–          ¿Tiffany? ¡Tiffany! – La pelirroja giró rápidamente para ver a su amiga – ¿Qué te sucede? Desde hace un rato te estoy llamando y tú no me haces caso – La menor hizo un puchero y Tiffany solo sonrió nerviosamente.

–          Lo siento Yoona pero… hoy día fue un día de locos, estoy un poco ansiosa… nerviosa… te explico luego, ¿Vale? Me tengo que ir – Depositó un beso en la mejilla de la alta y antes de que esta protestara se fue dejándola sola – Profesora Jessica Jung… aish, mi nuevo dolor de jaqueca – Se dirigió a su auto, subió a él y de atrás un bulto se movió – ¿Qué diablos…? ¡AHH! – La chica que era aquel bulto salió y le sonrió – ¡¿Qué diablos le pasa?! ¡¿Cómo puede subirse al auto de una alumna así como si fuera lo más normal del mundo?!

–          Uhmm – Se estiró y bostezo para después sonreír y mirar a su menor – A partir de hoy eres mi ama Tiffany.

–          Por Dios lo dice como si fuese lo más normal del mundo además… ¡No soy su ama! – Gritó sonrojada, Jessica se acercó por detrás y masajeo delicadamente los hombros de la pelirroja – Aigo… – Comenzó a ladear su cuello y la mayor solo sonrió complacida.

–          Sé que es algo raro pero hasta que tú decidas no decir nada sobre lo que viste hoy, no seré tu esclava… empleada – Habló para hacer sentir mejor a la pelirroja, se dio cuenta de que aquel adjetivo no le gustaba para nada a la menor – Entonces, ¿Qué quieres? ¿Continúo con estos deliciosos masajes o me acusas con el director? – Tiffany se perdió entre los masajes que la mayor le proporcionaba hasta que la rubia la samaqueó.

–          ¿Ah? ¿Qué me decías?

–          ¿Me vas a acusar o quieres que trabaje para ti? – Preguntó un poco irritada, la menor asintió y sonrió.

–          Continua, hazlo – Jessica hizo unos cuantos movimientos más y se recostó en el asiento trasero – ¿La dejo en su casa?

–          Tutéame preciosa, me incomoda que me hables así cuando tenemos más que una simple relación de alumna y maestra – Tiffany la miró de reojo por el retrovisor y solo suspiro.

–          De acuerdo – Detuvo el auto en un rojo y giró para mirar a la rubia – Entonces, ¿Dónde te llevo? ¿A tu casa?

–          Llévame a tu cama – Le dijo con una sonrisa lo que provocó que la menor se sonrojara un poco – Hahaha, te ves muy linda cuando te sonrojas Hwang – Le acarició el cabello – A tu casa, quiero un rato estar allí por si vas a mi casa, será un desastre.

–          ¿Por qué?

–          Vivo con una amiga y ella me bombardeara con millones de preguntas si me ve llegar en tu auto – Tiffany asintió y giró su rostro para volver a poner en marcha su auto.

–          Bonita casa – La menor cerró la puerta y arrojó su mochila a su sofá – ¿Vives sola?

–          Sí, mi familia se encuentra en Estados Unidos mientras que yo decidí venir aquí a estudiar sola – Jessica asintió y siguió mirando el alrededor del gran lugar.

–          “Tiene dinero y mucho, God… ¿Qué más puedo pedir? Chica hermosa, con dinero y con un buen…” – Vio como la chica estaba de espaldas por lo cual decidió observar de arriba-abajo a la pelirroja – “Trasero. Oh Dios, que suerte tengo!”

–          ¿Jessica? – Tiffany ladeó su cabeza mientras movía su mano – Ay no, ¿Ahora que le sucede? – Se acercó a la mayor y se posiciono delante de ella para poder mirarla raramente – ¿Jessica? ¿Jessica?

–          ¿Ah? – La menor le sonrió un poco y luego se dirigió a uno de los asientos.

–          Te decía si querías comer algo.

–          Uh, no, gracias – Sonrió de medio lado – Bueno sí.

–          ¿Qué deseas? – Cruzó sus piernas y Jessica no evitó en morderse un poco de su labio.

–          A ti – Tiffany sonrió.

–          Creo que ya me estoy acostumbrando a tus comentarios, Miss Jessica – Le guiño un ojo y se levantó para coger su celular que había dejado en la mesa que se ubicaba en medio de la sala – Oh, Yoona – Tiró su cabello a su hombro derecho para poder ver bien – Un rato – Miró a Jessica y marcó el número de su amiga – ¿Qué?... ¿Ahora? Pero… – Miró a la rubia quien se encontraba jugando con sus dedos y con la cabeza agachada – Estoy con una visita… de acuerdo… mañana te iré a ver, bye, cuídate y saluda a Luna de mi parte – Colgó la llamada y se volvió a sentar en su asiento.

–          … ¿Puedo ir a tu cuarto? – Se puso de pie – Es que estoy cansada.

–          ¿Quieres dormir en mi cama?

–          Solo dormir, no tengo otras intenciones, enserio – Sonrió cálidamente por primera vez en el día.

–          … te estaré vigilando – Se puso de pie y comenzó a caminar dirigiéndose a su habitación – No toques nada, tan solo échate y no molestes – Jessica asintió y se tiró en la cama.

