Instinto salvaje

Beso de murciélago (taeny)

— ¿Qué más tenemos que hacer? —preguntó taeyeon.
—No te ofendas, pero suena un tanto misteriosa que te muestres tan colaborador a—objetó Tiffany con desconfianza.
—Tú con tal de protestar…
—Bueno, está bien, ayúdame a hinchar globos.
— ¿Globos? ¿Celebraremos la verdadera edad de leo o su edad mental?, porque solo en el segundo caso entiendo el asunto de los coloridos globos.
—Sabía que era demasiado buena para ser cierto. —Suspiró—. Venga, ¡haz algo! —concluyó, tendiéndole un puñado de globos.
Taeyeon los observó con una mueca de repugnancia y los apartó a un lado. Tiffany puso los ojos en blanco.

 

— ¿Y ahora qué es lo que ocurre, Majestad?
—No esperarás que pose mis delicados labios sobre un trozo de plástico, ¡a saber cuántas manos lo habrán tocado antes! —explotó—. Eres muy descuidada, Tiffany, especialmente teniendo en cuenta que nos encontramos en medio de una catástrofe higiénica desatada por la gripe de la gallina.
—Tu estúpido discurso me está durmiendo; cállate ya. Está bien, prefiero que no hagas nada —objetó.
— ¡Ya te he pillado! Lo haces para luego poder quejarte de lo poco que ayudo.
— ¡Pero… si has dicho que no querías hacerlo!
—Claro, ¡ahora pon excusas! —farfulló con expresión dolida—. ¡Eres una manipuladora de cuidado!
—Esto ya es insoportable… —susurró -Tiffany.
—Desde luego, desde luego que eres insoportable. Menos mal que al fin reconoces algo —opinó ella—, mi madre siempre dice que ese es el primer paso para solucionar un problema: la aceptación. ¡Bravo, Tiffany!

 

Tiffany le dirigió una mueca de profundo asco. Después, conteniendo las ganas de contestarle, cogió un globo de color azul y comenzó a inflarlo hasta que adquirió un tamaño considerable. Hizo un pequeño nudo en el extremo antes de lanzarlo sobre el rostro de taeyeon.
— ¿Te has vuelto loca? ¿Por qué me atacas?
Continuó ignorándole e infló otro globo. También ese fue a parar a la cabeza de la inglesa.
— ¿Qué te propones, Tiffany?

 

Un tercer globo anaranjado le dio de pleno en la cara. Tiffany rio. Sin embargo, taeyeon pareció reaccionar. Alzó su señorial mano y la dejó caer sobre el brazo de ella con un manotazo que resonó en el silencio de la estancia. Ella le miró sorprendida.
 

— ¿Acabas de pegarme o me lo he imaginado?
—Te lo merecías.
— ¿Qué…?
Tiffany no pensaba quedarse de brazos cruzados. Arremetió contra ella pellizcándole el hombro. Taeyeon, sentada en el suelo del comedor de la familia Hwang, abrió mucho los ojos.
— ¡Eso ha dolido!
—Era mi intención, idiota.
— ¡Serás…!

 

Y se abalanzó sobre ella descaradamente, empujándola a un lado y pellizcándole la mano derecha al mismo tiempo. Tiffany logró sobreponerse rodando sobre sí misma y le atestó un puñetazo en la pierna que provocó que taeyeon se retorciese de dolor. En ese momento se desató la guerra, y los pellizcos, manotazos, puñetazos fueron incontables. Un globo explotó cuando taeyeon empujó a Tiffany y ella cayó sobre este. Con la mirada repleta de rabia contenida a lo largo de todo el día, Tiffany contraatacó tirándose sobre taeyeon, mordiéndole el hombro con ganas. Ella gritó e intentó quitársela de encima a base de rodillazos; finalmente, al no conseguirlo de ese modo, rodó sobre sí misma y terminó tumbada sobre ella. Presionó las manos de Tiffany contra el suelo, por encima de su cabeza, con lo que la inmovilizaba.
 

