cumpleaños vino y pasó… no hizo una celebración, porque el joven había insistido en que donaran el dinero destinado a su fiesta al hospital del pueblo. Los cumplidos de la gente por su generosidad lo habían hecho sentirse mal, porque la verdad era que no había querido fiesta, sabiendo que Yunho no asistiría y que probablemente ni siquiera sabía que era el día de en qué él había nacido.

La mayor parte de sus días las pasaba en soledad. El único que lo visitaba regularmente, era su sastre, Yoochun. El joven siempre aparecía trayendo alguna creación nueva para él y se quedaba durante horas para charlar con Jaejoong. Ambos se consideraban amigos, pero no era correcto decirlo en voz alta, porque Yoochun estaba muy por debajo de él en la escala social. Sin embargo, la gente de su escala social, lo creían un chiste.

Jaejoong se había enterado de que estaban presionando a Yunho para que se divorciara de él. No lo hacían directamente, porque sería una herejía, pero no dejaban de hablarle de rumores acerca de Jaejoong y su familia, que seguramente habían inventado ellos. No que su esposo le hubiera dicho nada de esto, sino más bien que se había enterado de labios las mucamas que estaban todos los días con él y lo apreciaban.

Sin embargo, Suhi no dejaba de recalcar con una gran sonrisa en su rostro, que las mucamas habían dicho que el rey los mandaba a callar cada vez que mencionaban los rumores en contra de Jaejoong o cualquier otra cosa relacionada con él dejándolo. Pero Jaejoong no se engañaba pensando que el rey lo hacía por cariño o alguna clase de amor secreto… el rey, su Yunho, había perdido el amor por él en el momento en que su hermano lo había regalado a él como una prenda usada. Para Yunho, Jae no era más que un mal recuerdo que no lo abandonaba…

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El día que Jaejoong se enteró de la muerte de su madre, fue también el día que él rey iba a tomar una segunda esposa. Debido a que el rey quería casarse rápidamente y no esperar, Jaejoong no pudo pedir permiso para salir. Como reina y primer esposo del rey, tenía que asistir a la boda para darle la bienvenida a la nueva esposa del gobernante.

Con el corazón en la garganta, y su mano firmemente agarrada en la de Suhi, Jaejoong se sentó a presenciar la boda de Yunho con su nueva esposa, Minyu. La joven era hermosa y de una familia muy influyente.

La ceremonia pasó como un borrón ante los ojos del muchacho, que estaba presente en cuerpo y no tanto en alma. Volvió en si cuando Yunho se acercó a él con su nueva esposa agarrada firmemente de su mano. Era costumbre que la segunda esposa fuera presentada a él primero, para recibir su aprobación… no que fuera necesaria.

Suhi carraspeó y Jaejoong hizo lo mejor que pudo para sonreír.

  • Bienvenida, Minyu. Yo, primer esposo del Rey Jung Yunho, te encuentro aceptable para él y espero que tomes… este obsequio… este obsequio… como muestra de mi sinceridad y… de bienvenida – dijo Jaejoong mientras una de las mucamas le extendía a la joven un hermoso vestido hecho por Yoochun.

La mucama de la joven tomó el vestido y Minyu le sonrió a Jaejoong, pero fue una sonrisa que no llegaba a los ojos de la joven.

  • Gracias, majestad. Es usted muy generoso. Espero que nos llevemos bien…

Mientras la muchacha era conducida por sus mucamas hacia su nueva habitación a esperar la llegada de Yunho, por primera vez desde que se habían casado, Jaejoong no trató de hablar con el rey. El joven no tenía energías para ser rechazado. No ese día, quizás el peor de su corta vida…

Cuando se había girado para irse, la voz de Yunho llamando su nombre lo había detenido. El joven se giró para mirar a su esposo, ataviado en la misma vestimenta que había llevado el día que se habían casado ellos, que lo miraba con el ceño fruncido. Por unos momentos el rey no hizo nada más que mirarlo o más bien inspeccionarlo con la mirada. Como si estuviera notando todas las señales del estado de ánimo de Jaejoong en cada detalle de su rostro, en su lenguaje corporal… o no…

  • ¿Por qué estas vestido de esa manera? Eres reina de esta nación y hoy es el día de mi casamiento. ¿No tienes joyas? ¿y que son esos colores?

