Capítulo I

Puedes ser libre
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Había viajado desde China cuando sus abuelos le mencionaron la propuesta. No era una obligación y mucho menos un compromiso sino más bien una sugerencia.

                     

Zhang Yixing futuro heredero y actual príncipe se encontraba en un avión de camino a Corea debido a la sugerencia que su familia había hecho, ya era mayor de edad y debía comenzar a formar una su propia familia. Había tenido su experiencia con citas, una que otra muchacha o muchacho que habían llamado su atención pero en realidad no había sido nada especial, todas sus citas habían sido aburridas. Pero su abuela le había comentado que tal vez un cambio de ambiente es lo que necesitaba, por lo que le comentó de cómo el príncipe de Corea actualmente se encontraba también en la búsqueda de una pareja. Según la información que había recibido ambos tenían de la misma edad, el príncipe Kim Junmyeon se había graduado con honores en sus estudios universitarios, hablaba 5 idiomas y cómo parecía ser un candidato perfecto. Para ser honestos Yixing no tenía el más mínimo interés en ser un postulante para desposar a otro príncipe pero en realidad se encontraba aburrido.

 

A pesar de ser un príncipe contaba con una gran cantidad de responsabilidades pero a la vez su familia siempre le había dado la libertad que deseaba, claro siempre y cuando se mantuviera alejado de los problemas. Había sido su decisión tomar una carrera que le ayudaría en su futuro como gobernante pero a la vez había perseguido sus propios intereses en el arte de la música, ya sea en aprender a tocar instrumentos y bailar. Su familia apoyándolo como siempre, había asistido a cada uno de sus recitales y presentaciones pero a la vez le habían ayudado cuando necesitaba orientación sobre asuntos políticos.

 

Es por ello que su personalidad solía ser un poco despreocupada pero no significaba que no se tomaba las cosas en serio. Después de todo el hecho que se encontrara actualmente realizando ese viaje había sido su decisión -bueno al menos la mitad de ella.

 

Sus padres se habían puesto en contacto con la familia real de Corea y habían aceptado la propuesta de los Zhang, no era una propuesta de matrimonio en sí. Sino que Yixing tendría la oportunidad de decidir si deseaba cortejar al otro. Según los planes los Kim se habían ofrecido a recibirlo en el aeropuerto y acompañarían a Yixing hasta su hotel que resultaba ser uno de los hoteles más lujosos.

 

La primera impresión de ellos es que parecían algo tensos y serios, asumía que se debía a que trataban de mantener la diplomacia ante todo pero no le hacía sentir muy cómodo. El rey y la reina lo acompañaron por unos minutos explicándole como para ellos la cuestión de los matrimonios arreglados solía ser una tradición que venía de generación en generación. Se preguntaba por qué el príncipe no los había acompañado pero los reyes le explicaron cómo él se encontraba atendiendo un evento con el presidente y el senado en representación de la familia real, después de todo era su labor comenzar a realizar actividades como esas y acordaron que podría conocerlo en un desayuno al día siguiente. Lo que Yixing no sabía es que el príncipe Kim desconocía de los planes que sus padres estaban haciendo.

 

 

 

 

 

A la mañana siguiente, Yixing llegó con unos minutos de anticipación al lugar que había acordado con los Kim, en un inicio pensó que los cuatro desayunarían juntos para conocerse más pero el joven se llevó la sorpresa de encontrar al príncipe sólo. Sabía cómo lucía Junmyeon puesto que la noche anterior sus padres le dieron una fotografía y debía admitir que el príncipe era atractivo. Se veía joven, con la tez blanca y un cuidado perfecto. Era delgado y de estatura promedio tal vez unos cuantos centímetros más bajito que él pero en realidad no importaba. Yixing lo reconoció desde que lo vio entrar al restaurante.

 

El lugar que habían reservado los Kim definitivamente era lujosos y costoso. Era de una apariencia delicada y elegante, con candelabros en el techo y el joven asumió que por la noche debía ser una vista espectacular.

