¡Victoria!... Luego venganza.

STORM HEART
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Boram se soltó del agarre de Eunjung, fue hasta donde yacía su padre, se arrodilló, vio como lentamente su cuerpo perdía vida, ella, sólo lloraba sin consuelo, la espada aún seguía clavada en su padre.

–¡Apa! No me abandones, tú no por favor– tomó la mano del capitán y la acercó a su cara las lágrimas seguían su curso acompañadas de sollozos inapacibles.

–Hi...Hija...Cuídate– Kim sangraba; su ser permanecía quieto, perdía el calor a cada segundo– Siempre...te...–se quejó una vez más– aguardará...el mar...–Todo acabó para el padre de aquella joven. Su mano se deslizó de entre las de Boram.

Desde ese ese momento, tendría que vivir sin su única familia.

-¡Aagh!- Jiyeon sacó la espada- Tendré que limpiar esto.

La joven hija de Jeon Kim alzó la mirada hacia ella.

-¿¡PORQUEEEEEÉ!?- Sus puños se agarraban con fuerza a la camisa de su padre, lágrimas salían sin parar, ese tipo de llanto del que no eres consciente cuando sale.

–¡Aish! – volteó los ojos – ¡¡Ji Hyun!!

De inmediato su hermana mayor acudió a su llamado, aún limpiaba su cara, con un gesto de repulsión.

-Ah, eso fué más rápido de lo que esperaba.

-Llévate rápido a tus 'perritas, quiero descansar.

Se dio la vuelta para salir del camarote, pero una voz la detuvo en seco.

-¿Quién te crees tú para tratar a las personas así? ¿Para arrebatar la vida siendo algo que no te corresponde? ¡TÚ, una persona que ni siquiera se atreve a dar la cara!- La pelicorta lanzó esas palabras que le provocaron a Jiyeon la sensación de una daga directo en su frío corazón.

Se giró hacia ella.

Justo en ese instante, más allá del velo que ocultaba su rostro se quedó en estado de shock, ella, una chica, jamás había visto a alguien tan hermosa, ni siquiera la belleza de una diosa se le comparaba: cabello lacio, negro como la noche del mar, ojos rasgados, castaños y profundos, una nariz que suavizaba sus facciones, labios que desataban el fuego en su miocardio apagado, figura delgada y firme…La melodiosa voz que poseía podía ser la de una sirena que canta a los marineros para conducirlos a la inmenso fondo del océano. 
Sin embargo, ella no podía permitírselo, jamás se involucrará con una mujer. Además no llegaría jamás a querer a alguien, eso, le aterraba.

Reaccionó.

-TÚ- La señaló y caminó dos pasos- no sabes nada…estúpida.- Fue lo único que dijo, sus palabras, así como toda ella la había dejado sin habla.

Abandonó el lugar, al llegar a lo que quedaba de la cubierta del Bap tomó un extremo de un gancho que estaba sujetado al Tormenta, subió a los barandales de madera y se abalanzó de regreso.

-¡Soyeon!- Qri llamó, esta sin demora acudió a su llamado.

-Si teniente, dígame.

La bella mujer llegó: portaba un vestido gitano con diferentes tonos marrón hasta la mitad de su muslo, lo adornaba una fina pedrería, una fila de monedas cocidas en diagonal que daban gracia a su andar, lo demás era simple, botines arriba de los tobillos de color negro, en su cabello un pañuelo color barro atado en un moño improvisado, una mujer dulce, inspiración de confianza e inocencia.

-Ata sus manos y ayúdame a llevarlas al Tormenta- Sonrió.

-Sí- De una bolsa de terciopelo viejo sacó unas finas cadenas brillantes color dorado.

Primero se acercó a Boram, ella al ver que se aproximaba se apartó del cadáver de su padre.

-¡Noo! ¡Déjame aqui!- Manoteó entre lágrimas.

–No hagas esto más difícil, por favor– Soyeon le dedicó una sonrisa encantadora, el objetivo era convencerla de que no recibiría ningún daño. Estarás bien- Guiño un ojo.

Al parecer esta mujer tenía un don, pues la pelinegra no dijo más, se quedó quieta, sus ojos miraban a la nada como si estuviera en un encantamiento. La artillera enseguida tomó sus manos con firmeza delicada atrapándolas entre una de las cadenas doradas.

Terminada su tarea con la primera dirigió su mirada a Eunjung.

–¡No te atrevas a dar un paso más o te mato!– Gritó la pelicorta, de entre su hanbok masculino (traje típico de Corea) sacó una pequeña navaja, tomando una posición amenazante.

- Creo que ella costará un poco más de esfuerzo- Soyeon dedicó una mirada de complicidad a Qri.

Esta asintió.

-¿Qué vas a hacer? Te lo advierto no te acerques…¡Boram!- La otra chica no reaccionaba, pues aún se encontraba en su encantamiento- ¡¿Qué le hiciste?!