— ¡Quítate de encima, estúpida, me estás aplastando! —se quejó.
Taeyeon la miró fijamente. La escasa distancia que separaba sus rostros le permitía distinguir las graciosas pecas que adornaban el contorno de la nariz de Tiffany, otorgándole un aire aniñado. Ambas respiraban entrecortadamente, como si acabasen de participar en una maratón de varios kilómetros. Ella se había despeinado con la pelea, y algunos mechones rubios se escurrían alborotados, rozando la frente de Tiffany y haciéndole cosquillas. Ella se removió bruscamente, intentando desasirse de las manos de taeyeon, pero ella la sujetó todavía con más fuerza, presionando su cuerpo contra el de Tiffany.

 

—Si te suelto, ¿dejarás de pegarme?
— ¡Nunca! —explotó ella, y le dedicó una mirada de profundo odio.
—Entonces tendremos que celebrar el cumpleaños de tu hermano así, tumbadas en el suelo del comedor uno encima de la otra. —Sonrió con ironía y sus ojos grises parecieron brillar intensamente—. Qué interesante va a ser esto…

 

Un tenso silencio reinó durante unos segundos que se hicieron eternos. Tiffany comenzó a tranquilizarse, y sus ojos se toparon con los rojizos labios entreabiertos de taeyeon, los cuales, curiosamente, se hallaban cada vez más cerca de su rostro. De forma inconsciente, cerró los ojos, despacio, como si estuviese esperando algo. Un beso, quizá.
— ¡La hostia!, ¡mira qué bien se lo montan algunos!
Taeyeon dio un respingo, sorprendida, y se apartó rápidamente del cuerpo de Tiffany para hacerse a un lado. Leo, acompañado por otros dos jóvenes, les miraba sonriente apoyado en el marco de la puerta.

 

—Joder con tu hermanita… —objetó uno de sus amigos entre risas.
— ¡Oye, esto no es lo que estáis pensando! —logró gritar Tiffany, avergonzada. Se puso de pie y comenzó a sacudirse las ropas.
Taeyeon, todavía confusa, imitó sus movimientos.
—Ah, ¿no? —le sonrió ampliamente—. ¿Estudiabais anatomía?
— ¡Cállate ya! —se quejó Tiffany. Después se giró resentida hacia taeyeon, apretando los puños—. ¡Todo esto es por tu culpa! ¡Te odio! —exclamó, antes de desaparecer escaleras arriba hacia su habitación



Taeyeon se quedó allí anclada, en medio del comedor, como una marioneta sin dueño, mientras los otros tres le observaban con curiosidad. Leo se encendió un cigarrillo y le señaló con el dedo.
—No le hagas caso chavala, así son las mujeres, no intentes comprenderlas.
—Seguro que en menos de diez minutos te envía un sms pidiéndote que la perdones o algo parecido —opinó otro de los chicos, que llevaba ambos lados de la cabeza rapados, dejando que en medio creciese una cresta de pelo parecida a la de las gallinas, al estilo punk—. Y si no lo hace, le compras una rosa fea de esas y todo solucionado.
Taeyeon parpadeó confundida.

 

—No… no, nosotras no estamos juntas.
Leo la miró de reojo. Después sonrió y el humo de la calada que acababa de darle al cigarro se escurrió entre sus labios.
—Pues casi mejor. A mi hermana siempre le han ido las relaciones liberales.
—En realidad, lo que quería decir es que no tenemos ningún tipo de relación.
—Ya, claro, y yo voy a la universidad… ¡no te jode! —respondió leo, lo que provocó que sus amigos prorrumpiesen en sonoras carcajadas.
Los tres pasaron por delante de ella y se dejaron caer sobre el sofá. Ella de la cresta comenzó a liarse un porro mientras el otro buscaba algo interesante en la televisión. Taeyeon recordó algo y se sentó en el sillón, cerca de ellos.

