Mis dedos se enredaron en su sedoso cabello cuando sus labios abandonaron los míos, el aliento salía de mi boca tan caliente como una olla lanzando vapor y me sorprendía la manera en la que mi cuerpo estaba reaccionando con tan solo su presión en mí.

Sus intensos ojos se sumergieron en los míos y yo me perdí tan profundamente en su mar que no me importó en absoluto saber que estábamos aún en mi trabajo. El cuerpo me zumbaba tan tortuosamente que solo quería probar más de lo que ella me estaba ofreciendo, parecía que unos simples besos lujuriosos no llenaban en nada toda esta hambre voraz que resurgía desde mi interior.

—Stephanie.

Su voz salió tan ronca y seductora, me encantó, quería volver a escucharla decir mi nombre una y otra vez con ese tono tan sensual.

—¿Podrían dejar de hacer cosas en mi negocio? Gracias.

Las mejillas se me calentaron cuando la voz amortiguada de Stuart llegó a mis oídos, Taeyeon se había puesto tan roja que me era inevitable mirarla con ternura. Mis manos abandonaron su ahora enredado cabello para acariciar sus suaves mejillas, aún respiraba agitada por el abrazador beso, inclusive yo trataba de aun acompasar mi respiración.

Sus ojos abandonaron los míos y su frente cayó en mi hombro, envolví mis brazos alrededor de sus hombros y ella me aprisionó aún más entre los suyos.

Inhaló profundamente, volviendo a ponerme la piel de gallina.

—Me estaba volviendo loca anoche —acaricié su cabello, intentando calmar su angustia—. No podía dormir y cuando llegó la mañana, ya no podía más y me fui directamente al trabajo. Papá me miró raro por estar ahí más temprano de lo usual y mi secretaria no paraba de preguntarme si me sentía mal.

Se acurrucó aún más en mis brazos, como una niña en busca de consuelo.

—Lo siento.

—Luego papá fue a mi oficina a regañarme por mi pésimo estado de ánimo y me corrió. Dijo: Taeyeon, te quiero fuera de la empresa ahora mismo, por dios, traes una cara que da lástima, ve y resuelve tus asuntos y no regreses hasta que tengas en la cara la viva imagen de mujer recién cogida —no sé porque, pero aquel comentario me hacía gracia—. Luego se fue y me quedé ahí mirando la puerta como una idiota, porque mi padre nunca había dicho eso.

De acuerdo, no pude contenerlo y mi garganta tampoco, así es que me reí. Ella se alejó de mí y me miró confundida.

—¿Qué es lo gracioso? —Preguntó.

—Tú.

Besé la punta de su nariz y coloqué un mechón de su sedoso cabello lejos de su rostro, cada una de mis acciones hacia ella parecían tan naturales que no me daba cuanta de hacerlo hasta que me alejaba de ella.

—Pues a mí no me parece gracioso.

Frunció el ceño mientras sus labios hacían una mueca de niña caprichosa, sonreí mirándole los labios.

—Lo siento.

—Y ahora te disculpas —rodó los ojos y suspiró.

—Bueno ent...

—Taeyeon, querida ¿serias tan amable de dejar a mi empleada continuar con su trabajo? Realmente te lo agradecería y Tiffany, aleja de ti ese depredador. ¡Vamos! Hay trabajo que hacer.

—¿Depredador? —Dijo Taeyeon sorprendida—. Ahorita le enseñare su depredador.

Se alejó de mí y me tambaleé al ya no sentir su cuerpo con el mío, la tomé de la mano antes de que pudiera alejarse un poco más.

—Debes arreglar tu aspecto antes de salir.

Ella me miró confundida y luego enrojeció.

Escuché a Stuart suspirar por tercera vez, fruncí el ceño y lo miré por cuarta vez. Él estaba en la barra mirando soñadoramente su celular, parecía tan distraído y fuera de este lugar.

—¿Estás bien? —Le susurré.

Él alzó la vista para detallándome de pies a cabeza, lucia tan cansado.

—Supongo —se encogió de hombros y volvió a mirar su celular.

Mordí mi labio inferior, tentada a añadir algo más, pero él es tan reservado.

Me alejé de ahí con un mal presentimiento incrementando en mi interior. ¿Ya había mencionado que teníamos una extraña conexión? Pues la tenemos, es como si él pudiera leerme sin decir palabra alguna y yo poder leerlo a él de la misma manera.

—¿Estás bien, Tiffany?

La voz profunda de Orlando me hizo reaccionar, lo miré y sus ojos mostraban preocupación.

—Sí —asentí y él acarició mi cabello con una sonrisa en el rostro.

—Entonces muéstrame una sonrisa —dijo.

¿Sonreír? Pero si no tenía un motivo para sonreír en este momento o quizás sí.

Sonreí ampliamente, pero mi sonrisa no era para él, sino para la única persona que me miraba intensamente desde una mesa apartada de las demás, tenía el ceño fruncido y sus labios se habían torcido en un gesto de molestia, pero al verme sonreír sus facciones se relajaron y también me sonrió.

