Capítulo 1

Dama de compañía ©

Cualquiera diría que tener éxito financiero en la vida, es tenerlo todo. Incluso yo misma llegué a creerlo antes de construir todo lo que tengo. Creía que me sería más sencillo si adquiría todo lo que soñaba, pero es una mera ilusión que uno mismo se imagina al no tener demasiado cuando crece. Desde que tengo uso de razón, muchas cosas materiales estaban condicionadas y no me eran dadas a menos que realmente fueran necesarias, y como todo hijo, odiaba los términos que mis padres usaban.

Conforme fui creciendo, me di cuenta de que ellos se esforzaban demasiado para darnos los pequeños lujos que exigíamos y con ellos me esforcé tanto para terminar mis estudios. Impuse metas que poco a poco iba logrando, incluso llegué a creer que era fácil ser adulto.

Vaya error, amigo. Es un duro golpe darte cuenta que no hay demasiado para ti y el único camino es el desempleo.

Durante esa búsqueda, trabajé turnos de medio tiempo para poder ayudar económicamente a mi familia y aligerarles los gastos del hogar. La paga no era demasiado, pero mi madre decía que cada centavo contaba para llegar a fin de mes.

Cada mañana veía a los transeúntes apresurados o tranquilos pasar por el callejón de mi trabajo. Dibujaba en mi mente historias que no llevaban a ninguna dirección, sin embargo, eran tan divertidas que a veces me reía a carcajadas y algunos volteaban en mi dirección a lanzarme miradas afiladas. Eso pasaba hasta que uno de mis compañeros comenzó a unírseme en el almuerzo, platicándome sobre su vida y lo fastidiado que se encontraba de tener un trabajo de mierda.

Solía quedarme en silencio la mayor parte del tiempo, como suelo hacerlo cada vez que alguien intenta entablar una conexión amistosa conmigo. Él era diferente, no se rendía a pesar de que no solía contarle demasiado de mí.

Y entonces sucedió. Los dos nos dimos cuenta de que teníamos habilidades similares y podíamos crear algo increíble juntos; Y nos asociamos.

En primera instancia nuestros planes no llevaban a ningún lado y el desarrollo de aplicaciones llevaba algo de tiempo. El equipo también nos había costado adquirirlo y tuve que limitar mis gastos para poder aportar en la inversión mutua.

Llegó el punto en el que empecé a dudar de nosotros, hasta que pudimos crear la aplicación perfecta —o al menos eso es lo que creíamos—. No mentiré. Los dos soñábamos con el éxito instantáneo y saboreábamos las ganancias que podríamos tener si alguien nos llamaba para comprárnosla. No sucedió y los dos nos hundimos en una depresión que nos hizo alejarnos el uno del otro.

Estaba tan cansada de la mala suerte que tenía, que incluso creí que no servía para nada. Tentativamente me cuestioné mi existencia en el mundo y el aporte que estaba dando. Todo me llevó a darme cuenta que era una inútil consumiendo el oxígeno de las personas productivas. Hastiada por mis pensamientos negativos, comencé a escribirlos al azar en un archivo dentro de la computadora y, sin saberlo, comenzaba a crear una de las tantas historias que creaba para los transeúntes que pasaban por ese callejón invisible.

Al culminarla, no quise mostrársela a nadie. A mi parecer era un desahogo de todo lo que estaba cargando en ese entonces.

Pero nada sale como se desea.

Alessandra husmeó en la computadora y encontró el documento que había olvidado mientras me sumergía nuevamente en trabajos. No sé exactamente en qué momento mi borrador había pasado a manos de varias editoriales y entrado a un concurso literario. Era tan ignorante como un bebé, hasta que una llamada me puso sobre aviso con respecto a mi magnifica obra literaria —como el tipo de la línea la llamó—. Estaba estupefacta y sin palabras para ofrecerle. Todo sucedió tan rápido que cuando me di cuenta, me encontraba en una firma de libros; justo ahí se volvió tangible para mí.

Un éxito.

¿Quién lo diría? Porque yo misma seguía dudando de su magnificencia.

Sin embargo, ese éxito logró lo que yo no había podido con todos los trabajos de medio tiempo que había tomado hasta ese momento: libertad financiera.

Se sentía de maravilla no estar presionado por el fin de mes y podía adquirir ciertos lujos que antes no podía, pero antes de malgastarlo todo, decidí buscar un lugar para invertir y aumentar los ingresos económicos. Poco a poco iba creciendo, hasta llegados el punto de fundar una pequeña empresa de programación que lentamente fue creciendo.

Increíble, ¿no? Mi mala suerte había cambiado y me sentía como pez en el agua. Hasta que llegó el día temido por todo hijo: ¿cuándo te vas a casar?

La excusa de mis padres es tan sencilla como aprender a masticar. Decían que estaba en la edad adecuada para empezar a formar una familia y traer al mundo unos hermosos hijos. Llegaron al extremo de mandarme fotografías de chicos guapos con los que se encontraban en la calle, a los cuales pedían sus números telefónicos para contactarlos.

Era tan vergonzoso que hasta mi propia hermana pedía a nuestros padres que comprendieran mi postura de querer enfocarme en mi trabajo.

Nada los hacía cambiar de parecer.

—¿Por qué no finges que sales con alguien? Tal vez te dejen en paz de una vez por todas. —Dijo en una noche tranquila de octubre.

Ciertamente la idea me atrajo de inmediato y la contemplé seriamente por varios días. No me parecía algo tan necesario, hasta el fatídico día de domingo familiar.

Lo recuerdo y quiero darme de golpes en la cabeza con la palma de la mano. No sé qué me poseyó justo en ese momento, tampoco la desenvoltura de mi boca para soltar las palabras y mucho menos fui consiente de que lo había dicho.

Todos —incluida yo— nos quedamos tan quietos como un animalillo en peligro de muerte. Eso sí, todas las miradas estaban clavadas en mí. Fue tan incomodo que yo misma rompí la tensión con una llamada inexistente. El corazón me latía inquieto, tanto que parecía quedarme sin aliento. Los escuché a hurtadillas, mientras me recuperaba detrás de la pared y, todo apuntaba a que mi hermana podía tener la información jugosa que ningún miembro de mi familia había tenido hasta ese punto crucial.

Y todo volvió a funcionar de maravilla nuevamente, hasta que…

—Ha pasado un tiempo desde que nos dijiste que estabas saliendo con alguien, ¿por qué no lo has traído a casa? —Cuestionó mi padre.

Honestamente, entré en pánico. ¡Por dios! ¿De dónde iba a sacar yo un novio en menos de un parpadeo? Ni la más mínima idea.

—No creo que sea… —estaba incomoda. Tal parecía que ese era el nuevo pasatiempo de mis padres—. Prudente, papá.

¿Cómo podía zafarme de ese asunto? Busqué ayuda en Alessandra —mi hermana menor—, y la muy sínica ignoró mis ruegos silenciosos. Estaba atrapada nuevamente, sin alguna escapatoria evidentemente cerca. Nuevamente dejé a todos sin palabras con mi confesión.

—Estoy saliendo con una chica.

Y ahí, querido lector, empezó otro problema existencial de mi familia.

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
loveable11 #1
Chapter 2: A esperar el próximo capítulo, espero sea pronto 🥺
angeles48 #2
Chapter 2: Definitivamente pendiente de esta historia jejeje
Rozy6991Alw #3
Chapter 2: La historia va a estar interesante, que emoción.
sonehdz
#4
Chapter 2: Quede enganchada y solo es el primer capítulo.