 

—leo… ¿no se suponía que tú estudiabas? —preguntó.
Él le dirigió una mirada divertida. Los tres volvieron a reír al unísono.
—Eso creen mis padres —explicó—. En realidad no hago nada. Pero si piensan que estudio me pagan mis gastos diarios, así no tengo que ponerme a trabajar —detalló—. Y Tiffany me encubre a cambio de que yo la encubra a ella. Ya sabes, les dice a mis padres que sale conmigo por las noches, pero luego se va con sus amigos.

 

Taeyeon la miró alarmada, abriendo mucho los ojos. No podía creer que le hiciesen aquello a la pobre Abigail, con lo bien que se había portado con ella. Suspiró, sintiéndose extraña por el simple hecho de estar preocupado por los problemas de otras personas que poco o nada deberían importarle.
— ¿No te sientes culpable?
— ¿Culpable de qué…? —Y encendió la PlayStation.
—Nada, déjalo.
—Bueno, chavalota, ¿cómo te llamas? —preguntó el chico de la cresta.
taeyeon le miró de arriba abajo antes de contestar: vestía unas mallas agujereadas que se ajustaban al contorno de sus delgadas piernas y contrastaban con la chaqueta de cuero repleta de remaches y parches diversos cosidos aquí y allá del modo más desordenado posible. El inglés tragó saliva despacio.

 

—Me llamo taeyeon… —respondió al fin.
—Encantado. —El punk le tendió una mano, y taeyeon creyó que se desmayaría al estrechársela. Afortunadamente, solo se sintió ligeramente mareada cuando lo hizo—. Yo soy Esko.
— ¿Esko? —preguntó, pensando que se trataba de una broma.
—Sí. Es un mote, me lo pusieron porque mi grupo favorito de música es Eskorbuto —aclaró felizmente—. Y este es farruco. Es un poco callado —añadió.
El tal farruco también le tendió la mano, mostrándole un amago de sonrisa. Parecía más normal que el otro, aunque vestía de un modo raro: pantalones anchos, sudadera ancha, todo ancho en general…
—Bueno, ¿ya habéis preparado la cena? —Le preguntó leo—. Ten, anda, fuma un poco —le tendió el porro.

 

—No, gracias. —Suspiró—. Yo… creo que será mejor que suba y hable con tu hermana.
— ¡Así me gusta! Tú dale caña, chavala. A las chicas les gusta que las hagan sufrir, son así de raras.
Taeyeon se dirigió hacia el baño a toda prisa mientras leo seguía hablando. Lo primero que hizo fue lavarse las manos tres veces seguidas, después de los afectuosos saludos de Esko y farruco. Si todos los amigos de leo eran como aquellos, estaba seguro de que pasaría la peor noche de su vida. Se miró al espejo y se propuso ser fuerte. Aquello era la selva, y debía sacar a flote su instinto salvaje para lograr sobrevivir en medio del caos.

 

Después se dirigió al cuarto de Tiffany. Entró sin llamar a la puerta.
—Pero ¿qué haces? —Tiffany le lanzó un despertador, que chocó contra la pared, a unos centímetros de su cabeza—. Avisa antes de entrar, podría haber estado cambiándome.
—Tampoco vería nada del otro mundo. —Se encogió de hombros.
— ¡No te soporto más!
—Oye, que vengo en son de paz.
—Métete esa paz por donde te quepa.
—La paz es un concepto abstracto, no puede depositarse en ningún lugar concreto, ¿entiendes?
— ¡Por Dios, lo que una tiene que aguantar! —Alzó la vista al cielo, desesperada.
—Mira, quizá deberíamos intentar llevarnos bien durante las próximas horas. No quiero morir en pleno cumpleaños de tu hermano y, ciertamente, esos tipos parecen estar a punto de atacarme de un momento a otro. Temo por mi vida.
—Todo lo haces siempre por interés —se quejó Tiffany.
— ¡Pero es un interés positivo!
— ¿Sabes?, ya me he cansado; esta vez no pienso ayudarte.
Fijó sus ojos en taeyeon y esperó encontrar tristeza y desolación en su rostro; sin embargo, ella sonreía de un modo misterioso.

