Una visita que cambiara todo

El misterio de Yuri Kwon

Capitulo 2

una visita que cambiara todo

Yuri intentó dividir su atención entre la comida, la conversación, y los apliques de lata en forma de globo en los cuales unas velas de cera de abeja resplandecían con fuerza. La luz era dorada, las sombras sepias, el aire con un toque de ligera dulzura. Cada tanto miraba de reojo a la Sra. Im, y se preguntaba qué la preocuparía tanto.

La anciana era delicada, casi frágil. Las líneas alrededor de

sus ojos estaban marcadas con preocupación. Los hoyos en sus mejillas eran severos, pero no por la edad, pensó Yuri, sino por falta de sueño. Sus dedos se movían por la vajilla y por el borde de su servilleta. Yuri rechazó un impulso de saltarse las reglas y exigirle saber qué estaba mal.

Intentó involucrarse en la conversación. “Mi padre piensa,” estaba diciendo Sooyoung, “que los yuyos son lo que viene. Retienen la humedad, protegen las semillas débiles, y pueden hasta atrapar insectos.”

“Pero quedan tan desprolijos,” dijo Tía Boa. “Qué piensas, Im?”

La señora Im levantó la mirada de su plato. “Perdón?”

“Qué piensas de los yuyos?”

“Divinos,” murmuró la señora Im, y revolvió un poquito en la ternera a la marsala.

“Toma un poco de vino, Im.” Tía Boa le llenó el vaso.

“Mi preferido…” Se volvió hacia Sooyoung “…es el método

Intensivo francés. Muy práctico para jardines de ciudad.”

“Si,” dijo Sooyoung, “pero sólo hemos empezado a entender a los yuyos. Las posibilidades son ilimitadas. Consideremos los

amarantos.”

Yuri sonrió para sí misma. Consideremos los amarantos, seguro. Sooyoung era capaz de comer amarantos tanto como un Egg McMuffin.

“Bueno,” dijo Tía Boa, “siempre estoy a favor del progreso,

pero no podrán convencerme de que el yuyo de los cerdos sirve para

algo.”

“Sólo a los cerdos,” opinó Yuri.

Sooyoung y Tía Boa la miraron como si hubiera perdido la

cabeza. “No puedes tener cerdos en Boston,” dijo Sooyoung. “Hay

ordenanzas.”

“Sólo quise decir…”

“No sabía que te gustaban los cerdos,” dijo Tía Boa.

“Qué tienen de malo?”

Tía Boa se volvió al resto. “A veces me gustaría no vivir en la

ciudad. Sé que a Yul le encantaría tener un perro, pero debería ser un perro muy pequeño, y los perros pequeños son tan poco gratificantes. Especialmente si eres tan revoltosa como Yuri.”

“No lo soy,” protestó Yuri.

“Sólo con los perros, querida. Pero cerdos! No creo que te dejen tener uno aunque sea bien chiquito y bien limpito.”

“No quiero tener cerdos,” dijo Yuri.

“Pero si te gusta verlos, podríamos ir a la Granja Drumlin. Deben tener cerdos ahí, no te parece, Im?”

“Divinos,” dijo la señora Im, y se sirvió otro vaso de vino.

“Por ahí te dejan tocar uno, aunque personalmente me parecería escalofriante. Pero tú sabes lo que haces, Yuri. Siempre.”

Bueno, Tía Boa estaba imparable. Si había tiempo, y alguna

esperanza de éxito, intentaría aclarar la situación. Pero Tía Boa era devota a sus tangentes, en ocasiones hasta fanática, y no había nada que hacer para detenerla.

Y no es que Yuri tuviese algo contra los cerdos. Parecían lindas criaturas, aunque alguna gente afirmaba que eran salvajes. Pero que otra cosa pueden hacerte más que empujarte con el hocico? Y eso era fácil de esquivar. Había escuchado que les gustaba nadar en el mar, lo que inspiraba singulares imágenes de grandes manadas – bandadas? de cerdos bajando en estampidas a las playas. Se preguntó cómo podrían nadar con esas pezuñitas. Tal vez todo fuera un rumor, un toque de desinformación plantado por el gobierno para desviar la atención del público del hecho de que la economía se iba al infierno.

