Dios… La extraño tanto. Sé que debo continuar. Que debo seguir y todo eso, pero cada día es más difícil aceptar su ausencia. Cada maldito día que pasa me arrepiento más de mis estupideces. Como esa vez que le pedí perdón, nos besamos y arruiné el momento. ¿Por qué me besé con Amber?  Recuerdo la vez que salimos a escondidas del dormitorio, para darle la bienvenida a Yeri y ella soportó, como la asombrosa líder que era, toda la responsabilidad y el regaño de nuestro manager. Cuando me confesó que le gustaban las chicas… cuando me confesó que yo le gustaba.

Recuerdo nuestro primer beso. Tímido pero espectacular beso. La primera vez que hicimos el amor. La segunda, la tercera, la cuarta… y todas las veces. Todas esas noches, tardes y mañanas. Recuerdo la tarde en que despertamos juntas en la cama y no nos levantamos en lo que restó del día. Solo fuimos juntas a buscar frutas y dos cervezas. Desconectamos el teléfono y apagamos celulares. Solo ella y yo. Su corazón y el mío.

Cuatro meses antes de su muerte, se enteró su madre. Le vio unas pastillas en el bolso. Estábamos las tres en la cocina, cuando Joohyun comenzó a toser. Le dije a su mamá que estaba un poco resfriada, pero en ese momento, Joohyun cargó su bolso, tirando todo en la isla. Incluidas sus pastillas.

-Éstas no son pastillas para el resfriado.-leyó el contenido.- Son para controlar un cá…

-Mamá.-interrumpió arrebatándole el frasco.- Son mías. Aparte es solo el envase.

-¡Mentira, Joohyun!-contestó angustiada.- ¿Qué tienes? ¡Son medicamentos permanentes!

-¡Nada, mamá!-susurró.- ¡Baja la voz!

-¡Joohyun, cariño! ¿Por qué tomas estas pastillas?-preguntó desesperada.

No contestó. Su madre me miró buscando respuesta. Joohyun me miró amenazante. Bajé la cabeza. No podía ni contestar ni negar nada. Me tomó de la mano y le dijo a su madre que fuera a lo que alguna vez fue su habitación. Ésta se sentó en la cama a llorar. Intentaba calmarla diciéndole “estoy bien, mamá, estoy bien”.

-¿Hace cuánto tiempo tienes esto, hija?

-Lo descubrieron hace 6 años, mamá. Pero ya llevo casi nueve años con…

-¡Nueve años!

-¡Tranquila, mamá!

-¿Cuándo pensabas decirnos?

-No lo sé. No es sencillo decir “Hola familia, tengo leucemia”. Es difícil.

-¡Esperaste a que te descubriera, Joohyun!-regañó.-Lo mismo que sucedió con Seunghwan.

Y le dieron los tres minutos de homofobia. Hasta que se dio cuenta que no era el momento de críticas. Ellas lloraban y se abrazaban. Yo callada, derramando lágrimas en un rincón.

Fueron los cuatro meses más difíciles de nuestras vidas. Ella sabía que su tiempo límite había sido superado en dos años, según esa vez que fuimos al médico. También sabía que… le quedaba poco.

Viajamos durante dos meses, conocimos partes que nadie visitaba. Eran lugares increíbles. Ella se veía feliz. Yo también lo era junto a ella. Bailamos, cantamos, jugamos, reímos... Mierda... La extraño tanto... Siento que por obligación sigo aquí. Sé que no es así, pero todos los malditos días tengo esa sensación de que al despertar va a estar a mi lado. Todas las noches, me acuesto con la esperanza de que despertaré y que todos estos años han sido una maldita pesadilla. La busco por todos lados y no la encuentro. La deseo todos los días a cada segundo y no está. Siento y creo que muero sin ella... La llamo, la llamo y no me contesta... ¡No me contesta!

¡Y me torturo! ¡Todos los putos días! ¡Tengo mucha rabia! ¿Por qué a ella? ¿Por qué así? ¿Por qué habiendo tanto malnacido, tanto asesino, tanto cabrón; justo a ella, la persona que más sentido le daba a mi vida, le pasa eso? ¡¿Por qué se fue?! ¡¿Quién se cree que fue Dios para arrebatármela?!

El 17 de abril de ese año, se resfrió. Algo leve, nos reíamos por como hablaba y porque su nariz estaba toda roja.

-Mi amor, me parezco al reno de Santa.

-Eres un reno demasiado y, amor.

-¿Encuentras que me veo y así?

-Sí, Joohyun. Con tu voz del pelirrojo de Rugrats y tu nariz de reno.-se rio.- Aparte con ese pijama y tu peinado de las sábanas. Deberías volver al modelaje.

-De pañuelitos desechables y papel higiénico.

-Si te veo en una publicidad de pañuelitos con estrellas, me compro cajas y cajas.

-¿Y qué haces con la y modelo?

-¡Me la llevo a casa!

Al principio creí que era un simple resfriado. Luego fue un extraño resfriado de dos semanas. Le insistía con que fuéramos o llamáramos al médico, pero salía con un  "No te preocupes, amor, se me pasará”. A la tercera semana, estaba preocupadísima. Su ánimo, por el suelo. No tenía ganas de nada y me exigía ver a un abogado. Intentaba decirle que un abogado en sus condiciones era inútil, que deberíamos ir al médico. Odiaba discutirle. Pero era imposible entenderla.

-¡Joohyun, llamaré al médico!

-¡Que me llames a un abogado, mujer!

-¡¿De qué te va a servir?!-le preguntaba. Ella estaba en cama, no tenía mucha movilidad. Y yo no entendía por qué quería un abogado. ¿De qué le serviría?