 

—Como quieras, tendremos que ir a malas entonces —dijo—; por explicarlo de otro modo: si no me ayudas contaré la verdad sobre la falsa vida estudiantil de leo y tus habituales salidas nocturnas.
Tiffany abrió la boca de par en par, alucinada. ¿De dónde había sacado la inglesa aquella información? Seguramente al tonto de su hermano se le habría escapado. Taeyeon supo que ella se encontraba entre la espada y la pared.
—Y ahora, mi querida Tiffany, es hora de hacer la cena —anunció, con una enigmática sonrisa en su rostro—. Yo supervisaré que todo salga bien; ¡venga, andando!, ya basta de vaguear.
— ¡Serás…!
— ¿Qué soy, Tiffany? —preguntó, con un deje amenazador en la voz.
—Eres sencillamente… adorable —masculló ella.
—Gracias.
Taeyeon se dirigió hacia la escalera, y Tiffany se levantó dispuesta a seguirle. No tenía otra opción.
—Capullo. Eres un capullo, eso quería decir —añadió en un susurro que la inglesa no llegó a oír.
Una vez en la cocina, Tiffany abrió la nevera y observó el interior. Miró a taeyeon.
—A ver, ¿cuántas hamburguesas necesitaremos…? —preguntó Tiffany en voz alta, pensativa.
Taeyeon la miró asustado.
— ¿Hambur… qué?
—Hamburguesas.

 

— ¡Aparta, niña cutre! —exclamó, le dio un empujón y la hizo a un lado bruscamente—. ¡Hamburguesas, dice! ¡Ni que estuviéramos en un bareto de mala muerte, en mitad de la carretera, en medio de la nada! —farfulló—. ¿Qué será lo próximo?, ¿patatas fritas con katchup, ketchup… o como se diga?
—Se llama Ketchup, y sí, realmente pensaba hacer patatas fritas.
— ¡Oh! —Se llevó una mano al pecho—. Me agotas. Eres una cría, Tiffany, ¡vete a jugar con tus braguitas de Piolín!
Tiffany frunció el ceño, confusa.
— ¿Qué has dicho?

 

Ella se giró y la miró fijamente. El color miel de sus ojos parecía más claro, como si la frialdad se hubiese disipado.
—Bragas, calzoncillos… ¡Baja de las nubes, Tiffany! Todo el mundo usa ropa interior… menos tu hermano, por descontado.
— ¡Eh, no me cambies de tema!
— ¡No!, ¡no me cambies de tema tú! ¿Aquí quién es la jefa?, pensaba que eso ya había quedado claro en la habitación —añadió—. Anda, niña, ve sacando la masa para hacer los canapés.
Tiffany se cruzó de brazos y le miró como si estuviese completamente loco.
— ¿He oído bien?
—No lo sé, eso tendrás que preguntárselo a tu otorrino —comentó—. Pero no dudes de mi pronunciación, mi dicción es perfecta.
Ella se echó a reír.

 

— ¿Eres consciente de que ni con diez bandejas de tus ridículos canapés lograrás saciar el apetito de los amigos de leo?
—Ese no es mi problema: eres tú quien tiene que hacerlos… —le recordó—. Yo solo te diré de qué los tienes que rellenar —añadió con un ligero retintín

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
LlamaAmerica #1
Chapter 31: Que como que así termina? Awwww quiero más!
De todos modos fue una hermosa historia *-* <3
LlamaAmerica #2
Chapter 29: Ayyy :(
LlamaAmerica #3
Chapter 28: No quiero que se vaya :(
LlamaAmerica #4
Chapter 27: Que bien Tae por fin! Jajaja
LlamaAmerica #5
Chapter 26: Jajajajaja esto están matado xD
LlamaAmerica #6
Chapter 25: Jajajaja que buen hermano el leo xD
LlamaAmerica #7
Chapter 24: Que desastre este!!! /:
LlamaAmerica #8
Chapter 23: Jajajajaja el papa? Wtf!! xD
LlamaAmerica #9
Chapter 22: Pero Tiff porque te pones así :(
LlamaAmerica #10
Chapter 21: Jajajajaja
Es que son una pareja tan dispareja xD