 

Junmyeon se encontraba vestido con una camiseta de color rosa de manga larga y unos pliegues al frente, cuando se sentó en su mesa se había rodado las mangas dejando ver sus brazos ciertamente tonificados. Yixing podía ver el estilo clásico del joven con sus accesorios y su postura erguida pero había algo que le llamó la atención. En primera el muchacho era atractivo, las fotos en definitiva no le hacían justicia, si su apariencia le había parecido agradable en fotos, en la realidad era algo mucho mejor y no se sentía muy orgulloso de pensarlo pero Yixing no se molestaría en poder tener esa vista de cerca todos los días. Y en segundo, desde el momento en que el mesero lo acompañó a su mesa y cuando regresaba a servirle una taza de café el príncipe había sonreído dos veces, probablemente se debía al lugar en que se encontraba pero Yixing pudo diferenciar que ambas sonrisas habían sido falsas y superficiales. El las conocía muy bien, después de todo también las había usado anteriormente, esas sonrisas vacías que no llegan hasta sus ojos y son usadas para el exterior y eventos diplomáticos.

 

Aún seguía sin hacer notoria su presencia, pues se encontraba a unas mesas de distancia del príncipe, le parecía un poco divertido observar al otro un poco más. Junmyeon también había llegado antes de la hora establecida así que técnicamente Yixing aún contaba con un poco más de tiempo. Vio cómo el joven parecía atender una llamada y solamente por la expresión en su rostro adivinaba que no era una llamada placentera. Veía como el muchacho se limitaba a escuchar a quien sea que estuviera del otro lado del teléfono y de vez en cuando asentía su cabeza pero su expresión reflejaba cansancio y hasta cierto punto tristeza. 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo único que quería era salir corriendo de ahí, regresar a su casa y poder encerrarse en su habitación y poder terminar el libro que había dejado a medias. Pero no, tenía que soportar sentarse a esperar una “cita” que ni siquiera quería. Miró su reloj percatándose que aún faltaban 10 minutos antes de la hora establecida pero incluso si su acompañante aún no llegaba ya sentía deseos de irse.

 

Cuando llegó agotado a su casa la noche anterior su madre había estado esperándolo en su habitación, lo cual nunca era buena noticia. Sus miedos se corroboraron cuando su madre le notificó que había liberado su agenda del día siguiente y que tenía que atender a un desayuno muy importante con quien sería su futuro esposo. Sabía que sus padres habían estado buscando pretendientes para él desde hace unos meses pero nadie parecía llenar el estándar que ellos deseaban. Ellos siendo siempre lo más importante pues Junmyeon sabían que sin importar cuánto se negara su palabra no significaba nada para sus padres, nunca lo había hecho. Había expresado su descontento con la idea de casarse tan pronto y en especial con alguien que no conociera, con alguien que fuera la decisión de sus padres pero lo único que había recibido al respecto era una cachetada en la mejilla, el sermón de su padre de cómo una vez más estaba siendo una desilusión para la familia y la amenaza de limitar sus libertades. Lo cual le resultaba una ironía pues no contaba con ninguna libertad, todo lo que hacía siempre eran órdenes y decisiones de sus padres por lo que esa última amenaza le resultaba innecesaria y vacía.

 

La llamada de su madre era para recordarle que era su responsabilidad agradarle al príncipe Zhang, que tenía que poner en alto el nombre de la familia y que esta era una tradición. El matrimonio de sus padres había sido arreglado así como el de sus abuelos y bisabuelos, era parte de la tradición y línea real. Se sentía cansado de escuchar la misma historia una y otra vez así que colgó la llamada cuando su madre aún estaba hablando, probablemente le traería problemas más tarde así como otra cachetada en su mejilla pero no se sentía de humor y solamente era el inicio del día.

 

Suspiro pesadamente y dejó que su mirada rondara por el resto del salón. El restaurante no se encontraba muy lleno pero tampoco vacío. Se encontraba en el área privada por lo que las personas que lo rodeaban eran grandes empresarios o incluso artistas que podían costear los platillos del costoso restaurante. Se había acostumbrado a la sensación de sentirse observado, después de todo también era una figura pública pero aun así le hacía sentir incómodo. Se detuvo cuando hizo contacto visual con un muchacho que se encontraba a unas mesas de distancia. El joven se encontraba vestido de manera casual, con una postura relajada sobre su asiento, su cabello perfectamente estilizado y una mirada cautivadora.

 

Sostuvo su mirada por unos segundos pero le hizo sentir nervioso, no tenía tiempo para ese tipo de cosas, no cuando se supone que estaría conociendo a su “futuro esposo” pero no podía evitar ruborizarse. La manera en que el joven lo había estado observando… ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? ¿Por qué lo estaba observando?

