Parte 2

Lilas

Desde que era muy joven, Yunho supo que ocupaba el segundo lugar de importancia en el palacio. Jamás se diría que era maltratado o mal atendido por la servidumbre del palacio. Yunho tenía toda la comida que podía necesitar, ropas nuevas y elegantes, atención constante para lo que necesitara, maestros privados que se encargaban de enseñarle todo lo que necesitaba saber… sin embargo él sabía que era el segundo. Una persona ajena diría que el príncipe se quejaba solo porque podía. No era así…

Sihan, su hermano mayor, tenía exactamente las mismas comodidades que Yunho, sin embargo era diferente. Sihan había nacido como el hijo del rey de la nación y su reina, por lo cual era el próximo heredero al trono. Yunho en cambio había nacido de una de las concubinas del rey, que había muerto al dar a luz. Si bien ambos, Sihan y él, habían sido criados por niñeras como era la costumbre, Yunho siempre se había sentido más solo. Incluso aunque los dos pasaban tiempo con una extraña que tenía la obligación de cuidarlos, Sihan podía visitar a su madre cuando quisiera y pasaba largas horas al día con el rey.

Yunho en cambio, era despreciado por la reina por ser el hijo de su esposo y otra mujer, mientras que el rey prácticamente no hablaba con él, ni se interesaba por saber de él en lo absoluto. E incluso con eso, tal vez no se habría sentido tan fuera de lugar sino fuera por su hermano… Sihan siempre se había encargado de hacerle saber que no pertenecía y que era menos que él.

Cuando eran pequeños, se encargaba de ser él quien fuera atendido primero en todos los aspectos, siempre sonriéndole de una manera aterradora. Nadie más habría sido capaz de verlo, sus labios sostenían una pequeña y perfecta sonrisa, pero sus ojos… sus ojos habían estado muertos, llenos únicamente de desafío, burla y desdeño.

Delante de su padre, siempre se comportaba de la misma manera con él, atento, cariñoso, como un hermano ejemplar. Cuando los príncipes se reunían con el rey y este le ofrecía alguna clase de alimento al príncipe heredero, Sihan siempre le ofrecía a Yunho primero antes de tomar un bocado para sí mismo. El rey y todas las mucamas presentes veían ese gesto del príncipe como bondad y cariño hacia su hermano menor, pero Yunho sabía la verdad… Sihan lo no hacía por bondad, lo hacía para hacerle saber que él solo comería lo que Sihan tuviera ganas de darle.

Era cierto que si trataba de hablar de ello, la gente le diría que estaba siendo cruel con su hermano sin razón, pero no era así. Yunho sabía muy bien que no estaba loco. Sihan lo había invitado a comer con él cuando era muy pequeño y Yunho había asistido. En cuanto se habían sentado, Yunho había dicho que quería comer carne, pero al escucharlo, Sihan había dicho que tenía ganas de carne también. Como él era el príncipe heredero, le habían servido a él primero y Yunho no tendría permitido comer hasta que él estuviera satisfecho. Podía comer cualquiera de las otras cosas en la mesa que el príncipe heredero no quisiera, pero no la carne que había estado deseando comer con tantas ganas.

Las mucamas habían traído suficiente carne como para alimentar a cuatro personas, ni que hablar de dos niños pequeños. Sin embargo, pedazo a pedazo, Sihan había comido cada trozo de carne que habían traído y servido, sin quitarle la mirada de encima a Yunho… sonriendo suavemente. Cuando había acabado con la suficiente carne para alimentar a dos adultos, había dejado de tragarlo… simplemente ponía la carne en su boca, la masticaba y luego la escupía en un bol que una de las mucamas sostenía para él… siempre sin dejar de mirar a Yunho a los ojos. Cuando solo quedaba un pequeño trozo de carne asada, Sihan la tomó entre sus palillos y sonrió cálidamente a Yunho diciendo “Tú puedes comer esta”. Yunho había entendido el mensaje fuerte y claro… “todo aquí es mío y tú solo tendrás lo que yo decida dejarte”. Después de eso, era imposible no ver el recordatorio del mensaje en sus fríos ojos, cada vez que le ofrecía comida…

Por esa razón, el joven príncipe nunca se había atrevido a desear nada con anhelo, porque sabía que en el momento en que Sihan se enterara, lo tomaría antes de que Yunho siquiera pudiera tratar de alcanzarlo. De esa forma, sin querer o anhelar nada, el príncipe Yunho había vivido tranquilamente… hasta que Jaejoong había llegado al palacio.

La primera vez que Yunho había visto a Jaejoong, todo el aire de sus pulmones lo había abandonado. Jamás en la vida había visto algo tan hermoso… tan perfecto. El joven de diecisiete años había parecido un ángel que había bajado a pasear por los jardines del palacio. Su cabello oscuro y sedoso, sus ojos grandes y expresivos, sus labios rojos y llenos, su piel blanca y suave… lo único que lo había hecho aún más hermoso fue su sonrisa. Cuando Jaejoong lo había mirado, había sonreído como si Yunho fuera la visión más magnifica que él había visto. Nunca se había sentido más lleno de alegría, que cuando había visto esos ojos oscuros llenos de calidez y esas pálidas mejillas sonrosadas por la simple felicidad de verlo.

Yunho se había informado tan pronto como había podido de quien era el ángel y que hacía en el palacio. No era necesario aclarar, que en cuanto se había enterado de quien era y lo que estaba haciendo allí… todo su ser se había marchitado. Era increíble como Sihan podía arrebatarle lo que quería incluso antes de que él supiera que lo quería. El ángel había entrado en el palacio para casarse con el monstruo de su hermano, e incluso si no se casaba con él, estaba destinado a ser un entretenimiento para él… Y Yunho tendría que verlo suceder desde las sombras que se habían convertido en su hogar...

