Capítulo III

Puedes ser libre
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Luego de esa primera cita le siguieron muchas más. Unas no tan casuales como la primera pero Junmyeon estaba dispuesto a pasar todo el tiempo que pudiera con Yixing. Había sido cuestión de semanas pero se había dado cuenta que el príncipe chino era diferente al resto de personas que había conocido antes, era honesto, amable, con un corazón puro y parecía mostrar un interés genuino hacia él, conocerlo por quien era realmente. 

 

Trataban de ajustarse a los itinerarios de Junmyeon y hasta el momento habían podido disfrutar de algunas tardes tranquilas en las que se la pasaban juntos en la biblioteca del palacio discutiendo sobre sus libros favoritos, para algunos podría sonar como algo aburrido y muy sencillo pero Junmyeon había sido muy feliz, la lectura era uno de sus pasatiempos favoritos y era algo que parecía compartir con el joven chino. Hablaron sobre sus géneros favoritos y Yixing no tardó en recomendarle algunos autores y obras que podrían interesarle.

 

En otras ocasiones Yixing le había sorprendido con picnics dentro de los jardines del palacio, no tenía la más mínima idea de cómo el joven chino encontraba el momento más apropiado para distraerle de las montañas de papeles y trabajo que tenía sobre sus hombros. Solían disfrutar de la privacidad y un buen clima, el jóven se esmeraba tanto que inclusive se encargaba de preparar la comida dejando a Junmyeon asombrado de sus habilidades culinarias. Esas probablemente eran las citas que más le agradaban, ambos disfrutando de la compañía del otro debajo de la sombra de uno de los grandes árboles del jardín, Yixing preparaba bocadillos sencillos y tradicionales y trataba de asegurarse que hasta el más mínimo detalle fuera perfecto. 

 

Junmyeon se había sentido muy nervioso luego de lo que había sucedido en la noche de su primera cita, cuando se armó de valor y se atrevió a darle un corto beso. Creía que el ambiente entre ellos se volvería incómodo pero en realidad fue todo lo contrario. Seguramente Yixing sabía que el joven se sentiría avergonzado, razón por la cual se esmeró en hacerle ver que ese detalle le había hecho muy feliz y fue a partir de ese momento que la relación entre ellos se solidificó un poco más. Yixing estaba aprendiendo cuándo darle su espacio y cuándo era conveniente asegurarle su afecto con el contacto físico. Una pequeña caricia sobre su cabeza, una pequeña palmada en su hombro, una caricia en su brazo para ayudarle a calmarse o distraerle o los abrazos que parecían confortar a un Junmyeon cansado. 

 

—Eres demasiado adorable Junmyeon.— comentaba Yixing, viendo como el príncipe sonreía al probar los bocadillos que había preparado. 

 

—Un príncipe no debería ser adorable…—

 

 —Me hace querer abrazarte todo el tiempo.—

 

—Podríamos...digo, podemos hacer eso.—

 

—Bien, ahora no puedes retractarte.— dijo antes de rodear fuertemente al príncipe en sus brazos, saboreando cada segundo y aprovechando para enterrar su rostro en el cuello del otro respirando ese suave aroma dulce, que le recordaba al algodón de azúcar de su primera cita. 

 

— Esto es malo.—

 

 —¿El qué es malo?—

 

—El tratar de contenerme es cada vez más difícil Junmyeon, espero que seas más considerado con mi pobre corazón.— Yixing hacía comentarios como esos cada vez más a menudo sin darse cuenta que Junmyeon sonreía dulcemente al escucharlo.

 

También disfrutaban de los pequeños paseos por los jardines o las ocasiones en las que solían regresar al parque de la primera cita y aunque no siempre podían escapar de algunos guardaespaldas, éstos mantenían una distancia prudencial con la pareja y hacían lo posible por ignorarlos, algo que no era muy difícil en realidad ya que Junmyeon se distraía con los ojos relucientes de Yixing, con su risa contagiosa, con el adorable hoyuelo en su mejilla el cual moría por armarse de valor y poder tocarlo, con los ocasionales roces entre sus manos que siempre terminaban con un agarre delicado pero a la vez firme por el resto de sus citas.