—Así está mejor. Tienes una muy bonita sonrisa Tiffany.

Mis ojos lo miraron.

—Gr-gracias...

Él es atractivo debo admitir, sus ojos son un destello acaramelado que cambia constantemente con la luz del día. Orlando es un trabajador temporal de Stuart, en realidad solo está aquí porque necesitaba un lugar donde hacer sus prácticas y el chef en jefe de la cafetería se había tomado unas vacaciones temporales mientras Orlando tomaba el mando de la cocina en su ausencia.

Lo más irónico de todo es que ambos empezamos el mismo día, éramos como dos polos opuesto, él muy conversador y yo muy reservada, él muy sociable y yo tan antisocial, él agradó a todos y cuando las miradas se clavaron en mí, fue él mismo quien me rescato del incomodo momento y luego fue Stuart quien llevó la voz cantante conmigo.

Orlando parecía encantado de que fuéramos nuevos, pensaba que por haber ingresado el mismo día podríamos encajar perfectamente el uno con el otro, pero él no contaba con mis traumas y mi reticencia de estar alejada de las personas.

Quizás al ver el miedo en mis ojos lo hizo bajar la rapidez con la que hacia todo, ahora parecía pensarse más las cosas antes de hablarme y al final encontré que era tímido y amable.

—¿Qué sucede con el jefe?

Sacudí de mi cabeza los pensamientos y miré sobre mi hombro, hacia un Stuart abatido y sumido en sus pensamientos.

—En realidad no lo sé.

—Parece algo... triste.

Estuve de acuerdo con él, porque era exactamente como lucia Stuart y comenzaba a dar lástima.

Asentí cuando regresé mi mirada a él, pero Orlando aún mantenía sus ojos clavados en Stuart y de la nada su habitual sonrisa torcida apreció.

—¿Por qué no lo invitamos esta noche por ahí? Sería bueno para distraerlo y animarlo.

Miré una vez más al fondo, donde Taeyeon parecía estudiar cada movimiento de nuestra conversación y luego miré sobre mi hombro, hacia Stuart.

¿Qué debo hacer? Me encuentro dividida.

Tengo una novia esperando a que mi turno termine para ir directamente a casa y hablar sobre lo que había pasado el día anterior y estaba Stuart, mi jefe y amigo de Taeyeon.

—No sé si... pueda —susurré lo último y sentí los ojos de Orlando oscilar en mí.

—¿Por qué no?

Ahora se había cruzado de brazos y me fue inevitable no notar como los músculos de sus brazos eran apretados con fuerza por la filipina que llevaba puesta. Me encontré nerviosamente alerta por la situación.

—Y-yo... b-bueno... —debería dejar de tartamudear, pero me era imposible.

—¡Ustedes dos! Dejen de estar chismorreando y pónganse a trabajar.

Ambos nos tensamos cuando Stuart por fin notó nuestra pequeña conversación, sin decir algo más los dos tomamos caminos separados para continuar con nuestras labores.

Mientras atendía las mesas, de reojo seguía mirando a Stuart y es que no era normal verlo tan deprimente. Con la orden anotada y con la decisión flotando en mi cabeza, me acerqué a Orlando.

—De acuerdo.

Él levanto la vista de lo que estaba cortando y me lanzó una mirada confundida.

—Llevemos a Stuart por ahí.

Me miró por largos segundos y luego estalló con una enorme sonrisa en el rostro.

—¡Perfecto! No te arrepentirás, podríamos decirle a los demás y...

—Alto ahí —alcé una mano—. No creo que le agrade que todo el personal se entere de lo que le sucede, aunque lo más seguro es que tampoco nosotros lo sepamos.

Se recargó hacia adelante y suspiró.

—Está bien, está bien... que sea como tú digas, ya yo elegiré el lugar correcto.

Asentí y me fui de ahí.

Justo ahora me estoy reprendiendo a mí misma por mi más repentina y espontanea decisión. ¿Cómo se supone podre estar en un lugar con tanta gente? Es una locura total, así de simple, yo no soy exactamente la persona con la que se pueden divertir y tampoco la persona correcta a la que deban llevar a un bar o algo así, simplemente no.

—¿Qué sucede?

Taeyeon se coló en el cuarto del personal y se acercó a mí con preocupación.

Mis ojos la miraron, me sentía tan perdida como una niña en un lugar lleno de personas, pero ella solo se acercó a mí y me envolvió en sus brazos.

—No sé si pueda...

—¿Si puedas qué?

Cerré los ojos, conteniendo el miedo que burbujeaba en mi piel.

—Stuart esta raro... —comenté.

—Lo he notado.

Nos quedamos en silencio hasta que Solar entró y nos miró sorprendida, luego sonrió avergonzada y bajó la mirada.

—Orlando y Stuart ya están listos.

—S-sí... ya... ya vamos.

Taeyeon me alejó de sus brazos y me miró con el ceño fruncido.

—¿A dónde se supone que vamos?

Mordí mi labio inferior antes de hablar.