El joven príncipe había pasado horas cazando después de eso, tratando de aliviar el odio y la frustración que sentía. Cada vez que apuntaba con su flecha, siempre se imaginaba a Sihan en el lugar del blanco. Pero incluso después de horas de eso, no se sentía mejor. Aun se sentía impotente y lleno de una tristeza que lo solo lo hacía enojar incluso más, porque él había jurado que no dejaría que Sihan le hiciera lo mismo de nuevo… pero como siempre, su hermano siempre terminaba obteniendo lo que quería.

Finalmente había decidido rendirse… después de todo, si no quería nada, entonces no perdería nada. Solo tenía que seguir viviendo como hasta entonces y olvidarse del hermoso joven que simplemente no estaba destinado a ser suyo como muchas otras cosas más en su vida.

Pero aunque había tratado durante horas de dormir esa noche no había obtenido resultado alguno. Había tratado de olvidarlo, de quitarle importancia. Había tratado de quitar de su mente esos hermosos ojos de oscuras y espesas pestañas, pero no había podido… estaban grabados en el fondo de su alma. Por eso, aprovechando que su hermano estaba demasiado ocupado con sus asuntos para conocer a los jóvenes que habían entrado en el palacio, Yunho había decidido ir a ver a Jaejoong solo una vez más, solo una vez… pero no resultó como él lo había planeado.

Cuando se escabulló para ir a mirar a Jaejoong, ya no había podido dejar de hacerlo. El muchacho había notado que estaba allí en el momento en que Yunho había llegado al lugar donde comía con el resto de los elegidos, era como si presintiera su presencia. En el instante en que esos ojos oscuros se clavaron en los suyos y esa hermosa sonrisa se abrió paso en esos perfectos labios… Yunho estaba perdido. Totalmente perdido…

Todas las tardes, Yunho encontraba alguna forma de estar cerca de Jaejoong. Se sentaba cerca de donde él estaba o solo paseaba por los alrededores. Todas las noches, el príncipe iba a verlo y pasaban horas charlando de todo y de nada. Yunho sabía que no había nada que él pudiera hacer para cambiar el futuro de Jaejoong y que debería dejar de torturarse a sí mismo y a él con algo que no podía suceder… pero cuando pensaba en dejar de verlo, se le retorcía el corazón el pecho. Nunca nadie había sido tan adorable…

Jamás había deseado algo con tanta fuerza como había deseado estar con Jaejoong. Nunca había entendido lo que la gente quería decir cuando decían que querían algo con tanta fuerza que dolía… ahora lo entendía a la perfección. Podría haber dado todo lo que tenía, su título de príncipe incluido… solo por estar con él. Si tuviera a Jaejoong… nada más importaría.

Por eso, como un idiota, no había podido quitarle los ojos de encima al hermoso joven cuando él había sido presentado a su hermano. Había tratado tanto como había podido de disimular en frente de Sihan, pero él lo había visto. Había visto la forma en la que Yunho miraba a Jaejoong y la forma en la que Jaejoong lo miraba a él. Entonces, había aparecido en el rostro del hombre, la sonrisa que Yunho conocía demasiado bien para su gusto. No… ¡NO!

De repente todos sus sueños se habían hecho realidad de la forma más horrible y repulsiva. De un minuto para otro, Jaejoong era suyo. Jaejoong se había convertido en su prometido y su futuro esposo. Jaejoong se había convertido en otra de las sobras de Sihan… Jaejoong… se había convertido en aquel trozo de carne que Sihan le había permitido comer. Mientras el joven le sonreía con esos ojos oscuros llenos de felicidad, Yunho había sentido ganas de vomitar, porque ahora todo lo que veía cuando se miraba en esos ojos oscuros, era la horrible sonrisa de Sihan.

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En el momento en que Yunho estuvo casado, con las decoraciones de su boda siendo otra de las sobras de su hermano, el joven príncipe había ido a ir a ver al rey sin siquiera quitarse las ropas de boda, para pedirle que lo dejara ir a la batalla que estaba tomando lugar en el borde del territorio.

En otro momento le habría importado el hecho de que el rey no le había preguntado absolutamente nada y le había dado exactamente igual si él iba a arriesgar su vida en el campo de batalla o no, pero no en ese momento. No cuando sentía que se estaba ahogando con cada bocanada de aire que tomaba.

Necesitaba salir de ese asqueroso, contaminado lugar tan pronto como pudiera, para así poder alejarse de la sonrisa de Sihan que se burlaba de él en cada rincón de ese maldito edificio. Nada le pertenecía ni le pertenecería jamás… y todo lo que quería hacer era escapar. Escapar de ese maldito palacio donde todo el mundo besaba el suelo que Sihan pisaba. Escapar del padre que jamás se había dignado a preguntarle cómo se sentía o que era lo que quería.

Escapar de la única persona que había querido jamás y que su hermano había contaminado con su veneno, como lo había hecho con todo en su vida. En lo que a Yunho concernía… Jaejoong no era realmente suyo. Jaejoong era solo otra cosa que le pertenecía a su hermano y que le había prestado momentáneamente.

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El príncipe pasó meses en la guerra antes de que ésta acabara y sin embargo, mientras todos los hombres festejaban y se abrazaban a su alrededor, Yunho se sentía como si lo hubieran perdido todo.

Mirando al horizonte se había preguntado, porque había puesto tanto empeño en luchar, cuando ahora tendría que volver a enterrarse en aquel infierno una vez más. Si tan solo pudiera hacerse pasar por muerto y largarse de allí a un lugar muy lejano… pero no podía. No podía hacerlo. Tenía tanto control sobre su propia vida como con el resto de las cosas a su alrededor… ninguno. Y además estaba el hecho de que Jaejoong estaba en aquel palacio. Yunho no podía estar cerca del muchacho, pero no quería que fuera dañado tampoco, y si él se iba dejándolo atrás, solo dios sabía lo que le sucedería.