 

En tan poco tiempo Yixing se había convertido también en el principal apoyo de Junmyeon con respecto a sus proyectos, el príncipe siempre estaba dispuesto a escucharle hablar por horas acerca de los diferentes planes que tenía, las ideas y metas que quería cumplir y cómo a pesar que algunos de ellos se escuchaban muy ambiciosos él siempre le apoyaba y trataba de ayudarle a ver las cosas un poco más positivas. En repetidas ocasiones Yixing le comentaba cómo se sentía orgulloso de los resultados que obtenía, de su perseverancia y el trabajo duro que realizaba que incluso le encantaba presumir de sus logros con su familia en China, a pesar que Junmyeon insistía en que debía dejar de crear una imágen perfecta con sus padres cuando él sentía que estaba lejos de serlo, conversaciones que sólo terminaban con un Yixing un poco molesto al ver como el príncipe se desvalorizaba a él mismo. 

 

Habían llegado a tal punto que Junmyeon se sentía aliviado de darse la oportunidad de conocer más al joven chino y se sentía realmente cómodo con su presencia que cuando tenía que presentarse en algunos eventos sociales se sentía más aburrido de lo normal. Sabía que eran parte de sus responsabilidades pero la idea de tener que estrechar la mano con un centenar de personas que estaban presentes solamente para aparentar ser amigables con él, no le era muy agradable. Se imaginaba los comentarios que el joven chino realizaría si fuera su compañía por la noche, seguramente criticaría la comida y sin comprender por qué siendo una velada sofisticada las porciones de comida eran muy pequeñas, meramente bocadillos, o podrían discutir de la trama de los libros que actualmente estaban leyendo y cómo él había tenido razón al adivinar al villano, o simplemente estaría a su lado distrayéndolo del caos social.

 

Razón por la cual no puso mucha resistencia cuando sus padres hicieron el comentario de revelar un comunicado oficial de su compromiso, con una condición: que la pareja fueran los que decidieran la fecha de su futuro matrimonio. Junmyeon se sentía eternamente agradecido por la petición de Yixing, no esperaba algo como eso pero fue un comprobante más que el joven chino realmente prestaba atención a sus preocupaciones.

 

La noticia fue revelada por parte de la familia Real a través de una conferencia de prensa para dar a conocer los detalles de manera diplomática y concisa. Los padres de Yixing habían viajado la noche anterior para poder conocer a Junmyeon y sus padres previo al anuncio de su compromiso. 

 

Los noticieros y periódicos no perdieron el tiempo y bombardearon las redes sociales con el anuncio así como también varios de ellos se aglomeraban en las afueras del palacio con la ilusión de obtener fotos de primera plana o entrevistas exclusivas con la familia Real, sin embargo la seguridad había sido reforzada en prevención a cualquier tipo de incidente. 

 

De mismo modo, las familias organizaron una velada a manera de celebración por el compromiso de los jóvenes. El salón real del palacio estaba repleto de los diferentes ministros y autoridades con sus respectivos acompañantes, así como también otros amigos y conocidos de sus padres. Miembros de la familia de Yixing y algunos de los representantes de su reinado.

 

La noche parecía eterna, los padres de los príncipes dirigieron palabras al público agradeciendo su presencia y la dicha que traería esta unión para sus respectivos países. La comida había sido preparada por chefs reconocidos con una variedad de platillos pertenecientes tanto de Corea como China.  En esta ocasión Junmyeon no se sintió tan abrumado con la cantidad de personas que tenía que saludar y escuchar por que podía contar con la presencia de Yixing a su lado, en realidad se sentía tranquilo y se podía dar el lujo de ignorar las miradas que su madre le dirigía desde el otro lado del salón. 

 

Horas después, cuando los invitados se habían retirado y los príncipes tuvieron un momento para ellos solos pudieron respirar con tranquilidad, sabían que este solo había sido el comienzo de lo caótico que podría ser en el futuro. Sin embargo, Yixing se sentía orgulloso de Junmyeon, de cómo lograba mantenerse calmado y siempre respetuoso con cualquier persona que se les acercó durante la noche. 

 

Lo había mencionado desde que vio al príncipe antes que llegaran los invitados pero Junmyeon se veía espectacular esa noche con su traje Real de ceremonias.  Su traje era propio y digno de un príncipe, ajustado perfectamente a su medida. Era de color negro, realzando el perfecto contraste de sus propias vestiduras blancas. Los pantalones de Junmyeon sutilmente engrabados por los bordes. Su cuello y sus hombros adornados con pliegues de color dorado, así como las costuras que se encontraban sobre su pecho, el cual portaba una banda que atravesaba desde su hombro derecho hasta su costado izquierdo, en donde descansaban los diferentes broches con los sellos reales.

