Desencuentros II

Nunca Digas Nunca
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Cuando Tiffany salió del metro, aún podían verse los últimos rayos de sol. Sabía que era un error ir sola a aquella fiesta. Había intentado que la acompañara Fabiola, pero tenía cena familiar para celebrar que había terminado el instituto, algo que había lamentado profundamente, pues la oportunidad de estar cerca de Taeyeon la seducía mucho más que cenar en un restaurante tex-mex con sus padres y sus hermanos. Así que Tiffany tendría que componérselas sola. Solo esperaba que Taeyeon no se enrollara por ahí con alguna tía y la dejara colgada.

 

   Mientras caminaba, le pareció ver a lo lejos a Jun Jin, su hermano. ¿No se suponía que tenía partida en línea de Call of Duty o Halo o de cualquiera de esos rollos de pegar tiros que le gustaban? Al menos es lo que le había dicho para no llevarla. ¿Por qué le había mentido? ¡Si al final resultaba que iban casi a la misma calle! ¿Qué le costaba haberla acercado? No tenía sentido, salvo que tuviera algo que ocultar… ¿Habría quedado con una chica? ¡Imposible! Se trataba de su hermano, ese friki socialmente incompetente que sabía más de los elfos que de las mujeres. Pero, entonces, ¿por qué iba tan arreglado? Se había puesto camisa, y solo lo hacía en bodas, bautizos y comuniones. A veces, ni eso. Y se había peinado el pelo hacia atrás con… ¿Gomina? ¿Era gomina lo que llevaba? Estaba claro que algo raro pasaba. Paseaba nerviosamente por la acera y a cada rato miraba el móvil.

 

   Intentó hacer una llamada, pero nadie debió de contestar, porque volvió a guardar el teléfono en el bolsillo. Daba la sensación de que la persona con la que había quedado no aparecía. Tras esperar un buen rato, le vio marcharse con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha. ¿Le habrían dado plantón? Tendría que sonsacarle de algún modo, pero había jurado no volver a hablarle en la vida. A ver cómo lo conseguía.

 

   Se encendió un cigarro, ya que era bastante improbable que estuviera permitido fumar en la fiesta. Sin embargo, cuando llegó a la dirección que le había indicado Taeyeon, descubrió aliviada que el bar tenía una pequeña terraza a pie de calle. Allí estaba Jorge, un compañero de Taeyeon casi tan alto como ella. Desde la perspectiva de Tiffany, que superaba escasamente el metro sesenta, los dos juntos se asemejaban a las torres Petronas.

 

   —¡Tiffany! ¡Cuantísimo tiempo! ¿Cómo estás?

   —Muy bien. ¿Y tú?

   —¡Pfff! Algo tocado, y eso que todavía es muy pronto, pero es que somos unos bestias y nos hemos liado a beber mientras terminábamos de prepararlo todo… ¡Por cierto, felicidades! Me ha dicho Taeyeon que has terminado hoy.

   —¡Gracias! Por fin se terminó la pesadilla.

   —¿Y qué piensas hacer en el verano más largo de tu vida? ¿Te vas de Interrail, como hemos hecho todos?

   —¡Ojalá! Estoy sin blanca, así que voy a cuidar a los hijos de mi padre para sacarme algo de pasta.

 

   No le importaba. Para ella, no había ningún plan que superara estar en La Senda con sus amigos. Quería terminar todos los papeleos e irse para allá. Aunque ya nada fuera igual que antes, no podía imaginar un lugar mejor para pasar el verano.

 

  _________________________

 

   —Lo siento —dijo Yuri mientras entraba atropelladamente—. Me he olvidado el reloj y se me ha pasado la hora.

   —Hija, eres una calamidad —la reprendió Junho—. Estamos todos esperándote y Jessica está cansada después de un viaje tan largo.

   —Lo siento mucho —repitió Yuri consternado, dirigiéndose a Jessica.

   —Venga, vámonos, no sea que perdamos la reserva.

 

   Bajaron todos al jardín para montarse en el coche.

 

   —Kriss, tienes que pegar el alzador más a la puerta —dijo Junho—. Ahora tenéis que ir los tres detrás.

   —Puedo ir en la moto, papá —intervino Yuri.