En el momento en que llegó al palacio, Yunho fue informado de la mala salud de su padre y su hermano. Una cosa como esa tendría que haberle sido informada en una carta en el campo de batalla, pero eso demostraba lo poco que él significaba para esos dos hombres. Aunque ellos no simbolizaran algo mucho más importante para él tampoco.

Mientras el eunuco del rey, le recomendaba ir a visitarlos, Yunho simplemente se fue a bañar y luego a dormir. Había pasado mucho tiempo desde que había podido limpiarse y descansar como era debido. El príncipe ni siquiera trató de engañarse a sí mismo tratando de negar que había descansado como un bebé solo porque sabía que su hermano estaba enfermo.

Jaejoong se había enterado que él había llegado al siguiente día y había comenzado a pedir audiencia con él, pero se las había negado todas, poniendo cualquier excusa que se le ocurría en el momento. No quería pasar por eso de nuevo. No quería tener que ver el perfecto rostro de su esposo, solo para ver a Sihan en él. Solo para ver aquel estúpido trozo de carne, siendo ofrecido a él… En su mente, Yunho sabía que Jaejoong no había cambiado, que seguía siendo el mismo muchacho hermoso del que se había enamorado pero simplemente no podía separarlo de lo que era. Jaejoong se había convertido en algo inalcanzable, en el momento en que había sido dado a él como todo lo demás en su vida… de segunda mano.

Hasta ese pequeño pedazo de felicidad le había sido negado por Sihan.

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Yunho ya dormía, cuando los eunucos entraron en su habitación para comunicarle de la muerte de su hermano. Al principio Yunho no había entendido bien y luego había pensado que simplemente estaba soñando. No podía ser cierto… Sihan, no podía morir sin antes convertirse en rey. Simplemente no podía suceder…

Sin embargo, era cierto. Sihan estaba muerto y unas semanas después también lo había estado su padre. Mientras la gente le ofrecía sus condolencias, Yunho solo había podido sentarse allí, presente solo en cuerpo sin sentir absolutamente nada. Sabía que tendría que sentirse al menos algo mal… incluso si Sihan había sido retorcido y sádico, y su padre había sido una figura ausente… aun así habían sido su familia. Habían sido seres humanos que habían estado respirando hace unos días atrás y que habían estado allí desde el momento en que Yunho había nacido.

Pero no importó cuánto trató, no podía sentirse mal. Todo lo contrario, se sentía libre y ligero, claro algo atontado aun por lo sorpresivo de todo pero… por fin a cargo de su vida.

Y cuando todo el mundo por fin se fue y él estuvo solo parado en la sala del trono que ahora le pertenecía a él, Yunho rió. Ese asiento del que su hermano se había enorgullecido tanto de ser el heredero… no había podido poner su trasero ni siquiera cerca. Lo razón por la cual había hecho la vida de Yunho miserable… ni siquiera había podido disfrutarlo… cuan irónico.

Yunho había ganado al final… o eso tontamente había pensado el joven príncipe.

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El resto de los días que siguieron al entierro de su padre y su hermano, habían sido los más relajados y tranquilos en la vida del príncipe. Nada había cambiado en realidad. Las mucamas lo seguían sirviendo de la misma manera, la comida seguía siendo la misma, al igual que sus ropas… pero Yunho ahora sabía que Sihan no estaba allí y que él no tendría que ir a verlo en cuanto el maldito lo llamara. Yunho sabía que no tendría que ir a cenar con ellos y aguantar como Sihan lo alimentaba únicamente con las cosas que él quería que Yunho comiera. No tendría que soportar horas de sentarse a mirar a Sihan practicar con su arco. No tendría que hacer nada cerca de él… y solo eso era… increíble.

El día de su coronación llegó y allí estaba Jaejoong. Parecía como si no lo hubiera visto en años, cuando en realidad solo habían pasado algunas semanas. Él… brillaba. Estaba algo más delgado, sus facciones algo más afiladas debido a la perdida de la suavidad de la juventud y aún más hermoso de lo que podía recordar. Las ropas que traía puestas solo realzaban lo hermoso que se veía... sin embargo, cuando le sonrió con algo de timidez, su hermosura se desdibujó en sus ojos y solo pudo ver otra sonrisa. La sonrisa más odiada del mundo… y eso hizo que se le retorcieran las tripas de puro odio y que su rostro reflejara el malestar que sentía.

Sihan estaba muerto. Muerto y enterrado y sin embargo… seguía allí. Seguía en cada trozo de carne que comía, en cada ropa que vestía que era similar a las que él usaba, en cada rincón de aquel palacio donde él había caminado y sobre todo… estaba en el esposo que él había dictaminado para Yunho… Sihan vivía en Jaejoong. Y solo por eso el bastardo merecía morir de nuevo…

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Los primeros meses como rey habían resultado ser muy difíciles. El joven rey casi no salía de la sala del trono, tratando de educarse apropiadamente para gobernar. Fue tiempo después que él se enteró que toda esa preparación había sido en vano…

El reino era controlado por los ministros.

Ellos dictaminaban y ordenaban y siempre se salían con la suya. Si Yunho no estaba de acuerdo con algo y lo planteaba, ellos discutían todo lo que él decía y lo iban arrinconando con todo tipo de argumentos hasta que él no tenía más remedio que aceptar lo que sea que ellos habían decidido. Y si él se negaba en redondo a algo, ellos se rehusaban a trabajar u organizaban un terrible revuelo, haciendo una manifestación fuera de la sala del trono “rogándole” que cambiara de opinión.

