Cuando la respuesta es demasiado inminente Oh Sehun deja de preguntarse qué es eso que le sube la sangre a las mejillas cada vez que Zitao entra en su campo visual.

 (O peor, táctil)

 Se conocen desde hace meses, ¿más de un año? Si sus matemáticas y memoria no están muy oxidadas por las vacaciones. Tao es amigo del mejor amigo, y casualmente compañero de cuarto, de Sehun, así que no es coincidencia que se conociesen, menos cuando el pelinegro pasa los días post-borrachera en el departamento para que Sehun le ayude a aplacar la resaca (¿es necesario aclarar que post-borrachera es cualquier día que no incluya certámenes en la mañana posterior?).

 Sehun intenta no sentirse molesto, después de todo así se conocieron, así se hicieron cercanos, así siguen.

—¿Nadie en esta puta casa se dignó a comprar pan? —Y Sehun no puede reconocer si Luhan está gritando o preguntando o maldiciendo o hablando y ya.

—Primero que todo, esto es un departamento, no una casa. Segundo; no. Ayer tú y el otro chino decidieron que el pan no era necesario si alcanzaba otro pack de cervezas.

 Sehun sonríe victorioso cuando Luhan gruñe y deja el canasto de pan vacío en la mesa sin decir nada más.

—Opino que mandemos a Sehun a comprar, él no tiene dolor de cabeza ni imágenes borrosas.

 Esta vez es la voz de Tao, desde el sillón largo, extendido de una forma en que solo sus pies cuelgan de un extremo del mueble, tiene el antebrazo tapándole los ojos, como si el sol le fuera a derretir las pupilas y se ve malditamente bien… pero Sehun no comprende cómo es que ese imbécil es el que le tiene diciendo “no, esto no es amor, no seas idiota Oh Sehun”.

—Opino que deberías largarte a tu casa, pero adivina qué, ¡las cosas no son como uno quiere!

 Esa, definitivamente, no era la idea del más pequeño del departamento, no es como si salir del comedor con un cuaderno de apuntes de Bioquímica arrugado bajo el brazo y dar un portazo que hiciese las paredes vibrar estuviera en el plan de ninguno, pero de Sehun menos.

 Y, oh, el chico solo quiere patear las paredes de su cuarto cuando llega hasta allí el sonido de las carcajadas de Tao.

—Ya, Sehoonie, ya, abre la puerta, era broma, Lu Han ya fue a comprar, ya, sale.

—Hazme un favor y anda a ver que no vuelva, quédate con él también.

 Esa risa es un ruido, Sehun se lo repite hasta que no tiene ganas de sonreír, porque es un ruido molesto, así que cuando abre la puerta es porque no soporta seguir escuchándolo, no porque es imposible negarse a Zitao.

—¿Qué ves ahora?

—Hematologías.

—¿Enojado?

—No.

 Zitao corre la silla, dando saltitos hasta quedar pegado a Sehun, apoya el brazo en la mesa y estira el cuerpo tanto como es necesario para caber entre el brazo y la cabeza del otro. El pobre coreano siente que su corazón late en sus oídos, en su garganta, en sus mejillas, en sus manos, en todo su maldito cuerpo durante los eternos segundo que Tao lee sus apuntes.

—Si vine a estudiar al comedor es porque me estabas molestando en mi habitación, no deberías seguir haciendo eso aquí.

 Es estúpido, pero hay una pizca de decepción en el pecho de Sehun cuando Tao rueda los ojos, hace una mueca y se levanta para volver al sillón. El chino levanta las manos y los hombros, como para estar seguro que Sehun le vea bien claro y entienda que Zitao se rinde. Realmente.

—Haz lo que quieras —Le casi-reprocha Zitao volviendo a la posición de antes, a la posición que demuestra que la noche anterior de “noche” solo tuvo la hora —Pero sabes que te podría ayudar.

+

 Cuando Luhan llega con la bolsa de pan, Zitao está durmiendo con la boca abierta y una pierna colgando del sillón, Sehun está allí, bajo el efecto amor: con la cabeza contra la mesa, murmurando cosas (cosas como “hijo de puta”) al mismo tiempo que se pega en la corona de la cabeza con los puños.

 Porque parece que además de novia perdí a mi beta, esto no está leído con anterioridad y posee horrores ortográficos y redacción, van de mi parte para todos ustedes con amor.. quizás algún día lo lea, quizás algún día lo contiúe hehehe.