Por mucho que quisiera negarse, no podía,  su amor había llegado a recorrer cada parte de su cuerpo hasta el punto de empezar a volverlo loco. Y es que sólo podía pensar en esa persona. En qué estaría haciendo, en si estaba pensando en él, en por qué no estaban juntos ese semestre. En si él había escogido otro salón por su culpa. En todos los momentos que pasaron juntos, alguna de las ridículas peleas que tuvieron, en, por ejemplo, los besos que llegaron a darse, y es que le gustaba. Sin más, Jongdae le gustaba. Demasiado, quizá más de lo que alguna vez podría llegar a decir. Sus ojos, la forma en la que le era transparente. Su sonrisa, aquella forma rara en la que movía más un labio que el otro. Su actitud. Adoraba todo, le gustaba todo de él, le gustaba hasta lo que odiaba en él. Él, definitivamente, era todo lo que odiaba en una persona. Y sin embargo seguía soñando con él. Así que estúpido era su cariño por él, simplemente así era.

      Pero simplemente no podía.