Recuerdos.

Loving a cold machine.

Tenía tan solo siete años cuando conocí a Taemin. Mis padres habían muerto en un accidente de coche hacía apenas unas semanas y había sido transferido a otra escuela, en la misma ciudad donde se encontraba mi orfanato. No es fácil relacionarte cuando te encuentras solo en medio de un nuevo colegio donde los padres de todos tus compañeros van a buscarles, les dan la merienda y te miran apenados, mientras que a ti te vienen a buscar en un coche demasiado viejo y ni siquiera te preguntan si tienes hambre.

 

No obstante, con Taemin fue diferente. Nunca me había fijado en él hasta que el curso siguiente faltó tres semanas seguidas a clase. El día antes a su vuelta, la profesora me llamó a hablar con ella a solas. “Taemin ha perdido a su madre”, dijo. “No pensaba decírselo a nadie, pero tú eres ya un chico muy maduro y quizás el único que pueda reconfortarle en estos momentos. ¿Intentarás hablar con él, aunque sea para distraerle, sin hablar de su madre?” No es que me cayera mal especialmente, pero tampoco me gustaba; era solo un chico más de mi clase. “Claro, señorita”, musité.

 

Al día siguiente, el chico del pelo de champiñón volvió a clase, tal y como la profesora me había dicho que haría. Su sonrisa habitual había desaparecido, y me pareció ver en él mi yo pasado. Sentí pena por él.

 

Una semana después, Taemin abrió la boca por primera vez.

 

“-Hola. –Me dijo sin siquiera levantar la mirada del suelo, un día durante el patio.

- Hola. ”

 Se sentó a mi lado y yo seguí jugando con mis canicas. No hablamos más en todo el día, pero al día siguiente vino e hizo lo mismo. Y al siguiente, y al siguiente, y al siguiente.

No entendía muy bien por qué, pero me gustaba su compañía. El silencio era más cálido con él a mi lado, y él parecía sentir lo mismo, ya que empezó a sonreír de nuevo.

 

Desde entonces ya nunca nos separamos. Con el tiempo, Taemin empezó a hablar más y más hasta que volvió a ser el chico sonriente que había sido antes del accidente de su madre. De todos modos, nunca volvió a jugar con sus amigos de antes; ahora, su único amigo era yo.

 

A medida que crecíamos, mi compañero de recreo y yo nos hacíamos más íntimos. Yo no hablaba mucho, pero disfrutaba de su alegría y de su compañía, y de saber que le gustaba estar conmigo. Nunca iba a su casa y yo tampoco quería llevarle al orfanato en nuestras horas libres, así que preferíamos salir a andar bajo los cerezos, a mirar aparadores con consolas que ninguno de los dos iba a tener nunca, o simplemente a sentarnos en la biblioteca a hacer juntos nuestros deberes.

 

Cuando teníamos 14 años, vino al orfanato a las dos de la mañana y, tirando piedras a mi ventana desde las vallas de fuera, me despertó. Cuando bajé de escondidas y salí por la parte de la reja que él y yo habíamos roto para encuentros como este, me abrazó muy fuerte y me confeso algo que yo ya había estado sospechando desde hacía meses. 

 

“-Mi padre no está bien, Jongin. No lo está. –Dijo entre sollozos, mientras se levantaba la camiseta y me mostraba los moratones en las costillas y en la espalda.”

No dijo nada más, pero tampoco fue necesario.

Minutos después rompí el abrazo para mirarle a los ojos.

“-Prometo que cuando tengamos edad suficiente, tú y yo vamos a huir. Juntos. Yo saldré de este antro y tú no tendrás que aguantar nunca más las palizas de tu padre. ¿De acuerdo? Te sacaré de esto, Taemin. Nunca dejaré que nadie más te haga daño.”

Volvimos a abrazarnos, y esta vez fui yo quien le estreché fuertemente entre mis brazos.

“-Tendremos que empezar a ahorrar.”, dijo al cabo de unos minutos.

Seguidamente, esbozó una sonrisa. La más bonita que había visto hasta entonces.

“- Te quiero, Jongin.”

“-Y yo a ti, Taemin.”

 

Así es como mi mejor amigo acabó trabajando en la cafetería del centro, en la que aún conserva su puesto.

 

Cuando teníamos dieciséis años, Taemin se me declaró. No fue algo romántico, pero tampoco espontáneo; habíamos acabado de dar un paseo y ya estábamos delante de su casa, hasta donde siempre le acompañaba.

“-Me gustas.” Me besó y se largó, y eso fue todo.

 

Nunca llegué a contestarle, pero tampoco le negué nunca sus besos, sus caricias ni sus abrazos. “Si no le amara, no me gustaría que me besara, ni que me abrazara, ni que me dijera cuánto me quiere”, pensé. Así que, simplemente, asumí que le quería como él a mí.

 

Error. 

 

 

El día en que alcancé la mayoría de edad, le encontré en la puerta del orfanato con las maletas hechas. No dijo nada, y yo tampoco; también las había preparado. Nunca habíamos vuelto a hablar de nuestra escapada juntos, pero de alguna manera, ambos sabíamos que el otro no lo había olvidado.