 

Yixing pensaba que el muchacho se veía muy atractivo, sin importar cuántas veces le había visto con su ropa de trabajo cada conjunto le quitaba el aliento aunque sí debía ser honesto prefería ver a Junmyeon con ropa más casual. Los atuendos que usaba para sus citas, que en ocasiones consistía en unos pantalones cortos o camisas más casuales le daban un aspecto más inocente lo cual le parecía extremadamente adorable. 

 

Por otra parte, el atuendo de Yixing era similar al de Junmyeon, con la diferencia de la combinación de colores blanco y crema con algunas costuras características de su Reino. Era consciente que la madre de Junmyeon las había considerado un poco informales al haberlo visto antes de la velada, pero no hizo ningún comentario acerca de ello. Sabía que incluso Junmyeon se sentía un poco nervioso en su lugar debido a la mirada de su madre pero Yixing se limitó a desabrochar los primeros botones de su uniforme, entrelazar su mano con la de Junmyeon y adentrarse entre los invitados para estar fuera del rango visual de los padres del príncipe coreano.

 

La mayor parte de la noche  había tenido éxito sin embargo eso significaba que la pareja no se quedaba mucho tiempo en un solo lugar y al final de la velada podía ver como Junmyeon se mostraba cansado con sus ojos pesados de manera que pasó su brazo sobre la cintura del otro a manera de apoyarle, acción que hizo que el joven se ruborizara, aún más cuando escuchaba la risa contenida por parte de Yixing.

 

El joven quería tener la energía suficiente para molestarse pero Junmyeon se encontraba muy somnoliento, las actividades de los últimos días le estaban cobrando factura y se permitía sentirse cansado por lo que sin ninguna resistencia se apoyaba en Yixing, quien aprovechó para guiarle a la salida del salón.

 

El tener al príncipe casi en sus brazos a poca distancia le hacía sentir contento pero a la vez un poco ansioso.

 

—Cada vez me la pones más difícil Junmyeon. Lamento si un día de estos hago más que abrazarte.— Decía en voz baja antes de suspirar, mientras le guiaba de camino a las escaleras.

 

Junmyeon se detuvo y dijo en voz baja. —Bueno...estamos públicamente comprometidos.—

 

El joven chino casi pierde el equilibrio en uno de los escalones al escuchar esas palabras. —¿Disculpa?—

 

Desde ese ángulo Yixing podía observar detenidamente sus brillantes ojos curiosos, su piel aun resplandeciente bajo la luz del candelabro sobre sus cabezas; su mirada apreciando el puente de su nariz en el ángulo perfecto, su mandíbula definida y el leve rubor sobre sus mejillas.

 

—De hecho… es decir yo… creí que después de la otra noche cuando yo…— Yixing escuchaba como Junmyeon parecía estar peleando con las palabras para poder expresarse, pero creía que lograba entenderle sin necesidad de más.

 

Había sido un idiota, todos estos días, ¿Junmyeon le había estado dando tiempo? Creyó que era él quien le estaba dando el tiempo al otro pero tal vez le había ofendido en alguna manera, aunque Junmyeon no había dado ningún indicio de estar molesto con él. Como sea, no le importó nada más porque era algo que había querido hacer desde hace semanas, que rayos desde el día en que sus ojos le vieron por primera vez.

 

—¿Puedo?— Preguntaba Yixing ansiosamente mientras Junmyeon había desviado su mirada como si el suelo de repente fuese la cosa más interesante que podía existir. Trató de sonar confiado pero en realidad sus nervios le traicionaron y solamente susurró.

 

—No tienes por qué pedir permiso.—

 

Sin una palabra más, los dedos de Yixing se deslizaron a lo largo de su mandíbula, levantando su mentón para verlo mejor para luego deslizar su toque hacia la parte posterior de su cuello en donde su mano parecía encajar perfectamente antes de cerrar la distancia entre ellos. 

