Algunas personas dicen que con solo ver a los demás a los ojos pueden ver el refrejo de su alma... pues yo soy una de ellas...

Acomodé mi ropa nueva y me dirigí a la cocina por un poco de leche, de camino topé con mi madre, siempre tan hermosa hasta sin maquillaje, comenzó a conversar conmigo.

—Mamá: Jess, aun sigues despierta?-dijo mientras se centraba junto a mi.
—Jessica: Solo vine por un poco de leche para poder dormir bien-dije levantandome para dejar mi vaso en la cocina e irme a dormir.
—Mamá: de acuerdo, descansa porque mañana debes pararte muy temprano, será tu primer día y no querrás llegar tarde -dijo dándome un beso en la frente y después regresó a su habitación.

Yo volví a mi habitación, recorriendo el extenso pasillo que divide la cocina de las habitaciones, la casa en verdad es linda, sin embargo aun no me acostumbro.
Ya en mi habitación, la cual se convertirá en mi guarida, mi propio hogar y mi todo, me recosté quitando las sábanas y tapandome con ellas. Aunque quería no podía retomar el sueño, tenía muchas cosas en la mente, acababa de cambiarme de casa, ciudad y mi vida en general había dado un cambio completamente, después de que vivíamos en un pequeño pueblo donde todos se conocen y la población no pasa de los 5,000 habitantes, nos mudamos a una de las ciudades mas pobladas del mundo. ¿Cómo serán las personas de este lugar? ¿Me hablarán?, eran demaciadas mis dudas, sobre todo acerca de la escuela a la que entraría ya que era mitad de semestre y probablemente todos ya se conocían y eran amigos, al llegar yo, la verdad no sabía si encajaría. Después de darle tanta vueltas al asunto me quedé dormida.

El sonido de mi celular me despertó, eran las 6 am y solo tenía 40 minutos para arreglarme, cosa fácil para mi ya que no tardo demaciado.
Fui a lavar mi rostro y regresé para peinarme y vestirme, además si me daba tiempo tal vez usar un poco de maquillaje. Me miré al espejo, una trenza quedaría bien; empecé a cepillarlo, ya necesitaba un buen tratamiento, seguro todas las chicas aquí deben ser muy lindas y tener un cabello espectacular como las idols, en cambio mi cabello era lo mas comun del mundo.

Me quedaban aún 30 minutos, así que use un poco de rímel y rubor, pero en mi entró la duda, ¿Debería usar labial? la verdad es que solo tenía unos 2 o 3, pero no sabía si me notaría muy exagerada, preferí no arriesgarme y no usarlo.

Me dirijí al comedor con mi madre para comer un poco de fruta antes de irme a la escuela, pero ella ya estaba esperándome en el auto así que me apresure para que no se me hiciera tarde.
Al terminar tomé mi mochila, mi desayuno y me subí al auto.

—Mamá: te ves preciosa hija, seguro todas estarán celosas, espera ¿no usas labial? -dijo seguido de abrir su bolso y sacar un labial color salmón.
—Jessica: así estoy bien, pero gracias.

Mi madre era muy diferente a mi, ella siempre estaba arreglada, maquillada y con el peinado impecable, incluso cuando no vivíamos en Seúl, ya que ella siempre trabajó aquí y viajaba todos los días.

—Mamá: un poco no esta mal Jessi -dijo poniendome un poco de su cremoso labial, la verdad no se veía mal.

El auto arrancó y nos dirigimos a mi nueva escuela. En el camino seguía haciéndome las mismas preguntas de anoche, pero en menos de lo que pensaba llegamos. Me bajé del auto al igual que mi madre, que solo me besó y me deseó buena suerte y regresó al auto.

Comencé a caminar, las piernas me temblaban pero seguí el camino hasta la oficina. Dentro de ella, una joven secretaria sentada frente a una computadora a la cual me acerqué para pedir ayuda. Ella me dirijio a un maestro que al parecer sería el que me enseñara matemáticas.

—Maestro: acompañeme señorita Jung dijo dirigiendome al que sería mi salón.
 

Yo detrás de él sin hablar, solo lo seguía por esos pasillos grises, hasta que llegamos.

—Maestro: es aquí, por favor pase.

Continuará...