Mientras, estaba la emergencia en casa. Y no es que alguien se estuvise comportando con alguna urgencia, exepto tal vez la señora Im, que iba a estar completamente borracha para el postre.

Tía Boa, por supuesto, creía en el Destino, lo que la relevaba de la inmediata necesidad de acción en cualquier situación – una posición que Yuri a veces codiciaba, y que otras veces le hacía querer salir gritando en el medio de la noche. Sooyoung, por otro lado, estaba tan apasionadamente metida en lo que fuera que estaba sucediendo en ese momento que cualquier otra cosa – pasado, futuro, o armas

nucleares – se fundían en una nebulosa oscuridad.

Yuri las envidiaba, aunque solo pensar en vivir así la aterrorizaba. Como a tía Boa le gustaba decir, “Yuri siempre tiene que saber donde están las salidas.”

Miró a la señora Im, que estaba empezando a temblar

suavemente o a balancearse rapidamente. Era difícil de discernir.

Qué, se preguntó de nuevo, pondría a una dulce viejita en tan

grandes apuros. Dulce viejita? Im era pequeña – eso era

evidente – pero era dulce? Era una dama? Era acaso, si lo

pensabas, viejita? Mas vieja que la Tía Boa, al menos en

espíritu, pero no por mucho. Pero gente grande muchas veces ha conseguido cosas maravillosas. Incluso dulce gente grande. Incluso dulces viejitas. Miren esas dos en “Arsenic & Old Lace” – cuerpos amontonados como leña en el sótano. Había cuerpos amontonados en el sótano de la señora Im? Si así era, cuántos? No más de uno, de eso estaba segura. La señora Im claramente no daba el perfil de asesina serial.

Un cuerpo, entones. Circunstancias? Un huésped de confianza de repente se vuelve violento. La viejita ataca con miedo en defensa propia. El atizador del fuego. Un entierro discreto bajo una pila de carbón. La ansiedad y el remordimiento se vuelven insoportables.

En la seguridad y semi oscuridad de la sala de su tía descarga su culposo secreto. Qué hacer a continuación? Tía Boa sugiere que Yuri y Sooyoung, siendo mas mundanas, tiren ideas.

“No se preocupe,” escupió Yuri “Estoy segura de que podremos convencerlos de que fue un accidente.”

“Oh, lo intenté,” dijo la señora Im. “No un accidente, sino un

error. Ella no me escucha.” “Ignore a Yuri,” dijo Sooyoung “Habla sola.”

“Ella también,” gimoteó la señora Im. Su barbilla temblaba.

“Sugiero que vayamos a la sala.” Tía Boa se paró y dobló su

servilleta. “Podemos comer la torta Linzer ahí.”

“Nada para mi, gracias,” dijo la señora Im. “Sólo tomaré un

poco más de este delicioso vino.”

Sooyoung puso los ojos en blanco. “Torta Linzer! Tía Boa, vieja zorra, por qué no me dijiste? Me llené con la cena.”

“Te puedes llevar tu porción, Sooyoung. Tengo una de más, sólo para ti.”

“Deberían canonizarte.”

“Imposible,” dijo Tía Boa. “Soy agnóstica.”

“Te rezaría a la noche,” dijo Sooyoung.

“Bueno, puedes hacerlo, querida. Yuri, le darías una mano a

Im? Parece haber perdido el sentido del equilibrio.”

Las pesadas cortinas de la sala estaban cerradas, pero el cuarto estaba frío. Arriba, una lámpara Tiffany arrojaba una luz suave y multicolor. Yuri se arrojó en una enorme silla Lawson, mientras Tía Boa se sentó en el borde de una escalerita y sacó su tejido.

“Espero que no te moleste, Im,” dijo. “Dedos ocupados aclaran la mente.”

La señora Im se estiró la manga. “Por supuesto,” masculló

preocupada. Sooyoung llenó los vasos de vino, aunque Yuri apenas había tocado el suyo.

“Bueno!” Sooyoung se sentó en el sofá al lado de la señora Im. La anciana rebotó. “

 

Y ahora el misterio.” “Sooyoung…” le advirtió Yuri.

La señora Im agarró su cartera. “Probablemente piensen que soy una vieja tonta, imaginando cosas.”

Esto no sonaba a esqueleto enterrado bajo el carbón.

“Para nada,” dijo Yuri.