Incluso con su hermano y su padre muertos, incluso aunque no pareciera… Yunho aún no era dueño de su vida ni de nada allí. Muy tarde se dio cuenta de que no era más que un títere muy bien vestido y alimentado, que los ministros usaban a su antojo. No importaba cuanto tratara de revelarse y de tomar las riendas de su vida, esos viejos ambiciosos siempre encontraban la manera de que sucediera lo que querían que sucediera.

Así que el príncipe solo se rindió. Justo como había sucedido con Sihan cuando había decidido no querer nada, Yunho decidió solo hacer lo que se suponía que tenía que hacer y ya. Entonces sucedió algo que despertó a Yunho de su adormecimiento… comenzaron a sugerir que él destronara a Jaejoong.

Al principio solo se quedó allí mirándolos, mientras ellos hablaban, culpando a Jaejoong de cosas estúpidas y llamándolo un mal ejemplo. Culpaban al joven de cualquier cosa que se les pasaba por la mente, pero sobre todo, del hecho que Yunho no tuviera hijos. Al principio eran sutiles con lo que querían, pero luego comenzaron a vocalizarlo sin ninguna vergüenza. Querían que Yunho abandonara a Jaejoong y tomara a cambio a una esposa que le diera lo que la nación necesitaba.

Incluso aunque Yunho no se acercara al joven… incluso aunque jamás se veía a Jaejoong, incluso aunque cada vez que lo veía se comportaba grosero con él… a Yunho le hirvió la sangre. Le hirvió la sangre al escuchar a esos hombres llenándose la boca, hablando de alguien a quien no conocían. Ordenándole que lo tirara lejos como si no valiera nada, cuando él sabía que eso estaba muy lejos de ser verdad. Pero sobre todo, Yunho lo vio todo negro cuando pensó en las posibilidades si de verdad dejaba ir a Jaejoong.

Si él decidía dejar al muchacho, su padre probablemente lo casaría con alguien más. Jaejoong sería el esposo de alguien más y ese otro lo tocaría y lo besaría y… Con solo imaginarlo, era capaz de asesinar al hombre sin rostro. Jaejoong no sería de nadie más. Jaejoong no podía ser de nadie más porque… porque… porque simplemente no podía. Incluso aunque no era suyo, incluso aunque fuera de Sihan en sus ojos… Aunque nunca pudiera estar cerca de él porque en realidad el joven no le pertenecía… Jaejoong sería suyo aunque fuera mentira. Esa era la maldición que su hermano le había hecho cargar, de la cual no podía librarse. Su maldición era vivir anhelando a Jaejoong, anhelando a ese hermoso y dulce joven… solo para ver a Sihan cada vez que lo miraba. Completamente inalcanzable aunque estaba tan cerca como para tocarlo… siempre ahí y nunca allí. Suyo y no suyo…

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Con el pasar de los meses, las quejas sobre su esposo no cesaban, sino todo lo contrario. Los ministros habían comenzado a cuestionar su derecho al trono por ser un hijo bastardo que no tenía hijos propios, por lo que Yunho aceptó tomar a una segunda esposa para tener un hijo. Esa sería la única forma en la que dejarían de molestarlo con el tema de divorciarse de Jaejoong.

La elegida, como no podía ser de otra manera, había resultado ser la hija de uno de los ministros y Yunho solo había aceptado. Después de todo, ella solo sería la segunda esposa y su única función, sería la de darle un hijo. Era lo que tenía que hacer…

El día de su boda con Minyu, el rey volvió a ver a Jaejoong por primera vez en un largo tiempo… y todo dentro de él se retorció. El muchacho estaba delgado, muy delgado y su rostro estaba desprovisto de color, salvo por las enormes ojeras debajo de sus oscuros ojos. Durante toda la ceremonia, Yunho no había podido dejar de mirarlo. Se veía miserable y su mano estaba blanca por apretar con fuerza la mano de su sirvienta, Suhi.

El rey ni siquiera se enteró de lo que sucedía durante la ceremonia, hasta que llegó al final y tuvo que acercarse a Jaejoong para presentarle a su nueva esposa. De cerca se veía aún más triste y desolado. Como siempre, Jaejoong se comportó como el perfecto esposo e hizo lo que tenía que hacer y le presentó un regalo a Minyu antes de que se la llevaran a su habitación para esperarlo.

Yunho no pudo moverse. Se quedó allí plantado, inspeccionando cada detalle de cómo se veía el muchacho. Quiso decir tantas cosas, preguntarle tantas otras… pero cuando abría la boca, tuvo la horrible visión de su hermano sonriéndole triunfante mientras envolvía sus brazos alrededor del muchacho, porque sabía que a Yunho le importaba. Entonces de su boca salió algo grosero y su alma se partió en dos cuando vio el dolor incrementarse en esos ojos oscuros.

Y luego Jaejoong se iba, dejando a Yunho frio con cada paso que daba lejos de él. Sus dedos quemaban por tirar de él, pero no se movió. Casi tenía la esperanza de que el muchacho lo odiara, pero al mismo tiempo la sola idea lo partía al medio. Aunque tal vez no era una mala idea… después de todo, sabía muy bien se lo merecía.

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Yunho se presentó en la habitación de Minyu y cumplió con su deber. Siguió haciéndolo por muchas noches, pero sin resultado alguno. La mujer simplemente no quedaba embarazada. Y para colmo no dejaba de pasearse por el palacio, dándose aires y maltratando a todo el mundo.

Durante meses y meses, Yunho tuvo que soportar todo aquello, sin ningún resultado. No importaba cuantas veces la veía, la mujer parecía incapaz de quedarse embarazada.