Jaejoong había estado tan destrozado por la pérdida de su madre y por la ceremonia de ese día, que solo se había puesto ropa oscura y no se había molestado en ponerse ningún accesorio. Ni siquiera había dejado que Suhi le pusiera algo de maquillaje para realzar su belleza. El joven se veía como se sentía… triste y desolado.

Suhi se había adelantado para explicarle la situación al rey, pero Jaejoong había estirado una mano para detener a la mujer, quien le echó un vistazo antes de retroceder. Jaejoong procedió a hacer una reverencia frente a su esposo, antes de volverse a enderezar.

  • Me disculpo, majestad. No me estoy sintiendo muy bien el día de hoy… ¿podría disculparme si no asisto al banquete?
  • Haz lo que te parezca… - había respondido el joven rey después de una pausa que había resultado eterna para el joven.

Después de volver a hacer una reverencia ante su esposo, Jaejoong se giró y se fue a paso lento a su habitación. Si el rey no lo acompañaba, Jaejoong no podía dejar el palacio por lo cual, visitar la tumba de su madre estaba fuera de sus posibilidades. Yunho jamás lo acompañaría… tenía una esposa a la que visitar.

Mientras el joven se alejaba, con los ojos anegados de lágrimas, no pudo sentir la mirada fija de su esposo en él.

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Yunho sí asistió a la habitación de Minyu esa noche. Fue lo primero de lo que se enteró el joven esa larga y horrible noche…

Yunho asistió a la habitación de Minyu cada noche después de ese día.

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Otro de sus cumpleaños pasó y Jaejoong volvió a donar todo el dinero que estaba destinado para su fiesta. En lo que a él concernía, no había absolutamente nada que celebrar.

Suhi y Yoochun por su parte, se empeñaron en darle regalos. Yoochun le había hecho un hermoso conjunto de pantalón y camisa en su color favorito, negro. Y Suhi le había regalado un collar de plata con un camafeo que tenía dentro el retrato de sus padres.

  • Pensé que le gustaría… le pedí el retrato a su padre, cuando salí en mi día libre… él le manda esto. Son cartas que escribió su madre para usted…

Jaejoong rompió con todo protocolo y abrazó a la mujer con firmeza. Ella era probablemente la única que de verdad se interesaba por él en ese enorme y sombrío lugar.

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Yoochun llegó más tarde el día del cumpleaños de Jaejoong con una capa y una idea. Llevar a Jae a ver la tumba de su madre. Jaejoong se había puesto nervioso y se había rehusado a hacer semejante cosa, pero Yoochun y hasta Suhi le habían insistido. Los dos le habían asegurado que cuidarían que nadie se enterara. Cuando Jae aceptó, Yoochun lo cubrió con la capa y Suhi y él lo llevaron por la salida de sirvientes hacia las calles que él no había pisado en años.

Cuando llegó a la tumba de su madre, Jae lloró y habló con la mujer, mientras acariciaba el pasto que cubría el último descanso de la mujer que lo había traído al mundo. El lugar en el que había sido enterrada era hermoso. Desde la colina se podía ver el paisaje de árboles y las montañas. Y mientras se sentaba allí, Jaejoong pensó, que ese era un buen lugar para descansar.

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  • ¿Alguna vez tuviste un sueño, Yoochun? – preguntó Jae una tarde en la que el joven había ido a verlo con otro hermoso conjunto para él.

Después de ponérselo, se habían sentado en una banca bajo un árbol y se habían quedado en silencio durante mucho tiempo.