 

Antes de poder evitarlo su mirada se encontró buscando nuevamente la del muchacho y lo encontró sonriendo sobre su taza de café, pero esta vez una sonrisa maliciosa apareció en su rostro dejando ver su pronunciado hoyuelo. Junmyeon comenzaba a sentirse molesto, miró a su alrededor pensando que tal vez no era dirigido hacia él pero no había nadie más en su área. Comenzó a escuchar sirenas en su cabeza sobre cómo todo esto era una mala idea y sus deseos de ir a casa aumentaban, en especial cuando el muchacho se levantó de su mesa y avanzó hasta tomar el asiento opuesto al suyo.

 

Miró nuevamente a su alrededor está vez con un poco de paranoia pensando que tal vez esto se trataba de una broma. Volvió a ver al muchacho enfrente de él quien aún mantenía esa sonrisa sobre su rostro lo cual comenzaba a parecerle irritante.

 

-Disculpa pero ese asiento está ocupado.-

 

-Pues claro, yo estoy haciéndote compañía.-

 

-En realidad estoy esperando a alguien más, así que si no te molesta…-

 

-Oh no te preocupes, estoy seguro que no le molestará.- Junmyeon no tuvo el momento de replicarle cuando el muchacho enfrente de él llamaba al mesero para ordenar su desayuno tomándose el atrevimiento de ordenar por los dos. Si antes se encontraba molesto ahora sentía furia. Pero recordaba en dónde se encontraba, no podía hacer una escena. Debía controlar sus emociones y tratar de ponerse la máscara que usaba todo el tiempo, sería más sencillo si hubiera descansado más la noche anterior pues luego de discutir con su madre como por 2 horas no había podido conciliar el sueño pensando en qué clase de persona se encontraría al día siguiente por lo que ahora se encontraba cansado, irritado y desilusionado porque por una vez más su madre había vuelto a demostrar que tiene control sobre su vida.

 

También sería más sencillo si tan sólo supera como lucía su original acompañante, ¿qué tal si aparecía de la nada y Junmyeon se encontraba con otra persona? Podría molestarlo y causar mala impresión….ahora que lo pensaba bien tal vez él no sonaba como una mala idea. De esa manera podría ahorrarse la desgracia.

 

-No deberías hacer eso.-

 

-¿Hacer que?- Junmyeon no estaba seguro de lo que se supone que había hecho.

 

-Aparentar. Tu expresión de disgusto hace unos momentos era más auténtica.- Ahí estaba de nuevo esa  sonrisa irritante y Junmyeon se encontraba apretando sus manos debajo de la mesa mientras trataba de mantener su rostro sereno.

 

-No bromeaba cuando dije que espero a alguien.-

 

-Bueno pues a mí me parece que estás sólo en este ostentoso lugar y en realidad muero de hambre.-

 

Junmyeon no supo cómo sucedió pero en un momento se encontraba viendo a su alrededor ansiosamente esperando que alguien los interrumpiera y en el siguiente se encontraba hablando un poco más animado con el extraño enfrente de él, perdió la noción del tiempo cuando comenzó a narrarle los lugares que había visitado. Extrañamente ambos compartían gustos similares en la música y libros. Se tomó la libertad de soltarse un poco, de dejar salir al verdadero Junmyeon no la fachada diplomática y perfecta que debía mantener con el resto sino que al contrario se encontró hablando con una libertad que si su madre lo escuchara lo consideraría como irrespetuoso e inadecuado para ser el primer encuentro con una persona. Dejar de lado sus responsabilidades aunque sea por unos momentos, no tener que pensar en su futuro compromiso.

 

Las sirenas en su cabeza se habían apaciguado cuando el extraño compartía algunas de sus experiencias y su sonrisa ya no cargaba la arrogancia de hace unos minutos sino que al contrario era una amable. Tal vez otro factor que Junmyeon apreció era el hecho que el joven se esmeraba en escucharlo, incluso si el inicio fue un poco rudo el otro no se dio por vencido incluso consideraba que tal vez el muchacho había comenzado a coquetear con él. No se percató que su supuesta “cita” parecía no haber llegado, que habían terminado sus platillos hace mucho tiempo e incluso el restaurante se había quedado vacío pues los comensales se habían retirado, y que se la había pasado sonriendo inconscientemente ante los comentarios del joven.

 

Esa pequeña burbuja se rompió en el momento en que uno de los meseros se acercó a ellos regresando la tarjeta de crédito que había pagado su comida, Junmyeon se había encontrado tan distraído que no había notado el momento en que el otro había pagado. Usó ese momento para mirar a su alrededor y percatarse que se encontraban solos y sentía cierto descontento con el pensamiento de tener que irse.

 

-Aquí tiene, Señor Zhang.- Esas palabras se sintieron como un balde de agua fría para Junmyeon.-

 

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