 

El tiempo parecía moverse en cámara lenta o al menos eso es lo que Yixing pensaba cuando trataba de saborear cada segundo. Los labios de Junmyeon eran más suaves y cálidos en comparación a la vez anterior y mientras que su primer beso había sido corto y apresurado este era todo lo contrario. Era lento y delicado, podía sentir el dulce sabor de las copas de champaña en los labios del príncipe. Una de las manos de Yixing seguía aferrada a la parte posterior de su cuello tirando ligeramente de su cabello mientras que la otra mano se había posicionado en la cintura de Junmyeon atrayéndolo más hacia el. Había olvidado que se encontraban a mitad de la escalera hasta que sintió como el pasamanos topaba con su espalda dándose cuenta que Junmyeon no parecía considerar la idea de terminar el beso, no parecía tener control sobre su cuerpo pero sentía la necesidad de aferrarse a algo antes que sus piernas le fallaran por los nervios que recorrían su cuerpo entero. Razón por la cual sus manos se aferraron a los costados de Yixing apretando el dobladillo de su chaqueta.

 

Ninguno de los dos sabía cuánto tiempo había pasado cuando Yixing se alejó dándole espacio a Junmyeon para que recuperara el aliento, mirándolo con sus grandes ojos y sus labios un poco hinchados. Se tomó un momento para admirar las facciones del príncipe, realmente no sabía que había hecho en su vida pasada para obtener semejante recompensa. Dio un segundo beso casto antes de recostarse más cómodamente en el pasamano. Ninguno de los dos parecía querer romper el  silencio entre ellos, era cómodo y perfecto.

 

Yixing le observaba como si quisiera grabar en su memoria cada uno de los detalles de su rostro, mientras Junmyeon no dejaba de ver los labios del otro arrepintiéndose de no haber repetido esto antes. Comenzó a sentir como el calor se esparcía por sus mejillas dándose cuenta que la posición en la que se encontraban era muy íntima, sus cuerpos estaban tan cerca que se preguntaba si el príncipe chino podía escuchar el frenesí de su corazón, las palabras que quería decir fueron olvidadas cuando vio la sonrisa que se esparcía en rostro de Yixing.

 

—¿Así que…no tengo que pedir permiso en el futuro?.—

 

—-No creo que sea necesario.—

 

—Esta bien.— A pesar que su corazón le decía lo contrario, Yixing fue el primero en moverse.

 

La mano que se encontraba rodeando la cintura de Junmyeon permaneció en su lugar mientras que la otra se movió de su cuello a su mejilla acariciándola suavemente. Junmyeon no quería decirlo en voz alta, pero se sentía bien. Todo esto, el anuncio de su compromiso que en realidad había dejado de asustarle, su relación con Yixing se sentía natural y cómoda sin necesidad de forzar nada. Y el otro le daba el tiempo y espacio que necesitaba, hasta de más si tenía que admitirlo pero… se lo agradecía. Razón por la cual cerró nuevamente la distancia entre ellos con la fuerte necesidad de abrazarlo. Yixing entendió instantáneamente y lo rodeó con sus brazos mientras sentía como Junmyeon se relajaba sobre él. Esa sensación volvió a recorrer su cuerpo, una sensación de alivio, de tranquilidad. Podía sentir el aún fuerte olor de gardenias con una mezcla de vainilla. Es lo que Junmyeon asociaba con Yixing, un olor dulce, fresco y natural y en esos momentos no deseaba nada más que perderse en ese aroma. 

 

Debió de haber esperado a que Yixing lo escoltara a su habitación, de esa manera no se habían visto interrumpidos. 

 

—Príncipe Zhang.— El tono frío de la Reina Kim hizo que Junmyeon se distanciara rápidamente, su rostro se volvió nuevamente rígido y el rubor en su rostro había desaparecido. Yixing se giró para ver a la Reina al pie de las escalera y trató de posicionarse frente a Junmyeon a manera de escudarlo un poco de la mirada de su madre y a la vez aprovechó para tomar la mano del príncipe.

 

—Yixing, por favor. Somos prácticamente familia puede llamarme por mi nombre, Su Majestad.— Trató de sonar lo más cordial que podía mientras sonreía dulcemente esperando no ofenderle con su tono. Sin embargo el ligero apretón que recibió por parte de Junmyeon le indicaba que el otro se encontraba nervioso. 

 

—Claro, Yixing.— A pesar que la Reina también sonreía el joven sabía que no era una sonrisa sincera. 

