Chapter 3
One Frozen NightTIFFANY
Tiffany abrió los ojos y vio a Jesse inclinado sobre ella. Sus ojos eran más oscuros de lo habitual y parecían llenos de consternación.
-¿Jesse?
-No es nada, Fanny.
Tenía algo en la mano, algo que le estaba poniendo en la frente.
-¿Qué haces? -preguntó, un poco confusa por la herida y por su proximidad. Sentía el aliento del hombre sobre su cara, sobre sus labios. Incluso podía oler su colonia.
-No vuelvas a desmayarte. No me gusta nada.
-¿Me he desmayado?
-Como una damisela del siglo pasado -sonrió él-. Pensé que eras más fuerte. Y todo por un cortecito de nada.
Tiffany recordó la sangre entonces.
-¡Mi cabeza!
Cuando iba a tocarse la herida, Jesse sujetó su mano y le dio un besito.
-Las heridas en la cabeza sangran mucho. Pero no es nada. Y ya te he puesto una venda.
Se sentía como una damisela. Y no estaba acostumbrada a eso.
-¿Cuánto tiempo he estado desmayada?
-Unos minutos.
Entonces se dio cuenta de que el asiento estaba reclinado y que Jesse estaba encima de ella. Sin saber por qué, se puso colorada.
-Lo siento.
-No seas tonta -murmuró Jesse que, con intensa concentración, terminó de limpiar la sangre y se echó hacia atrás.
Tenía su entrepierna sobre las rodillas y, por primera vez en mucho tiempo, Tiffany lo veía como a un hombre, no como un amigo.
-¿Te duele algo más?
Turbada por la íntima posición, ella empezó a negar con la cabeza, pero el dolor la hizo detenerse.
-¡Ay! El hombro.
Su jersey tenía una hilera de botones y, sin dudarlo, Jesse empezó a desabrocharos. Atónita, Tiffany solo podía mirar mientras él lo apartaba para examinar el hombro. Para su sorpresa, no prestó ni la más mínima atención al sujetador de encaje ni a su piel desnuda.
-Tienes un hematoma. ¿Puedes mover el brazo?
Ella hizo un gesto de dolor.
-Me duele, pero no creo que tenga nada roto.
-Seguramente está dislocado.
Jesse volvió a cerrar el jersey y después miró el bosque y la solitaria carretera.
-Pronto se hará de noche y no hay forma de sacar el jeep de la nieve.
-Puedes usar el móvil.
-Aquí no funciona. No hay cobertura en las montañas -suspiró él.
Tiffany empezaba a ponerse nerviosa.
-Entonces, tendremos que quedarnos aquí hasta que pase alguien, ¿no?
Los dos sabían que muy poca gente tomaba aquella carretera cuando hacía mal tiempo, sobre todo si estaba nevando.
-Hay una cabaña a medio kilómetro de aquí -dijo Jesse, tomando su chaqueta del asiento de atrás-. La hemos pasado hace un rato.
-¿Había alguien?
-No. Parecía una cabaña abandonada, pero nos vendrá bien.
-¿Una cabaña abandonada?
Tiffany lo miraba, atónita, mientras cerraba el botiquín.
-No te muevas.
"Como si pudiera ir a alguna parte..."
Las botas de Jesse crujían sobre la nieve mientras iba hacia el maletero. De allí, sacó una manta y en ella guardó una linterna, el botiquín, un termo y una bolsa de papel marrón en la que Tiffany no sabía qué llevaba.
-Has venido preparado, ¿eh?
-Todo va a salir bien. No te preocupes.
-Eso espero -murmuró ella.
Si J
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