–          Todo es… – Miro el alrededor del lugar – Rosa – Sonrió y siguió mirando – Bueno, a dormir – Se tiró a la cama también rosada, centro su vista en el techo y por más que cerró los ojos no le daba sueño – Vamos, ¿Por qué no puedo dormir? – Se comenzó a mover en la cama y por más que deseaba no lograba dormirse – Dios, ayúdame – Se sentó y cogió una de las almohadas que estaban allí – Tú, conejito – Señaló a la almohada que tenía 6 fresas y un conejo como compañía.

– ¿Qué puedo hacer para dormir? – Centró su vista en la sonrisa del animal – Yah, no me sonrías – Lo golpeó con la punta de su dedo – Te dije que no lo hicieras! – Volvió a golpearlo – Yah, tonto animal.

–          Ahora… ¿Qué puedo comer? – Se dirigió a su cocina y abrió su refrigerador para buscar algo decente para comer e invitar – No creo que ella coma esto… – Sacó una caja de comida china que contenía un poco de ella –… ¿Qué más hay? – Tiró la caja y sacó otra caja más pero esta vez era de pizza la cual había aún – ¿Cuándo comí esto? – Sacó su lengua en modo de asco y también lo arrojo – Una persona como ella… ¿Qué comerá?

–          Si sigues mirándome así, juro que te comeré conejito – Lo amenazó antes de que lo arrojara.

–          ¿Jessica? – Se escucharon los golpes de la puerta, la rubia rápidamente se arregló un poco antes de acostarse y hacerse la dormida – Aigo, está dormida, mejor no la molesto – Había entrado un rato y cuando decidió salir, Jessica se quejó y arrugo su frente para así llamar la atención de la menor.

–          ¿Qué? – Preguntó pesadamente.

–          Lo siento, ¿Estabas durmiendo? Si es así, vuelve a hacerlo, no quería incomodarte – Hizo una reverencia y giro para irse pero Jessica rápidamente se sentó para detenerla – ¿Si?

–          … te-tengo hambre – Tiffany sonrió.

–          ¿Qué deseas? – Jessica soltó su agarre y tomó la mano de Tiffany para poder llevarla a la sala, lugar que por momento aún conoce de todo el lugar.

–          Tu cocina, ¿Dónde está? – Tiffany señaló a su derecha y la mayor la jaló hasta llevarla allí.

–          No puede ser que solo esas comidas chatarras tengas, ¿Acaso no cuidas tu figura? – Era como la décima vez que la menor era aún regañada por su “esclava” – Yah, responde.

–          No se cocinar y la única solución que me quedaba era pedir Delivery – Se volvió a excusar mientras bufaba.

–          ¿Cuándo fue la última vez que comiste sano? – Jessica se encontraba parada delante de Tiffany con los brazos cruzados mientras que la menor se encontraba sentada con su mentón apoyado en la palma de su mano.

–          No sé… desde… ¿Qué llegué aquí?

–          ¿Cuánto es eso?

–          … ¿2 años? – Jessica comenzó a reír.

–          ¿Cómo puedes tener un buen cuerpo si ni siquiera comes bien? – Tiffany sonrió.

–          Gracias por el cumplido.

–          Eso es lo de menos en este momento – Volvió a tomar la mano de Tiffany – Vámonos.

–          ¿A don-donde? – Jessica tomó su maleta que se encontraba en el sofá y aun agarrando a Tiffany, abrió la puerta.

–          Al Supermercado, es imperdonable que no tengas nada sano.

–          Yah! Tú no eres mi madre! Además! Tu solo eres mi esclava, tú tienes que hacerme caso! – En ese momento Jessica se detuvo ya que ya había jalado a la menor hasta el ascensor del lugar –…– Jessica soltó su agarre y giró para mirar a la pelirroja ahora nerviosa.

–          Cierto – Giró nuevamente esta vez para apretar el botón del ascensor – Simplemente soy tu esclava – Sin querer las palabras de la menor le dolieron y eso también le incomodo a la pelirroja.

Las puertas corredizas del elevador se abrieron para que así la rubia subiese en él, apretó el botón del primer piso y las puertas comenzaron a cerrarse, Tiffany siguió en esa misma posición hasta que reacciono y para su suerte, las puertas del ascensor aún no se cerraban por lo cual solo puso su pie para impedir aquello.

–          … – Entró y Jessica giró su cabeza para sonreír – “Se preocupa por mí, ¿No?”

–          … ¿Cómo haces sentir mal a uno? – La mayor como una niña abrazó el brazo derecho de la menor y apoyó su cabeza en el hombro de la pelirroja.

–          Eres muy linda – Tiffany solo suspiró – ¿Te preocupaste por mí?

–          No, solo me diste pena – Jessica se alejó y bufó pero luego sonrió.

–          ¿Vamos a comprar? – Tiffany giró su rostro para mirarla.

–          ¿Entonces porque te seguí? 

–          ¿Sabes cocinar? – Le preguntó Tiffany a su maestra mientras esta escogía las cebollas perfectas.

–          Ehh… – Tomo 2 de aquellas verduras que antes estaba escogiendo y las metió en la canasta que Tiffany llevaba cargando – No – La pelirroja comenzó a reír mientras que la rubia se había movido a la derecha para esta vez escoger las zanahorias.

–          Buena broma, enserio – Jessica giró su cabeza para mirarla seriamente lo que hizo que Tiffany dejara de reír – Oh, lo está diciendo enserio.

–          Claro, yo no sé cocinar.

–          ¿