“Mi nieta lo piensa,” dijo tristemente la señora Im. Suspiró. “A

veces dudo de mis propios sentidos.” Tomó un largo sorbo de vino y se sentó derecha. “Pero sé lo que sé, y sospecho lo que sospecho. Y sé que algo terrible está por ocurrir.”

Esto sonaba cada vez menos a un asesinato accidental. La señora Im  miró a su audiencia salvajemente. “Nunca fue muy popular, saben. Tímida, e insegura. Pensaba que nadie la quería. Así que cuando él apareció la volvió loca. Pero estoy segura de que él sabede su dinero, y ella cambió el testamento, y…”

Yuri  levantó una mano. “Señora Im,” dijo, inclinándose hacia

adelante, “por favor intente contarnos toda la historia, desde el comienzo. Tómese todo el tiempo que necesite.”

“Gracias, querida.” La señora Im tomó una bocanada de aire.

Buscó en su cartera y sacó una foto. “Esta es mi nieta, Yoona.” Pasó la foto a Tía Boa. “Se casó la semana pasada con Ok Taec Yeon. Yoona, la hija de mi hija, quedó huérfana en la adolescencia.

Sus padres murieron en un accidente aéreo. Un charter. A Venecia.”

“Nosotras perdimos uno de esos una vez,” dijo Sooyoung.

“Este no pudo haber sido culpa de ustedes,” dijo la señora Im.

“Ellos eran de Atlanta.”

Tía Boa hizo un chasquido de comprensión.

“Su hermano estaba en Australia, asi que Yoong vino a vivir

conmigo. Hacía tanto que no había niños en la casa. Tal vez fui negligente. Pensé que le estaba dando todo el amor que ella necesitaba, pero...” La señora Im sacó un pañuelo de su manga y se lo acercó a los ojos.

 

“Por favor continúe,” dijo Yuri.

“Sus padres le dejaron mucho. El dinero fue a un fondo hasta que cumpliese 25. Después de eso podía hacer lo que quisiese con él. Decidió dejarlo crecer.”

“Sensato,” dijo Tía Boa, un poco con desaprobación.

“Qué edad tiene ahora?” preguntó Yuri.

“Treinta. Hace dos meses que él empezó a venir a casa.” Su copa ya estaba vacía. Sooyoung se la volvió a llenar.

“El?” preguntó Yuri.

“Ok Taec Yeon, por supuesto,” dijo Sooyoung. “Presta atención, Yul.”

Yuri la miró. “Lo intento. Entonces Yoona… Yoong…”

“Son la misma persona,” dijo la señora Im. “Yoong es un

Como llamo de cariño a Yoona.”

“Celta,” dijo Tía Im.

“… se casó con Taecyeon,” presionó Yul, “luego de conocerlo por poco tiempo, y cambió el testamente, dejándole – me imagino – todo a él.”

“Eso es!” exclamó la señora Im. “Chica inteligente.”

“Mujer,” dijo Yuri.

Tía Boa asintió orgullosamente. “Ahora, dejemos todo en

manos de Yuri.”

Sooyoung rió.

“Por favor,” dijo Yuri, “cuénteme más.”

“Daphne y Richard, los padres de Yoong, se casaron en 1945. Abril.

Una época maravillosa. La guerra estaba terminando, los muchachos estaban regresando. El papá de Yoong había sido herido en combate.

Creo que dejó caer un maletín con municiones en su pié, en

Brighton. Daphne lo conoció en el hospital del Ejército. Estaba haciendo trabajo voluntario, saben.”

“Si,” dijo Yuri. “Quise decir, cuénteme mas sobre Taec Yeon…”

La señora Im la ignoró. “Eso fue en Enero. Tres meses después, se casaron.” Una mirada de horror apareció en su rostro. “Oh, querida. No supondrán que los matrimonios precipitados son hereditarios, no?”

“No creo que sea hereditario,” dijo Sooyoung. “Por otro lado, en un ambiente en el cual tales cosas son formas de comportamiento aceptadas...” Hizo un gesto, palmas para arriba. “…cualquier cosa puede suceder.”

“La madre de Sooyoung es una psicoanalista famosa,” explicó Tía Boa.

“Qué dulce,” dijo la señora Im.

Yuri suspiró. “Estaba diciendo sobre Yoona…”

“Donald, el otro chico, nació sólo nueve meses después de la boda. Un hijo de la luna de miel.”

