Corría por la calle con el corazón en un puño. Me había quedado dormida y había perdido el autobús. El colegio estaba a menos de una hora andando, aún así cogí la mochila y salí corriendo. La profesora dejó muy claro que la puntualidad era muy importante, y sabía que me iban a castigar.

-Mierda mierda... -murmuraba apenas sin aire mientras esquivaba gente.

Cuando llegué a la puerta del colegio ya llevaban más de media hora de clase. Subí corriendo las escaleras, sólo tenía que girar la esquina, correr recto, girar a la derecha y la segunda puerta a la izquierda. Pero cuando fui a girar la esquina, alguien chocó contra mi. Caí al suelo algo aturdida y escuche como la otra persona me maldijo entre dientes.

-Joder, ¡podrías mirar por donde andas!

Sacudí la cabeza y miré al suelo, avergonzada.

-L-lo siento... -conseguí murmurar.

Me puse en cuclillas para ayudarle a recoger los libros, libretas y material que se le había caído de las manos. Entonces cuando fui a entregárselo le miré a los ojos y me paralicé. Aquella melena rubia, aquellos ojos verde oscuro y aquella mirada de furia. Era Chaerin.

-Lo siento mucho -volví a decir al descubrir quien era.

Me quitó los libros de la mano, los metió en su mochila y me miró desafiante.

-Parece que llegas tarde en tu tercera semana, la que te va a caer -se rió de mi y se dio la vuelta para dirigirse a clase, parecía que ella también llegaba tarde.

Eché a correr detrás de ella y entramos en clase. Todos se quedaron en silencio y nos miraron.

-¿De dónde vienen señoritas? -preguntó la profesora levantándose y colocándose delante de nosotras con los brazos cruzados.

-Y-yo... -tartamudeé- Me he quedado dormida, he venido corriendo. Lo siento mucho -me incliné haciendo varias reverencias, pidiendo disculpas.

-A mi se me ha jodido la moto y he tenido que venir andando -dijo Chaerin encogiéndose de hombros.

Vi a mis compañeros murmurar entre ellos. Todos sabían que estábamos en un lío. Dirigí la mirada a Minzy, que me miraba apretando los labios.

-Ambas estaréis dos horas castigadas conmigo después de clase -sentenció la profesora antes de girarse y volver a su silla.

-¡Tengo entrenamiento de boxeo! -gritó Chaerin, aún a mi lado.

-¿Quieres que sean cuatro horas para ti?

Esta resopló y entró en clase maldiciendo a la profesora entre dientes. Yo volví a pedir perdón en voz baja y fui directa a sentarme en mi sitio.

Minzy se despidió de mi y salió de clase cerrando la puerta tras de si. Miré a mi alrededor, la profesora estaba escribiendo algo en una libreta mientras que Chaerin miraba por la ventana.

-Lee Chae Rin, ven conmigo por favor -dijo la profesora levantándose de la silla.

Ambas salieron al pasillo, cerraron la puerta y se quedaron allí. Escuchaba los lejanos murmuros de su conversación pero no pude entender nada. Pasados diez minutos, Chaerin entró en clase con cara de pocos amigos y me miró.

-Tú, idiota, la profe te llama -dijo volviendo a su sitio.

Me levanté ignorando el tono y como me había llamado. Salí al pasillo y cerré la puerta, encarándome a la profesora, que miraba una libreta.

-Sandara Park, -tragué saliva cuando habló- ¿te parece correcto haber llegado media hora tarde?

-No señora.

-¿Y me puedes dar una explicación de porqué has llegado tan tarde? Te tenía como una alumna ejemplar.

-Pues... -dudé- El sábado me quedé a dormir en casa de Min Ji y apenas dormimos, por lo que hoy me he quedado dormida, ya que estaba agotada.

-Que sea la última vez o la próxima vez el castigo será peor.

No supe si responder a aquello o si entrar a clase. Esperé mientras ella leía algo en su libreta.

-Veo que tus notas han variado mucho según donde has estado -cambió de tema sin mas.

Asentí.

-Antes de Canadá estuviste en Australia y tus notas eran excelentes, en Canadá lo tienes todo suspendido... ¿Qué ocurrió?

Suspiré algo nerviosa.

-Tranquila, puedes contármelo. Soy tu tutora. Debería haber tenido esta conversación contigo el día que entraste pero se me pasó, por eso estoy aprovechando ahora.

-En Canadá... -comencé- Mis compañeros de clase se metían conmigo por mis rasgos coreanos, mi acento y todo. Aquello hizo que dejara de prestar atención en clase... -sentí un nudo en la garganta.

-Aquí todo va a cambiar y lo sabes. -puso una mano en mi hombro- Si alguien de clase se mete contigo dímelo inmediatamente. Vas a tener que esforzarte porque las notas de cuando estuviste en Canadá pueden bajar tu nota media.