 

—Lamento interrumpirlos pero tus padres preguntaban por tí. Comprendo que estén cansados pero deberían haber esperado a que el resto de invitados se retiraran del palacio.— 

 

—Mis disculpas, quería escoltar a Junmyeon a su habitación.— 

 

—Agradezco tu amabilidad, pero no te preocupes. Además, necesito tener una palabras con el.— 

 

Antes que el príncipe chino pudiera decir algo más sintió como Junmyeon le daba un pequeño apretón a sus manos aún entrelazadas y una pequeña sonrisa señalándole que estaba bien. Suspiró y obedeció, haciendo una pequeña reverencia cuando pasó al lado de la Reina. Se encontraba a unos pasos de la entrada del salón principal cuando decidió mirar una última vez a Junmyeon, su rostro mostraba una expresión serena pero Yixing podía notar lo tenso que se encontraba razón por la cual decidió que trataría de invitar a Junmyeon a un paseo al día siguiente, si su horario se lo permitía.

 

 

 

 

 

Luego del anuncio del compromiso los noticieros y periódicos con titulares acerca de la nueva pareja ocupaban las primeras páginas por semanas. Incluso si a la vista pública podía ser un mar de artículos especulativos acerca ellos y su relación, la realidad dentro de las paredes del palacio era un poco diferente, sus vidas no tenían el dramatismo o la historia de amor imposible que todos imaginaban, es más eran todo lo contrario.

 

Tal vez el inicio de su “relación” había sido un  poco complicado, pero al darse la oportunidad de conocerse habían llegado a tal punto de convivir cómodamente y hasta poder establecer ciertas rutinas. 

 

Algunas de ellas consistían en desayunar juntos por las mañanas y si lograba estar en casa temprano, Yixing le esperaba para cenar. Aprovechaba esos momentos para conversar con el joven acerca del nuevo proyecto en el que estaba trabajando, el cual consistía en cambios y nuevas reformas en la ley. Este era uno de los proyectos que quería trabajar desde hacía ya mucho tiempo atrás pero en realidad se había sentido inseguro y pesimista acerca de sus propias ideas, pero el joven chino le había incentivado a desarrollarlo más.  Sus asesores le aconsejaban que no era buena idea que propusiera esos cambios, ya que la ley no necesitaba ningún arreglo, sin embargo él sabía que algunas cosas podían solventarse si se aceptaban sus nuevas reformas. 

 

Los tiempos habían cambiado, las leyes actuales y los estatutos que regían las instituciones del Estado no eran suficientes para las necesidades de la población.  

 

El príncipe chino estaba muy entusiasmado con las ideas de Junmyeon que trataba de ayudarle cuando podía, a veces alargaban sus pláticas durante la cena y luego en el despacho del príncipe. Antes Yixing rara vez había tenido la oportunidad de ver cierta habitación pero ahora era uno de los lugares que más visitaba.

 

El despacho guardaba cierta similitud a la oficina de Junmyeon, con varios estantes repletos de libros, pero estos eran diferentes a los que se encontraban en la biblioteca del palacio, la mayoría de ellos eran libros de política, economía, administración e incluso algunos diccionarios. El escritorio estaba repleto de documentos mientras ambos se la pasaban revisando informes y le ayudaba a repasar lo que había discutido con su equipo por la tarde.

 

Las noches en las que discutían en el despacho de Junmyeon se hicieron tan frecuentes que Yixing había tomado la costumbre de preparar algunos bocadillos o solía solicitar a los cocineros del palacio que prepararan postres después de la cena, ya que había notado como el príncipe tenía un paladar dulce y cierta debilidad con los pasteles. Aun así Yixing decidía encargarse siempre de las bebidas, en ocasiones optaba por preparar algún té caliente con hierbas especiales pero sabía la preferencia de Junmyeon por el café, había memorizada la cantidad exacta de azúcar y un poco de leche de manera que el joven pudiera trabajar un poco más pero sin que tuviera problemas para conciliar el sueño. 

 

Había noches en las que el príncipe coreano regresaba muy cansado, y tenía la iniciativa de seguir trabajando desde su casa pero el otro no se lo permitía. Podía notar que en ocasiones el muchacho no se preocupaba mucho por su salud, por lo que lo adoptó como una de sus responsabilidades.

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