Tiffany II

Ayer Empezó El Resto De Mi Vida
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CAPÍTULO 4: TIFFANY II

 

—No debería pasar tanto tiempo sola. Taeyeon no es de naturaleza solitaria y necesita compañía. ¿Por qué no la has convencido para que viniese esta noche? —comenta una de ellas, la más centrada.

 

—Ya te he dicho que no quiere.

 

—¿Dónde iba hoy?

 

—A una sala de microteatro que hay en Triana, hemos estado alguna vez con ella, no sé si te acuerdas.

 

—Ah, sí, lo de la noche del Repálago.

 

—Eso, sí.

 

¿Ha ido sola al teatro?

 

Una vez fui sola al cine y no fue una experiencia precisamente desagradable. Sin embargo, supongo que debe serlo si te han dejado recientemente. No recuerdo muy bien a Taeyeon. Sé que destacaba sobre sus amigas, quizá porque era muy atractiva o por su pronunciación.

 

No estoy segura.

 

Podría acercarme a la salida y verla simplemente.

 

Creo que si alguien escuchase este pensamiento deduciría que necesito ayuda profesional. No es algo que suela hacer, aclaro. No persigo ni espío a desconocidos.

 

La mesa siete necesita dos porciones de la tarta Muerte por chocolate y un par de cafés con leche. Lo que más me gusta de este trabajo son las expresiones relajadas de los comensales, las miradas que se intercambian algunas parejas en mesitas instaladas junto a la pared, ese momento de ¿pedimos el postre y paseamos por la ciudad?

 

Hay algo indescriptible en esos paseos nocturnos y silenciosos, junto a los comercios cerrados, con alguna que otra luz en sus trastiendas de alguien que hace números, el murmullo del río, el sosiego, el sonido de mis tacones y los tacones de ella.

 

Si voy con ella. Si volvemos de algún sitio, y tenemos dónde regresar.

 

—De todos modos, Taeyeon va a tener una cola esperando. Es guapa, y una buena persona. No sé. Cualquiera se enamoraría de ella.

 

—Yo una vez casi me lo planteo y todo —confiesa la chica impertinente.

 

—¿En serio? Venga ya.

 

—¡Es cierto! Cuando actuaba en aquellas salas universitarias, donde nos concentrábamos todos como las hormigas, no importaban las horas, allí estábamos fumando, debatiendo y viendo esas obras escalofriantes de grupos como el de Taeyeon. A mí ella me parecía tan especial que llegué a plantearme que me estaba enamorando o algo muy parecido.

 

—¿Y no se lo dijiste nunca? A lo mejor le halagaría.

 

—¿Qué dices? No. Fue una tontería, sabes que me gustan los hombres aunque me llevo a matar con ellos. Sencillamente, Taeyeon, genera admiración y ganas de abrazarla.

 

La otra joven, la más amable de las dos, le replica, riendo, que, en efecto, Taeyeon tenía un adorable magnetismo, como si irradiara sensualidad y ternura.

 

—Además, se parece un poco a su madre, ¿no? Con los ojos grises y esos arrebatos, sus salidas de tono y cómo viene corriendo a rodearte con sus brazos después.

 

—A mí no se me parece a su madre. Las dos son muy atractivas, pero tienen gestos completamente distintos.

 

—No sé.

 

Yo sí me parezco a mi madre. Sobre todo en los ojos. Son verdes. Los suyos un poco más claros, quizá. Los míos tirando a la hierbabuena, decía mi abuela. A veces, aunque me cueste admitirlo, adopto la misma postura que mi madre cuando estoy batiendo huevos o leyendo un libro, incluso dormimos de lado y esbozamos una mueca semejante cuando movemos la cucharilla en la taza de té para remover el azúcar.

 

Le pregunto al encargado si puedo salir hoy diez minutos antes y me dice que sí, que me vaya cuando necesite, que los demás recogerán y harán caja, que lo entiende. Como mi madre está en el hospital, todo el mundo parece dispuesto a sacrificarse o a cumplir mis deseos.

 

No voy a ir directamente al hospital.

 

Le he mandado un mensaje a mi querida madre para decirle que llegaré en cuanto pueda, que tengo que hacer algo.

 

Porque tengo que hacer algo. No soy capaz de definir el qué exactamente, pero me comporto con la torpeza de alguien que está preparando una confesión.

 

A pesar de lo avanzado de la hora, la clientela continúa dialogando sin prisa, y las amigas de Taeyeon parecen disertar otra vez sobre la tortuosa relación de la chica de ojos grises y pelo clarito.

 

Las artes deductivas de las dos, acerca del amor y del dolor de Taeyeon, se desarrollan durante esta noche de diciembre con estrellas, y me mantienen intrigada, como si me hubiesen inyectado una cándida curiosidad en las venas y no lograse deshacerme de ella.