-¡Porque lo necesito!-me dijo un poco irritada.-Necesito un buen abogado para…

-¿Para qué?

-¡Para mi testamento, Seunghwan! Quiero… quiero dictar mi testa…

-¡Tú no necesitas dictar nada!-interrumpí evitando su razón.- No necesitas…

-¡Me voy a morir, Seunghwan! ¡Entiende eso!-me gritó llorando. Tenía razón. Y por más que yo me negara, era inevitable.

Pasó la semana enojada conmigo. Me volvió a pedir un abogado. Lo llamé, pero le dije que iríamos a la clínica, y ahí accedió. Habló por dos horas con el tipo que llegó y luego partimos a ver a la especialista.

-Seunghwan.-dijo la doctora.- Seré sincera. Si se queda será solo una pérdida de dinero. No quiero ser dura, pero… está grave.

-Sea clara.-exigí con los ojos llenos de lágrimas.

-Si se queda, será sometida a quimios y radios y… es tarde para eso.

-¿Cuánto le queda?

-No pasa de este mes.

-¡Pero si es solo un resfriado!-continué confundida.

-Era solo un resfriado. Con su enfermedad, evolucionó a neumonía. Yo les dije, Seunghwan… esto podría explotar por cualquier lado.

Decidí llevármela a casa. Pasaron dos semanas donde estaba en condiciones que no demostraban su enfermedad. No fue capaz de decirle a su familia, tuve que hacerlo yo. Difícil fue decirles "Sí, soy la novia de Joohyun. La amo y no quiero separarme jamás de ella".

Les conté a su padre y su hermana sobre la enfermedad de mi amada. Al principio no entendían porque temblaba al contarles sobre su estado, hasta que les dije que no sanaría, que no se recuperaría de la leucemia que por años había mantenido en secreto. No pude decir más, Seulgi se encargó de contarles los detalles, disculpándose por ser ella quien les comunicaba cuánto le quedaba de vida a Joohyun. Sus padres lloraban desconsolados, abrazándose uno a otro; mientras su hermana me rogaba que fuese mentira, que dijera que era broma. Yo también pedía eso.

El 28 de abril de ese año, Joohyun comenzó a despedirse. Eran las 20:30 y empezó a hablar con todos. Primero sus padres. Luego su hermana y su respectiva hija. Mi hermana, su marido y mi sobrina fueron los siguientes. Sus abuelos. Luego Seulgi, Sooyoung y Yerim. Dieron las 12:30 y el médico le dio unos calmantes. Yo no me separaba de su lado y cumplía con lo que me dijo: “tú estás a cargo de todo”. No dormí en toda la noche. Me acosté a su lado, la abracé, la besé y acaricié. Lloré toda la maldita noche. La más larga de mi vida.

Salieron los primero rayos de sol y yo seguía a un lado de la cama. Sentí como ella despertaba. Estaba bellísima. Me arrodillé frente a ella, acariciándola y quitándole el pelo de la cara. Sus ojos estaban preciosos. Más brillantes que de costumbre.

-Hola, mi amor.-me saludó sonriente.

-Buenos días, princesa.-regresé su saludo. Feliz de hablar con ella una vez más.

-No has dormido nada.-señaló lo obvio, siempre preocupándose más por los demás que por sí misma.

-¿Cómo amaneciste?-cuestioné preocupada.

-Bien. Quédate conmigo.-respondió con voz tranquila.

-Viene el médico. Déjalo consultarte una vez más.

Entró el médico y me pidió que saliera. Tenía que hablar con ella. Un examen rápido y luego hablaría conmigo. Estuvo 20 minutos dentro y salió afligido: "No pasa de hoy... Lo siento". Le pagué y firmé un papel de no sé qué cosa. Entre a la habitación. Ahí estaba, agitada. Me miró y comenzó a llorar. Sabía a lo que iba.

-¡No, Joohyun!-me tiré de rodillas en el suelo.- ¡Por favor!

-No hagas esto más difícil, Seunghwan…-imploró con lágrimas desfilando por sus mejillas.

-¡Por favor, Joohyun…! ¡No me hagas esto, mi amor, te lo ruego!-sabía que era egoísta, pero no podía evitarlo. No podía perderla. No quería perderla.

-Cálmate, cielo.-me pidió acariciando mi rostro de forma tenue.

-¡Por lo que más quieras, mi vida!

-¡No me hagas hacerlo por lo que más quiero! Seunghwan, mi amor. ¡Sabes que lo más quiero y amo en esta vida eres tú!-declaró con dolor en su suave voz.

-¡Joohyun, por favor, quédate!-supliqué una vez más, aunque la parte inteligente de mí entendía que no sería posible, que su tiempo había llegado.

-Seunghwan, te amo.-me decía con la respiración cortada.-No lo olvides.-apretó mi mano.-Te amo, te amo, desde que chocamos en la sala de ensayo.

-¡Yo también, mi amor! ¡Te amo! ¡Quédate, mi amor, te lo suplico!

-Me queda poco, cielo.

-¡Te queda una vida! ¡Joohyun, no dejes por nada de apretar mi mano!

-Agradezco el día… en que te conocí… Te amo más que a nada, más que a todo…

Me lancé a sus brazos, la besé. No quería dejarla. Su madre trataba de calmarme pero era imposible. Le pedía que despertara, que abriera los ojos. Acaricié su rostro, su cabello… Le volvía a pedir que despertase, que volviese…

Era inútil. Ya no estaba conmigo. Solo en mí. En mi mente y mis recuerdos. El médico nos pidió salir unos segundos. La bese por última vez… Pidiendo en ese beso, irme con ella.