“Acuario o Piscis?” preguntó Tía Boa.

“Acuario. Yoona es Geminis. Con ascendente en Cáncer.”

“Querida, querida,” dijo Tía Boa. La bola de lana rodó de su falda y se detuvo bajo el sofá. Yuri la agarró. “Muy emocional.”

Yuri estaba al borde de la histeria. “Por favor, qué hay de Taec Yeon?”

La señora Im pensó por un momento. “Creo que él es…Leo. Si, es Leo.”

Yuri se refregó la cara con desesperación. “Qué más sabe de él?” preguntó lo mas calmada que pudo.

“Muy poco,” dijo la señora Im. “Dijo que era nuevo en la ciudad, trabaja en el departamento de tesorería del banco.”

Uh-oh. “Y es cierto?”

“Qué?”

“Que trabaja en el departamento de tesorería?”

“Oh, si. Eso es cierto.” La señora Im se inclinó hacia delante y

le dio un golpecito en la mano a Yuri. “Tienes que entender, Yoona se considera una chica común y corriente.”

Sooyoung, camino a llenar su vaso, agarró la foto que tenía Tía Boa. Silbó.

“Era una bebé hermosa,” dijo la señora Im. “Podría tomar un

poquito mas de ese delicioso vino, querida? Gracias. Una bebé buenísima. No lloraba nunca, durmió toda la noche casi desde el principio. Y siguió siendo así, dulce y agradable, nunca una queja, siempre dispuesta a complacer…” Su voz se quebró. “Nunca tuvimos ni un sí ni un no hasta que él apareció.”

Sooyoung le pasó la foto a Yuri. Ella la miró, y tragó saliva. Yoona era hermosa en el sentido convencional, pero aunque la foto había sido tomada desde lejos y sin foco – Instamatic* pensó Yuri

– la mujer proyectaba una calidez y una vulnerabilidad… Por alguna razón, Yuri sintió que se sonrojaba. “Ella es…adorable,”dijo.

“Qué les parece más vino?” preguntó Sooyoung. “Voy a buscar otra botella.” Al salir de la sala, le lanzó una mirada un tanto inquisidora y burlona a Yuri.

“Basta,” masculló Yuri. Se volvió hacia la señora Im.

“Imagino,” dijo, deseando que la voz no le temblara, “que usted y – uh – Yoong disienten sobre taecyeon.”

“Fue horrible,” la señora Im empezó a llorar de vuelta.

“Qué cosa...!” murmuró Tía Boa, y agregó una nueva bola de lana a su tejido.

La señora Im se compuso. “Supongo que la culpa fue de mi

hija.”

“Fue?” Yuri la miró inexpresivamente.

“Que Yoona sea tan…simple. Daphne era vivaz. El centro de

atención donde fuera. Yoong siempre estuvo en las sombras. Hasta sus amigos estaban hechizados. El minuto que Daphne entraba en la sala, se olvidaban de ella.”

“Eso es injusto,” murmuró Yuri.

“Le sugerí a Daphne que no se metiera cuando venían los amigos de Yoong, pero por supuesto no me escuchó. Daphne era una criatura irresistible. Para cuando me di cuenta de lo egocéntrica que era, el daño ya estaba hecho.”

“No fue su culpa,” dijo Yuri con compasión. Ella misma había

conocido bebés del tipo femme fatale. Nacían así, y a falta de

cirugías plásticas desfigurantes, no había nada que hacer exepto empujarlas a un pantano.

“Yoong nunca tuvo muchos novios. Intenté advertirle sobre Taecyeon, pero se negó a escuchar. Se casaron la semana pasada.” Resumió en sollozos.

“Quiere un vaso de agua?” preguntó Yuri.

Tía Boa le llenó el vaso con vino.

“Gracias. Están de luna de miel, en el Parque Nacional Grand Teton.

Jackson Hole. Eso es en Wyoming.”

“Si,” dijo Yuri. “Lo sé.”

“Al sur de Yellowstone.”

Yuri se acomodó el pelo a un costado. “Por qué sospecha que taecyeon tiene...motivos diabólicos?”

“No le tengo confianza. Y, como dijo Harry, es muy sospechoso lo del testamento.”

“Harry?”

“Harriman Smythe, el abogado de nuestra familia.”

