Pase mis dedos a través de mi cabello  grueso y enredado, sintiendo que el calor en mis mejillas no se iba. Dejé caer mi cabeza en mi escritorio en exasperación y gemí interiormente. Cálculo, era una clase dolor con m matemáticas  donde había respuestas correctas e incorrectas, así como un educador que parecía que prefería morir, en lugar de enseñar a los adolescentes hormonales. ¿A quién en su sano juicio le gusta  ir a la escuela? A causa del hecho que saco buenas calificaciones los demás asumen que amo las clases. No. Si siento algo, es depresión más que nada. Me obligo a estudiar duro y tener el primer lugar con el fin de poder ir a una universidad a la cual realmente nunca quise ir en primer lugar y por eso lamento  despertarme a las 6:30 . Lamenté tanto tener que hacerlo. Me gustaría no tener que hacerlo, me gustaría que no me preocupara por las cosas o que mis parientes  se preocupen por mis calificaciones. Me gustaría hacer lo que mi corazón me dicta .

Agradecí a Dios al momento en el que sonó la campana.  Guarde mis papeles y carpetas a mi mochila de 16 libras antes colocarlo en mi  hombro adolorido. Tome una respiración profunda antes de entrar al pasillo lleno de vapor,  caminando  detrás  de la escuela donde por lo general Tiffany estaba. Nunca teníamos hambre en la escuela. No podía comer en un lugar que me arruinaba. Con cautela miré a mi alrededor y me acerqué a la chica que soltaba un humo gris de sus labios, ligeramente separados. No pareció sentir mi presencia. Fruncí el ceño. “¿Qué haces?” Pregunté severamente, haciéndola  toser con sorpresa. Nunca me a gustó fumar o las drogas y pastillas, sobre todo cuando Tiffany lo hace. En un apuro, ella tiro el palo del cáncer y me sonrió inocentemente. Esa sonrisa de ojos brillante puede hacer que la perdone por  asesinato.

“¡Hola Tae!” pio, sintiendo mi corazón palpitar con el recuerdo de ella disfrutando de  ese cigarrillo. ¿Cómo una chica de aspecto tan dulce quiere ser asociada  con esas cosas?

“Sabes que odio cuando fumas”, me quejé, sin embargo ella rápidamente envolvió sus brazos alrededor de mí.

“Solo tenía  curiosidad, TaeTae, no te preocupes, no lo hare de nuevo. Además ni siquiera sabe bien”, insistió, haciéndome un puchero que solo consiguió hacerme rodar mis ojos. Ya dijo que no lo hará otra vez, quiero confiar en ella pero no puedo evitar  dudarlo. Son adictivos, aun si no saben bien todavía los puede desear.

“Sólo me preocupo mucho por ti”, dije ,recibiendo un pico en mi mejilla con una sonrisa contenida.

“No tienes por qué hacerlo, puedo  cuidar de mí,  mamá”, bromeo y suspiré. Si pudiera hacer que se detuviera, lo haría.

“¿Quién te lo dio?”  Pregunté.

“Tae, no quiero que nadie se meta en problemas”, me puso ojos de cachorro, y yo mordía mi labio no sucumbiendo a su adorabilidad.

“¿Fany-ah, quién te lo dio? Sé que no te atreverías a comprarlo por tu cuenta y no tienes un paquete contigo”, baje mi mochila y ella respiró hondo.

“¡Sólo le pedí a Bora uno… esta es la última vez que lo hago, lo juro TaeTae! ¡No la culpes por esto!” me abrazó otra vez y apreté mi mandíbula. ¿Me pregunto si alguna vez me metiera en  problemas, me defendería como Bora? Finalmente, deje mi enojo desaparecer.

“Bien, confío en ti”, dije suavemente, con ella besando mi mejilla una vez más.

“Gracias Tae, ya no me atraparas fumando ”, me dijo. ¿Eso significa que ya no fumará o se esconderá para hacerlo?

“Bien, ahora suéltame, no me gustan los abrazos”. No estaba de humor para tener los brazos de Tiffany encima de  mí pero pareció que lo notó y me apretó con fuerza.

“¡No! Tú sabes que amas mis abrazos”, rio tontamente en mi oído, por mi parte tome una respiración profunda para poder calmarme. Era verdad, realmente amaba sus abrazos por algún raro motivo, pero mi corazón no estaba en ello. Aunque, ell parecía bastante feliz a costa mía,  así que le permití que siguiera abrazándome. Su cabeza descansó entre mis omóplatos y de alguna manera terminamos  balanceándonos  de un lado al otro. Fue de repente incómodo. Intenté concentrarme en otras cosas; el sol radiante en mi cuero cabelludo, la brisa suave a lo largo de mis mejillas, el sonido de  las hojas alrededor de nosotras. Algo, además de la sensación de sus labios o el olor del tabaco que se sentía bien.

Después de la escuela me senté en el banco y esperé a que Tiffany  saliera, así podríamos caminar a mi casa. Lo admito, no soy tan cercana  otra persona que no sea Tiffany pero no necesariamente me molestaba. Sé cuál es mi lugar con ella y no confío en nadie más como lo hago con Tiff. Encendí mi playlist a fin de distraerme de mis alrededores. Nunca me gustó escuchar  música. Quería ahogarme en ella. El día era bastante estresante con la tarea habitual y con una, no tan fumadora habitual. Cerré mis ojos y me perdí en las letras desafiantes y  pulsantes ritmos. Mis dedos vibraron con cada sonido que se sumergía en mis  oídos. Lo amé. Unos dedos delicadamente sacaron el auricular de mi oído derecho y abrí un ojo sólo para asegurarme que era mi chica. “¿2NE1 otra vez, Taeyeon?” Tiffany suspiró y sonreí suavemente.

“No tiene que gustarte, sabes. Sólo déjeme escuchar Crush en  paz”, le dije y me devolvió mi auricular.

“Crush salió  ha