Frustrado con todo y asqueado de todo lo que era y lo que sentía, Yunho se había ido a caminar para quemar algo de la energía inquieta que sentía cuando escuchó a unas mucamas conversando. En cualquiera otra situación no le habría hecho ni caso, pero se detuvo en cuanto escuchó el nombre de Jaejoong. Ellas se estaban burlando de él. Decían que debía haber algo seriamente mal con él para que el rey lo ignorara de esa manera y que estaban muy sorprendidas que siguiera en el palacio. Cuando comenzaron a reír, Yunho perdió los papeles y entró en la habitación a los gritos, amenazándolas a todas con la muerte y finalmente despidiéndolas del palacio, mientras ellas se tiraban a sus pies llorando y pidiendo perdón. Tenía que escuchar cada mañana como los ministros insultaban a Jaejoong, no iba a escucharlo de las mucamas también… no iba a escucharlo de nadie más.

Después de eso, sus pies lo guiaron solos en dirección de la habitación de Jaejoong, pero no tuvo que ir muy lejos. Cuando llegó al jardín donde lo había visto por primera vez, encontró a Jaejoong sentado allí con un hombre. Yunho reconoció al joven que le habían asignado como sastre a su esposo.

Un sastre jamás se debería sentar con el esposo del rey a charlar. Mucho menos a solas. Su trabajo era hacer las ropas y largarse. Sin embargo, allí estaba Jaejoong. Sentado en ese banco, hablando con ese joven que lo miraba como si Jaejoong fuera lo más hermoso que había visto.

Yunho lo vio todo en rojo. ¿Cómo se atrevía ese hombre a siquiera posar los ojos sobre Jaejoong? ¿Por qué si quiera lo permitía el joven sabiendo que estaba casado? ¿Acaso se había cansado de esperar por Yunho y había decido reemplazarlo? ¿Acaso se atrevería a…?

Yunho se fue del lugar echando humo por las orejas, sintiéndose completamente confundido y frustrado por sus sentimientos encontrados. No podía suceder. Jaejoong no podía querer a otro. Jaejoong no podía entregarse a otro… él… no podía. Después de todo lo que Yunho había soportado para mantenerlo en su legítimo lugar… después de todo… no.

Esa fue la primera noche que Yunho se acostó con una de las mucamas. No recordaba si quiera el rostro de la mujer, ni mucho de lo que había sucedido en la cama, pero lo había hecho. Y cada noche después de eso había tomado a otra y otra más.

Minyu era inservible para tener hijos, Jaejoong dejaba que ese sastre se sentara muy cerca de él y ya ni siquiera trataba de hablar con Yunho. Ya no trataba de contactarlo ni le pedía que lo fuera a ver. Jaejoong se había olvidado de él…

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Después de días de ignorarla, Minyu apareció en su habitación y se había rehusado a irse. Yunho no prestó atención a nade de lo que decía, hasta que escuchó a la mujer hablar de Jaejoong.

Yunho estaba preparado para mandarla a callar, hasta que ella le había dicho que había oído que Jaejoong se había ido del palacio con el tal Yoochun. No podía ser cierto… de todas las cosas que habían inventado de su esposo, esa tenía que ser la más grande. Si Jaejoong en verdad había hecho una cosa así… entonces lo que él sospechaba bien podía ser cierto… y entonces Yunho no estaba seguro de poder mantener la compostura.

El rey mandó a llamar al joven inmediatamente y Minyu solo se fue de allí cuando Jaejoong llegó.

Yunho le preguntó a Jaejoong por la acusación y su cuerpo se quedó frio cuando él no negó la acusación. Casi inmediatamente el frio fue reemplazado por furia roja y Yunho comenzó a gritar. Le grito al joven acerca de cómo de difícil era mantenerlo en el lugar en el que estaba sin que él hiciera algo mal, con algo como eso, era casi imposible. Le gritó que mataría al maldito de Park Yoochun y a su sirvienta también por ayudarlo y entonces Jaejoong se arrodilló y Yunho se odió por eso. Se odió por hacer que su esposo se arrodillara ante él, pero sobre todo odió el hecho de que lo estaba haciendo para defender a ese maldito sastre. Jaejoong murmuró algo acerca de visitar la tumba de su madre, pero todo lo que el rey escuchó, fue que Jaejoong había preferido ir con Yoochun que ir con él. Jamás le había pedido a Yunho que lo acompañara o le había hablado de la muerte de la mujer en lo absoluto… Y cuando una parte de él le comenzó a susurrar que en realidad no lo habría escuchado si hubiera tratado de hablarle, Yunho la hizo callar inmediatamente.

Finalmente Yunho decidió no matar al bastardo, pero si mandarlo muy lejos, donde Jaejoong no podría volver a verlo jamás.

Antes de que el joven se fuera, Yunho le pidió que pasara desapercibido. De verdad necesitaba que lo hiciera, porque de otra manera los ministros volverían a la carga con el asunto de deshacerse de su esposo y aunque todo su cuerpo se debatiera sobre sus sentimientos por Jaejoong, de la única cosa de la que estaba seguro, era que no podía dejarlo ir.

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La siguiente vez que Yunho vio a su esposo, fue por Minyu de nuevo. La mujer llegó furiosa ante el rey, gritando como loca que Jaejoong la había mandado a golpear como si ella fuera solo otra criada en el palacio.

Yunho había encontrado eso difícil de creer, hasta que había visto la mejilla roja e hinchada de la mujer. Pero cuando ella había exigido que él castigara a Jaejoong de la misma manera, Yunho la había mandado a callar y la había enviado a su habitación. Yunho mismo no había tenido una buena mañana con los ministros comenzando a pedirle que reemplazara a Jaejoong con Minyu como reina. Él se había negado en redondo, alegando que ella por muy mujer que era, no había podido darle un hijo tampoco. Lo último que necesitaba era que Jaejoong estuviera causando problemas que harían que todo el argumento volviera a explotarle en la cara.