 

Taemin no se despidió de su padre. Se fue mientras él estaba delirando por el alcohol, y según él, probablemente tardaría días en darse cuenta de que no estaba. Pude ver cómo se aguantaba las ganas de llorar, y, al llegar al piso que él había ya alquilado, e hice el amor por primera vez. Nunca volvimos a hablar de su padre.

 

 

Han pasado ya dos años y sigo viviendo con mi mejor y único amigo, el cual me ama con locura. No obstante, hace meses, me di cuenta de algo. No sé por qué me lo había estado negando desde hacía tanto, pero llegó un momento en que ignorar ese hecho se hizo imposible.

 

Todo cambió cuando me despidieron.

 

Desde que nos habíamos mudado había estado trabajando en un taller, reparando coches. Eso me quitaba ocho horas diarias, lo que me dejaba poco tiempo para pensar. Cuando llegaba a casa solo quería cenar y dormir, mientras dejaba a Taemin estudiando o haciendo horas extra en la cafetería si íbamos justos de dinero. Nunca me había dado cuenta, pero nuestra casa se había acabado convirtiendo en una especie de hotel para mí.

En el momento en que mi taller cerró, desapareció toda mi vida. Estar todo el día en casa me deprimía, y no conseguía encontrar nada que me llenase, ni tampoco trabajo en otro taller ni en ningún otro lugar en el que trabajar.

 

“-Así tendremos más tiempo para estar juntos, piénsalo de este modo, -me dijo mi compañero-. Hace tiempo que no nos pasamos todo un día solos sin tener que hacer nada.”

 

Aún no sabía que ese iba a ser lo que destrozaría nuestra relación.

 

Taemin y yo empezamos a pasar mucho más tiempo juntos; le hacía la comida y la cena, y excepto el desayuno, comíamos siempre juntos. A medida que pasaba el tiempo y aunque yo intentara negarlo, iba dándome cuenta de que lo que antaño había sido mi mejor amigo se estaba convirtiendo para mí en una pesadilla. Con quien antes yo había querido pasar mis silenciosas horas, era alguien que llenaba esos silencios con palabras vacías. En ese momento me di cuenta de que siempre había visto a Taemin solo como un amigo. Lo que él sentía por mí y lo que yo sentía por él nunca llegaría a ser lo mismo.  Yo nunca le había amado de ninguna otra forma que como un amigo y un compañero. Quería a Taemin, pero no el Taemin con el que vivía ahora, que me contaba sus triviales historias de universitario y cuánta vergüenza había pasado ese día porque casi había derrama el café encima de un cliente. Yo quería al Taemin que había conocido de niño, aquél que me miraba jugar a canicas, aquél al que le gustaba pasear debajo de los cerezos y hablar de lo mucho que apreciaba mi amistad, lo que significaba para él, cuán importante era que yo deseara pasar mi tiempo a su lado. Y entonces me di cuenta de que lo antaño había apreciado de él no era su persona, si no el hecho de que me necesitara. El hecho de saber que sin mí seguiría siendo el niño triste y solitario que había perdido a su madre. Saber que era yo quien le había, de alguna manera, salvado la vida.

 

Pero en ese momento, Taemin ya no me necesitaba. Había crecido, era un hombre y se las podía arreglar sin mí. Nuestra relación, por lo tanto, había perdido todo el sentido para mí. Había tardado cuatro años en entender eso, y cuando me di cuenta, tampoco me vi capaz de hacer nada al respecto.

 

Pensé en dejarle. Pero, ¿por qué? Si había aguantado hasta ahora, ¿por qué no aguantar otro tiempo? Aunque no le amara, con él tenía todo lo que necesitaba: Casa, comida, alguien que me hiciera gemir cada noche. ¿Qué había de malo en seguir actuando como siempre lo había hecho si tampoco le había amado nunca? “Lo único que tienes que hacer es conseguir trabajo de nuevo para que la situación se vuelva soportable.”

 

Y eso nos trae de vuelta al día de mi entrevista de trabajo. 

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
airun_x
#1
Chapter 4: "Y resultó ser tan solo Kyungsoo." BUENO TAN SOLO ES KYUNGSOO NO PASA NADA........... yo me hubiese muerto coughs, AYYYYYYYYY PLS QUE SI QUE ES LUNA!!!!!!!!!!!!!!!!!! jo, me da mucha penita taemin, eres cruel con tu ultimate eh????
airun_x
#2
Chapter 3: HOYA DE GUARDAESPALDAS/CHÓFER A HAHAHAHAHAHAHAHAHHAHAHAHA ME MUERO XDDDDDDDDDDDDDDDDD unfgfyffff no sabes cuanto me gusta que kyungsoo mande, en serio, y más a kris hehehehe btw la chica morena soy yo oi ewe
airun_x
#3
Chapter 1: dios mío, jongin mecánico............ pero jo, pobre taemin ;; pls quiero ya la entrevista de trabajo!!!!!!! será para un taller o cambiará de trabajo????



(((soy nuu btw)))