“Ya veo,” dijo Yuri, sin ver.

“Tomamos el té justo ayer, en el Copley. Deberías probarlo,

Boa. Es muy fino.”

“Debería,” dijo Tía Boa.

“Har… El señor Smythe me dijo casi por accidente… El señor

Smythe nunca traicionaría una confidencia… me dijo que Yoong había cambiado su testamento. Le deja todo….”

“A Taecyeon,” completó Yuri.

“Exactamente.” Los ojos de la señora Im se llenaron de lágrimas.

Siguiendo una corazonada, Yuri se volvió hacia su tía. “Podrías entretener a Sooyoung en la cocina por un rato? Me gustaría hablar a solas con la señora Im.”

“Por supuesto,” dijo Tía Boa, juntando su lana. “Voy a ver si tiene hambre.”

Yuri estudió a la mujer, que ahora estaba sentada en calma, las manos sobre la falda. En reposo, era encantadora, el tipo de mujer suave, de piel blanca, como cualquier abuelita se supone que debería ser. De las que ha visto buenas y malas, y sabe que todo pasa. La que se queda despierta a la noche hasta que vuelves a casa, pero nunca te lo dice a la mañana siguiente. La que te regala libros para tu cumpleaños cuando tu madre insiste con bombachas y corpiños, y los envuelve ella misma. Y que nunca te hace sentir culpable, incómoda, o vergonzosa. Que dice cosas como, “Deja a esa chica en

paz, Im. Es sólo una niña.”

Se aclaró la garganta. “Pensé que sería mas fácil charlar si éramos sólo usted y yo.”

La señora Im sonrió tímidamente. “Te lo agradezco, Yuri. He

tomado demasiado vino para coronar dos semanas de mucha

angustia.” Miró hacia la puerta. “Y francamente, aunque tu amiga me parece encantadora, está un poco…sobrestimulada.”

“Me temo que este tema me ha desarmado. Yoona y yo jamás habíamos estado en desacuerdo por algo importante antes, verás.

Pero estoy tan segura de que con él tengo razón, y ella todo lo contrario, y… bueno, es un sentimiento desolador.”

“Entiendo.”

“Cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, supe que tenía… cómo dicen ustedes los jóvenes? … que tomarlo con calma.”

Yuri rió. “No soy tan jóven.”

“Temo haber dañado nuestra relación sin remedio.”

“Estoy segura de que no,” dijo Yuri. “No después de todos estos años.”

“El amor jamás debe darse por descontado. La lastimé, Yuri, y no me lo perdono.”

Hizo una pausa para tomar un sorbo de vino, cambió de opinión, y dejó el vaso en la mesa. “Charlando como una cotorra,” musitó. “A mi edad, hay que ser cuidadosa en mantener las apariencias.”

Yuri apoyó los brazos en las rodillas. “Puede decirme, por favor, qué hizo sobre esta situación hasta ahora?”

“Algo terrible,” dijo la mujer. “Impensado.”

“Impensado?”

La señora Im jugaba con sus puños. “Fui a la policía.”

“Bueno, parece apropiado.”

“Fue humillante.” Sus ojos centellearon. “Fueron poco amables.

Obviamente, se convencieron de que soy una vieja tonta

comadrera.”

Y ahí estaba la diferencia entre la señora Im y la Tía Boa,

que hubiera ido derecho a la intendencia a poner el grito en el cielo contra la idiotez de confiarle la seguridad y el bienestar de una ciudad entera a una manga de inexpertos, insensibles e icompetentes.

“Si alguna vez tienes motivos para llamar a las autoridades,” dijo la señora Im, “hazlo antes de cumplir cincuenta. Después de los cincuenta, no te dan ni la hora.”

“La aconsejaron de alguna forma?”

“Dijeron que debía tener Evidencia Sólida. Un cadáver

ensangrentado, sin dudas.”

“Sin duda,” coincidió Yuri. “Revisó los antecedentes de Taecyeon?”

“Se me ocurrió ir a hacer algunas preguntas en el banco, hace unas semanas. Pero me pareció poco ético.”

“Debería hacerlo ahora.”

“No en persona. Podría enterarse Yoong, no te das cuenta?”

Yuri asintió. “Podría ayudarle con eso.”