En cuanto había quedado solo, Yunho había llamado a Jaejoong. Tomó más tiempo del acostumbrado que Jaejoong se presentara y cuando lo hizo, Yunho inmediatamente notó que el joven no se veía para nada bien. Seguía siendo igual de hermoso, pero la palidez de su piel ya no parecía tan natural. Jaejoong le explicó el motivo del castigo de Minyu y luego para completa sorpresa y consternación del rey, Jaejoong ofreció a su muy querida Suhi para que cuidara de su hijo. Esto hizo que todos los instintos de Yunho saltaran y sin pensarlo sus pies lo llevaron a pararse delante del joven para mirarlo de cerca. Algo estaba seriamente mal, podía sentirlo con cada fibra de su ser…

Al estar tan cerca del joven, flashes de su hermano y su estúpida sonrisa de superioridad se intercalaban con la imagen del joven parado frente a él, pero Yunho luchó contra ellas con todas sus fuerzas. Jaejoong se veía seriamente enfermo, como si apenas pudiera mantenerse en pie. Le ordenó que fuera a examinarse, pero cuando se iba a pasos penosamente lentos, Yunho tenía el mal presentimiento de que no pensaba obedecerlo…

Durante toda la tarde, en vez de pensar en lo que Minyu le había hecho a la mujer que cargaba con su hijo, el rey camino de arriba abajo por la habitación, sin poder quitarse los ojos tristes de Jaejoong de su mente. Sus labios, que siempre habían sido rosados e invitadores, habían lucido igual de pálidos que el resto de su piel. Trató de convencerse de que si algo malo sucedía, los doctores vendrían a avisarle inmediatamente, pero eso no sucedería si Jaejoong no iba a verlos como él le había ordenado que lo hiciera…

Cuando ya no había podido aguantar más el suspenso y el nudo que se le estaba formando en la garganta, Yunho se había dirigido él mismo a ver al doctor para preguntar por la salud de Jaejoong, pero como lo había presentido, Jaejoong no se había acercado por la clínica. Un miedo atroz se asentó en la boca de su estómago, mientras salía a toda velocidad en dirección de la habitación del joven. Había algo que él se estaba perdiendo en toda esa historia. Algo que parecía ser de gran importancia…

Minyu lo interceptó en el camino y Yunho apenas le prestó atención. Más tarde le gritaría por haber acusado a Jaejoong de hacer algo que no había estado mal en ninguna forma. Él mismo tenía derecho de golpearla, pero saber que era lo que estaba sucediendo con Jaejoong era mucho más importante. La insufrible mujer lo siguió y él solo la ignoró. Necesitaba ver a su esposo cuanto antes. Necesitaba saber que él estaba bien… y cuando eso estuviera aclarado, le gritaría por no obedecerlo y por darle semejante susto.

Cuando Yunho entró en el jardín que conducía a la habitación de su esposo, el rey se detuvo en seco. Allí tuvo una vista clara del joven sentado junto a Suhi en uno de los bancos. Jaejoong se veía sano y hermoso como él primer día. ¿Había estado él exagerando? No… Jaejoong parecía estar apoyando gran parte de su peso en Suhi, como si no pudiera sostenerse erguido. Sin embargo, cuando vio a Yunho en la entrada, le sonrió a Yunho como hace años que no lo veía hacerlo… como si Yunho fuera un regalo. Y por primera vez, el fantasma de su hermano no apareció en esa sonrisa suya. Como si la preocupación del rey por la salud de su esposo lo hubiera bloqueado de su mente consiente.

Un breve y doloroso recuerdo de su primera semana juntos inundó la mente del joven monarca y su corazón dolió. Recordaba muy bien las cosas de las que habían hablado y las esperanzas que había tenido de poder estar con él para siempre, sin embargo el destino había tenido una forma muy retorcida de hacer esos deseos volverse realidad. De repente sus recuerdos fueron abruptamente interrumpidos, cuando su joven esposo tocio sangre…

El mundo pareció detenerse alrededor del joven monarca y su corazón también pareció dejar de latir por unos segundos. Y de repente todo volvió a la moverse a una velocidad impresionante que lo dejó mareado. Yunho comenzó a correr hacia Jaejoong, llamándolo, gritando su nombre, como si con eso lograra hacer que lo que estaba mal se arreglara. Esperando haber visto mal, el rey encontró a su esposo en el suelo, con la cabeza apoyada en el regazo de Suhi.

Tomando a su esposo en sus brazos, Yunho comenzó a gritarle a las mucamas que trajeran al doctor. Necesitaba que se movieran rápido para que arreglaran lo que sea que estaba mal con Jaejoong, porque no sabía que haría si eso no sucedía… no podía ni pensar en aquello. Acarició el rostro del muchacho y habló sin realmente pensar en lo que decía, solo quería tranquilizar al muchacho o tal vez tranquilizarse a sí mismo.

Jaejoong estaba tratando de decir algo, pero antes de que Yunho pudiera entender, el joven tosió aún más sangre, haciendo que el poco color que le quedaba se perdiera. Yunho limpió el rastro de sangre tanto como pudo, como si pudiera quitarle la enfermedad del cuerpo con solo borrar ese aterrador rastro de los labios de su esposo. Sintiéndose completamente desesperado, Yunho volvió a ordenarles que trajeran al doctor. Pero entonces algo cambió… Jaejoong se aflojó en sus brazos y Yunho se congeló. Jaejoong… no podía…

Bajando la mirada, encontró a su esposo inconsciente y laxo en sus brazos. Desmayo… tenía que estar desmayado… no podía ser otra cosa.

