Ring ring.

 

Sonó el despertador, eran las 6 de la mañana, Tao se levantó de la cama aunque todavía no podía abrir los ojos bien por el cansancio, se vistió y fue directamente al baño, delante del espejo se peinó su pelo negro desordenado con delicadeza.

 

- Estas guapísimo.- se dijo mientras sonreía delante del espejo.

Salió de su habitación corriendo con dirección a la entrada de la casa.

 

- Buenos días señorito, creía que no iba a venir a recibir al señor.

 

- Si no vengo, el viejo me va a echar la bronca, ¿no crees mayordomo Choi?- preguntó Tao.

 

- Jaja, no se lo niego, señorito.- dijo riéndose.

 

Unos minutos más tarde, aparcó delante de la puerta principal un coche, de él primero salio el chófer, que abrió la puerta del coche de atrás, salió un señor de estatura media, pelo negro con algunas canas, vestido de traje y acompañado de su bastón. De repente, se abrieron las dos puertas de la entrada, dos filas de sirvientes, una a cada

lado de la puerta, se inclinaron y dijeron al unísono:

 

- ¡Bienvenidos a casa, señor!

 

- Bienvenido señor Soo Man,- continuó el mayordomo Choi, - esperabamos impacientemente su llegada.

 

- ¿Qué tal el viaje viejo? Tendrías que quedarte unos días más a fuera,- dijo Tao con voz decepcionada.

 

Soo Man, al escuchar las palabras de Tao, se rió con una carcajada y le dijo:

 

-Pues hijo mío, siento haberte decepcionado, jajaja, si por mi fuese me quedaría más tiempo,- continuó diciendo- pero tengo algo más importante que haces ahora mismo.

 

- ¿El qué? - preguntó Tao intrigado.

 

- ¿Qué va a ser? Tu boda, tonto.-continuó riéndose,- sube conmigo a mi escritorio.

 

Tao sin más remedio, acompañó a su padre al escritorio. Una vez ya en el escritorio, Soo Man le tendió un sobre a Tao con la foto de una chica:

 

- Es la chica que siempre jugaba contigo en el jardín de pequeño, he hablado con sus padres y con ella, y están encantados. Tu no tienes que preocuparte de nada, solo tienes que venir a la boda y ya, de los preparatorios ya me encargo yo.- le explicó a Tao.

 

Tao se calló un momento, se quedó pensando en quién era la chica, ¿será aquella a la que siempre asustaba con los gusanos?, ¿o a la que la hospitalizaron por su culpa?, ¿o será la que se rompió un brazo por que siempre la empujaba? Daba igual, sea quien sea, para la infancia de las niñas que jugaron con él, el nombre de Hwang Zi Tao era el mismísimo infierno. Tao salió del escritorio sin decir nada y fue directo a su habitación. "¿Y si la chica lo único que quería era vengarse por lo que le había echo? Oh no, eso no, no quiero morir, todavía soy joven." Pensó Tao, y

entonces decidió escaparse.

 

Tao era un chico muy listo, siempre era el número 1 del colegio, y ¿cómo iba a escaparse de la casa? Si no fuese por la ayuda de la mujer del mayordomo Choi, estaría todavía encerrado en el cuarto de basura esperando a la

oportunidad de escaparse.

Una vez triunfado la escapada, se di cuenta de un pequeño detalle, solo llevaba 160€ encima. Probó usar la tarjeta, pero ya estaba inactiva. "Quién iba a saber que el viejo iba a enterarse tan rápido" dijo a si mismo.

Con los 130€ alquiló una habitación a un tipo llamado Park Chanyeol, que por su aspecto no era muy de fiarse pero llegados a este punto, necesitaba un techo pasar la noche. Con el resto de dinero se compro una caja grande de fideos instantáneos, un paraguas y latas de cola.

La habitación era grande, más grande de lo que Tao imaginaba, escondió su caja de fideos instantáneos y dejó las latas en la mesa y se metió a la cama.

Justo después de cerrar los ojos, alguien entró.

 

- Tú... tú, ¡¿se puede saber qué haces en mi habitación?! - gritó en joven que acababa de entrar.

 

-¿Pero qué dices? ¡Es mi habitación! ¡La he alquilado yo!- protestó Tao- Mira, ¡tengo el recibo!

-Este Park Chanyeol - dijo el joven muy enfadado. Cogio el teléfono y llamó- Oye, tío, ¿se puede saber que has echo con mi habitación? ¡Qué todavía no he muerto! ¿Qué te crees, que con que me pillen me voy a quedar ahí para siempre? ¿¡Eh!?

- ¿Qué dices primo?- dijo Chanyeol al otro lado del teléfono - Tío, Sehun, se te oye entrecortado, ¿qué? ¿no te oigo, que tengo mala señal, ¡luego te llamo!