“Sería bonito, por supuesto. Pero llevaría tiempo, y me temo que tiempo es lo que no tenemos.”

“En serio?”

“Yoona me llamó anoche desde Wyoming… Por lo menos la

convencí de eso… y tuve la exacta premonición de que…de que no volvería a verla.” Pareció quebrarse de nuevo, y se recompuso. “Lo que me asusta es que jamás tengo premoniciones. Al salir de la policía, vine directo a lo de Boa. No fue muy alentadora.”

“Qué dijo?” preguntó Yuri, empezando a alarmarse.

“Que hay peligro. Peligro definitivo. Se conectó con Taecyeon de alguna forma. No sé como funcionan estas cosas.”

“Yo tampoco. Pero funcionan.”

“No crees que sólo estaba siendo prudente, no?”

“Lo dudo. El tacto no es lo de ella.” Yuri contempló el dibujo de la alfombra. “Qué quiere que haga yo?”

“Ir hasta allá y, bueno, ver cómo van las cosas.”

“Espiarlos?”

“Que palabra más ruda. Pero, si, espiar.”

“Señora Im,” dijo, “no sabría como hacerlo.”

La mujer descartó la objeción de Yuri con un gesto. “Por supuesto que sabrías. Boa dice que eres inteligente.”

“No tanto.”

Esconderse detrás de los arbustos? Espiar por las puertas? Por las ventanas? No hacía ese tipo de cosas desde los diez años.

“Podrías cruzarte con ellos de forma casual. Congraciarte…”

“Congraciarme?”

“Hacerte amiga. Estoy segura de que mi nieta te va a encantar.”

“Seguro que si, pero…”

“Y sé que a ella les vas a encantar. Tal vez puedas disfrazar la verdad.” Miró a Yuri fijamente. “Ella necesita mucho tener una amiga, Yuri.”

“Pero qué pasa si está equivocada sobre él?”

La señora Im sonrió. “Estoy bien preparada para tragarme mis palabras. Y para ajustarme a un nieto político que no me cae nada bien.”

Yuri miró la foto de Yoona, y reprimió una pequeña ráfaga de

excitación. Racional. Tenemos que ser racionales aquí. “Puedo tomarme un tiempo para pensarlo?”

“La velocidad es esencial. Incluso ahora puede ser demasiado…oh, querida.”

“Esta noche,” dijo rápidamente Yuri. “No puedo… podría hacer nada hasta mañana, de todos modos. Mientras, si usted…uh…sabe algo de ella, me llama?”

“Inmediatamente.” Se paró. “Me tengo que ir. Si hay malas noticias, no quiero escucharlas de mi contestador automático.” Se dirigieron hacia la puerta. “Cuando yo tenía tu edad, dábamos las malas noticias en persona. Hasta un llamado telefónico era impensado.

Hoy todo vale, no?”

“Quiere que Sooyoung la acompañe a casa?” Preguntó Yuri,

tomando el abrigo de la mujer del perchero.

“Vaya, sería una exelente idea. A un asaltante le dejaría la cabeza como un budín, no es cierto?” Se puso los guantes. “Gracias por tu ayuda. Boa prometió que no me ibas a defraudar.”

Yuri sintió que las paredes se le venían encima. “Lo voy a

considerar. Es lo único que le puedo decir por ahora.”

“Iría yo misma, sabes, pero no serviría de nada.”

“Claro. Tiene que ser alguien que ellos no conozcan.”

“Y de qué serviría alguien como yo entre las montañas?”

“Le digo la verdad, señora Im, creo que usted puede manejarse en cualquier situación.”

“Eres muy dulce,” dijo la mujer, y le dio una palmadita en la mejilla.

“Puedo quedarme con la foto por esta noche?” Avergonzada, sonrió torpemente. “Podría ayudarme a decidir.”

“Por supuesto. Y la vas a necesitar, no? Para identificarla?”

“Si yo…”

La señora Im suspiró. “Oh, espero estar equivocada. Realmente quiero que sea felíz.”

“Estoy segura de eso.”

“Me he comportado tan mal hasta ahora. Piensas que algún día me perdonará?”

“Estoy segura de que si.”

“El amor nos hace hacer cosas extrañas.” Buscó en la cartera la llave de su casa.

“Ciertamente.”

“Pero qué mas hay?” Tocó el brazo de Yuri. “Creo que ya estoy lista para Sooyoung.”