Pasando el brazo por detrás de las piernas del muchacho y su espalda, el rey se levantó con Jaejoong en sus brazos y comenzó a correr. Si los doctores no se apuraban, entonces lo haría él. Se encontró a los hombres a mitad de camino y bajó a Jaejoong enseguida para dejar que lo examinaran. El rey se quedó parado allí, mientras los doctores se encargaban de Jaejoong, con las manos llenas de sangre y el corazón en la garganta. Jaejoong no podía irse… Jaejoong estaba desmayado. Jaejoong se pondría bien… Jaejoong tenía que ponerse bien.

  • Majestad… - comenzó uno de los doctores, girándose hacia él después de examinar a su esposo. – Fue envenenado… no llegamos a tiempo… él ha muer…
  • ¡HAGAN ALGO! ¡HAGAN QUE SE DESPIERTE! ¡ES UNA ORDEN!

Los doctores lo miraron con mezcla de terror y pena en sus rostros y Yunho se enfureció. Los sacó a empujones del camino y volvió a tomar a Jaejoong en sus brazos para dirigirse hacia la entrada del palacio. Si ellos no podían hacer nada, tenía que haber algún doctor que si pudiera allí afuera. Mientras caminaba a paso firme, Yunho podía escuchar que lo seguían, pero no podía importarle menos. Tenía que llevar a Jaejoong a un doctor. Tenía que conseguir que Jaejoong despertara.

Cuando llegó a la entrada, su salida fue interceptada por los guardias.

  • ¡MUEVANSE DE MI CAMINO!
  • Majestad, no hay nada que pueda hacer… - comenzó uno de los doctores.
  • ¡JAEJOONG NO ESTÁ MUERTO! ¡SOLO NECESITA UN DOCTOR QUE SEPA COMO HACER SU TRABAJO! ¡MUEVANSE!

Y entonces pasó lo impensado. Suhi apareció frente a él y lo cacheteó con toda su fuerza. Todo el mundo se sumió en un silencio sepulcral, mientras que Yunho miraba a la mujer como si la viera por primera vez en su vida. La mujer tenía los ojos llenos de lágrimas sin derramar y las mejillas mojadas.

  • Jamás le importó nada de su majestad… ahora no es el momento de fingir. Déjelo descansar en paz.

Yunho negó con la cabeza, mientras la fuerza abandonaba su cuerpo. Lentamente, sus piernas se rindieron y el rey terminó sentado en el suelo con su esposo firmemente agarrado en sus brazos.

  • Jaejoong no está muerto… Jaejoong necesita un doctor… ¿Por qué nadie lo entiende? Mi Jaejoong… mi Jaejoong no puede dejarme… mi Jaejoong… - murmuraba el rey con voz lastimera.

Entonces el nudo en su garganta se apretó tanto que no pudo hablar más y solo abrazó a Jaejoong contra su cuerpo para tratar de darle algo de calor, mientras el dolor más horrendo del mundo se expandía en su interior y las lágrimas comenzaban a fluir.

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Por horas, el rey no hizo nada más que llorar sin dejar que nadie le quitara a Jaejoong de sus brazos. No podía soltarlo, no podía dejar que se lo quitaran una vez más. Tal vez si lo sostenía lo suficiente, el calor finalmente volvería a su cuerpo y volvería a abrir esos enormes ojos oscuros para mirarlo con la calidez de aquel primer día.

Cuando Minyu se le acercó y comenzó a hablarle, el cielo ya estaba oscuro y Yunho ya no gritaba. Las lágrimas seguían deslizándose por su rostro, pero ningún sonido se escapaba de sus labios. Yunho no podía oír nada de lo que la mujer le estaba diciendo y realmente no le importaba. Solo quería despertar de la horrible pesadilla en la que estaba metido. Solo quería despertase…

Entonces Minyu cometió el error de tocar a Jaejoong. Su asquerosa mano se cerró sobre el brazo de su esposo y comenzó a tirar para quitárselo de los brazos a Yunho. El rey levantó la mirada para mirarla y vio que su expresión era completamente relajada. Como si todo estuviera completamente bien en el mundo cuando la verdad era que todo había terminado. Cuando en realidad ya no había nada más porque seguir viviendo… y Yunho lo entendió.

  • Fuiste tú… - murmuró el joven.
  • ¿Qué? – preguntó la mujer sorprendida.
  • Tú me quitaste a mi Jaejoong. Tú lo lastimaste para quedarte con el título de reina. Tú mataste a mi Jaejoong…
  • ¿Qué? ¡Por supuesto que no!
  • ¡GUARDIAS!

Inmediatamente un grupo de soldados se acercaron a rodear al rey y el apuntó hacia la monstruosa mujer que estaba parada frente a él.

  • ¡Arréstenla! ¡Esta mujer está condenada a muerte por matar a mi esposo!

Mientras los soldados agarraban a la mujer por los brazos, ella había comenzado a retorcerse y a gritar con odio. Pero Yunho solo registró una cosa… “Mi padre no dejará que hagas esto” Diablos… tenía razón.

Tomando la espada de uno de los soldados, Yunho la enterró en el vientre de Minyu, que jadeo con los ojos abiertos de par en par.

  • No va a poder intervenir ahora… - comentó el rey, antes de tomar a Jaejoong en brazos con mucho cuidado e irse a paso lento hacia la sala del trono.

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Casi amanecía y Yunho estaba sentado en el suelo de la sala del trono, con Jaejoong en su regazo. El rey no podía dejar de acariciar el rostro de su esposo y su suave cabello. Sus ojos ya no parecían tener lágrimas para derramar y se sentía vacío.