- ¡Ya hazlo esto se hunde!- Ordenó Hyun.

Un espectro no pasaría tan desapercibido como la chica que le provocó el trance a Eunjung, en un abrir y cerrar de ojos se colocó tras ella, cubrió sus ojos para después dejarla caer en un sueño profundo. Con audacia Soyeon la sostuvo antes de caer en el suelo.

-Listo.

–Vámonos. Yo me llevo a esta…Pero primero duérmela por completo…Se ve, rara.

Boram aún permanecía de pie sin mover un solo músculo, sin pronunciar una sola palabra. Con la pelicorta sobre sus hombros caminó hasta ella e hizo lo mismo para dejarla inconsciente.

Qri la sostuvo e igual que Soyeon la puso en un hombro. Acto seguido las dos se apresuraron a abandonar el navío que se hundía. Cruzaron con ayuda de las pasarelas y cuerdas de regreso.

Tras ellas el mar reclamaba una reliquia más, capitán con sus tripulantes vencidos, todos hacia una tumba ideal, adentrándose en la belleza de las profundidades del océano.

*A bordo del Tormenta*

-Déjalas en mi camarote. ¡Ah! Y ciérralo con llave, no quiero andar buscándolas por todo el barco - ordenó el contramaestre acariciando la mejilla de la artillera- Buen trabajo el de hoy- Sonrió, se acercó poco a poco a ella y finalmente depositó un beso en sus labios.

Soyeon recibió el beso como si fuera un elixir, disfrutó de ese pequeño lapso en el que sus labios se juntaron, sus ojos permanecieron cerrados hasta que Qri se apartó.

—Te veo más tarde para repartir lo del saqueo.

Seguido de eso se dirigió a donde el capitán del Tormenta.

Soyeon era una persona muy importante en la tripulación, ella poseía un don especial, podía hacer que las personas hiciesen lo que ella ordenara con sólo guiñar el ojo o hasta con esbozar una simple sonrisa, si le era difícil bastaba con cubrir los ojos de cualquier persona para adentrarla a un sueño profundo.

Además de eso había creado un vínculo especial con Ji Hyun, desde pequeñas fueron amigas, a medida que el tiempo transcurrió la amistad se convirtió en algo más, pero todo cambió; Qri dejó de un lado su ternura y amabilidad al crecer, resultado de estar condenada a vivir en ese barco tal vez por el resto de su vida, optó por refugiarse en el alcohol y las mujeres para olvidarse de su destino. A pesar de todo, Melody, como ella solía llamarla por su increíble voz, jamás la abandonaba dejando de lado el dolor que sentía al saber que estaba con otras mujeres, conformándose con las migajas del ser que alguna vez fue.

La hermosa artillera se limitó a seguir las órdenes que le fueron indicadas. Fue hasta el camarote, depositó a ambas chicas en la cama con ayuda de otro pirata, salió de ahí y puso seguro a la puerta.

***

–¡Jiyeon!— Una voz firme y dulce tocaba la puerta.

Del otro lado estaba ella, inmersa en sus pensamientos, preguntándose por qué esa se atrevió a hablarle de la manera en que lo hizo, pero sobre todo, ¿qué era lo que tanto le afectaba?. Al final, ella no la conocía, pero le había dado en lo más profundo de los sentimientos que hacía tiempo dejó de lado… al igual que su hermana.

La rubia llamó una vez más chocando sus puños contra el portón de madera tallada.

–¡JIYEON!

De golpe se abrió la puerta, esto hizo que Qri diera un golpe al aire deteniéndose antes de tocar de nuevo. No era una muy buena idea hacerlo. Entró y cerró tras ella. En sus aposentos estaba el capitán acostada dando la espalda, mirando en dirección a una pequeña ventana circular de vitrales que con luz de la luna hacían un juego hermoso de colores.

–¿Qué pasa contigo?

–¿De qué hablas?– musitó, se encontraba dormitando.

–Siempre disfrutas hundirte con los barcos asaltados y más por las noches cuando…

–¡Cállate!– Interrumpió a la mayor volteándose bruscamente e incorporándose para dedicarle una mirada irritada.- Fuera ya, fuera, ve a hacer tu trabajo. No quiero que esos se roben la parte del botín que no les corresponde.

La otra dudó en decir algo, decidió guardárselo pues sabía que su hermana no estaba de humor.

-Está bien. Adiós…Hermanita.

Qri caminó a la salida cruzando el gran camarote que se encontraba en penumbra, excepto por la pequeña luminosidad que daba el astro Luna. Azotó la puerta. Una vez afuera se reunió con Melody en cubierta, donde todo lo que habían hurtado se encontraba apilado en espera a ser repartido y ordenado.

Por otra parte Jiyeon seguía pensando, sentada en el extremo de su cama mirando al suelo con tanta rabia, confusión.... que terminó por tomar una escultura de una bella sirena que adornaba un pequeño buró de madera ocre, estrellándolo contra un gran espejo.

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