Cuando se hubieron ido, Yuri se volvió hacia su tía. “Te parece que es tan terrible como ella dice?”

“Tanto, sino peor.”

Yuri puso sus manos en los bolsillos traseros. “Por Dios, Tía

Boa, en qué me metiste?”

Sola en su cuarto, Yuri se apoyó en la ventana abierta y miró hacia el oscuro jardín interno. Los edificios, ubicados hombro con hombro alrededor del pequeño espacio abierto, amortiguaban el ruido de la calle. Prestando atención, pensó que podía escuchar el suspiro y el chirrido de las vides creciendo a hurtadillas en la oscuridad. Suspiró profundamente, y se dejó llevar por un pensamiento poco digno.

Por mucho que quisiera a Sooyoung y a Tía Boa – y las adoraba con todo su corazón – a veces, en el medio de sus charloteos y sus formas de ver la vida, se sentía sola. Le hubiera gustado compartir momentos con alguien que le tuviera miedo a los extraños, que no pudiera dejar sonar el teléfono sin contestarlo, que disfrutara de un atardecer en silencio, que se fastidie si está cansada, que sea tímida en un shopping, que se sintiera incómoda cuando la tocan – alguien, en resumen, que fuera un poquito neurótica, lo normal. Suspiró de vuelta. Estos pensamientos no sirven de nada.

Yuri encendió la lámpara al costado de su cama y estudió la foto borrosa. Había algo en los ojos de la mujer…Reservada, consciente de que le estaban sacando una foto, y no muy cómoda con ello. Eso, pensó, era algo que ella podía entender.

Las puntas de los dedos le cosquillearon extrañamente. Yuri se pasó las manos por su pijama. Qué, en nombre del cielo, iba a hacer con esta situación? Era ridículo, algo sacado de una novela o de una película de trasnoche. La gente no andaba por ahí casándose por dinero y asesinando a sus esposas. No en la Vida Real. Bueno, no en la vida real que ella conocía. Y ni siquiera parecía haber tanto dinero involucrado aquí. Ahora, si estuviésemos hablando de millones…aunque ella no creía que hubiese gente con millones, después de todo Newport era obviamente un set de filmación…si estuviesen hablando de millones, era posible. Si podías creer en un imposible, podías creer en dos.

Pero aún creyendo en imposibles, cómo podía aceptar este trabajo?

No era inteligente, no sabía nada sobre este tipo de cosas, y ni siquiera tenía un impermeable. Mejor dejarlo en manos de un profesional. Un detective privado. Eso es lo que le aconsejaría a la

señora Im. A Yuri le iba a ir mejor – a todos les iba a ir mejor

– si se quedaba en casa haciendo lo que mejor sabía hacer. Llenar vouchers de viaje.

Miró una vez mas, tristemente, a la foto, y se metió en la cama.

Convencida de que había tomado la decisión correcta, apagó la luz.

Algún día, deseó, conocería a Yoona Im.

“Bueno,” dijo Tía Boa en el desayuno.

“Bueno?”

“Lo vas a hacer?”

Yuri levantó la mirada. “Pensé que las comidas eran sagradas.”

Tía Boa apoyó su taza con un gesto de impaciencia.

“Honestamente, Yuri, a veces piensas como un perro.”

“Huh?”

“Te digo que no te subas al sillón, y tienes miedo de acercarte a cualquier mueble.”

Yuri se resfregó los ojos con sueño. “Es sólo porque te la pasas cambiando las reglas.”

“Ok, Yuri.” Tía Boa le sirvió otra taza de café. “Conozco ese

gesto Kwon. Ya tomaste una decisión, y quiero saber cual es.” Cuando

sales?”

Yuri revolvió el café. “No salgo. Creo que tiene que contratar un detective privado.”

“Ya se lo sugerí. No lo va a hacer.”

“Por qué no?”

“No quiere que los asuntos de su familia se ventilen con extraños, no confía en extraños.”

“Yo soy una extraña.” Tomó un sorbo de café.

“Pero a mi me conoce desde hace años.”

Yuri inclinó la cabeza y miró duramente a su tía. “Realmente

tengo elección?”

“Por supuesto que no,” dijo Tía Boa, untando un croissant.