  • Si, majestad. Todo el mundo tiene sueños.
  • ¿Con que sueñas, Yoochun?
  • Pues… me gustaría conocer más del mundo…

Jaejoong asintió con la mirada perdida en el horizonte.

  • Yo soñé con conocer a la persona que me haría sentir completo, y se hizo realidad. Después soñé con casarme con esa persona y estar junto a él para siempre, y eso también se hizo realidad. Luego soñé con que él me amara tanto como yo lo amaba a él… pero supongo que soñé demasiado…

Yoochun observó al imposiblemente hermoso joven y tuvo que contenerse de tomar su mano. Literalmente sería condenado a muerte si se atrevía a tocar al que era esposo del rey…

  • Tal vez, majestad, necesita un nuevo sueño…

Una triste sonrisa apareció en el rostro de porcelana.

  • Pero es que sigo soñando con lo mismo… aunque sé que no sucederá.

Y mientras el joven suspiraba, aferrando firmemente el camafeo que jamás se quitaba del cuello, falló en notar la presencia de su esposo que se había detenido en la entrada al jardín, desde donde podía verlo a la perfección, sentado allí con Yoochun.

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Lo siguiente de lo que se enteró Jaejoong, fue de que Yunho había comenzado a acostarse con las mucamas. Al parecer el joven rey estaba frustrado, porque Minyu no había podido quedar embaraza a pesar de todo el tiempo que había pasado. Por eso, el rey había decidido rendirse y comenzar a pasar el tiempo con otras mujeres… y como se consideraba que todas las mujeres del palacio eran mujeres del rey…

El joven había tratado de ignorar el asunto tanto como había podido, hasta que había sucedido con una de sus mucamas personales. Suhi había estado furiosa y se había llevado a la mujer aparte para reprenderla, cuando Jaejoong las había encontrado. Con una suave sonrisa en el rostro, Jaejoong le había pedido a la joven que volviera a trabajar en las cocinas.

  • Tengo demasiadas mucamas… puedes volver a la cocina.

Cuando la joven se había ido, Jaejoong se había centrado en Suhi.

  • Si vuelve a suceder… no quiero enterarme. ¿Sí?

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Cuando Jaejoong había sido llamado ante el rey, lo primero que había cruzado su mente, era que el joven finalmente había accedido a deshacerse de él. La verdad es que había tomado bastante tiempo…

En el momento en que entró en la habitación, Jaejoong se cruzó con Minyu que iba de salida y que tenía pegada una sonrisita de suficiencia en el rostro. Eso hizo que sintiera un peso tremendo en la boca de su estómago.

En cuanto Jaejoong se detuvo en el medio de la sala, Yunho levantó la mirada y solo lo miró en silencio por mucho rato. Jaejoong no dijo y ni hizo nada para hacer que el rey hablara, solo esperó. Él se había hecho muy bueno en el arte de esperar…

  • Una de las mucamas de Minyu te vio salir del palacio con Park Yoochun y Suhi… ¿Es eso verdad?

Jaejoong no pudo hacer nada más que boquear como pez fuera del agua. Nunca había sido bueno mintiendo y no tenía idea de que decir para poder salvar a sus dos únicos amigos en el mundo.

  • Entonces es verdad… ¡te atreviste a salir del palacio! ¡Sabes que puedo mandar a matar a esos dos por lo que hicieron!

Jaejoong cayó de rodillas ante el rey y lo miró con ojos suplicantes.

  • Por favor… por favor… solo querían… la tumba de mi madre… quería verla… una vez…
  • Sabes que no puedes salir… sabes que no puedes abandonar el palacio… ¿Te haces una idea la cantidad de veces en el día que tengo que escuchar quejas sobre ti? ¿Tienes una idea de las veces que me piden que me deshaga de ti? Y tú vas y causas más problemas… ¿Qué se supone que tengo que hacer? Si no puedes cumplir con tus deberes como reina al menos no me causes más problemas…

Jaejoong agachó la mirada sintiéndose completamente vacío. Solo y vacío.