 

—Que no, que Tae es un torbellino en la vida de cualquiera y no todo el mundo tiene la preparación necesaria para asumirlo. Taeyeon enamora hasta las trancas. Hasta el fondo. Y la Ailee esta de las narices no estaba lista para enamorarse, es una tía mucho más simple, ¿sabes lo que quiero decir? —expone la chica insolente, a la que el par de cervezas que ya lleva encima empiezan a ponerle un brillo achispado en la mirada.

 

—Sí, creo que sí.

 

—¿Tú te acuerdas de la película esta…? ¿Cómo se llama? Oh, no me acuerdo. Esta en la que dos personas se conocen en un tren…

 

—¿Extraños en un tren?

 

—No, mujer. Que se conocen en un tren y no pueden dejar de hablar durante todo el trayecto, y deciden recorrer una ciudad, París creo que era, y se van enamorando a través de la conversación que mantienen… ¿Cómo se llamaba? La hemos visto, de hecho, con Taeyeon en su casa, pero hace, yo qué sé, hace tiempo —declara la rubia mientras se lleva la servilleta a los labios.

 

—Ah, sí. Creo que sé cuál dices.

 

—Cuando la vimos, Tae se emocionó mucho, no hacía ningún comentario, pero aún así, no podía despegar los ojos de la pantalla. Pensé que para Taeyeon era eso el amor, abrirse a otra persona de ese modo, destripar libros, acontecimientos políticos, obras de arte, experiencias amorosas pasadas, analizarlo todo, descuartizarlo con alguien y enamorarse entonces, más allá del parpadeo, la piel o los gestos —manifiesta con pasión, con una intensidad abrumadora.

 

—Entiendo lo que dices. Pero debería ser menos crédula, más práctica.

Porque detrás de eso que acabas de decir, aunque es precioso, surge a veces una desconexión con el mundo real, ¿sabes? Y Tae sufre, porque se deja las entrañas, todo, en una relación que, a su juicio, merece la pena. Debería arriesgar un poco menos.

 

—Ella es así, su filantropía la convierten en una mujer inocente, generosa. No podemos reformarla en otra persona. Creo que es muy intrépido por su parte, querer de la manera que lo hace, pero tienen que existir personas así, dispuestas a todo, para que otros u otras, las disfruten—insiste.

 

—¿Pedimos postre? Aquí las tartas están exquisitas —propone la otra, mirando el reloj pensativa.

 

—Vale. Me parece bien.

 

No puedo evitar enamorarme un poco de Taeyeon.

 

Cuando la describen, dan ganas de conocerla en profundidad, de aprenderse de memoria lo que piensa, de ayudarla cuando se desborda del recipiente. Porque tal y como hablan de ella, parece una persona infinita en todos los sentidos, de las que no se comparan a otras, de las que no perecen. A las que, a veces, no se sobrevive.

 

Sé de qué película hablan. Antes del amanecer. Es una trilogía fascinante y me sonrío si imagino a Taeyeon aguantando las lágrimas. Porque a mí también me pasa. Creo que la actitud de esa mujer, bizarra e ingenua al mismo tiempo en sus relaciones, me permite admirarla, he pasado de pensarla con compasión a encandilarme con ella en menos de unas horas.

 

—Entonces tarta de queso y otra de galletas. Vale —anoto.

 

—Sí, eso es —confirma la más dulce de las dos, sin mirar concretamente a ningún sitio.

 

La pareja de la mesa número siete se besa. Los de la mesa contigua miran de reojo, porque ellos no se besan, parece que hace tiempo que dejaron de hacerlo, así que los critican, como si les resultase molesto.

 

No podemos prohibir besos en el local. Es un tipo de lenguaje universal, la saliva, el rubor, los labios abiertos y tiernos.

 

El que cumple años esta noche me hace una señal para que me acerque. Me pide que acepte un trozo de su pastel. Los amigos corean que debería atreverse a pedirme una cita. El chico se sonroja, pero ríe escandalosamente para encubrir la vergüenza, así, en un acto viril de miradme, soy capaz, me toma por la cintura y se declara con gracia.

 

Intuyo que han hablado sobre mí previamente, los efectos del alcohol pueden causar estragos.

 

No, le respondo con amabilidad.

 

Qué importantes son los noes.

 

No quiero pastel.

 

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Comments

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Karen-14213
#1
Chapter 10: Mi HyoSeo *W*
KrySulDay17
#2
Chapter 9: Epílogo please
roguecr #3
Chapter 9: actualuza pronto kiero saber que pasa entre tiff y tae
Skyth06
#4
Chapter 9: Fue muy lindo
LlamaAmerica #5
Chapter 8: Oh genial espero Tae no caiga de nuevo en eso y se de una oportunidad con Tiff *-*
Actualizaaaaaaaaaaaaaaaaaa♥
Elsync #6
Chapter 8: \o/ sólo un cap más y termina?
Enssei #7
Chapter 8: No...por qué tan cortito :(
Skyth06
#8
Chapter 8: Wtf muy bueno contiii
Skyth06
#9
Chapter 7: Omg *-* contiiii
soshicat1992 #10
Chapter 7: Geniaal espero que pase algo jajaja