Yuri dejó que la puerta de la agencia de viajes se estrellara detrás suyo y apoyó la mochila en su escritorio. “Bueno,” dijo con desagrado, “lo voy a hacer.”

“Maravilloso,” dijo Sooyoung. Levantó una pila de papeles.

“Entonces, te tomas el de la 1:10 desde Logan. United, me temo. Es un vuelo directo, con una parada de 45 minutos en O´Hare, llegando

a Denver a las 6.30 hora local.”

“Sooyoung…”

“No necesitas llevar mucho. Puedes conseguir tu disfraz una vez que llegues allí.”

“Mi disfraz.”

Sooyoung le puso una mirada irritante. “Sobresaldrías como un dedo con llagas con esa ropa. Debes parecer una turista, mezclarte con el paisaje, que según entiendo es magnífico. Llevate la mochila, botas de escalar, y otras cosas esenciales.” Puso una montaña de folletos

de Jackson Hole el el escritorio. “Estudiate éstos.”

“Espera un minuto...”

“En Denver cambias a Frontier Airlines, lo que sea que fuera, que te lleva a Jackson. Te alquilé un auto. Tienes una reserva en la Posada Timberline, donde Yoona y Taecyeon están alojados.”

“Cómo averiguaste eso?”

“Hablé con la señora Im esta mañana. Se ofreció a pagar tus

gastos, más un extra por la molestia. Tenía una resaca terrible.”

Yuri se hundió contra el escritorio. “Me tendiste una trampa.”

Sooyoung dejó de revolver papeles. “Tenderte una trampa?”

“Tú y Tía Boa,” dijo furiosa. “Estoy tentada de no hacerlo.”

“No quise...”

“Oh, olvidate, Sooyoung. No quisiste.” Se sentó y comenzó a revisar en un cajón. “Maldición, dónde puse los pasajes de Amtrak a Jessamy?”

Sooyoung se le acercó. “Yuri, lo siento. Realmente lo siento.”

Yuri se cruzó de brazos y miró hacia delante. Sus labios tensos.

“Podría ser peligroso, sabes.”

“No pensé.”

Yuri masculló por lo bajo.

“Te quedaste con la foto, no?” Preguntó Sooyoung sumisamente.

“Si, me quedé con la foto.”

“Bueno…” Sooyoung se encogió de hombros, y como pidiendo disculpas, dibujó círculos en el escritorio con la punta de su dedo.

Yuri se ablandó. “Ok.” Revisó los pasajes aéreos y se sentó

derecha. “Soo, esto es sólo un pasaje de ida.”

“No sabía cuando podrías volver.”

Yuri rió. “Por un minuto pensé que no esperabas que volviera.”

Soo la miró. “Estás asustada.”

“Por supuesto que estoy asustada.”

“Qué podría pasarte?”

Con exasperación, Yuri se acomodó el pelo hacia un costado.

“Teóricamente, voy allá a evitar un asesinato. Qué te parece que podría pasar?”

“Tía Boa debe saber que todo va a salir bien.”

“Tía Boa no lee para la familia o amigos íntimos.”

“Oh,” dijo Sooyoung. Se iluminó. “Lleva un revólver.”

“No sé usar un revólver.”

“Es fácil. Sólo hay que apretar ese cosito que cuelga... No?”

“Sooyoung, no voy a andar por todo Wyoming con un revólver.”

“Por qué no? Todo el mundo anda.”

Yuri gruñó. “Eso es sólo en las películas.”

“Bueno, qué demonios? La señora IM probablemente se está

imaginando todo.”

“Eso espero.”

“Me vas a escribir?”

“Todos los días.”

Sooyoung la abrazó. “Hey, el cambio te va a hacer bien. Y piensa en lo estético...”

“Ya sé,” dijo Yuri. “Siempre quise ver los Tetones.”

“No me refería a las montañas,” dijo Sooyoung.

 

Hey he regresado despues de un largo tiempo, los estudios y el trabajo me tienen ajetreada, pero en este receso de clases aprovechare para escribir lo más posible, espero que lo disfruten la historia va un poco lenta pero créanme es muy interesante y con suspenso.

Por cierto en esta historia deje los lugares originales, por lo que les recomiendo visitar google y checar las imágenes de estos lugares tan bonitos donde se iniciara la aventura.

Glosario

*cámara kodak de los inicios del año 63

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