   —No, mejor vamos todos juntos, que con lo desastre que eres, no me extrañaría que fueras a parar a la otra punta de la provincia. Ponte tú en medio, Yuri, y abrochaos todos el cinturón.

 

   Jessica iba tan pegada a la puerta que se estaba clavando la guantera lateral en la pierna. A pesar de tener más espacio que ella, Yuri iba encogida. Era alta y, aunque delgada, tenía una complexión fuerte. El alzador de Kriss era demasiado ancho para que los tres cupieran holgadamente en el asiento trasero de aquel Mini Cooper.

 

   —Papá —dijo Yuri—, la próxima vez vamos en tu coche, que en este no entramos.

   —Vaya. Este coche no está pensado para familias numerosas —añadió Nana sonriendo.

   —Parecemos sardinas en lata —prosiguió Yuri antes de que Junho le interrumpiera.

   —Una lata carísima. No entiendo cómo un coche tan enano puede costar este dineral…

   —¡Si lo usas más que yo! Mucho meterte con mi coche y luego, cuando te lo presto, no lo sueltas. Papá, creo francamente que es la edad, ¿verdad, Nana? —dijo guiñándole un ojo—. Reconócelo, papá, en el fondo te gusta llevar un coche juvenil.

   —Yuri —sentenció Junho—, creo que voy a dejarte en la próxima esquina para que vayas andando al restaurante y ejercites tu espíritu juvenil.

   —No serás capaz, ¡qué gruñón te has puesto con la edad! —siguió bromeando.

   —¡Tú sigue!

 

   Pasaron por una glorieta para acceder a una urbanización de chalés.

 

   —¡Anda! —dijo Junho—. ¿No es esa la casa de…? Se ve luz.

 

   Jessica se dio cuenta de cómo a Yuri le cambiaba el semblante. Dirigió la mirada a la luz que iluminaba una ventana a lo lejos.

 

   —Yuri, hija, ¿sabes si han vuelto?

   —No. No sé nada —contestó seria. Ya no volvió a abrir la boca en todo el trayecto.

 

   Fueron hasta un restaurante cercano situado en la ladera de la montaña. Jessica pasó la mayor parte de la cena en silencio. El sitio era muy bonito y la comida no estaba mal, pero ella no quería estar allí. Mientras cenaban, pensaba que en el próximo año y medio iba a pasar la mayor parte del tiempo con aquella gente: unos perfectos desconocidos. Ojalá lo pudiera pasar hibernando. Sabía que tenía que adaptarse a esa nueva vida, pero sentía que no le quedaban fuerzas. Se sintió aliviada cuando por fin pidieron la cuenta y se sentaron de nuevo en aquel estrecho coche.

 

   Al llegar, subió a su cuarto todo lo rápido que pudo. Acababa de terminar de ponerse el pijama, cuando alguien golpeó su puerta. Era Yuri.

 

   —Perdona, es que con las prisas se me olvidó darte esto —dijo mientras le alargaba una pequeña bolsa con tres adaptadores—. No había en la ferretería del pueblo, así que tuve que acercarme al centro comercial. Espero que con estos tres tengas suficientes, porque no había más y van a tardar algunos días en traer otros. Avísame si necesitas algo más.

 

   —Gracias —respondió Jessica, algo sorprendida.

 

   Yuri guardó silencio unos segundos, como si estuviera pensando qué decir.

 

   —Buenas noches —dijo finalmente mientras se dirigía a la puerta.

   —Buenas noches.

 

   Yuri se dejó caer en la cama y comenzó a escuchar a Rammstein a través de los auriculares de su mp3. Estaba agotada después de un día tan intenso. Por fin Nana estaba de vuelta con Jessica. Las semanas que había pasado fuera habían sido un poco estresantes entre la facultad, los exámenes, ocuparse de Kriss, además de la preocupación y la tristeza por todo lo ocurrido. Ahora podía relajarse, Nana estaba en casa. Era la piedra angular sobre la que se fundamentaba la armonía familiar y, sin ella, costaba mucho que l

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DubuKawaii
#1
Chapter 3: :'D
DubuKawaii
#2
Chapter 2: A weno
DubuKawaii
#3
Chapter 1: ._. Khe
DubuKawaii
#4
¿Actualizion?