  • Yoochun… Suhi… por favor… - murmuró el joven sin levantarse del suelo.

El rey apretó los dientes mientras volvía a sentarse con un bufido.

  • Dejaré que Suhi te siga sirviendo… pero no volverás a ver a Yoochun. Lo mandaré como sastre a china.

Jaejoong miró al rey con dolor y estuvo a punto de quejarse, pero se contuvo. Yoochun quería conocer el mundo. Ese era el sueño del joven y ahora podría… y no iban a dañarlo. Eso era bueno.

  • Si, majestad.
  • No vuelvas a hacer algo así jamás, Jaejoong. Estoy cansado de oír de ti…

El joven se levantó del suelo e hizo una reverencia. Cuando se giró para irse se detuvo y volvió a mirar al rey.

  • ¿De verdad… no le pasara nada a Yoochun?
  • ¿Tanto te importa ese sastre? Acaso hay algo más de lo que me deba enterar – preguntó el rey con ojos llenos de fuego.

Jaejoong no sabía que era lo que él rey estaba preguntando, pero negó con la cabeza para calmarlo.

  • Él es… un buen amigo…

Yunho miró al joven intensamente por unos minutos eternos antes de gruñir con fastidio.

  • Eso espero… y si, nada le pasará.

Jaejoong le agradeció al rey y se giró una vez más para irse cuando el rey lo llamó por su nombre. Cuando se giró para mirarlo, el rey simplemente se quedó allí sin decir nada. Solo mirándolo intensamente. Examinando su rostro detenidamente.

  • Trata de pasar desapercibido…

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Después de la charla con el rey y de ver la expresión de diversión en el rostro de Minyu mientras se dirigía a su cuarto a paso lento, Jaejoong tomó una decisión. No podía seguir viviendo así. No podía seguir ya con todo eso… su corazón no lo soportaba más.

Mando a una de sus mucamas al mercado y cuando obtuvo lo que había pedido, llamó a Suhi a su habitación. Entregándole el frasco con una expresión neutra en su rostro, Jaejoong habló en un tono serio.

  • Pondrás esto en la comida, todos los días. Solo un poco y te asegurarás que nadie te vea.
  • Majestad… no puedo…
  • No estoy preguntándote si puedes o no. Es una orden. Con o sin prestigio, sigo teniendo poder para dar al menos esta clase de órdenes.
  • Si… majestad.

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Meses después, Jaejoong se encontraba leyendo una carta de Yoochun. Al parecer el joven había conocido a una muchacha en China y estaba seriamente enamorado. Jaejoong se sentía muy feliz por él.

Yunho había logrado dejar embarazada a una de las mucamas y Jaejoong había encontrado a Minyu dándole cachetadas a la mujer, exigiéndole decir quien se creía que era ella, para hacer semejante cosa.

En cuanto Jaejoong había llegado, Minyu se había detenido y se había girado para mirar a Jaejoong con insolencia. Jaejoong asintió sutilmente en dirección a Suhi, quien se encaminó hacia Minyu para devolverle las cachetadas que le había dado a la mujer.

Jaejoong era reina y primer esposo del rey, con o sin la atención del rey, eso no le quitaba poder sobre cualquier otra esposa que Yunho tomara. Y Minyu no era nadie para golpear a una joven que cargaba en su vientre al hijo del rey. Mientras la mujer gritaba su rabia entre cachetada y cachetada de Suhi, nadie se movía para ayudarla. Incluso aunque no lo respetaran, las mucamas sabían que Jaejoong tenía ese poder aún y no iban a entrometerse a salvar a la segunda esposa del rey.

Después del castigo que Suhi le dio a Minyu en nombre de Jaejoong, porque él no podía rebajarse a hacer algo así, el pálido joven se acercó a la joven embarazada para preguntarle cómo se encontraba. La mucama respondió en sollozos que estaba bien, pero aun así, Jae la acompaño a la enfermería para que verificaran que eso era cierto.