Asentí algo más relajada.

-Además, veo que te has hecho amiga de Min Ji, Dae Sung y Seung Hyun; son buenos chicos, sobretodo Min Ji. Ella te puede ayudar en los estudios, sus notas son excelentes y es una de las mejores alumnas que he tenido nunca.

Sonreí al escuchar tantos elogios hacia mi amiga.

-Ahora vuelve a clase, aún estás castigada por llegar tarde -dijo antes de entrar en clase, volviendo a su gesto serio.

Entré detrás de ella y sentí los ojos de Chaerin sobre mi. Había olvidado que estaba allí.

Las dos horas pasaban lentamente. No podíamos sacar en móvil, ni levantarnos de la silla, ni hablar. De vez en cuando dirigía la mirada a Chaerin. Estaba sentada al lado de la ventana y miraba a través de esta, con la mirada perdida en algún punto del paisaje. Enroscaba unos de sus mechones rubios en su dedo. En una de las veces en que me quedé mirándola, giró la cabeza y nuestros ojos se encontraron. Rápidamente evité su mirada, ocultando la cabeza entre mis brazos. Cuando me asomé un poco observé que seguía mirándose con gesto indiferente. Negó con la cabeza a la vez que ponía los ojos en blanco y volvió a mirar por la ventana.

-Podéis volver a casa -dijo la profesora, rompiendo el silencio.

-Ya era hora -murmuró Chaerin estirándose aún en la silla.

Me levanté con algo de prisas y salí con paso rápido, mi madre no sabía que me habían castigado y estaría preocupada. Al salir encontré a Park Bom sentada en un banco al lado de la puerta, tenía un cigarrillo entre los dedos y el móvil en la otra mano.

-Tu, Sandara -me gritó.

Me giré algo nerviosa, tenía prisa.

-¿Y CL? -preguntó.

-¿Quién?

-Chaerin... -resopló como si fuera lo más evidente del mundo.

Me giré hacia el colegio, cuando vi a la rubia salir.

-Ahí está.

Bom se levantó, se acercó a su amiga que acababa de salir, la cual le cogió el cigarrillo y le dio una calada.

-Hasta mañana... -murmuré sintiéndome idiota.

Ambas me ignoraron y comenzaron a caminar en dirección contraria a la mía, cosa que agradecí.

Cuando llegué a casa mi madre estaba muy preocupada. Le expliqué lo del castigo. Se enfadó pero vio mi arrepentimiento y me dejó ir a mi habitación, donde rápidamente me puse a hacer los deberes y a estudiar mientras las palabras de la profesora rondaban por mi cabeza.

El sonido del móvil me sacó de mi concentración y miré la pantalla para leer el nombre de la causante.

-Dime -descolgué.

-¿Qué tal el castigo? -reconocí la dulce voz de mi amiga al otro lado de la línea.

-Aburrido.

Escuché una carcajada.

-¿Puedo contarte una cosa? -dijo de repente.

-Claro.

-DaeSung me ha acompañado a casa -ahogó un gritito.

Sonreí al ver la alegría de mi amiga. Minzy vivía a cuatro manzanas de mi casa, por lo que yo siempre la acompañaba cuando volvíamos del colegio. Pero hoy no había podido ser.

-¿Y eso? -pregunté divertida, tumbándome en la cama con el móvil.

-Cuando he salido del colegio le he visto a él, a SeungRi y a Top esperándome. Se han ofrecido a acompañarme ya que tu no estabas. Pero SeungRi y Top viven cerca del colegio, por lo que enseguida nos hemos quedado él y yo a solas.

-¿Y a pasado algo?

-¿Qué va a pasar? Nada, pero yo estaba feliz sólo de poder hablar con él a solas, aunque haya sido de tonterías.

-Vaya, me alegro. Me tocará llegar tarde más veces -bromeé.

Escuché su risa de nuevo.

-Me ha vuelto a decir de ir el sábado al pub... -murmuró.

-¿Y qué le has dicho?

-Que te preguntaría.

-¿Tu quieres ir?

-Supongo...

-Eso es un si -sonreí.

-Yo voy si vas tu, no quiero estar sola.

Me quedé unos segundos en silencio, fingiendo que pensaba una respuesta.

-Vale... -me rendí- Iremos al pub con ellos.

-Mañana se lo decimos.

-Bueno, yo me voy a seguir estudiando.

-De acuerdo, hasta mañana.

Colgué y dejé el móvil a un lado. Nunca había ido a un pub ni a una discoteca, pero me alegraba saber que la primera vez sería con quien ahora consideraba mi mejor amiga y mis tres amigos. Ahogué un grito de alegría, estaba deseando que llegara el sábado, aunque por otra parte estaba nerviosa. Me levanté de la cama y salí en busca de algo de comer. Las ganas de estudiar se había esfumado.