does his love make your head spin?

¿Te conoce?

 And you don’t know how lucky you are…

 Zitao decide que ordenar su habitación es una forma de dejar de pensar en él. Lo decide porque no ha dormido en una cama hecha de forma apropiada desde al menos cuatro días y su pequeña mascota está comenzando a jugar con la gorra que está en el piso desde hace ¿quizás un día y medio? Y no, nada ni nadie vale esa gorra. Así que el chico se seca las lágrimas y aprieta el botón de la pantalla táctil de su nuevo celular (un patético intento de empezar de nuevo) para que la canción cambie, porque ese tema era de ellos y… en serio, si antes tenía los ojos hinchados, entonces ahora no tiene.

 Debe dejar de llorar.

 Debe dejar de pensar.

 Y quizás ordenar la habitación no es tan buena idea, quizás recorrer cada rincón intoxicado del recuerdo de él no le hace detener las lágrimas y antes que la nueva canción acabe de sonar por el altoparlante del móvil, el chico debe buscar un elástico para amarrarse el exceso de cabello en los costados que se están empapando con gotitas saladas y tristes. Es inevitable suspirar, es aún más inevitable no recordar que Yifan le decía que “cada suspiro es un beso que no has dado” y ¡Oh por Dios! Sí, este suspiro y los tres que vienen después son besos que le pertenecen al mayor totalmente, en cada trozo de su cuerpo, en cada vértice perdido.

 Pero no.

 No debe verse demasiado glamoroso estar sobre la silla de escritorio con el cabello mal amarrado, en una mano un paño celeste y desgastado, en la otra un recipiente de lustra-muebles. La mano con el trapo se mueve esparciendo el líquido blanco por la superficie de una repisa que antes contenía los pocos peluches que le quedaban de la infancia y… oh no; ese dinosaurio se lo regalaron Baekhyun y Minseok porque se parecía a él. Tao se muerde los labios, intentado dejar de ser un idiota, intentando dejar de llorar. Y ya no sobre la silla, ya frente a la bolsa de basura, Zitao no encuentra el valor de deshacerse de ese peluche, así que lo toma, lo aprieta con fuerza, como si con eso le hiciera daño a quién representa y lo deja en medio del resto de figuras sin vida que le miran y sonríen. Zitao les sonríe también, de vuelta, pero es una mueca derrotada y no tan alegre, quizás no alegre en lo absoluto.

 No. Definitivamente arreglar ese cuarto no es buena idea.

 Su madre entra a la habitación, simplemente para avisar que va a sacar al perro “para que tu Candy no haga desastres dentro de la casa”, Zitao sabe que en realidad la mujer simplemente va a disfrutar de sus miserias, así que asiente, le entrega el arnés del animal y le vuelve a dar la espalda, cruzando los dedos para que no le hubiese visto el rostro sonrojado y lleno de lágrimas. Quiere terminar con algo de dignidad, la mínima. Su madre nunca aprobó la relación, nunca lo haría, nunca dejaría de pensar que su hijo merecía pasear de la mano por las calles de Qingdao con una chica en lugar de un tipo que le sacaba una cabeza de altura y que tenía hombros más anchos que los de cualquiera en el equipo de básquetbol, no importaba que ese rubio de mueca burlesca fuese el responsable de la felicidad del menor de los Huang. No, no importaba, no importó cuando él rompió a llorar porque su novio le había enviado un mensaje diciendo que debían conversar y la señora de la casa solo sonrió y dijo “¿No crees que será mejor?, después de todo te estás yendo”. Por lo que Zitao repone su postura mientras termina de limpiar el escritorio y no deja de fingir seguridad hasta que el portazo anuncia que ella se ha ido. Solo entonces se deja de apretarse los labios y gime y llora con fuerza y golpea la superficie de madera como si fuera su propio corazón, como si con eso pudiese dejar de sentirse… ¿así? Así que no tiene descripción, así que es solo como un agujero negro en medio del pecho, como una bola de desastre detrás de los ojos lista para explotar en lágrimas agrias, en jadeos cansados, en suspiros derrotados que jamás serán besos.