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Jaejoong fue llamado ante el rey al día siguiente y en pies poco firmes, el joven se presentó ante su esposo.

  • Minyu dice que hiciste que la golpearan. ¿Qué fue lo que te pedí Jaejoong? Minyu es la hija de uno de mis ministros no puedes tratarla de esa manera, como puedes atreverte a…
  • Minyu… golpeó a la mucama, que lleva a su hijo en el vientre, majestad.

El silencio más absoluto siguió a la declaración del joven. Jaejoong estaba encontrando difícil seguir parado allí por más tiempo, pero hizo su mejor esfuerzo para mantener la compostura.

  • ¿Qué?
  • Los médicos la examinaron… ella está bien y también… el bebé…

El joven tomó una bocanada de aire y se meció un poco en sus pies.

  • Jaejoong…
  • Debería… poner a la muchacha bajo protección… ella… es muy importante ahora… Tal vez Suhi debería cuidar de ella…

El rey no pudo hacer nada más que mirar al muchacho.

  • Suhi es tuya…
  • Suhi… no me pertenece… y tengo muchas mucamas… Suhi puede cuidar de su hijo… majestad.

El rey bajó del trono y se acercó a su esposo para levantar su barbilla y obligarlo a mirarlo a la cara.

  • Estas muy pálido, Jaejoong. Ve a que te revise el doctor…
  • Siempre fui pálido… majestad.
  • Te di una orden…
  • Si, majestad. Con su permiso…

Y con otra reverencia el joven se alejó de la habitación. Los ojos del rey no se separaron en ningún momento de él, pero Jaejoong ya no podía sentir al rey…

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Jaejoong no fue a ver al doctor. No tenía sentido. Esa tarde, antes de comenzara a anochecer, Jaejoong llamó a Suhi a su habitación.

  • Me gustaría ponerme la ropa que Yoochun me hizo. La que tiene… arreglos rojos…
  • Si, majestad – murmuró Suhi en un tono suave de voz
  • Y también me gustaría… si pudieras arreglar un poco mi rostro…
  • Por supuesto, majestad.

La mujer lo ayudó a vestirse y se encargó de poner algo de color en sus mejillas y sus labios. La mujer era una artista que hizo que se viera natural. Cuando le puso el espejo frente a él, casi parecía que tenía diecisiete años de nuevo…

  • Quiero que me lleves hasta el lago… por favor…

Con mucho cuidado y a un paso lento, Suhi lo condujo hacia el jardín con el lago y lo ayudó a sentarse en una de las bancas de piedra. Jaejoong no pudo evitar apoyar parte de su peso contra la mujer, que lo mantenía agarrado de la cintura y de una mano. Los ojos de Suhi estaban llenos de lágrimas sin derramar, pero se mantenía firme junto a él.

  • Cuidarás de la madre del bebé ahora…
  • Si, majestad.
  • ¿Tú crees que Yoochun… está bien?
  • Estoy segura que sí, majestad.
  • Suhi… nunca te agradecí por todo lo que haces por mí… gracias…

La mujer no pudo responder esa vez, mientras trataba de mantener las lágrimas justo donde estaban.

  • Sabes… necesito que hagas una cosa más por mi…
  • Lo que necesite, majestad.
  • Mi madre… le gustaban las lilas… llévale algunas, por favor.
  • Por supuesto, majestad.
  • Y yo… también amo las lilas… tráeme algunas ¿Si?
  • Así lo haré, majestad…

Después ambos se quedaron en silencio mirando la brisa mover las hojas de los árboles y el agua del lago reflejarlo todo.