  • Jaejoong… ¿Por qué no te despiertas para mí? Lo siento tanto… lo lamento... Dime que me escuchas… Dime que me odias… cualquier cosa sería mejor que esto…
  • Él no volverá. Debe dejarlo descansar.

Yunho levantó la mirada para ver a Suhi parada en la entrada. La mujer tenía un ramillete de lilas en su mano y los ojos tan hinchados como los de Yunho, pero a diferencia de él, ella tenía una expresión de seriedad y resignación.

  • Suhi… Jaejoong…
  • Yo lo envenené… fui yo, no fue la señora Minyu…

Hubo un momento de silencio completo, en la que Yunho no pudo quitarle la mirada de encima a la mucama.

  • ¿Qué…? – graznó el rey.
  • Yo lo envenené. Él me lo pidió después de que usted lo llamara a esta habitación para decirle que era nada más que una molestia para usted.

Yunho negó con la cabeza sin poder dar crédito a sus oídos. No podía ser cierto…

  • Usted no supo valorar a su majestad. Él era el alma más dulce que llegué a conocer en este palacio y él lo amó con todo su corazón hasta el último día, incluso aunque usted jamás se lo mereció. En cambio usted decidió dejarlo de lado por un estúpido trauma que usted puso sobre él. Su majestad Jaejoong nunca fue el problema… siempre fue usted. Usted y su estupidez. Llorar ahora sobre el cuerpo que no tiene su alma dentro, es completamente en vano y hasta un insulto.

La mujer se acercó y dejó el ramillete de lilas sobre el pecho de Jaejoong, antes de apartarse.

  • No me importa lo que usted decida hacer conmigo, pero si no me mata, me iré de aquí. No pienso cuidar de ningún hijo suyo, ni de ninguna otra mujer con la que usted le rompió el corazón a su majestad.

Y mientras la mujer salía de la habitación, Yunho solo pudo mirar al rostro del que había sido su esposo. Suhi tenía razón... y no iba a dañarla por ello. Él había depositado sus propios traumas en su esposo y lo había hecho pagar por sus propios demonios. Siempre lo había tenido cerca y al alcance de su mano, pero sus propios problemas estúpidos lo habían mantenido lejos. Sihan no había vivido en Jaejoong… había vivido en Yunho y este lo había proyectado en su inocente esposo. Jamás había existido un hombre tan idiota.

El rey se inclinó sobre el cuerpo frio de su esposo y lo besó suavemente en los labios. Con un gran dolor, pensó en cómo se abría sentido hacerlo mientras él aún podía sentirlo… mientras su cuerpo aún conservaba el calor.

  • Arreglaré el daño que te hice… - susurró el rey – aunque tenga que nacer de nuevo… te encontraré y lo arreglaré todo. Te lo juro, Jaejoong…

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  • … y entonces el rey fue destituido y mandado al exilio. Los ministros se encargaron de la nación, hasta que el príncipe nació y tuvo la suficiente edad para hacerse cargo. Ahora veremos un documental que… ¿Yunho? ¿Yunho te sientes mal?

Mientras la profesora de historia lo llamaba, Yunho no podía respirar mientras que las lágrimas fluían incontrolables por su rostro. Su mente era un lio y no podía situarte situarse en una sola idea. Ese rey… ese rey del que la profesora había estado hablando… ese rey había sido él…

No era posible y sin embargo… lo recordaba todo. Recordaba cada detalle de lo que había sucedido. Recordaba el palacio y a su hermano… recordaba los años como rey y la comida, recordaba a Minyu… pero sobretodo… recordaba a…

  • ¿Yunho? Hey… ¿Qué pasa? – preguntó su compañero de banco posando la mano suavemente sobre su brazo.

El joven adolescente se giró inmediatamente hacía la voz que podría reconocer en cualquier lado. Jaejoong… Jaejoong estaba allí también. Jaejoong estaba sentado junto a él mirándolo con confusión en esos enormes ojos oscuros que tanto había amado y a los que como un necio había lastimado tanto también.

Sus manos se movieron por si solas, volando directas hacia Jaejoong para acunar ese hermoso rostro entre sus manos y poder comprobar que no era un sueño. Jadeó con maravilla al sentir la cálida y suave piel de su esposo en sus manos.

  • Estás aquí… estás conmigo… - murmuró Yunho antes de inclinarse para capturar esos labios rosados en un beso profundo.

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Mi texto quedó atrapado en mi computadora desde el miercoles... u.u hace unas horas un tecnico logró arreglarla. Perdon por la tardanza. 

 

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Comments

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VanessaJade
#1
Chapter 3: Me hiciste llorar mucho!! Está historia es hermosa y muy triste, amé al Jaejoong que estuvo atrapado por las circunstancias y por el amor que sentía y odié mucho a Yunho por ser tan tonto! Me gustó el final amo los finales felices .
Gracias por escribir yunjae, tienes mucho talento narras muy bien y tus diálogos son muy impecables espero seguir leyendo muchas más historias de ti.
jjliss #2
Chapter 3: Lloré prácticamente en los dos primeros capítulos, menos mal tuvieron un final feliz en el último ♡♡♡♡♡ gracias
anurim #3
Chapter 3: Que hermosa historia!!!! Es una de las pocas que me ha hecho llorar mientras la leo... me alegra que nos dejaras saber que en su siguiente vida si son felices!!!! ^0^ graciaa autornim!!!!
YJ4lyf #4
Awaiting your translation for chap 3
zetsu2326 #5
Chapter 2: Awww que hermozo....ojala pudieses continuar la historia que esta muy interesante..
Nadecitah #6
Ay Jaejoong ;x;
Continua pronto, estoy intrigada ;0;