Había llegado la noche y cuando Jessica llegó a casa después de la cafetería encontró en el salón a casi todo el grupo, al menos quince personas entre chicos y chicas. Muchas de ellas habían pasado por la cama de Yul, aunque trató de no pensar en ello, sino en lo que pretendían: sacarle de fiesta.

—Esta noche no, chicos. De verdad que no —se le escuchaba decir entre el gentío.

—Vamos, no seas aburrido, tío. Vendrá la morena de la tercera fila —dijo Key. —

No. Esta noche no.

— ¿Y si también voy yo? —Preguntó ella, alzando la voz para que se enterasen de que había llegado.

Yul se puso en pie de inmediato, llamando la atención de sus amigos con ese gesto. Asintió a su pregunta con un gesto de su cabeza y fue directo a su habitación.

— ¡Vaya, vaya! Creo que Yul ya tiene a alguien que le vuelve loco —dijo Ravi, uno de los chicos, dando un sorbo a su cerveza, pero Jessica vio como Sunny negaba con la cabeza. Cuando se giró hacia ella Sunny desvió la mirada.

— ¿Eso qué quiere decir? ¿Qué quiere decir que Yul tiene a alguien?

— ¿Acaso no te has dado cuenta de lo raro que está estos días? ¿Eres ciega? Yul lleva enamorado de ti desde los quince años.

—Ya, claro, y por eso se acuesta con cualquier cosa que tenga dos tetas —río Jessica.

—No vayas de remilgada, Jess, que tú tampoco eres una santa. Has debido acostarte con cuantos, ¿cincuenta tíos? —Acusó Sunny—. Hace muchos meses que nos contó que iba a decirte que le gustabas y que no encontraba el momento para hacerlo. Y hace dos días nos dijo que de alguna manera terminasteis jugando a ver quién seducía antes al otro. Pero Yul no solo quiere jugar contigo, idiota.

Pese a la forma brusca en la que Sunny se lo estaba diciendo, ella no podía terminar de encajarlo. Le había resultado raro que siguiera al pie de la letra las reglas, y que la besase de esa forma tan dulce. Le había resultado raro que la tocase como lo había hecho y que esos dos últimos días no fuera el Yul de siempre, pero no podía creer que él estuviera enamorado de ella.

¿Sería por eso que nunca había tenido novia? ¿Sería por eso por lo que sólo tenía o de una noche?

No añadió nada a la conversación, ni una pregunta, ni una mirada, ni una sonrisa, nada. Se levantó con la mirada fija en la puerta de su “amigo” y se acercó a ella, llamando con insistencia.

Al ver que él no respondía abrió, encontrándolo de frente.

—No has esperado ni medio minuto, Sica. ¿Pasa algo?

Lo miró sin saber qué decir. Esos días también ella se había dado cuenta de que no lo veía simplemente como a un amigo, se había dado cuenta de que lo que sentía cuando lo tenía cerca no se parecía a lo que sentía con otros chicos.

— ¿Es verdad lo que dice Sunny?

— ¿Y qué dice? —preguntó con una sonrisa extraña, mirando por encima del hombro al grupo de gente del salón, que se habían quedado en completo silencio.

—Que te... Que... Que te gusto. —Yul bajó la mirada al suelo mientras resoplaba. No podía creer que sus amigos hubieran dicho, a la última persona que quería que lo supiera, que estaba enamorado de ella—. ¿Dime Yul, es cierto o no? —Él asintió con la cabeza—. ¿Y por qué no me lo has dicho antes?

—Porque no quería que te burlaras de mí. Nos conocemos desde cuándo, ¿desde los cinco años? No ibas a creerlo si te lo decía y sabía que te reirías de mí.

Jessica dio un paso adelante y tomó su cara entre las manos. Ya no importaba el dichoso juego que solo les había hecho sufrir. Acortó la distancia entre ambos y le besó.

—Espera, espera —dijo él, apartándola por los hombros—. ¿Qué haces?

¿Qué pasa con la primera regla?

—Las reglas ya no son válidas, Yul. Tú jugabas con desventaja y yo he sido una idiota. Tú también me gustas. Quizás no desde los quince años, ni siquiera lo sé, pero me gustas. Y no me he dado cuenta de cuanto hasta este jueguecito de seducción en el que estoy a punto de volverme loca. Ya no me importa quien gane o quien pierda. Quiero que me beses, quiero que me toques, que rompas todas las reglas habidas y por haber, quiero que…que…

—desvió la mirada hacia la cama y se ruborizó al no encontrar las palabras apropiadas para pedirle que le hiciera todo lo que deseaba que le hiciera.

— ¿Todas las reglas?

—Todas.

— ¿La tercera también? —ella negó con la cabeza con una expresión tierna.

—Sólo hagámoslo. No quiero seguir jugando a esto —Rodeó sus hombros con los brazos y se pegó a su cuerpo, acercando su boca a la de él.

Yul acortó la distancia entre sus bocas y mordió sus labios antes de besarlos intensamente.

El salón se llenó de gritos y aplausos por lo que estaba pasando en esa habitación.

— ¡Vamos parejita! Cierren la puerta y recuperen el tiempo perdido. —

Gritó Yoona, secundado por Sunny.

Las chicas se agarraron de los brazos y se dirigieron a la puerta con las sonrisas dibujadas en sus caras.

— ¿Quieres salir con ellos? —preguntó Yul a la muchacha que tenía entre los brazos, pero ella negó.

Sin asegurarse de que todos se habían marchado cerraron la puerta, quedando completamente a solas.

Yul llevó una mano al cuello de Jessica y se ayudó del pulgar para levantar su mentón y poder besarla.

—Estaba despierta la mañana que me besaste por primera vez — murmuró con una sonrisa traviesa—, y deseé con mi vida que siguieras hasta el final.

—Bueno... Ahora puedes dar por sentado que sí que llegaré al final. Y Sobre todo, que esta será la primera del resto de noches que nos quedan juntos. El verdadero juego acaba de empezar. ¿Tienes alguna regla que añadir?

—Sí. Que respetemos la tercera regla. Esa es la más importante de todas.

—Eso está hecho.

Se agachó a su lado y la levantó en brazos para dejarla sobre la cama. Se puso a horcajadas sobre ella y lentamente desabotonó la camisa de cuadros que llevaba. Admiró su pecho antes de llevar las manos sobre el sujetador para acariciarla sobre la tela. Sonrió al notar los fuertes latidos de su corazón.

Jessica solo le miraba. Al fin, al fin iba a terminar la primera ronda de su particular juego. Alzó las manos para sujetar su cara y nuevamente le besó.

Fin…