Los parpados de Jaejoong pesaban, pero entonces captó algo. El rey… Yunho… había aparecido en el arco de la entrada al jardín con Minyu a su lado. Tal vez estaba soñando, tal vez su mente estaba creando las imágenes para él, pero Yunho lo miró directamente a los ojos. Y mirándose en esos hermosos ojos avellana, Jaejoong recordó el día en que se habían conocido y los días después de eso. Los días en los que Yunho le sonreía… los días en los que Yunho había pronunciado su nombre con dulzura… e incluso con reverencia. Los días en los que Jaejoong se había sentido dichoso. Los días en los que no eran rey y reina ni nada de eso. Solo dos chicos conociéndose mientras caminaban por los jardines a la luz de la luna.

Jaejoong sonrió un poco ante los recuerdos sin apartar sus ojos de aquellos hermosos ojos, justo antes de que tosiera violentamente. Se cubrió la boca y cuando apartó la mano vio sangre en ella. Oh... había llegado el momento entonces.

Los ojos de Yunho se abrieron de par de par y Jaejoong lo vio correr en su dirección, atravesando el puente, como si fuera en cámara lenta. Sin embargo, perdió la vista de él cuando no pudo sostener su cuerpo en el banco. Inmediatamente sintió a Suhi moviéndose para poner su cabeza en su regazo, y luego apareció Yunho en su línea de visión.

Su rostro estaba fruncido con preocupación mientras lo tomaba de los brazos de Suhi para acercarlo a su pecho. Con un mimo que no había sentido en años, Jaejoong sintió sus manos apartar el cabello de su rostro.

  • Jaejoong… Jaejoong… ¿Qué sucede? – luego se giró a mirar a las mucamas que habían venido con él - ¡LLAMEN AL DOCTOR! ¿QUE ESPERAN?

Jaejoong levantó la mano con mucho esfuerzo y la guió al rostro de su esposo, pero no pudo llegar. Cuando su mano volví a caer, Yunho la agarró y la guió para posarla en su mejilla.

  • Todo está bien… vas a estar bien… estoy aquí…
  • Yun… ho…
  • Vas a estar bien… ya lo veras… ya fueron por el doctor…

Jaejoong no estaba registrando ninguna de las palabras dichas. Solo estaba maravillándose por la sensación de tocar el rostro de Yunho. Era algo que había soñado tanto tiempo con poder hacer… tanto tiempo.

  • Yun…ho… yo… yo… - otra toz atroz cortó lo que estaba queriendo decir y más sangre manchó las preciosas ropas que Yoochun había hecho para él.

Yunho se desesperó y trató de limpiar sus labios lo mejor que pudo mientras volvía a gritarle a las mucamas que trajeran al doctor.

  • Yo… te… qui…

Pero antes de que pudiera terminar lo que quería decir desde hace mucho tiempo, su cuerpo se rindió y sus ojos dejaron de ver, sus oídos ya no oían y su corazón no latía. Jaejoong había dejado de existir y de ser un constante problema en la vida de Yunho.

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muy tarde, tengo que dormir... besos! 

 

 

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Comments

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VanessaJade
#1
Chapter 3: Me hiciste llorar mucho!! Está historia es hermosa y muy triste, amé al Jaejoong que estuvo atrapado por las circunstancias y por el amor que sentía y odié mucho a Yunho por ser tan tonto! Me gustó el final amo los finales felices .
Gracias por escribir yunjae, tienes mucho talento narras muy bien y tus diálogos son muy impecables espero seguir leyendo muchas más historias de ti.
jjliss #2
Chapter 3: Lloré prácticamente en los dos primeros capítulos, menos mal tuvieron un final feliz en el último ♡♡♡♡♡ gracias
anurim #3
Chapter 3: Que hermosa historia!!!! Es una de las pocas que me ha hecho llorar mientras la leo... me alegra que nos dejaras saber que en su siguiente vida si son felices!!!! ^0^ graciaa autornim!!!!
YJ4lyf #4
Awaiting your translation for chap 3
zetsu2326 #5
Chapter 2: Awww que hermozo....ojala pudieses continuar la historia que esta muy interesante..
Nadecitah #6
Ay Jaejoong ;x;
Continua pronto, estoy intrigada ;0;