 Quizá sea cierto, quizá si sea más fácil irse a estudiar literatura a Corea si no tiene a alguien esperando por él. Así que tal vez esto es lo que tenía que pasar, tal vez debe agradecerle al mayor por hacerlo más fácil, por no tener que sufrir la separación, por… ¿por qué se siente tan erróneo entonces?

 Este es el tercer mueble, en el primero fue el peluche, en el segundo una hoja llena de post-it que formaban un corazón; cada uno con una razón para estar enamorado de Yifan, un regalo que nunca se atrevió a entregar. Aquí espera no encontrar nada, sin embargo la vida no es justa y en el cajón hay un cofre con cartas que le han escrito amigos y, por supuesto, Yifan. ¿Dónde habrán quedado todos esos “te amaré para siempre” estampados en diferentes hojas llenas de dibujos abstractos? ¿Y si el idiota que creyó en que alguien le podría amar para siempre no era nadie más que él? Porque, hablando enserio, ¿quién podría amarle por más de unos años? A alguien como él, a un Zitao que no tiene más que ofrecer que pataletas y pucheros y palabras vacías. Ni siquiera puede decir que tiene un futuro cuando va a estudiar Literatura Asiática a un país en el que no sabe qué bus le lleva a la facultad. Sí, Yifan no querría recibir su llamado el primer día de clases diciendo que se había perdido, que había tomado la línea de metro equivocada y que estaba en el otro extremo de la ciudad pidiendo un taxi. No, Yifan preferiría estar con ella, con la chica que también estudia psicología en China, no lejos, probablemente le gustaría sentir que la tiene que proteger, porque ella debe ser frágil, pero de verdad, no como Zitao que es molesto.

 Al llegar al último mueble la cosa va mejorando, porque ¿pueden seguir siendo amigos cierto? Eso dijeron cuando se juntaron para acabar el nosotros. Zitao se pregunta qué tan molesto será él mismo como amigo, pero cree que se puede controlar, después de todo con Yifan fueron amigos primero, se sentía como amigos con hormonas durante el año-once-meses-cinco-días que estuvieron juntos, así que quizás no sea tan difícil; solo tiene que aprender a suprimir esas ganas de besarlo, de tomarle la mano, de darle un abrazo, de mirarlo solo para sentir que lo entiende sin palabras. Solo tiene que aprender a dejar de quererlo tanto como para morir por él si tuviese que hacerlo.

 Han pasado horas, la habitación huele a lustra-muebles y despedidas, sin embargo de pronto hay preguntas en la cabeza del pelinegro; porque ¿hará ella eso?, ¿sabrá ella no hablar sobre los abuelos de Yifan?, ¿sabrá que no le gusta que lo vean triste?, ¿sabrá que sus labios no empiezan donde la línea formal lo dice, sino cerca de las clavículas?, ¿sonreirá solo de pensar que tiene al chico más maravilloso de todo el maldito mundo?

 Ojalá lo haga.

 Han pasado algunos minutos, en su móvil hay mensajes de Luhan, veintidós de ellos para ser más exactos, partiendo desde “idiota <3” a “IDIOTAaaa ¿EsTÁS BIEN?”. Y Zitao le sonríe a la pantalla, porque no, no está bien, pero tampoco está tan mal. Podría ser peor, ¿cierto? Siempre puede ser peor, así que se limpia las lágrimas y no niega que volverá a llorar, pero, ¡oye!, ¿un nuevo país? Suena bastante bien para añadir “nuevo comienzo” al lado.

+

 El día que el avión parte y Yifan está allí, como su platónico amigo claro, Zitao tiene una sola duda que no se atreve a preguntar cuando el abrazo entre ambos se termina.

¿El amor de ella, hace que tu cabeza de vueltas como el tuyo lo hacía conmigo?

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Thank you!
blueous
ahora que lo pienso bien, esto podría ser el preludio de "Nubes de papel"....

Comments

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Exo-KM
#1
Me gusto mucho
Pero vas a escribir un sequel?
Espero que si, pero gracias por compartir esto con nosotros